Capítulo 28
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Todos se movían.
No sé qué hacían y tampoco tenía fuerzas para preguntar. Los niños estaban sentados en la cama, a un lado del cuerpo de su madre.
Escuché a Jimin decir que ya era casi la hora.
—Jungkook —Salté cuando sentí la mano de la bruja sobre mi hombro —Debes prepararte.
Miré a los niños dormitar a un costado mío. Esto podría ser traumático para ellos, no importaba con cuanta delicadeza lo sobrellevara para ellos, al final recordarían esto por siempre; a su padre hiriéndolos.
—Man Shik, Dasom... —Los llamé con suavidad, ambos me miraron al instante —Omma esta dormida, ¿cierto? Appa tie...
—Shi —Dasom respondió, inocentemente.
—¿Quieren que despierte?
Ambos asintieron con soltura. El corazón se me hizo chiquito.
—E-ella necesita de su ayuda —Acaricié sus cabecitas —Necesita que cierren sus ojos, ¿sí?
—Jungkook —Namjoon me llamó. Sabía que me estaba diciendo que tenía que apurarme, la hora debía estar llegando.
Con mis dedos cerré con delicadeza los ojos de mis hijos y los coloqué a ambos cerca del rostro de Adara, tomé uno de sus bracitos, dejándolos extendidos, con la pequeña palma de la mano abierta.
Saqué la daga con lentitud, como si hacerlo de ese modo pudiera ayudarme a ganar valentía. Miré a los niños, quienes aún tenían los ojos cerrados.
—No pueden abrir los ojos, y si lo hacen, solo mírenme a mí, solo a mí —Mis ojos se pusieron llorosos, la garganta se me estaba cerrando y mis manos temblaban.
¿Cómo explicar lo que hice? Regué sangre. Sangre de mis hijos... creé una línea delgada y roja en las diminutas palmas de las manos de mis hijos, escuchando sus gritos de dolor y mirando como intentaban alejarse de lo que les causaba tormento, abrieron sus ojitos y a pesar de todo, siguieron mis indicaciones, me miraron solo a mí, con ojos rojos, suplicantes y encharcados. Rogándome por paz.
Los chicos se acercaron rápido, tomando a cada uno y ayudándome a dejar caer una sola gota de esa sangre en la boca de Adara. Esas gotas cayeron en la lengua de ella.
Los chicos se alejaron, los niños lloraban con fuerza a mi costado, sus bracitos extendidos, como si quisieran alejar esa parte de sus cuerpos para no sentir ese ardor. Apenas podía mirarlos.
Dejé mi mirada sobre Adara, esperando ver algo.
Eran las cinco con treinta y un minutos. No pasaba nada. Mis hijos seguían llorando, había sangre en sus manos.
En las mías. Traté de parar el sangrado con un trapo que me dieron.
Adara seguía sin mostrar ningún signo nuevo.
Miré a Hyo Ji.
Ella se encogió de hombros, con la expresión de angustia.
El pecho me dolía, sentía mucho dolor ahí. Volví mi mirada a los niños, sus caritas rojas de tanto llorar, me miraron a los ojos.
—¡Appa! —Sollozó Dasom con fuerza, pidiendo algo que no sabía que era —¡Appa!
Para ese punto yo también lloraba, sabía que era momento de dejarla ir y no estaba preparado, jamás lo estaría. Jamás podría estarlo.
Lo que una vez deseamos, nuestro para siempre se estaba desvaneciendo, se me estaba escapando de las manos y no podía retenerlo por más tiempo.
Miré los ojos de mis descendientes.
—¡Appa!
Y entonces, cuando estaba por desconectar el cable que estaba a mi costado, ese que le daba vida mi mujer.
"Escúchalos, Jungkook. Escúchalos..."
La cabeza me dolió con tanta fuerza que tuve que cerrar los ojos y cuando volví a abrirlos, me encontré con la mirada dorada de mis niños, y en sus ojos yo me reflejaba, yo. Yo. Yo...
Yo...
Y entonces lo entendí. Lo comprendí. Comprendí lo que ellos me decían.
A las cinco con cuarenta. Corté la palma de mi mano, regué mi sangre, la entregué a quien amaba y esperé salvarla.
La gota cayó a lado de las dos más. Arranqué el cable de la maquina y esta emitió ese característico sonido sordo, tomé el rostro de Adara entre mis manos, manchándolo de mi propia sangre.
—Por favor, Adara, vuelve. Quédate conmigo —Susurré, imploré —P-por favor quédate. Quédate con tus hijos. Por favor, por favor...
Por favor. Por favor.
Rogué y rogué. Esperando volver a ver esos oscuros ojos brillantes abrirse para mí y, finalmente, de nuevo, encontrarme con mi mundo, volver a encontrar mi hogar.
Lo esperé, lo deseé con tanta fuerza.
Lo deseé...
Lo deseamos.
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★彡[ᴛʀᴇꜱ ᴀÑᴏꜱ ᴅᴇꜱᴘᴜÉꜱ.
La arena bajo mis pies se sentía tibia. El sol de la tarde la había mantenido de esa manera.
Me había quitado mi esmoquin y me había colocado una ropa más cómoda para estar en la playa. El sol estaba bajando y estaba coloreando las nubes de tonos rosados, naranjas y amarillos, justo como algún recuerdo que alguna vez tuve.
El aire golpeaba con suavidad mi rostro.
Sonreí al ver a mis dos hijos juguetear en la orilla del mar, se reían a carcajadas y eso me contagiaba a mí.
—¡Papi, papi! — Man Shik me llamó desde donde estaba —¡Ven a jugar con nosotros!
Yo me puse de pie, sacudiendo la arena en mi trasero y caminé a ellos, sintiendo como esa arena tibia se iba volviendo fría y húmeda a medida que me acercaba a la orilla.
A pesar de haber cumplido cuatro años, seguían siendo tan pequeños. Tan diminutos a mi lado.
Man Shik tenía el cabello húmedo y solo usaba un pantalón corto.
—Pa, mira las nubes... —Dasom señaló el cielo con asombro y emoción —¡Son rosadas!
Tenía el cabello más largo, yo no había querido cortárselo porque se veía preciosa con ese cabello de carbón brillando por todos lados. Hacían resaltar aún más sus mejillas.
—¿Viste, pa? —Me miró desde su altura.
—Son preciosas, Dasom —Le susurré. Miré el lunar debajo de su boca y sonreí.
Aprecié el mar con atención, sentí a los niños acercarse a mí y pegarse a mis piernas, como de costumbre, enredé mis dedos en los cabellos de aquellas dos cabecitas, sintiendo esa suavidad inocente entre mis delgados y fríos dedos.
Sintiendo esa melancolía que me atacaba de repente. Había pasado mucho durante estos tres años, aún me parecía irreal, pero aquí estábamos y no podíamos irnos. No podía irme y eso estaba bien.
Estaba bien...
—Hay que entrar, está comenzando a hacer frío y ustedes dos se tienen que dar un baño o van a regañarme —Les dije. Ellos comenzaron a recoger sus juguetes y corrieron a la casa de la playa. Yo los seguí en silencio.
La casa estaba en penumbras, por eso encendí algunas luces. Dejé mis zapatos en la entrada y caminé a la cocina para servirme un vaso de agua.
—Appa, dice que quiere un frasco de fresas... —Man Shik se asomó por la puerta de la cocina. Le sonreí y asentí, dándome la vuelta para buscar lo que pedía.
Antes de entrar al pasillo de las habitaciones, miré la sala de estar, las fotos, me provocaban melancolía, pero era algo que jamás podría evitar, tenía que aprender a aceptarlo porque esto fue algo que jamás habríamos podido evadir. Era algo que yo no habría podido eludir, aun si yo luchara contra eso.
Nunca...
—¡Prepárense para bañarse, iré en un momento! —Grité, para que los niños pudieran escucharme.
Abrí la puerta blanca e ingresé a la habitación. Las cortinas estaban sueltas, se movían con el aire del exterior y revolvían aún más ese olor a flores.
—Por fin, pensé que moriría por ellas —Me dijo, mirándome por encima de su hombro.
Sonreí y caminé a ella.
—No tenemos que llegar a tanto —Susurré sobre su oído, dejé el frasco y el tenedor sobre la mesita que tenía ahí y rodé con mis brazos su cintura —Te extrañé.
—Jungkook, estaban en la playa.
—Lo sé, pero igual te extrañé —Besé su cuello y escondí mi rostro ahí —Siempre te extraño, Adara.
—Tonto —Se dio la vuelta y tomó mi rostro entre sus preciosas manos de jardinera —Estoy aquí.
Asentí y me acerqué a besar sus labios.
Hace tres años, cuando regamos nuestra sangre para salvarla, no solo era la sangre de mis hijos que salvarían a su madre, era la mía también. No sólo era la sangre de los seres que creó en su cuerpo, sino también la sangre del hombre que era parte de su alma.
Mi sangre. Yo era parte de ella, no como los niños, pero si de una manera más profunda. Por eso, cuando mi sangre ingresó en su cuerpo junto a la de mis hijos, despertó. Demoró cinco minutos, minutos en los que pensé que todo había acabado, pero no fue así, Adara abrió sus ojos y conectó con los míos y esa pesadez en nuestros pechos, esa cuerda dorada que nos unía, se encendió, volví a la vida y ella despertó.
Con mi cuerpo empujé levemente el suyo contra la mesita en donde había puesto el frasco de fresas. Dejé que mis manos vagaran por su cuerpo, subieron a sus mejillas y después bajaron por su cuello, esa cadena sobre su pecho, abdomen y quizás un poco más abajo, bueno, quise llegar más abajo, pero ella me detuvo.
—Tienes que ir a ayudarlos... —Murmuró sobre mis labios, yo respiraba con rapidez. Asentí, aun con los ojos cerrados.
—Ven conmigo —Le sugerí, ella hizo una mueca de indecisión, pero al ver mi expresión de determinación, no dijo nada y asintió. Tomó ese bastón que tanta inseguridad le causaba y caminó conmigo hasta el baño de la habitación de los niños.
Cuando ella despertó nos dimos cuenta de que había perdido sensibilidad en las piernas, no era algo que no esperáramos, lo que no esperábamos fue que poco tiempo después de que ella volviera, comenzara a tener una actitud muy complicada, nos dijeron que era normal que su actitud cambiara de esa forma. Era muy difícil, esa actitud inocente, dulce y calmada de Adara se volvió irritante, furiosa, resentida, depresiva y mucho más. Explosiva, casi siempre estaba a la defensiva, peleaba mucho conmigo y aunque trataba de contenerse cuando los niños estaban cerca, no podía.
Debido a eso, cuando quisimos empezar la rehabilitación, ella se negó, no quería hacerlo y se negó por un año. Fue un año difícil para todos, pero después de ese año, ella comenzó a volverse más tratable, la obligué a asistir a terapia, eso la ayudó mucho y también ayudó a que aceptara la rehabilitación y poco tiempo después, claro que luego de mucho dolor, cansancio, derrotas y mucho más, ella comenzó a ser capaz de dar pasos por si sola, después a caminar y finalmente a solo tener que ayudarse con un bastón, no era por siempre, pero si temporal, por un tiempo.
A ella no le gusta, la hace sentir inútil, sé que le recuerda que estuvo dormida por mucho tiempo, que perdió el primer año de los niños, sé que eso le molesta. Y sé que esa es una de las razones por las cuales no se ha querido casar conmigo. Le da vergüenza pensar en caminar al altar con esa jodida cosa.
—¡Appa, Man Shik tiró mi muñeca a la bañera! —Chilló Dasom cuando entramos al baño.
—Jeon, ¿se puede saber por qué hiciste eso? —Le regañé. Aunque los cuatro, en el fondo, sabíamos que no era capaz de molestarme con ellos en verdad, yo no era experto en enojarme cuando se trataba de mis hijos.
—Ella me la estaba restregando en la cara... —Hizo un puchero, cuando se dio cuenta de la presencia de su madre, corrió a esconderse en sus piernas —Omma.
Adara sonrió y acarició los cabellos del niño. Ver esa escena me hizo sentir cálido el pecho, a Adara le había costado tanto incrementar la relación con los niños, no porque no quisiera, o porque no sintiera nada por ellos, al contrario, los amaba, lo sabía con solo mirarla a los ojos, pero ella se sentía culpable, se sentía culpable de que yo haya pasado por lo que pasé, culpable de que los niños crecieran un año entero sin ella, culpable consigo misma. Eso provocó que creara una barrera enorme entre ella y los niños, entre ella y yo, los últimos meses había estado trabajando en eso con su psicólogo y había comenzado a mejorar, a acercarse mucho más a los niños, a ser más capaz y menos tímida en demostrarles afecto físico. Conmigo le estaba costando más de lo normal, pero ya había comenzado a darme besos, a tocarme o a hablarme como antes, pero aun había algo que nos impedía acercarnos del todo.
Nunca fui consciente del todo de cuanto un niño necesita de amor materno hasta que Adara despertó. Al inicio los niños eran tímidos y callados cuando estaban cerca de ella, y sumándole la actitud de su madre, no era una buena ayuda para ellos, después se la pasaban cerca de ella, todo el tiempo, ellos llevaban sus juguetes para mostrárselos todos, le mostraron la playa, todo. La amaban, ella los amaba.
—Los amo —Les susurró a ambos cuando los niños estuvieron entre sus sábanas.
Cerré la puerta cuando ella salió. Rodé su cintura con mis brazos y así caminamos a nuestra recámara.
—¿No deberías estar trabajando? —Cuestionó ella
—Dasom quería jugar a las princesas que son salvadas por el príncipe, tuve que usar mi traje nuevo. Tuve que quedarme. Namjoon lo entenderá... —Besé su hombro.
—Los malcrías mucho, Kook.
—Lo sé... pero no puedes culparme, no los tendré por siempre —Susurré.
No contestó.
Esa era otra cosa de la que poco habíamos hablado, ambos sabíamos lo que significaba, pero preferíamos dejarlo por ahora. Yo no quería arruinar nuestros días, pero sabía que un día tendría que hacerlo...
Mi mujer, mi otra mitad había regresado, estaba a mi lado y cada día que pasaba desde que había vuelto, para mí era un triunfo nuevo, no podía evitar extrañarla cuando me iba a trabajar, cuando volvía tenía la necesidad de correr a ella y abrazarla con todas mis fuerzas, la necesitaba todo el tiempo, a cada segundo.
Jeon Jungkook, el señor In había desaparecido, al menos cuando se trataba de mi familia, ese hombre se había ido y no lo necesitaba más, al menos solo cuando se tratara de proteger a mi familia.
Lo único que me quedaba era disfrutar de mis hijos, de mi mujer. De la eterna vida que tengo a lado de la mujer que amo, volver a enamorarla como antes, al menos, hacerle entender que nada de lo que pasó el tiempo que estuvo dormida, fue su culpa, y que nada de eso me hizo amarla menos, que los niños estuvieron bien.
Mi siguiente misión era esa... y hacerla casarse conmigo.
*Reaparece mágicamente* ¿Extrañaron Inexorable? demuéstrenme cuanto la extrañaron porque yo lo hice mucho.
ADARA DESPERTO, ESTA VIVA.
¿Se esperaban eso o creían que se nos iba a ir la muchacha?
Siendo sincera, nunca se me paso por la cabeza que se nos fuera, o quizás sí.
Muchas gracias a las nuevas personas que están leyendo esta historia, la verdad que me pone muy feliz que les este gustando. Ya no queda tanto para que terminemos con ella, así que estemos atentos...
Gracias por leer. Y por esperar.
Posdata: Hay que darle mucho amor a Jk porque nos soporto mucho.
Posdata por dos: HOY SALE LA NUEVA CANCIÓN DE JUNGKOOKIE PARA ARMY DEBIDO AL FESTA, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH *explota*
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