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Capítulo 20


























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☄︎Adara.








 Matrimonio.

Esa es una palabra bastante especial para mí.

En realidad, creo que lleva mucho peso y un lazo importante con alguien más. Y pensar en esa palabra con Jeon Jungkook... definitivamente no es algo que hubiera imaginado nunca. Pero era real, Jeon Jungkook me había pedido matrimonio, me había pedido casarnos, me había preguntado si podía casarse conmigo, ¡si podía casarse conmigo! Era algo asombroso. Lo hizo sin anillo, sin nada más que nosotros juntos.


Le dije que sí.


Yo quería casarme con él.

Claro que dijo que iba a hacerme una propuesta más de nuestro "nivel" porque dijo que merecía algo asombroso. Yo estaba feliz, pero él necesitaba más, como siempre.

Ya estaba en mi último mes de embarazo. Ya nos habían dado fecha para el parto y Jungkook y yo, en realidad todos estábamos nerviosos y emocionados. Felices porque pronto conoceríamos a los nuevos miembros de la familia que habíamos hecho entre nosotros.


—Adara, tengo que ir a las oficinas. ¿Estarás bien? —Jeon se movía por toda nuestra habitación, buscando sus zapatos. Se detuvo para mirarme cuando no contesté —Quizás... quizás debería decirle a Namjoon y a los demás que se hagan cargo, yo debería qued...

Aquí iba de nuevo.

—Estaré bien. Ve, sabes que están nerviosos cuando les dejas todo el trabajo a ellos —Moví la mano en una seña de que se fuera. Yo estaba en la cama, recostada a la cabecera mientras miraba la tele.

—¿Segura?

—Sí. Anda...

Terminó de ponerse sus zapatos y se sentó a mi lado.

—Cuando vuelva voy a mimarte —Murmuró mientras besaba mis labios de manera lenta y húmeda —Mucho. Esta noche, es la noche...

Rodee los ojos al ver como alzaba repetidas veces las cejas con esa expresión de perversión.

—De acuerdo, bestia.


Volvió a besarme y después salió de la habitación, no sin antes dejar un beso sobre mi vientre.




Me levanté de la cama a eso de las tres de la tarde, tenía antojo de cualquier cosa. Media hora después llegaba Hyo Ji al departamento.


—Hola... —Saludé mientras abría la puerta, pero me quedé sorprendida al ver a la otra joven a lado de la bruja blanca —¡Ayumi!

Ella se carcajeó y se lanzó a abrazarme con cuidado.

—¡Por dios! ¡mira esa barriga, la última vez era mucho más pequeña! —Gritó mientras se separaba de mí y dejaba sus manos sobre el área mencionada —Te extrañé mucho, amiga.

Y es cierto, no nos habíamos podido ver desde yacía un tiempo.

—Yo también. Seguro que los chiquitines también te extrañaron... ¿Cómo estás, Hyo Ji? —Me acerqué a darle un abrazo a la chica de Nam, lo seguían medio negando, pero era obvio a estas alturas —¿Cómo se encontraron?

—Ella estaba en la puerta, a punto de tocar —Mencionó Hyo Ji mientras nos dirigíamos a la sala de estar.

—¿Quieren comer algo? Hace rato me hice un batido...

—No, por mi parte estoy bien así —Me sonrió Hyo.

—Yo quiero galletas, ¿tienes? No comí nada en todo el día por vaga —Eso era muy de Ayumi.

—Claro...

Miré a la otra mujer, quien no dejaba de mirarme. Sus ojos oscuros me observaban con intensidad, no tenía que ser inteligente para saber qué era lo que quería, pero no iba a conseguirlo. Ella lo sabía bien...



Las horas posteriores nos la pasamos en casa, platicando todo lo que no habíamos podido hablar.


—¿Aun no deciden los nombres? —Hyo Ji bebió de su vaso de agua, sin apartar los ojos de Ayumi, quien devoraba otro paquete de galletas.

—Aun no. Jungkook dijo que haría una lista con posibles nombres y que podíamos elegir alguno de ahí o seguir buscando...

—Llámenlos con nombres únicos. Ya sabes, son especiales después de todo... —Propuso Ayumi —Miyua, podría ser uno de ellos.

—Es tu nombre al revés —Señaló Hyo Ji.

—Da igual...

Ellas al final se llevaron bastante bien. Era lindo porque eran las amigas más cercanas que había tenido nunca y el hecho de que se llevaran bien me causaba emoción.




Tuvieron que irse, Hyo Ji mencionó que Jungkook estaba de camino y que era mejor que se fueran porque ellas no debían ver lo que él deseaba hacer al llegar.


—Llámame, dile a tu hombre que me avise cuando nazcan, quiero estar ahí... —Ayumi me guiñó un ojo antes de irse, dejándonos solas a mí y a Hyo Ji.

—Haz estado mirándome de esa misma forma durante todo el día —Me quejé con ella.

—Necesitamos hablar...

—Ya sé lo que vas a decir y no, la respuesta sigue siendo la misma. Escucha, han estado pasando cosas raras, las plantas parecen tener voz, siento que podría volverme loca...

—¿Cómo crees que será cuando llegue el día? Será peor, tienes que hablarlo con él —Suspiró y decidió contestar a mi preocupación de volverme loca —Y es normal, tu mente está recuperándose de todo el trabajo que Roma impuso en ella, comenzará a ganar fuerza, mucha más, podrás ver, escuchar y hacer cosas que jamás imaginaste. Quizás un poco como Jungkook... con cada persona es distinta, es tu energía a todo su poder, pero si aceptaras...

—No. Te dije que no... ahora toma, ayer hicimos una tarta, metí unos pedazos para ti, cuando puedas, entrégale la lonchera a Jungkook, querrá tenerla... —Dejé en sus manos una lonchera negra.

—Gracias —Me miró —Nos vemos, Adara.



Me despedí con la mano y ella desapareció.




















































☄︎Jungkook.








—Jungkook, por dios, ya relájate... —Me regañó SeokJin, golpeando mi hombro con unos papeles.

Dejé de mover mi pierna como enfermo mental y recosté mi espalda a mi silla.

—Ya quiero volver a casa... —Exhalé —Tengo este sentimiento de querer volver.

—¿Por qué, hoy es la noche? —Jimin me miró con una sonrisa ladeada.

—Hoy es la noche, Park. Jodidamente lo es.

—Dicen que el sexo durante el embarazo es aún mejor —Murmuró Yoongi, bebiendo una copa de vino, mi vino.

—¿Dónde escuchaste eso?

—Yo que se...

—¿Cómo te sientes? Ya tienen fecha para el parto, ¿Cómo está Ada? —Hoseok me miró curioso. Tenía ese brillo en la mirada.

—Estoy un poco ansioso, nervioso. Con miedo porque... porque ¿y si lo hago mal? —Los miré ansioso.

—¿Hacer mal que?

—Ser padre. Criar a un niño.

—Eres Jeon Jungkook, una reliquia, criar a un niño no debería ser complicado para ti —Yoongi se estaba burlando, lo sabía por cómo me mostraba las dos líneas perfectas de sus dientes pequeños.

—Que te jodan...

—Nadie nace sabiendo criar a otro ser humano, Jeon. El ser padre es algo que aprendes al mismo tiempo que tu hijo aprende a caminar, a comer por sí mismo. No tienes que tener miedo, tendrás a Adara en todo ese proceso, aprenderán juntos... lo harán increíble —Jin era todo lo contrario a Yoongi.

—Me pregunto si esos niños te traerán como burro —Namjoon entro a la plática —¿Ya tienen algunos posibles nombres?

—Estoy haciendo una lista... —Sonreí —Ya hay algunas opciones...

—Señor In, los papeles ya fueron impresos —Yumi se asomó por la puerta.

—Gracias, linda. Ya vete a casa... —Le dediqué una sonrisa apretada. La mujer hizo una reverencia y cerró la puerta, miré a mis compañeros —Esa es mi señal para irme a casa, mi mujer me espera.

—Sí, ya vete, no tener sexo por tanto tiempo te está echando a perder el cerebro.

—Te amo, Nam. Nos vemos mañana...



Salí de las oficinas y esperé a que trajeran mi auto.

—Gracias, hasta mañana —Tomé las llaves y estaba por ingresar al carro de no ser por Namjoon.

—¡Jeon! —Namjoon venía corriendo a mí —Tú celular.

Me tendió el aparato.

—Maldición. Gracias...

—Por cierto, no estaré en el departamento cerca del tuyo esta noche, iré con Hyo Ji —Le sonreí burlón, él rodó los ojos mientras fingía que las mejillas no se le habían puesto rojas —Te aviso por si me necesitas y no contesto, llama a Yoongi, estará pendiente...

—Vale... —Subí a mi carro y lo miré —Usen condón, a menos que quieras hijos...

No dejé que dijera nada.



El camino a casa fue tranquilo, me dolía el cuello. Pasé a comprar un café frío para Adara, había tomado un gusto por ellos desde hace semanas.

La casa estaba a oscuras, lo único que estaba iluminado era la sala, pero la luz estaba baja, dando una apariencia sexy.

Dejé las llaves en la entrada y caminé, quitando mi saco. Tuve que detenerme al ver a mi jodida mujer sobre el sofá, con un pantalón corto y una blusa de tirantes. Con una coleta alta mal hecha, dejándome ver despejado su pálido y hermoso rostro, usaba unos lentes, ella ni siquiera necesitaba lentes para ver, pero se veía jodidamente apetecible.

Acomodé mi pene entre mis piernas...


—Llegaste —Por fin levantó la mirada del libro que tenía entre las manos.

—Hola... —La saludé, mientras me despojaba la corbata, me arrodillé frente a ella y acaricié a mis pequeños, dejé un beso en el ombligo de Ada y susurré —Hola, bebés. Papá ya está aquí...

Alcé la mirada cuando escuché a la madre de mis hijos reír.

—Si te vieras ahora mismo.

—¿Cómo fue el día, hm? —Masajee sus piernas y pies.

Ella jadeo cuando aprete un poco más en sus tobillos.

—No hice mucho, vinieron Hyo Ji y Ayumi, estuvimos hablando y eso. ¿Tú?

—Estuve con los chicos. Nada nuevo... —Subí mis manos a sus muslos.

—¿Estas cansado?

—No para ti —Ronroneé, comenzando a besar sus muslos, tomé una de sus piernas y la alcé, dejándola sobre mi hombro para comenzar a besar su pantorrilla, manteniendo mis ojos sobre los suyos —¿Recuerdas que te dije que iba a mimarte, mucho?

—Sí.

—Genial. Voy a hacerlo ahora mismo y no voy a parar hasta que alguno de los dos nos desplomemos. Esa serás tú, por supuesto —Sonreí con chulería al oírla bufar, no le tomé importancia y la jalé de las piernas, acercándola más a la orilla del sofá, puse su otra pierna sobre mi hombro y me acerqué a su vientre —Tapen sus oídos y ojitos, mamá y papá van a jugar a los cariñitos un ratito.


No la dejé ni reírse porque al instante ya tenía mis manos arrancando esos pantalones cortos y colando una de mis manos dentro de sus bragas color blancas. Tan pronto como la sentí mojarse más y más, yo introduje dedos, lengua y dientes, provocándole esos gemidos que me dejaban con la cabeza en el cielo, flotando lejos, llevándose cualquier mínima cordura que tuviera aún.



—¡Jungkook, por favor! —Sollozó, jalando a muerte mis cabellos. Cada minuto llevaba la cabeza hacia atrás y arqueaba la espalda debido al placer —Por favor...

—¿Aun no te es suficiente mis mimos, quieres más? —Con la punta de mi lengua golpee su punto sensible un par de veces antes de verla temblar y retorcerse entre mis manos.

—Dios... —Jadeó, con apenas aire.



Limpié cualquier rastro de su corrida con mi lengua y me levanté, enrollando sus piernas a mis caderas y llevándonos a nuestra habitación. Ni siquiera me importó la luz, no la necesitamos, la luz nocturna que entraba por el balcón era suficiente por el momento...

La dejé sobre la cama, despojándola de aquella ropa que me impedía verla de la manera más hermosa que pudiera darme, justo al natural, sin nada más que su cuerpo y el mío.

Jodidamente desnudos y con el alma en las manos y las ganas de sentirnos, me metí entre sus piernas, sintiendo el corazón en la garganta al sentir su barriga golpear contra mi abdomen, mirando esos ojos oscuros y brillantes observarme desde abajo, cargados de lujuria, ansiosos por sentirme hasta el fondo, hasta que fuéramos por completo uno solo.


—Te amo —Le susurré, dándome tiempo a besarla. Dejando de lado toda la lujuria para darle paso al romanticismo y las ganas de mostrarle que no solo deseaba joderla, quería enseñarle que quería tenerla conmigo, de cualquier manera, en cualquier momento —Te amo, ¿lo sabes, hm? Quiero besarte el alma, pero no sé cómo besar algo que no es físico.

—También te amo, quiero estar contigo siempre... —Besó mi cuello, pasando sus manos tiernamente por mis cabellos.

—Podemos hacer eso, tener ese siempre —Murmuré sobre sus labios, mientras alzaba sus rodillas un poco más arriba de mis caderas, alineé mi miembro a su entrada e ingresé de manera lenta y cuidadosa, sintiendo ese escalofrió recorrerme la espina dorsal, apreciando como esa cuerda dorada vibraba, sintiendo con más fuerza esa conexión que tenía con ella —Mierda, Adara...

—Ay por dios, Jungkook —Sabía que ella también lo sentía, lo sabía por la forma en la que tenía de aferrarse con angustia a mis hombros. Era un sentimiento que abarcaba todo tu cuerpo, toda tu existencia y lo que más te provoca es angustia porque es un sentimiento inmenso, es tan grande que asusta.

—Mira lo bien que encajamos, nena. Estamos hechos el uno para el otro, joder —Me incorporé un poco, moviendo mis caderas de adelante hacia atrás, observando como esa parte de mi cuerpo entraba y salía de ella —Mira eso, Ada, tan malditamente bueno...

—Más rápido, mírame —Gimió, tomando mi rostro entre sus manos, me costó apartar mis ojos de nuestra unión —Dame más...


Fruncí mi ceño ante sus palabras y di una embestida cruda. La maldita cama golpeo en seco la pared detrás, y siguió golpeando de la misma manera durante un minuto en donde ambos nos perdimos en el otro. No pude controlarme, quería, pero no pude y mucho menos cuando ella también se perdió...

Me tenía agobiado. Me ahogaba los sentimientos que me hacía sentir, pero al mismo tiempo me mantenía cuerdo.




Dos orgasmos y ella ya sollozaba, rogando por un segundo de descanso.


—¿Quieres que pare? —Ella asintió con la cabeza repetidas veces —¿Entonces por qué me mantienes aprisionado con tus piernas?

—Uhgm

—Tú no quieres que paré, quieres que te siga haciendo el amor, una y otra vez —Puso su mano sobre mi cuello, empujando y tratando de alejarme, la quité de un jalón y la dejé sobre su cabeza, acelerando mis embestidas —Te amo, maldita sea.

—Jungkook, Jungkook.... estoy a punto, por favor, por favor —Lo sabía, callé sus gemidos con mi boca.

Sentí su cuerpo temblar debajo del mío, la mano que tenía libre se aferró a mi brazo mientras la sentía apretarme, ahogarme dentro de ella. Yo sentí mis piernas temblar, sintiéndome correrme dentro de ella...



Y para la última ronda, le hice el amor despacio, dejando más besos que gemidos, caricias suaves y palabras, muchas más palabras...
















'*:;,.★ ⌒ ☆・:.,;*

















Eran las cuatro de la mañana. Habíamos estado durmiendo por minutos para después volvernos a enredar en el otro.

Estábamos acostados de lado, mirándonos después de la última ronda.


—Eres hermoso, Jungkook —Sus dedos se paseaban por todo mi rostro.

—Lo sé... —Le sonreí. Mi mano se arrastró por la cama hasta acabar sobre sus clavículas, jugué con la cadena que residía ahí y después, con mi dedo índice, fui subiendo sobre su piel hasta llegar a sus labios y jalar el inferior —Pero tú... tú no tienes competencia.

—¿Qué fue lo primero que pensaste de mí cuando entré aquella vez en tu oficina? —Murmuró.

—Traté de recordar si me había metido antes contigo, pero cuando vi la manera en la que vestías y me mirabas, supe que no. Pensé que eras linda... ¿Tú que pensaste?

—Estaba asustada. Sabía que no podía ingresar al lugar así. Y sobre ti, pensé que era la primera vez que veía a un hombre así de precioso.

—Vas a hacer que mi ego se eleve aún más —Me burlé, la realidad es que me había avergonzado.

—Las chicas preguntan si ya tenemos los nombres...

—No he terminado la lista aun —Me moví más cerca —¿Tienes algo en mente? Comienzo a rendirme, quizás debas elegirlos tú.

—En realidad, creo que me gustaría que los eligieras tú... —Gemí con frustración, la escuché reír —¿Qué es esa reacción, no quieres?

—No es eso, es solo que no se cual debería escoger —Volví a mirarla a los ojos —Son los nombres de nuestros hijos, de los hijos que jamás pensé tener, quiero que sean especiales...

—Lo serán. Confío en tus impecables gustos —Sus manos acariciaron mi pecho.



Mierda. Verla ahí, joder, apenas podía apreciarla bien debido a la oscuridad de nuestra habitación, la luz de la luna que entraba por el balcón me dejaba ver un poco su rostro, esos ojos brillantes y oscuros. Era preciosa y era mía, por siempre, llevando a mis hijos en su vientre, a nada de nacer.

La quería conmigo, los quería conmigo para siempre.


—Ya quiero casarme contigo —Susurré, mis manos bajaron a su vientre —Quiero que estemos los cuatro, en la casa de la playa, nuestra casa, que bajemos todas las tardes a esperar a que el sol se esconda. Presiento que será la mejor vida que tenga... lo fue cuando llegaste a mi vida, Kim Adara, pronto Jeon Adara, ¿suena bien?

—Muy bien —Se acercó a rodear mi cuello con sus brazos y rozar su nariz con la mía, bajé mis manos por su cuerpo hasta sus muslos, en donde tomé su pierna y la subí a mi cadera, sentía a mis hijos entre medio de nosotros —Van a amar a su papá.

—Espero que sí.

—Tengo un poco de miedo... ¿y si no podemos cuidarlos bien?

—Oye... —La hice mirarme —Te prometo que yo haré cualquier cosa para protegerlos, ustedes son lo único que me importa ahora y no voy a dejar que nada los hiera.

—¿Lo juras?

—¿Lo dudas? —Negó con la cabeza y le sonreí —Lo juro, Ada.

—Bien —Besó mis labios y escondió su rostro en mi cuello —Te amo Jungkook. Con toda mi alma, en verdad no tenía idea que podía amar a alguien tan fuerte como para ser capaz de ver al mundo arder...

—Eso es sexy, pero procura no quemar nada.

—Mañana te haré el mejor...

—¿Me harás el amor? —La interrumpí —¡Joder, no puedo esperar a que sea mañana!

—No, voy a hacerte el mejor desayuno del mundo y después podemos hacer eso.

—Voy a llevarte a un lado mañana... duerme por ahora —Acaricié sus cabellos y con las yemas de mis dedos recorrí su espalda, escuchando como su respiración se volvía pesada con el pasar del tiempo.





Yo me quedé dormido en algún momento de la madrugada...



Cuando volví a despertar, Adara no estaba a mi lado y eran las cinco con treinta, afuera aún seguía oscuro y todo estaba en silencio.

Mi vejiga pedía descargarse así que me puse de pie y me dirigí al baño para hacer mis necesidades, al regresar a la habitación fruncí mi ceño al no ver a Adara ahí, quité las sábanas sucias de la cama y en ese momento, un escalofrió golpeo mi cuerpo, fui aún más consciente de ese silencio, no me gustaba, me causaba un sentimiento incómodo en el estómago.

Me coloqué mi ropa interior y un pantalón de chándal y salí a la sala, una pequeña luz estaba encendida.

Ese silencio seguía gritándome en la nuca que algo iba mal. Algo se sentía fuera de lugar...


—¿Estas bien? —Adara apareció por el pasillo que daba a la puerta principal. Vestía una bata de dormir.

—¿Qué hacías?

—Me desperté porque tenía sed, ya no había agua en la habitación. Vine a checar la alarma de la casa... hay que componer eso, estaba parpadeando.

—Después, vamos a la habitación.

—Vale, solo déjame ir por mi vaso de agua, tus hijos comenzaron a patear como si estuvieran en un partido de fútbol, rayos —Se quejaba mientras caminaba a la cocina.

Observé todo el lugar con atención. No veía nada fuera de lugar, todo estaba en aparente orden, pero ese sentimiento seguía en mí.


—Jungkook —La miré, yo seguía de pie en medio de la sala, ella estaba en la entrada de la cocina, mirándome con ternura —¿Tuviste un mal sueño?

—No, yo... —Pero entonces, cuando Roma y yo teníamos nuestros encuentros a escondidas de todos, nos dejábamos marcas en ciertos lugares de la casa para hacernos saber al otro que la espera había terminado y que debíamos encontrarnos de nuevo, era algo simple, la marca era un árbol sin hojas, caído, era algo que había olvidado por completo, ni siquiera recordaba eso, pero podía reconocerlo. Esa maldita mierda.

Volví a mirar a Adara al instante, mi corazón comenzó a golpear con fuerza, Adara lo supo, supo que estaba asustado e iba a decirme algo, quizás, como siempre, iba a tratar de hacerme sentir seguro y cómodo, pero es algo que jamás podré saber pues de entre la oscuridad salió una figura femenina que, con todo el asco y odio del mundo, reconocería en cualquier lado.

Ese escalofrio en mi espalda y el sentimiento de peligro corrió por cada vena de mi cuerpo cuando vi a Roma pasar un brazo alrededor del cuello de Adara y pegarla a su pecho.


—No te muevas, Adita... —Le dijo a ella, los ojos de mi muñequita estaban grandes y asustados al reconocer la voz de su falsa hermana.

—Suéltala... —Fue lo primero que pensé, iba a acercarme a ellas, pero me detuve al instante al ver una navaja en su otra mano —Mierda, Roma, ¿Qué estás haciendo?

—Lo reconociste, ¿no es así? Nuestro símbolo —Ignoró mis palabras.

Yo comenzaba a sudar.

—Lamentablemente. Suelta a Adara —Señalé a la menor —¿Qué quieres?

—Hice todo por ti, Jeon, quise vivir eternamente para estar contigo, pero ahora nada de eso funciona si no estás conmigo, como antes, tengo que sufrir... ya no interesa vivir por siempre —Sus ojos se estaban poniendo llorosos con cada palabra que soltaba, apretando el agarre en el cuello de Ada —Así que... si yo no puedo tenerte, si yo tengo que sufrir hasta el día en el que muera, tú sufrirás lo mismo que yo...



Perder a mis padres siempre será algo que me duela por siempre, pero perder a Adara me haría caer en la locura, lo sabía.



Roma alzó la mano y clavó aquella navaja en el vientre de Adara, mi niña gritó llena de dolor y temor mientras Roma la lanzaba al suelo con la intención de volver a atacarla, en cuestión de segundos yo ya estaba tomando a Roma de la cabeza.


—¡¡Suéltame!! —Gritó furiosa, luchaba conmigo, golpeaba mis hombros, mi rostro e incluso me rasguñaba. Con mis manos en su cabeza, con mis dos pulgares presioné sus sienes y ella cayó desmayada al suelo.

Miré a Adara en el piso, con la espalda recostada a la pared, llorando y sosteniendo su vientre.


—¡Jungkook! ¡sálvalos, sálvalos, por favor! —Gritaba.

Corrí a buscar mi celular para llamar a Namjoon, una y otra vez, pero no contestaba.

Me tiré junto a Adara mientras llamaba a urgencias, dando mi dirección y apenas explicando lo que había pasado.


—¡Vas a estar bien, van a estar bien! —Le grité, mientras sostenía sus manos llenas de sangre, la miré a los ojos —Van a estar bien.

—¡No dejes que les pase nada, por favor! ¡Dios! —Sollozó.

—Quédate conmigo —Le dije cuando me di cuenta que comenzaba a cerrar los ojos y a dejar de sostener con fuerza mis manos. Golpee levemente sus mejillas —No te duermas, ya casi vienen a ayudarnos.

—Jungkook... mis bebés... —Susurró con la voz apenas audible, cerrando los ojos y dejando de sostener mis manos.



Me quedé en silencio, mirando su rostro rojo y mojado por el sudor, con los ojos cerrados y sin moverse. Negué repetidas veces con la cabeza...


—Adara, ya vienen —Susurré, escuchando a lo lejos el sonido de la ambulancia. Me acerqué a su cuerpo y la moví, sin respuesta —Adara —Sollocé, me senté en el suelo y la dejé sobre mi cuerpo —No te vayas, no me dejes...

































:)


Subo el otro capítulo si veo comentarios. 

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