Capítulo 27
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𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟷
Desde que abro los ojos, sé que este día será difícil.
En la puerta de mi habitación, veo dos cuerpitos de pie, me observan con insistencia. Los veo tomados de la mano, esperan a que les de la señal de que pueden entrar.
Asiento con la cabeza y escucho sus pasos rápidos hasta que mi cama se mueve y de pronto tengo un niño a cada lado de mi cuerpo.
Se aferran y acurrucan a mí.
Son las siete de la mañana de un veinticuatro de mayo.
—Ya casi llega el día en el que nacieron —Les digo, aunque sé que no entienden que es nacer.
Nos la pasamos en la cama hasta que se dan las ocho, salgo con dificultad de las sábanas ya que ellos volvieron a quedarse dormidos, Dasom se aferra a mi cuello y Man Shik a mi brazo, lucho para salir de ahí sin despertarlos.
La enfermera de Adara debe de estar por llegar.
Me alisto, y salgo de la habitación rumbo a la cocina. Me hago un café y mientras espero a que esté, voy a la habitación de rosas, las cortinas están sueltas.
—Buenos días, amor —Susurro mientras dejo un beso sobre su frente —Voy a abrir las cortinas, solo un poco.
Las mañanas en la habitación de Adara lucen como si estuviéramos en otro mundo, el sol lanza sus primeros rayos directamente a esta parte de la casa y hace lucir a la habitación como si fuera hecha de oro.
Tomo asiento a un lado de su cuerpo y la observo en silencio, veo su pecho subir y bajar con lentitud. Agarro una de sus manos y la llevo a mis labios, dejando un beso ahí y, como ya es costumbre, me aferro a ella.
—Vas a estar bien, lo prometo.
No permanezco mucho rato ahí porque a los minutos escucho que tocan el timbre de casa, sé que es la enfermera que viene a hacer su trabajo.
A veces la veo trabajar, ocupa mucha delicadeza a la hora de tocar y trabajar con Adara, sabe que tiene que serlo, es la mujer del Señor In.
Tarda una hora en ella, la peina, pasa paños mojados por todo su cuerpo, la viste con ropa limpia y nueva, corta sus uñas, hidrata su piel, le da masajes, ayuda a mover sus extremidades para la circulación, incluso llega a leerle cosas.
Y en toda esa hora que paso mirando esa rutina, pienso, pienso que no quiero eso, no quiero ver a mi mujer siendo atendida de esa forma, no quiero ver eso por siempre. No quiero que ella esté condenada a eso, no quiero que un día mis hijos tengan que verlo también...
Quiero que ellos al menos sepan que su padre intentó todo, que ellos intentaron. Que intentamos...
Desayunamos a las nueve de la mañana, Hot Cakes porque los niños quisieron eso.
Por las mañanas hay mucho ruido en casa, las caricaturas en la TV y el movimiento infantil de mis hijos. Ahora que comienzan a aprender a hablar, hay mucho más ruido, mucho más desastre ahora que pueden caminar y moverse por su cuenta.
—Niños. Recojan sus juguetes después de jugar... —Les digo mientras me siento en el sofá —Hoy vienen visitas y la casa no puede estar asquerosa, eh.
La verdad es que no me interesa, vienen los chicos y tengo la suficiente confianza como para que me importe una mierda si tenemos un desastre, pero seguramente la bruja me reprochará por eso, cosa que tampoco me interesa, pero hoy es un día en el cual no deseo escuchar reclamos.
Lo pensé durante gran parte de la madrugada. Ni siquiera sé en qué momento me quedé dormido.
Mirar a mis hijos, saber que... regaré una gota de su sangre para su madre, que tendré que herirles... me pregunto si algún día me perdonarán por eso, si Adara me perdonará por hacerlo.
Y ya no puedo volver atrás. Se hará. Hoy, durante la madrugada del veinticinco de mayo. Justo en el momento en donde hace un año nos quedamos atascados.
La mañana pasa rápido y en un silencio interno, mis hijos actúan normal, eso es claro, ellos no entienden nada, por eso, a eso de las cuatro de la tarde, cuando los chicos llegan a la casa de la playa y la bruja se acerca a ellos para hacer esas meditaciones extrañas, ellos siguen sin entender, pero son tan obedientes que la siguen sin rechistar.
Claro que a Hyo Ji le cuesta mucho hacer que se concentren y que guarden silencio, o siquiera que se mantengan quietos, son niños de un año después de todo. Ahora entiendo que es difícil mantener quieto a un niño que ha ido descubriendo que es capaz de controlar su cuerpo.
Yo parezco uno de ellos. No paro de moverme, no puedo estar quieto.
—Pensé que ya no lo hacías —Hoseok aparece a mi costado. Las olas a unos metros.
—Casi nunca. Lo necesitaba ahora —Suelto el humo y dejo que desaparezca.
—¿Cómo estás? —Lo miro un segundo antes de volver la vista al frente.
—No soy yo a quien van a cortar.
—Por eso mismo...
Me encojo de hombros y doy otra calada al cigarro y una vez que expulsé el humo, vuelvo a hablar.
—Estoy intentando decirme que solo es una gota. Que es por algo bueno.
—Y lo es, In. Escucha, hemos estado pensando entre nosotros y de todas formas es solo eso porque ninguno tenemos el derecho de decidir eso por ti... —Deja de mirarme cuando yo lo hago para prestar más atención. Sé que lo que dirá será algo fuerte —Pero todos creemos que, en caso de que no funcione... quizás, por el bien de tus hijos, de Adara y por tu propio bien, tal vez deberías soltarla. Dejarla descansar en paz finalmente. Darle su final.
Y yo solo escucho en silencio. Sintiendo el corazón latirme con fuerza y dolor ante la idea de que no funcione y que, en efecto, por compasión y amor a la mujer que amo, tenga que, finalmente, dejarla ir.
No digo nada. No verbalmente, en mi interior me obligo a pensar que es cierto y que debería ser así.
—Por cierto, los niños ya comieron hace un rato. Deberías entrar y comer. Será una noche larga... —Palmea mi espalda y se adentra a la casa.
No termino el cigarro, lo apago y sigo a Hoseok.
Todos están en la cocina, los niños duermen, al menos eso me dijeron.
Cuando me siento en la mesa, todos me miran, van a decir algo.
—Tenemos que hablar de cómo serán las cosas. Al menos de cómo se espera que sean... —Me dice Hyo Ji.
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Todos estos siglos pensé, afirmé y aseguré que el tiempo para mí pasaba lento, muy lento. Me equivoqué. Ahora si pasaba lento, tan lento que era una tortura mirar la hora y ver que eran las nueve de la noche.
—¿Te sientes más relajado ahora? —Preguntó Namjoon cuando entré a la cocina. Me acabo de dar una ducha.
—No se que decirte.
Recargo mis manos al mesón y observo cómo la cafetera trabaja para darnos ese líquido oscuro con sabor exquisito, el cual nos ayudará a mantenernos despiertos esta noche.
Dejo de mirar el aparato cuando escucho a mi compañero reír de manera nasal. Me observa con burla y algo más.
—¿Qué? —Frunzo el ceño.
—Nada. Es solo que me es sorprendente como un número puede cambiar todo en una ecuación, como un momento puede cambiar todo en la vida de alguien...
No digo nada, espero a que continúe porque no estoy entendiendo a dónde quiere llegar.
—¿Recuerdas lo que estabas haciendo hace medio año atrás? —Yo me encogí de hombros —Probablemente revolcándote con alguna mujer en tu oficina y después yo yendo a arreglar el desastre que posiblemente dejarías.
—Sí. Quizás —Contesto vagamente mientras sirvo mi café.
—¿Sabes lo que pensé de Adara la primera vez que la vi? —Lo miré —Al principio pensé que estaba ahí por ti, ya sabes, pero parecía ser muy inocente como para haber estado contigo, parecía mirar más a alguien que podía ayudarla, te miraba de esa forma. Y tú, tú solo tenías esa mirada de "parece una buena presa", pensé que solo sería eso, pero míranos ahora.
Yo sonreí.
—Ella solo era una clienta loca más, se iría tan pronto encontrarás a su hermana, pero fue más que eso y ahora tienes dos hijos, podrías casarte y estas enamorado. Ni en mil años pensé verte enamorado... pensé que no podría conocer a un señor In feliz.
—Espero poder volver a serlo, Namjoon.
—Lo serás. Lo serán. Sólo tienes que tener un poco más de... positivismo, si no quieres llamarlo fe.
Nunca fui bueno con la fe. Realmente no sé qué es tener fe o cómo se siente tenerla, quizás lo haya hecho alguna vez pero no lo supe nunca. Nunca fui un hombre de creencias religiosas, de niño puede que lo haya sido, pero cuando uno vive más de lo que debe... todo se ve distinto. Todo se siente distinto.
En toda mi existencia, fui testigo de qué tan fuertes y dañinas pueden ser las creencias, creer en algo con tanta fuerza y tanta convicción. Vi morir personas por las cosas en las que tenían fe, cómo mataban a otros. Muchas de ellas eran ignorantes...
¿Fe? No sé. En lo único en lo que puedo aferrarme es en la mano de mi compañera. En eso creo.
Las siguientes horas son críticas, los niños duermen desde las diez, no podían dormir así que se acostaron tarde esta vez. Los adultos nos quedamos despiertos, algunos van a la playa, otros están en la sala o cocina y algunos, como yo, me quedo cerca de Adara. Tomando su mano con fuerza, como si eso pudiera mantenerla segura.
Paso mucho tiempo ahí. Pensando, pensando. Escuchando ese silencio ensordecedor. No sé bien qué hora es, pero asumo que estamos cerca cuando veo a Hyo Ji ingresar a la habitación. No me volteo, tengo miedo.
—Faltan diez minutos para las cinco —Se anunció. Yo guarde más silencio, si eso era posible —Jimin va a despertarlos en nada.
La sentí acercarse a mí. Tomó mi brazo y en mi mano dejó una daga, era pequeña y negra, casi podía observar como brillaba de lo filosa que era. Mi mano tembló y me obligué a controlarme.
—No los estás lastimando.
Y me quedé viendo el rostro de Adara durante otro rato, apretando con fuerza la daga en mi mano. Rogándole a mi compañera que en caso de que nunca pudiera perdonarme por hacer lo qué haría, esperaba que supiera que iba a amarla por el resto de mi eterna existencia, que iba a amarlos toda la vida.
Cuando escuché la puerta abrirse de nuevo un tiempo después, cuando escuché sonidos de zapatos, varios de ellos, ingresar a la habitación, cuando la puerta se cerró y todo se redujo a respiraciones, cuando fui capaz de enfrentar lo que haríamos, lo que haría, cuando me di la vuelta y vi a mis dos hijos de pie, ahí, restregando sus ojitos adormitados, mirándome con ese brillo inocente y confuso, juro por todo lo que ya no creo, juro que pedí por una pizca de eso por lo que muchos murieron antes, rogué por un poco de eso. Rogué por fe.
Rogué por ello. Por ellos, por ella, por mí. Esperando que, por primera vez en toda mi vida, pudiera ser escuchado.
Ya sé, ya sé, ha pasado un buen tiempo desde la última vez, sé que no es el capítulo mas emocionante de la vida, estuve sin poder escribir absolutamente nada. En absoluto, actualmente no me he recuperado del todo de lo que sea que tenga, pero pienso que entre mas me estanco menos puedo subir y avanzar nada.
Gracias por esperarme y por entenderme. En verdad...
También quiero decir que al parecer estamos mas cerca del final de lo que esperaba, no se cuando, pero ya estamos en la recta final, gente. Ya...
Espero poder subir el otro antes de que acabe el mes.
No olviden comentar, eso me ayuda mucho, en verdad.
Nos leemos pronto, se les quiere mucho. Mucho.
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