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Capítulo 29



















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★彡[ᴀᴅᴀʀᴀ.





Haber vuelto se sentía como haber estado congelada en el tiempo. Todo parecía haber cambiado, todos parecían haber avanzado, menos yo...

Todo se sentía tan ajeno. La casa, mis cosas, las personas, mis propios hijos, Jungkook, incluso yo misma. Me sentía como si estuviera fuera de mí, como si mi cuerpo no fuera mío y estuviera en una realidad que no era la mía, una vida que no me pertenecía.

Me sentía perdida, extraviada en una vida que todos aseguraban que era mía. Ya no sabía que sentía, no sabía nada sobre mí. Estaba completamente perdida.

Al menos así me sentí el primer año. Fue tan complicado, incluso llegué a pensar que lo que había sentido por Jeon Jungkook había desaparecido, pensé que ya no sentía nada por él, tuve en mente decirle que una vez estuviera bien, iba a irme, pero no lo hice... quizás porque en el fondo sabía que lo seguía amando, que amaba a esos dos niños que eran míos.

Lo supe cuando los pequeños un día entraron a mi habitación con juguetes entre los pequeños bracitos. Supe que los amaba de la misma manera que cuando estaban en mi vientre, cuando una noche salí de la habitación de rosas y fui a la de Jungkook y lo vi dormir con nuestros hijos... supe que nunca dejé de amarlo.

Nunca podría dejar de amarlos...


—¿Hay algo más de lo que quieras hablar? —Devolví mi mirada al hombre que estaba delante de mí, acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz —¿Quizás sobre ese tema del que me hablaste la semana pasada? ¿ese paso importante en sus vidas?

Sí. Ese tema... me había arrepentido de decirle, pero era tarde. No pararía hasta que habláramos sobre eso.

—No estoy lista.

—¿Es eso o no quieres hacerlo? Recuerda que hablamos también sobre eso —Yo suspiré.

—No quiero. Al menos no aun... —Admití.

—Solo dime una cosa, ¿es miedo? ¿qué es lo que te detiene? Si lo amas... ¿por qué huyes cuando él quiere hablarte sobre matrimonio?

¿Por qué huía? No tenía idea, no sabía si era miedo, pero ¿miedo a que? ¿a que un día él se cansara de estar casado, miedo a no ser suficiente, miedo a que algo pasara y nos alejáramos? No tenía idea.

—No lo sé. Sé que lo amo, pero cada que se acerca, cada que intenta escalar a algo más, me entra un terror terrible que me hace alejarlo.

—¿Terror de él? —Me miró con atención.

Yo negué con la cabeza.

—¿Entonces...?

—Siento terror de lo que siento aquí en el pecho cuando se acerca.

—¿Qué es eso?

—Es... es como un sentimiento enorme que me abarca por completo, es intenso. Mi pecho pesa horrible y... —Mi voz tembló así que me detuve.

—¿Has hablado con él sobre eso? —Yo negué. Él suspiró —Escucha, cuando el señor In me contactó para tratarte, me dejó en claro normas que debía seguir estrictamente, sé que hay temas que debó tratar con cuidado, temas en donde se me obliga a guardar discreción. Sabes que hay cosas que yo no puedo comprender, quizás este tema es algo que debas tratar con él, tal vez sea algo en lo que el señor Inexorable pueda ayudarte.

Sabía a qué se refería, pero me daba miedo lo que pudiera ser.

La sesión terminó con rapidez, pronto me encontraba de vuelta en la casa de la playa.

Jungkook estaba en la empresa.


—¡Omma! —Unas vocecillas se escucharon desde el pasillo de las habitaciones, vi a dos preciosos niños correr a mí con emoción —¡Llegaste!

—Hola, amores míos... —Los saludé, dejé mi bolso sobre uno de los sofás y me senté a esperar a que ellos se acercaran —¿Ya comieron?

Ambos asintieron.

—¿Tuvieron sus clases? —Acaricié sus cabecitas.

—Sí. ¡Aprendimos a contar hasta el número diez! —Dasom comentó, con esa emoción desbordante tan característica de ella. Me mostró como contaba con ayuda de sus dedos y cuando terminó, yo aplaudí con felicidad y orgullo.

—¡Eres tan inteligente! —La alagué y ella se sonrojó. Miré a mi niño —¿Y tú, que hiciste hoy?

Man Shik solía ser más callado que su hermana, más tímido y reservado. Aunque eso cambiaba dependiendo la persona, el momento y el lugar.

—No pude colorear dentro de la línea... —Abultó sus labios —Quería sorprender a appa hoy.

—Oh cielo, no te preocupes, lo lograrás muy pronto —Sobé sus blancos bracitos —¿Te parece que pintemos en la tarde para practicar? Dasom también podría ayudarte, ¿cierto? —Miré a mi niña.

—Claro. Shik, ¡yo te ayudaré! —Sostuvo la manita de su hermano entre la suya.

Ellos eran tan unidos, tan apegados al otro que en ocasiones me sorprendía. Sabía, de alguna manera, que ellos siempre estarían juntos, que el hecho de que hayan estado en mi vientre al mismo tiempo no era casualidad. Ellos habían venido al mundo para hacer grandes cosas, juntos.

Ambos habían tenido que empezar el jardín infantil hace un año, pero Jungkook había preferido que ese primer año estuvieran tomando clases en casa, una maestra privada venía todas las mañanas por media hora a enseñarles cosas básicas, dentro de unos meses ambos tendrían que ir presencialmente al jardín.


Estuvimos juntos toda la tarde, pintamos por horas mientras veíamos dibujos animados en la sala, comimos tantas cosas que acabamos con la panza hinchada, estuvimos en la playa y después regresamos a la casa. Me acompañaron mientras les echaba agua a mis plantas y flores, les enseñé a hacerlo y después nos metimos a bañar.

Bañarse con mis hijos se había vuelto mi momento favorito del día, era raro, pero cuando estábamos ahí dentro... todo se sentía mágico.

—Omma... —Me llamó Man Shik, mientras yo pasaba una esponja sobre su espalda.

—Dime.

—¿Quieres a appa? —Sus ojitos me observaron con inocencia. Yo dejé de limpiarlo para mirar su carita —¿Por eso nosotros estamos aquí?

—¿Por qué preguntas eso, cielo? —Me había sorprendido.

—Miss Sunny dijo que cuando dos personas se quieren, crean personitas con ese cariño —Jugaba con el agua —¿Por eso estamos aquí, porque quieres a papá?

—Sí. Así es...

—¿Lo quieres por esa cuerda que tienes ahí? Appa también la tiene —Me tocó el pecho con uno de sus deditos.

No pude decir nada. Man Shik lograba ver esa cuerda dorada que un día Jungkook me contó.

El baño transcurrió con tranquilidad. Los vestí y los dejé en su habitación, jugando un rato más.

Estaba buscando mi ropa cuando escuché que la puerta de la habitación se abría. Jungkook me miró un segundo, desvió la mirada cuando se dio cuenta que estaba solo en toalla, a pesar de todo, respetaba el hecho de que yo aun no estaba lista para nada.


—¿Tomaste un baño? —Cerró la puerta a sus espaldas y se acercó al armario para dejar su saco ahí.

—Sí, con los niños... —Susurré. Me puse un camisón y unos pantalones sueltos y me puse a peinar mi cabello.

—¿Cómo te fue hoy en tu cita? —Él siempre se mostraba interesado con mi salud mental.

—Estuvo bien. No tengo tareas... —Le sonreí.

Lo vi acercarse a mí, quedando de pie, delante de mí, tuve que alzar la cabeza para mirarlo y solo me encontré con su profunda y atenta mirada sobre mí.

—¿Qué?

—Cierra los ojos —Murmuró, con esa voz ronca. No pregunté y solo cerré los ojos —Ábrelos.

Delante de mí había un ramo de rosas. Lo tomé entre mis manos y saqué la pequeña tarjetita que había dentro... "Te amo. Pasaré lo que queda de mi vida para encontrar otra palabra más profunda que esa, mientras no llega, pasaré lo que sobra de mi existencia para demostrarte cuanto te amo".

Mi corazón aumentó su bombeo y mis manos temblaron. No era la primera vez que me daba un ramo de flores, ni la primera vez que me sorprendía con algo, no siempre eran flores, a veces era comida, objetos y acciones... como peinarme el cabello. Cosas tan simples que en realidad acababan siendo acciones enormes.

Sabía que él comprendía que yo estaba asustada, había querido decirle que no era él en si quien me aterraba, pero aún me sentía insegura.


—Gracias, Kook —Dije, bajito. Lo vi agacharse para poder mirarme a la cara.

—¿Me das un beso? —Esa era otra pequeña cosita que hacía por mí. Era pocas las veces en las que me besaba sin avisar, pero casi siempre lo hacía, siempre pedía permiso.

Asentí y lo vi incorporarse para acercar su rostro al mío y juntar sus labios con los míos. Eran besos suaves, delicados, con poco movimiento y nunca escalaban a más porque cuando comenzaba a pasar, me alejaba. No lo comprendía porque lo amaba, aun sentía que el mundo se detenía cuando lo tenía así...















Las mañanas de los domingos en la casa de la playa eran bastante silenciosos durante las primeras horas. Adara se levantaba temprano, cuando el sol apenas había salido, le gustaba regar sus plantas a esa hora, ya no dormía en esa habitación, la cama la habían quitado y ahora solo había unas cuantas sillas para sentarse y una mesa redonda pequeña en donde a veces se iba a tomar un té. El olor a flor y a planta le provocaba paz, sabía que era por su fuente y que el hecho de que se sintiera tan bien al salir de ahí era por esa energía dorada suya.

En el último mes, habló varias veces con Hyo Ji debido a que comenzó a tener extraños sueños en donde recordaba cosas que, para ella, nunca había vivido. Ambas mujeres llegaron a la conclusión de que su mente comenzaba a recordar inconscientemente todos los recuerdos que Roma había borrado de su mente. Hyo Ji le comentó a Adara que quizás recordar eso traería con ello las habilidades naturales que poseen los niños dorados, a veces variaban entre ellos, pero llegarían. Adara sentía que ya estaban ahí...

Ella sabía que ya estaban ahí porque no era normal saber con exactitud que plantas necesitaban agua, o saber cuándo una planta no sobreviviría. Para ella era como escuchar los pensamientos de las plantas, al inicio pensaba que era solo su mente jugando con ella, pero después de hablar con la bruja... no lo pensó más.

En los anteriores días había estado pensando en decirle a Jungkook sobre cómo se sentía, tratando de ganar valentía. Sentía que debía hacerlo hoy, que debía acelerar ese proceso porque sentía que, si no lo hacía pronto, perdería muchas cosas.



Con Jungkook, bueno... él se sentía frustrado. Comprendía que su mujer aún estaba pasando por una etapa complicada, trataba de comprenderlo y tener paciencia, pero nunca fue un hombre con tolerancia, había tenido que aprender con sus hijos, pero cuando se trataba de estar con su mujer, de tocarla, de poder tocarla de cualquier modo... no tenía aguante. Necesitaba sentirla de cualquier modo desde que despertó, pero no había podido acercarse lo suficiente porque ella lo alejaba.

La frustración lo golpeaba con mayor fuerza debido a que su energía dorada estaba bajando. No era suficiente con él mismo.


—¿Señor In? —El hombre delante de él lo llamó, con temor —¿Escuchó lo que dije?

—Repítelo —Acarició su frente, tratando de concentrarse en su trabajo.

—Estoy peleando con mis hermanos por la herencia de mi padre, no me interesa el dinero, gano lo suficiente por mi cuenta, lo que me interesa es la casa. Mis hermanos mayores quieren venderla, sin embargo, en esa casa está la sangre y sudor de mis padres, quiero conservarla, sé que mi padre me dejó las escrituras, pero no están, presiento que se las llevaron...

—Quieres saber quién se la llevó —Agregó el de tatuajes. Apagó el cigarro que había olvidado que tenía y lo dejó en el cenicero delante de él —Tu hermano del medio, el que se está quedando calvo, de lentes. Lo tomó, lo metió a su caja fuerte, esa baratija que tiene en su despacho.

El cliente lo miró con asombro, incluso temor. A Jeon le gustaba esa clase de expresiones, el temor a veces llevaba a la sumisión, al respeto.

—¿Cómo lo supo? Ni siquiera me tocó...

—Me supongo que no sabe la clave de esa caja fuerte —Ignoró la pregunta del hombre y se puso a escribir la clave en un papel y se lo entregó —Piensa en cómo sacarás ese papel de ahí, puede perjudicarte si te metes a su casa. Está buscando acusarte de algo para sacarte del camino...

—Muchas gracias, señor In —El tipo se puso de pie y reverenció cinco veces al hombre antiguo —¡Iré a pagar ahora mismo!

—Retírate —Fue todo lo que contestó Inexorable.

No le interesaba el dinero que pudiera dejar ese hombre, tenía lo suficiente como para dejar de trabajar durante unos sesenta años, pero estar lejos de casa le hacía desear menos a su mujer. No era un cavernícola, o quizás si, pero, joder, Jungkook había esperado tanto para volver a tenerla en sus brazos, abrazarla, besarla, tocarla, hacerle el amor en cualquier rincón de su hogar. Había anhelado sus jadeos y gemidos sobre su boca mientras la empotraba contra la suavidad de las sábanas de su cama, había anhelado tenerla en su cama y acurrucarse en su pecho y escuchar a su corazón vivo. Su olor, el aroma a flores que quedaba en su cabello por pasar tantas horas en la habitación de rosas.

Joder, había anhelado tenerla así, cerca, simplemente compartiendo espacio sin sentir una barrera invisible separarlos.

Esperó tanto que, ahora que no puede hacer nada de eso... lo frustra, quiere darle tiempo, sabe que debe, pero... ¿y él? Comprende que tal vez es egoísta pensar así. Entiende que no es culpa de ella...

Pero la ama. La desea y siempre la ha deseado... incluso cuando no sabía de su existencia.


Las horas pasan rápido, cuando llega a casa, a eso de las doce de la noche, es la primera vez que llega tan tarde, su ropa apesta a alcohol. No pudo evitarlo, necesitaba olvidar.

Se tropieza con un juguete que estaba en la sala, sonríe y piensa en ir a la habitación de sus hijos y jugar con ellos un rato, y está por hacerlo, pero escucha como alguien se aclara la garganta a sus espaldas.


—¿Qué ocurrió? Te llamé mil veces, pensé que te había pasado algo —Estaba cruzada de brazos.

Está preciosa, pensó Jungkook mientras se daba la vuelta para mirarla.

—Se me fue un poco la mano —Se burló —Quería olvidar y olvidé el camino a casa...

—¿Manejaste tú? Jeon, eso es muy irresponsable de tu parte —Le recriminó.

—Ay, déjame en paz —Se quejó, se dejó caer en uno de los sofás —De todas formas, no podría morir.

—Tú no, pero cualquier otra persona sí.

—¿Te preocupas por cualquier otra persona, menos por mí? —Preguntó, con ironía en su voz. La molestia subiendo por su estómago.

—Sabes que no es así.

—No —Se incorporó —En realidad no lo sé, ni siquiera me dices nada. No me dejas acercarme, no me permites saber qué está mal conmigo, o con cualquier cosa que tenga que ver conmigo, no me dejas siquiera tocarte... ¿¡cómo podría saber si te preocupas por mí, ah!? —No pudo no gritar.

—Baja la voz, los niños...

—¡Me importa una mierda! —Se puso de pie con dificultad y dio pasos hacia ella —¿Es que ya no me amas tanto como antes, no me amas?

Adara comenzaba a sentirse ahogada, intentó alejarse, pero Jungkook tomó su brazo.

—Jungkook, basta...

—Intento comprenderlo, quiero ayudar, pero no me dejas, no me dejas acercarme —Él sentía que su garganta se cerraba por momentos. La furia volvía a subirle por el estómago —¡No sabes lo que tuve que esperar...! ¡tuve que aprender solo a criar a esos niños...! ¡tuve que intentar hacerme a la idea de que quizás no volverías!

Estaba alzando la voz, no estaba lastimando a Adara con su agarre en su brazo, pero verlo con los ojos llorosos... la estaba quemando.

—¡Me estaba muriendo en vida, tener que verte ahí postrada...! —La soltó y dio pasos hacia atrás, parecía que tendría un ataque de ansiedad en ese mismo momento —¡Despertaste, pero a veces me tratas como si aun estuvieras dormida! ¡La última vez dijiste que querías estar conmigo siempre, aceptaste casarte conmigo! ¿¡Qué cambió!? ¿¡Qué hice mal, por qué dejaste de quererme!? ¡hice todo lo que pude, hago todo lo que puedo...! ¿¡Por qué no es suficiente!?

Estaba llorando. Jadeaba porque sentía que el aire se le iba de los pulmones, cayó sentado al suelo mientras se llevaba las manos a los cabellos, los jaló, intentando sacar de su cabeza y de su cuerpo la impotencia de tener cerca a la mujer que amaba, pero al mismo tiempo sentirla tan lejos, lo suficiente como para pensar que ya nunca podría alcanzarla.

Sentía que ya jamás podría llegar a ella.


Adara se había quedado muda, el corazón le latía en las sienes, temblaba, no por miedo, sino porque ahí estaba esa pesadez gigantesca en su pecho que la hacía sentir como si fuera a acabar en el centro de la tierra, algo temblaba ahí. Le quemaba, la mataba ver a Jungkook así... ¿Por qué se detenía? ¿que estaba mal con ella? ¿acaso era ella misma la que lo hacía, tendría razón su psicólogo al decir que ella elegía no querer? No tenía idea, pero escuchar a Jungkook llorar a unos pasos de sus pies, con la cabeza escondida entre sus piernas y manos, la hacía querer...

Quería...


Se acercó a él y se agachó a su altura, quitando sus manos de sus cabellos y alzando la cabeza ajena para poder mirar esos ojos redondos y oscuros llenos de lágrimas y temor, entonces... lo comprendió, Adara comprendió el temor que ella tenía... era el mismo miedo que Jungkook reflejaba en sus ojos. Tenía miedo de tenerlo todo y volver a perderlo, volver a dañarlo. Volver a perder todo y dejarlo herido...

Pero Jungkook había sido valiente, no sabía por la boca de él las cosas que había tenido que pasar durante el coma de ella, lo sabía por Ayumi y Hyo Ji. Jeon Jungkook había sido tan valiente y fuerte, nunca dejó de ir a verla aun sabiendo que quizás una de esas veces podría ser la última. Aprendió a ser padre por su cuenta, aprendió a ser algo que jamás pensó ser... siguió amándola, sabiendo que tal vez se iría, dejándole a él en agonía.

¿Por qué ella no podía arriesgarse como él? Jungkook lo había hecho, por ella, por sus hijos... era su turno. Era su turno de arriesgarse, de soltar el temor, de dejar que el miedo la controlara y la privara de vivir la felicidad de tener a las personas que amaba.

Tenía que empezar a demostrar por su cuenta que lo amaba. Que no dejó de hacerlo, tenía que demostrarle que lucharía con él...


—Te amo... —Empezaría con eso.  

























¿Me extrañaron por acá? 7u7 finalmente otro capítulo en Inexorable... 

¿Qué les parece? ¿Qué piensan sobre los sentimientos y pensamientos de Adara, de Jungkook? ¿Piensan que es justo para Jungkook la actitud de ella, creen que es justo para ella? 

Gracias por leer, volveré pronto con otro capítulo. No olviden comentar y votar. 

Jinie volvió. Finalmente. 

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