•|Capítulo 12|•
La cena que hizo Reiji seguía gustándome, cada vez que daba una bocanada del bistec en mi boca le agarraba sazón al sabor. Aunque, me incómoda que todos los Sakamakis y Yui-san no intercambien palabras para socializar o simplemente no queriendo empatizar entre ellos, cosa que me da curiosidad, pero entiendo eso, sólo un poco a la situación.
De vez en cuando sentía las miradas penetrantes y para nada disimuladas de los hermanos Sakamakis, obvio que estaba concentrado en comer primero evitando el contacto visual de ellos. Comenzaba a fastidiarme un poco eso, pero no lo hice notar en mi rostro, internamente lo estaba. Bastante...
Por suerte, la pelirrubia estaba sentada a mi diestra. Me daba un poco de pena cuando miraba su plato intacto sin la escasez de comida, apenas logré verla que solamente comió una sola vez, nada más.
Seguía comiendo la cena, cuando finalmente me dispuse a dirigirme la palabra con Yui-san, cuestionándole monótonamente.
—¿Por qué no cenas, Yui-san?—. Corté un pedazo de carne, para después llevármelo a mi boca.
—.....
—“Hmm.. Si que en verdad está nerviosa con la presencia de los vampiros.”
No recibí respuesta, sólo la ojirrosa pudo mantener la mirada gacha como si estuviera pensando en que decirme. Empecé a escuchar la voz seductora y pícara de Laito-san; éste estaba sentado a la derecha de Yui.
—Nfu~, tal vez no quiera comer la cena al querer algo más. No te preocupes Bitch-chan.— La mano del pelimarrón se dirigió al tenedor de la comida de Yui-san, agarrando un poco de su comida y llevándoselo a la boca de la fémina. La pelirrubia se exaltó por la repentina acción de Laito-san. —Vamos~. Di “Ahh”.
Obviamente Yui no le hizo caso, en cambio recibió una mirada de miedo hacia el ojiverde, por alguna razón pareció exitarle a Laito-san, puesto que soltó un jadeo y sus ojos verdes comenzaron brillar inexplicablemente.
—Me gusta cuando me miras de esa manera, estás completamente asustada. Bitch-chan~.
—Laito-san.— Ahora comentó Reiji de forma severa. Llamando al mayor de los trillizos. —No deberías hacer tus escenas en plena cena; tenemos un invitado. ¿Lo olvidas?
—Moh~, sólo me estaba entreteniendo. Rei-ji-kun.— Soltó una leve risa al oír un chasquido de lengua por parte del ojimagenta, quien raramente se ajustó los lentes. —Aparte: para Tatsumi-kun no le incomoda en absoluto.— Ahora posa su mirada ojiverde en mí, ignorándola por completo.
—Por cierto.— Dejé de comer, para mirar directamente a Laito-san. —Siento nuevamente lo que pasó ayer en la noche.
—Nfu~, no te preocupes Bitch-kun.— Me mira con suavidad sabiendo mis palabras de disculpas, sonriéndome lascivamente. —No hay resentimientos.
—Bueno, si tu lo dices. “Éste men tiene una personalidad un tanto pervertida. No lo culpo.”
Y es verdad, a veces las personas fingen lo que no son lo que carecen o aparentan. Ejemplo del pasado que tuve una vez por fingir ser alguien hiperactivo. Mi madre me dijo una vez que no tenía el porqué de fingir lo que no soy exactamente, sino, mostrarme al verdadero yo; resultó ser un chico fatigado e inexpresivo que sólo se expresa ante las acciones, pero que de a poco se me iban acumulando con el paso del tiempo, ciertas emociones.
Es por eso que entiendo un poco a Laito-san. Y eso que apenas lo conozco desde ayer en la noche.
El silencio reinó nuevamente en el comedor, sólo los sonidos de los utensilios de comida (el tenedor y cuchillos) chocaban con los platos de porcelana. Algunos de los Sakamakis terminaban de comer llevaban su plato para después desaparecer de mi vista, terminando de cenar, fui a dejar el mío en el fregadero, luego para ponerme a lavarlo por cortesía.
Pasando un rato después, agarré mi maletín escolar dirigiéndome a la entrada principal de la mansión, e irme de éste incómodo ambiente.
—Agradezco su visita, Tatsumi-san.— Volteé mi cuerpo al encontrarme con el pelinegro.
—No hay de qué, gracias por su hospitalidad, Reiji-san.— Para no ser maleducado, di una reverencia, y luego ponerme recto para mirarlo neutral.
—Hmph. Qué tenga buena tarde.
—Emh, igualmente.— Respondí un muy poco convencido ante su tono severo, no sé que se trae éste.
Con tranquilidad me dirigía a la puerta, pero siento un jalón en mi brazo derecho, al mismo tiempo que jalaba el uniforme. Miré de reojo a la persona que me tenía agarrado.
—Tatsumi-kun.— Ah, es el pelilila; Kanato, si no mal recuerdo. —Se te olvidó esto...
Me tiende un pedazo de pastel, especialmente de vainilla... Mi favorito. -///-
—Oh, pero. Eso no es mío.— Le contesté lo más amable posible, aunque no lo exprese por mi tono de voz.
—Creeme que yo no quise prepararlo porque te odio.— Wow, que directo. —Pero Nee~Teddy me obligó, por razones desconocidas.— ¡Ah! Ahora resulta que sólo es amable porque le hace caso a su oso. Que loco.
—Umh.— Sentía la mirada pesada del ojimagenta, que sin dudar me trataba de decir: «Ya vete de mi casa» O algo así. Acepté el pedazo de pastel con gusto, internamente, claro. Lo miré a los ojos, extrañamente tenía un brillo en los ojos. —Muchas gracias por el pastel, Kanato-san.— Ahora miré en forma de agradecimiento al oso de felpa. —Y a usted también, Teddy-san.
—¡Ya no mires a Teddy! ¡Lo pones nervioso!
—“Y ahí va de nuevo.”— Ya me extrañaba. (😑)
Veo como el ojimorado apretaba (y abrazaba) a su oso Teddy con mucha fuerza y precisión, sacándome una gota en la sien. Lo dejará en asfixia.
Finalmente, me retiré de Howarts-¡digo! De la mansión que parecía casi como en la película de Harry Potter. En el camino de vuelta hacia la ciudad, iba comiendo el pastel que me preparó Kanato, mientras iba escuchando música con mis audífonos, de vez en cuando la tarareaba agarrándole ritmo.
(...)
La canción que Tatsumi escuchaba.
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