Penúltimo Capítulo
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Hoy en día, el señor Inexorable afirmaba que el dinero y poder no podía conseguir todo. Hoy en día el señor In sabía que el dinero no lo era todo, que el dinero no era capaz de adquirir todo, pero sí ayudaba a realizar cosas con mayor facilidad y rapidez.
¿Cuántas personas pueden planear una boda a lo grande en tan solo tres meses? Solo alguien que respira dinero.
A Jeon Jungkook le enorgullecía poder decir que podía darle todo lo que pidiera a su futura esposa e hijos. Tenía la capacidad de darles todo en segundos.
Todo de la boda estaba listo, solo faltaba que llegara el gran día, que sería en tres días más.
Solo había algo que faltaba aún; la Luna de miel. Jungkook no lograba encontrar un lugar perfecto, algo que sintiera que fuera y estuviera a la altura de su prometida. Quería darle la mejor luna de miel del mundo, algo que recordara por siempre, por el resto de sus eternas vidas, pero no hallaba nada que le convenciera.
—Jungkook, no existe tal lugar perfecto —Se quejó Jin, harto de buscar en internet lugares que pudieran gustarle a su jefe.
—Entonces tendré que hacerlo —Contestó el hombre.
Al fondo, Jimin se carcajeó con los demás.
—Tengo solo tres días para encontrar algo, no puede ser que en todos estos meses buscando, no haya encontrado un jodido lugar perfecto... —Gruñó, hastiado.
—¿No has pensado que quizás Adara prefiera un lugar simple? —Sugirió Namjoon, ojeando un libro —Tú mejor que nadie sabe que Adara no es el tipo de mujer pretenciosa. Ella estará feliz con cualquier cosa, solo si estás ahí.
—Eso lo sé, pero el hecho de que ella no sea quisquillosa con esas cosas, no quiere decir que no tenga que esforzarme por darle todo. Se lo merece, tengo dinero de sobra para complacerla, y lo haré —Inexorable se puso de pie, caminando por toda su oficina.
—¿Entonces? —Cuestionó Yoongi —¿Qué harás? ¿llevarla a la luna?
—Eso lo hago todas las noches.
—Por dios... —Se quejó Hoseok —Nadie quiere volver a saber sobre tu vida sexual.
—Como sea, después verás a donde llevarla, por ahora ya te toca ir a por los chiquitines al jardín —Le recordó Jimin, mirando la hora en su celular.
Jungkook chasqueó los dedos y se apresuró en buscar su celular y algunas otras pertenencias.
—Háganse cargo de cualquier caso pendiente —Les ordenó, antes de salir por la puerta de su oficina.
Sus hombres lo siguieron hasta la puerta de su carro.
Sus niños tenían ya tres meses asistiendo a clases, compartiendo con otros niños y aprendiendo cualquier cosa que debiera aprender un niño de cuatro años en la escuela. Al inicio había sido complicado porque ellos no estaban tan familiarizados con convivir con otros niños de su edad.
Se tuvieron que firmar contratos de con fidelidad por parte de la directora de la escuela y casi todos los maestros y cualquier persona que trabajara ahí, se habían exigido ciertos tratos a los niños Jeon y Jungkook había exigido que, en caso de cualquier problema con sus hijos, por más mínimo que fuera, le debían de notificar ya se ha Adara, a su secretaria o, personalmente a él.
Quizás era exagerado, pero así era el señor In cuando se trataba de su familia.
El caso es que, después de algunas semanas, sus hijos comenzaron a disfrutar asistir a la escuela, hicieron amigos y pronto se convirtieron en la sensación del lugar. Todos hablaban de los niños Jeon, hijos del señor Inexorable, hijos de la mujer del señor In. Todos sabían que debían tener cuidado con esos dos cuerpitos lindos porque si no, su padre saltaría a defenderlos, así tuviera que derramar un poco de sangre en el camino.
—¡Appa! —El hombre sonríe en grande cuando ve a sus dos soles correr hacia él cuando está de pie, delante de la entrada de la escuela.
—¡Mis niños! —Se agacha para poder ser abrazado por sus dos niños, quienes lo aprietan y acarician cuando están entre los brazos de su padre —¿Cómo les fue hoy, todo estuvo bien?
—Bueno... —Dasom se separa lentamente del cuerpo de su papá, quien al instante de mirarle la expresión sabe que algo ha pasado, lo comprueba cuando una mujer, ya algo conocida, se para en la entrada de la puerta de la escuela.
Jungkook se pone de pie.
—Llévenlos al carro —Le dice a uno de sus hombres, quien, al instante, toma de las manos a los dos niños, quienes se van saltando hasta una de las enormes camionetas negras de su papá.
Jeon afloja su corbata, mientras camina hasta la mujer que lo espera en la entrada. Mujer que lo inspecciona de arriba a abajo, mientras lo ve caminar a ella, se le hace un hombre imponente y atractivo.
—Vayamos a tu oficina, ¿quieres? —Le exige Jungkook, pasando por su lado. La mujer de cabello rojizo camina detrás de él, mirándole el trasero firme, enfundado en esos pantalones de vestir negros que tantas ganas tiene de quitar.
El señor In exhala cuando está dentro de la oficina de la directora de la escuela de sus hijos. Observa como la mujer ingresa, cerrando la puerta y recostando su espalda en la misma, Jeon reconoce la mirada que tiene la fémina en los ojos, la reconoce bien pues no es la primera vez que una mujer lo observa de esa forma, no es la primera vez que esa mujer lo mira de esa manera.
—¿Vas a decirme que sucedió? —Le dice él.
—¿Antes quiere algo de beber? —Ella camina hasta uno de los muebles del lugar, moviendo las caderas a propósito, intentando llamar la atención del hombre delante de ella —¿Prefiere vino?
—Prefiero que me hable de mis hijos —Corta Jungkook
La mujer se recuesta al mueble y suspira.
—Sus hijos son peligrosos... —Expresa, con cierto temor en la voz —Hoy un niño se quedó encerrado en un salón de clases, ellos lo supieron antes de que pasara. Supieron que una de nuestras maestras tiene cáncer, ¡casi le provocan un desmayo a un personal de limpieza!
Inexorable solo escucha, atento, sin interrumpir todas las cosas que sus dos niños hicieron en un solo día.
—Son monstruos, deben estar encerrados... —Concluye la mujer, acercándose al hombre para tomarlo de los hombros —Son peligrosos para los demás.
El hombre asiente despacio con la cabeza.
—Tienen algo de mí, ¿qué esperabas? —Acarició los brazos de la mujer, observando la piel de su cuello y clavículas —Son diferentes, nada comunes, y en efecto, son peligrosos. Mucho, ni siquiera tenemos idea qué otras cosas puedan hacer, cada día hay algo nuevo... —Decía, escurriendo las manos por la cintura de la mujer, subiendo poco a poco, hasta posarse en el cuello de ella —Es cierto lo que dijiste, pero, no te voy a permitir que llames a mis hijos monstruos.
Apretó el cuello de la mujer, lo suficiente como para cortar un poco la corriente de aire a los pulmones de la fémina, quien al instante intentó alejarlo de ella, sin éxito.
—Te dejo que digas que son peligrosos, pero nunca que digas que son monstruos, ¿quieres ver a un monstruo de verdad? Vuelve a decir que deben estar encerrados, y entonces te mostraré cómo es un verdadero monstruo, preciosa.
Inexorable la llevó hacia atrás, hasta dejarla contra su escritorio, tirando todo lo que había encima, para recostarla un poco ahí.
—He visto cómo me miras, la ropa reveladora que usas cada que vengo por ellos, cómo miras a mi mujer. Querías tenerme a solas en tu oficina, aquí estoy.
Se carcajeó roncamente, mirándola sin sentimiento alguno.
—Aquí me tienes, esto es lo que querías, ¿no? Que te tuviera contra el escritorio, tomada del cuello como la puta que eres, pero ¿entonces por qué tiemblas, por qué me miras con los ojos llorosos?
—S-señor In, por favor... —La mujer estaba aterrada.
—Si vuelves a referirte así de mis hijos, si vuelves a insinuar cosas a mi mujer cada que ella venga a recoger a nuestros hijos, si vuelves a intentar algo, te juro por mis hijos que voy a buscarte y voy a enterrarte viva, a ver si así aprendes lo que en verdad es un monstruo —Y finalmente la suelta, tan bruscamente que la mujer tiene que sostenerse de su escritorio —Firmaste un contrato, apégate a él o entonces tendrás que sufrir las consecuencias. Mis consecuencias...
No espera a que la mujer hablé para salir de la oficina.
Esa mujer ya lo tenía harto. Ya le había causado ciertas discusiones con Adara debido a que la mujer le metía cosas en la cabeza a Ada, como que Jungkook era muy provocativo con ella, o que habían estado solos en su oficina, cuando eso nunca había pasado. Lo había dejado por la paz, pero ya no podía soportarlo...
—Appa, tengo hambre —Le dice Man Shik a Jungkook cuando este último sube a la camioneta con ellos —Quiero comer comida de omma.
—Omma no está en casa... —Le dice, viendo el puchero de su hijo en sus pequeños labios —Está viendo su vestido, ¿recuerdas? Pero quizás ya esté en casa, pero aun así sabes que omma no tiene que cocinar después de que llega de la calle.
—Porque tiene que descansar como la reina que es... —Completa el niño, provocando una sonrisa en su padre.
—¿Yo soy una princesa? —Pregunta Dasom.
—Así es, eres mi princesa —Jeon acaricia los cabellos negros de la niña.
—Y yo tengo que protegerla y cuidarla —Su hermanito saltó.
—Tienen que protegerse y cuidarse entre ambos —Corrigió el mayor —Así es un equipo, tienen que estar siempre unidos y confiar en el otro.
Los infantes asintieron con obediencia.
Los niños Jeon le tenían una enorme admiración a su padre, lo veían como su mayor héroe, Man Shik quería ser como él cuando fuera grande, quería ser igual de alto y fuerte que su papá, de esa forma podría proteger también a su madre y a su hermana.
Los Jeon pasan a comprar comida italiana, los niños sienten cómo su pancita ruge mientras van de camino a casa.
Dasom, quien va en el lado izquierdo de su padre, siente un cosquilleo en el fondo de su cuerpo, casi no comprende el sentimiento, pero sabe, sencillamente, que algo grande se acerca, no ahora, no hoy. Pronto...
La niña voltea a ver a su hermano, quien ya la está mirando. Ambos conectan sus ojos dorados con los del otro, no tienen que decir nada para saber lo que el otro está pensando.
Tan solo son niños de cuatro años, quienes están aprendiendo a vivir, y, aun así, saben y comprenden cosas que los adultos no.
Ambos tienen un lugar en mente, no entienden por qué, pero hay una imagen en sus cabezas de un lugar con arena, olas y una cama blanca.
Es septiembre. Ha llovido un poco en Corea, el clima es húmedo y levemente fresco, Jungkook agradece haber rentado un lugar con techo para el gran día de sus vidas.
Son las dos de la tarde, todos están ocupados moviéndose de aquí para allá, hay nervios, y emoción por todo el lugar.
En las noticias, revistas y en todo el internet, es tendencia la boda de Jeon Jungkook, más conocido como el señor In o Inexorable. Todos están hablando de esto, hay miles de fotos colgadas en internet de Adara y Jungkook. Hay mucha gente escéptica en cuanto a la duración de ese matrimonio, muchos creen que no durara mucho debido al historial romántico del señor In, muchos dicen que se casa por los niños que tuvo. Hay otro grupo de personas que creen fielmente a que definitivamente a todos les llega el amor, incluso a un ser, a un hombre que ha vivido más de cien años.
A Jungkook no le interesa nada de lo que se está diciendo.
Ahora mismo está vestido con un traje negro, carísimo, de pie, delante de un espejo de cuerpo completo, mirándose directamente a los ojos, sintiendo una sensación terrible en el estómago, jamás en su vida había estado tan nervioso, nunca.
Hoy más que nunca tiene presente a su familia en sus pensamientos, está tratando de recordar su época de niñez, apenas puede hacerlo, pues eso ya fue hace demasiado tiempo. Intenta recordar el rostro de su padre, intentando recrear alguna charla de hombre a hombre antes de enlazar su vida con su prometida. Está intentando recrear el rostro de su querida madre, la imagina frente a él, con los ojos llorosos de nostalgia de ver a su niño casándose, la ve tocándole el rostro con cariño, diciéndole lo orgullosa y feliz que está por él.
Cuando alguien se casa, su familia siempre está presente, en la mayoría de los casos, Jeon Jungkook no tiene a nadie de su familia con él, eso le duele porque le hubiera encantado presentarles a sus padres a Adara, que la conocieran y se dieran cuenta de la asombrosa mujer que es, poder presentarles a sus hijos, esos niñitos preciosos que son suyos y de su mujer, pero no podía.
Era así, pero, de todas formas, tendría a sus mejores amigos y manos derechas a su lado, algunas personas con quienes tenía buena relación, trabajadores y gente importante que había decidido invitar, conocidos de Adara.
—¿Estas listo? —Jimin se asoma por la puerta.
—Sí... —Contesta, aun mirándose en el espejo.
—¿Qué, vas a salir corriendo? —Bromea el más bajo, cerrando la puerta cuando ingresa al lugar.
—Sí, después de tomar a mi mujer como esposa.
En una habitación, que está a unos metros de la de Jeon, se encuentra una Adara aún peor que él, con los nervios de punta, con las manos temblorosas y mojadas.
Hyo Ji y Ayumi la están ayudando a colocarse el hermoso y enorme vestido blanco. Ellas intentan mantener las lágrimas fuera de su rostro, pero es que jamás habían visto un vestido así de hermoso, jamás habían visto a una novia así de angelical y preciosa.
Ambas se alejan de la novia, para apreciarla de lejos cuando ya está vestida.
—Por amor a lo sagrado... —Expresa Ayumi, cubriendo su boca con las manos —Te ves tan hermosa, Ada.
—El señor In y tú tienen un gusto asombroso... —Agregó Hyo Ji, con los ojos pegados al vestido.
—Jungkook es extravagante —Adara soltó una risilla nerviosa, con las mejillas sonrojadas por tanta mirada —¿Y los niños?
—Están con los chicos, vamos a pedir que los traigan para que te vean —Ayumi sale de la habitación, dejando solas a Hyo Ji y Adara.
La bruja se acerca a la joven.
—Estas a punto de estar en donde siempre debiste estar Adara, con la persona que debes permanecer —Acarició la mejilla de su amiga —Sus búsquedas están por culminar, tus ojos van a abrirse y podrás comprender un poco mejor a tus hijos...
—Gracias por todo, Hyo Ji. En verdad agradezco que estes a mi lado... —Se acercó a darle un abrazo.
Pronto se separaron cuando la puerta volvió a abrirse, dejando ver a dos preciosos niños. Uno de ellos usaba un pequeño traje negro, brillante y la niña portaba un hermoso vestido blanco, esponjado, con un lazo verde alrededor de la cintura.
Ambos infantes contuvieron el aire al ver a su madre, con ese precioso vestido cubriéndola. Los corazoncitos de los niños latieron con fuerza.
—¡Omma, eres una princesa! —Gritó la niña, llevando sus manitas a su boca
Adara se carcajeó, con el corazón en la garganta.
—¿Cómo me veo?
—Muy, muy bonita, ma... —Fue el turno de Man Shik, quien tenía las mejillas rojas —O-omma, ¿puedo, mejor, yo casarme contigo?
Y las tres mujeres no pudieron no reír de ternura ante tales palabras inocentes. El niño se encogió de hombros con vergüenza y correteó hasta su madre, abrazando, o al menos, intentando abrazar las piernas de la mujer.
—¿Y qué pasará con papá, con quién se casará él? —Le siguió el juego a su niño, quien se quedó pensativo ante las palabras de Adara.
—P-pues... puede casarse con Dasom... —Dijo —¡E-ella dice que papá es muy alto y guapo, q-que es como un príncipe! —Pareció estar acusando a su hermana.
La niña, quien se había mantenido al margen, decidió corretear hasta su madre, para intentar defenderse.
—¡Omma, no lo escuches! —Chilló.
Por dios, ella estaba tan feliz de estar ahí, con ellos.
Los chicos pasaron a verla, todos no podían creer lo preciosa que se veía la novia. Jimin, Taehyung y Hoseok soltaron un par de lágrimas, estaban tan felices por Jungkook, estaban sumamente felices por ambos. Cada uno se acercó a darle un abrazo a Adara, deseándole lo mejor de lo mejor a ambos.
—Gracias por llegar a su vida... —Le susurró Nam cuando la tuvo entre sus brazos.
La ceremonia sería en una iglesia privada, se había arreglado específicamente para la boda del señor In, en honor a su mujer, Jeon había exigido llenar el lugar de naturaleza, había flores, rosas y de todo, en cualquier rincón del recinto.
—Ya te están esperando, Ada... —Hyo Ji dijo.
Adara asintió, Nam le tendió su brazo, para que ella se agarrara de él, pues Namjoon sería quien entregara a Adara a Jungkook.
Los invitados ya estaban sentados, esperando ver a la novia ingresar al lugar. Jungkook estaba de pie, en medio del lugar, a unos pasos del padre, el señor In sentía el corazón en la garganta, las manos las apretaba entre sí, como si eso pudiera contener su emoción al margen, los chicos estaban a sus espaldas, a un costado, mirando con diversión a su jefe ansioso.
Era el gran momento. Las puertas se abrieron, comenzó a sonar una melodía suave, tocada por un hombre en un piano, a su costado había otra persona que tocaba el violín, la hermosa novia comenzó a caminar con Namjoon. Los invitados contuvieron el aire, no era para menos, el vestido, el maquillaje, el sencillo peinado que Adara había pedido, ella, todo parecía de ensueño. La mujer mantuvo los ojos sobre su futuro esposo, quien sintió que las rodillas le fallarían al momento en el que la vio, no pudo no pensar en que él había vivido para ese momento.
No le importaría morir en los brazos de ese ángel que caminaba a él. Estaba dispuesto a entregarle su alma, su vida, su cuerpo, su tiempo y su todo. Estaba dispuesto a pertenecerle como siempre lo había hecho porque había nacido para ella, había esperado toda una vida por ella y la seguiría esperando cada día que despertaran en la misma cama, cada día que tuviera la dicha de volver a casa con sus hijos y con la otra mitad de su alma.
Él tragó saliva, intentando mantener las lágrimas que tenía en los ojos, cuando Adara estuvo delante de él, con los ojos brillosos. Tomó la mano de ella cuando Namjoon se la tendió.
—Hoy estamos aquí, para unir a dos almas y convertirlas en una sola —Empezó diciendo el padre cuando los novios estuvieron delante de él.
—No tienes palabra alguna que pueda describir lo hermosa que siempre has sido —Le susurró Jungkook a su mujer, Adara, apretó su mano y le sonrió.
Los niños, quienes habían estado llevando la cola del vestido de su madre, ahora estaban a un costado, junto a las damas.
La ceremonia, las palabras del padre, duraron media hora, antes de que Jungkook tomara el micrófono entre sus manos.
—Yo, Jeon Jungkook, te tomo a ti, Kim Adara, como mi eterna esposa, madre de mis hijos, dueña de mi cuerpo, mente y alma —Le decía, mirándola a los ojos —No tengo el tiempo suficiente ni las palabras suficientes para agradecerte por entrar ese día a mi oficina, por irrumpir así en mi vida, me has hecho vivir, vivir en verdad, me regalaste la dicha de volver a tener una familia, mi familia, de ser padre, de ahora, poder ser esposo, y te juro, por todo lo que tengo, que velaré por tu seguridad, por tu calma, por tus deseos, cada maldito segundo de mi existencia. No va a faltarte nada, ni a ti ni a nuestros hijos...
Adara secó sus lágrimas, con su mano temblorosa, tomó el micrófono, y empezó, con la voz temblorosa.
—Había practicado lo que iba a decir, pero lo he olvidado —Dijo, con las mejillas rojas, todos los presentes rieron —Yo, Kim Adara, te tomo a ti, Jeon Jungkook, como mi esposo, mi compañero de vida, la mitad de mi alma —Repitió —Me abriste los ojos, llegaste a mi vida y lo único que quería era sacarte de ella.
Hubo risas, incluso el señor In soltó una risilla.
—Pero eres terco y no pude hacerlo, pero agradezco mucho eso porque ahora estamos aquí, con dos niños, amándonos mucho. No ha sido fácil, hemos pasado por momentos tensos, pero agradezco que hayas seguido a mi lado, te amo y no tengo otra palabra que pueda describir cuanto lo hago.
El padre volvió a adueñarse del micrófono, diciendo un par de palabras más antes de pedirle al novio que bese a la novia, esa fue la parte favorita de Jungkook.
Tomar a su ahora esposa de la cintura y acercarla a él, tomando sus labios con los suyos, sintiendo que finalmente estaba justo donde siempre debió estar, con quien debía estar.
Los aplausos se escucharon por todo el lugar, las felicitaciones, chiflidos y gritos.
Se habían casado, ahora estarían unidos por el resto de sus vidas, sin parar.
La música mantenía a todos bailando en la pista de baile. Incluso los niños Jeon jugueteaban entre los cuerpos que se movían al compás de la música, los novios estaban en medio, abrazados, moviéndose de un lado al otro.
—¿Ya te dije que estás preciosa? —Repitió Jeon, haciendo reír a su esposa.
—Ya, como cinco veces desde que nos pusimos a bailar —Enrolló sus brazos en el cuello de él —Tú estás asombroso, los trajes lucen tan bien en ti.
—¿En verdad? —Sonrió, ladeadamente —¿Y sin él, sigo siendo asombroso?
Ella rodó los ojos.
—Que pretencioso, sabes que sí.
Jungkook gruñó, bajando un poco sus manos hasta el inicio del trasero de ella.
—No hagas eso, estamos en medio de todos... —Se quejó ella,
—¿Y eso qué? Todos aquí saben lo que pasará una vez que nos despidamos y nos vayamos a nuestra luna de miel —Estaba siendo jocoso.
—Ya, pero no delante de todos.
No dijo nada y devolvió las manos a las caderas de ella, apreciando los ojos oscuros de su ahora esposa. No podía creer que se habían casado, no le cabía en la cabeza, hace unos años, justo cuando ella estaba perdida en su sueño profundo, Jungkook no podía llegar a imaginar que este momento pasaría, pero aquí estaban, bailando, siendo marido y mujer, con un par de anillos en sus dedos anulares.
Adara recargó uno de sus brazos en el hombro de Jungkook, conectando miradas, hasta que, a las espaldas de él, vio a Hyo Ji, de pie, junto a sus dos hijos, tenían caras serias. Adara supo lo que significaba, por eso dejó de bailar, llamando la atención de Jungkook, quien al ver hacia donde miraba su mujer, supo que era momento de la liberación.
Ambos caminaron hasta ellos, tomados de las manos, salieron afuera, en donde una jaula grande de color dorado estaba posada sobre el pasto, dos aves preciosas canturreaban.
—Es momento, Ada... —Le dijo la bruja —Tienes que liberarlas...
La novia se agachó a la altura de la jaula, observando con adoración a las aves.
—Nena, ¿tienes que hacerlo? Quiero decir, has tenido a esas aves locas desde hace mucho... —A Jungkook no le gustaba ver la expresión triste de ella —Han vivido contigo toda su vida, no creo que sobrevivan por su cuenta.
—Sé que lo harán... —Susurró ella.
Susurró palabras de agradecimiento a las aves, se aguantó de llorar, abriendo la pequeña puertita y tomando a ambas aves entre sus manos, dejó un besito en las pequeñas cabecitas roja y verde.
—Gracias por estar conmigo, no voy a olvidarlas —Cerró un segundo los ojos, y cuando los volvió a abrir, vio como esas dos aves salían volando, lejos de ella.
Subieron allá al cielo que ya se estaba pintando de naranja y desaparecieron con el pasar de los segundos. Hyo Ji había entrado de nuevo, dejando sola a la familia.
Jungkook se acercó a abrazar a su mujer por la espalda.
—¿Estas bien? —Susurró él. Ella asintió, aun mirando el cielo.
Jungkook bajó la mirada a sus hijos cuando uno de ellos le jaló la tela del pantalón, queriendo que lo tomara en brazos, no dudó en hacerlo, tomando en brazos a Man Shik, Adara cargó a Dasom.
—No llores, mami. Volverán cuando sea el momento —Dasom secó la última lágrima que tenía su madre en la mejilla.
—Estarán bien —Agregó el niño.
Los mayores no dijeron nada. Adara confiaba en las palabras de sus hijos.
Volvió a mirar el cielo, deseando volver a ver a esas pequeñas aves que tanto estuvieron con ella, deseando que llegara el día en el cual por fin volvieran a encontrarse de nuevo.
Puuuuuuuues... este es el penúltimo capítulo. No sé cómo sentirme mientras estoy escribiendo el último, no diré mucho porque espero hablar sobre esto en los Agradecimientos.
En otros temas... ¡FINALMENTE SE CASARON, SE CASARON! por dios, maldita sea que Adara lo atrapo, lo tiene bien agarrado JAJAJAJAJJA
Este capítulo es relativamente mas largo que otros, me parece.
Como siempre, muchísimas gracias por leer, comentar y votar. Siempre estoy muy agradecida por eso.
Nos leemos muy pronto.
(En la imagen del inicio, vemos a Kiwi y Pera, tuve que crear la imagen con la IA -como sea que se diga- de WhatsApp JAJAJAJ).
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