Capítulo 2
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Adara.
No era sencillo vivir sola.
Toda mi vida había vivido con mi hermana, en todos mis recuerdos yo estaba con ella, desde que tengo memoria. Habíamos estado juntas desde que nuestros padres habían muerto, después de salir del orfanato, ella me había criado, tenía costumbres distintas y una forma de pensar muy cerrada, pero sé que me amaba.
Todo lo que sabía era gracias a ella, y ahora que ella se había ido, me sentía perdida.
Dejé mis zapatos en la entrada de casa, saqué mis llaves y abrí la puerta. Y como desde yacía un mes, no tuve que alzar la voz para avisar de mi llegada, esta vez yo era la única en aquella vieja y anticuada casa.
Me quedé de pie sobre la sala.
—¡Dios mío! no les di de comer a Kiwi y Pera —Corretee hasta el patio trasero, en una de las ventanas colgaba una jaula que mantenía a salvo a dos pequeñas aves —Hola, lo lamento, salí tan de prisa que olvidé dejarles comida...
Kiwi y Pera comenzaron a saltar y a cantar bellamente. Las había rescatado hace varios años, eran apenas unos polluelos cuando cayeron de su nido después de una fuerte lluvia. Ellos eran mi única compañía cuando mi hermana se iba a sus viajes.
Llené su trastecito de semillas.
—Volveré por ustedes cuando el sol se esté ocultando —Ingresé de nuevo a casa.
Prepararía una ensalada de frutas para almorzar.
Vivíamos en una casa vieja que encontramos en medio de un pequeño bosque. Mi hermana cuenta que ella misma la arregló para nosotras, que estábamos seguras viviendo apartadas de la ciudad y las personas. Yo solo salía para ir a la escuela, había sido difícil convencer a mi hermana de dejarme estudiar, después de mucho esfuerzo pude convencerla, sin embargo, no había podido ir a la Universidad debido a nuestra falta de dinero.
A mis veinticinco años de edad ya no era una opción para mí seguir estudiando, según palabras de mi hermana mayor.
Las noticias aseguraban mal clima en estos días, mi ensalada de fruta al menos mejoró mi estado de ánimo. De pronto recordé a aquel imponente hombre, el señor Jeon Jungkook, o como todos le decían, señor In, había leído sobre él en los libros de la escuela, había visto fotos antiguas de él, leí que vivió en muchos países, recuerdo tener doce años y maravillarme ante la vida tan emocionante que debió de haber tenido en todo ese tiempo. Aunque hoy, después de verlo por primera vez en persona, ya no estaba tan segura de que hubiera tenido una vida emocionante.
Cuando el sol comenzó a descender, salí en busca de mis únicos compañeros, no podía dejarlos afuera a disposición de cualquier depredador que pudiera atacarlos. Los dejé sobre la mesita de centro de la sala, los cubrí con una manta para que pudieran dormir tranquilamente, aunque dejé solo un pequeño orificio para poder verlos. Me acosté sobre el sofá y los aprecié hasta quedarme dormida.
[...]
Había pasado ya una semana desde aquella vez que había hablado con el señor In, ese malnacido mujeriego seguramente se había olvidado por completo de mí y mi caso. Hubiera pedido ayuda a la policía, pero estaba segura de que ellos jamás la encontrarían, o seguro que jamás intentarían siquiera buscarla.
Me había rendido con ese hombre, pero no me había rendido ante la idea de buscar a mi hermana, encontraría la manera de hacerlo por mi cuenta.
Era muy temprano por la mañana cuando saqué a Kiwi y Pera al patio trasero, los días habían mejorado, el sol estaba a todo su esplendor, había una brisa mañanera muy preciosa.
—Iré por sus semillas... —Les dije a las aves. Las fui a buscar a la cocina, cuando estaba por ir de nuevo al patio, alguien tocó a la puerta, me fue inevitable sentirme alerta, nadie venía por estos rumbos, no era tan común, limpié mis manos y caminé hasta la puerta.
—Veo tu sombra por debajo de la puerta, abre ya... —Alguien pronunció por el otro lado. Reconocí esa voz como la del imponente señor In, abrí la puerta al instante y me encontré con un hombre vestido de traje negro y lentes oscuros, a su lado estaba uno de los tantos chicos que estaban en su oficina aquella tarde —Hola, Adara... —Me saludó con un tono coqueto, pero muy flojo.
—Ah, hola, buenos días.
Miré a su acompañante.
—¿Vas a dejarnos entrar o qué?
—Claro, disculpen.
Me hice a un lado para que ambos hombres ingresaran a mi hogar.
—Lamento el desorden, no esperaba que alguien viniera hoy... —Dije apenada. No había desorden, pero se notaba que había pasado los últimos días en aquella sala.
—No hay problema, sí vieras mi casa te sorprenderías. Soy Jimin, Park Jimin... —Me tendió su mano, la tomé con amabilidad —Tú casa es linda, es espaciosa y al aire libre...
—Gracias —Solté su mano y miré al pelinegro quien recorría toda la sala en silencio.
—Tú primera vez en la playa —Dijo Inexorable cuando tomó una de las fotos que había en la sala, me abstuve de preguntar cómo sabía que en aquella foto había sido capturado mi primer momento en una playa.
—Sí... —Afirmé, aunque él no preguntó.
Se dio la vuelta y me miró.
—Llévame a su habitación.
La casa era de dos pisos, mi hermana cuenta que había sido difícil arreglar las escaleras para poder subir al piso de arriba, al final había construido unas hermosas escaleras rusticas. Su habitación era la más cercana a las escaleras, por eso no tardamos tanto en llegar, abrí la puerta y dejé pasar al señor In. Mi hermana no pasaba mucho tiempo encerrada en su habitación, era ordenada y muy perfeccionista, su cuarto mostraba eso. Ni siquiera había tenido que arreglarlo desde que ella desapareció...
—Ella no ocupaba mucho su habitación, se la pasaba fuera... —Comenté. Me dio la impresión de que no necesitaba decir nada hasta que él preguntara, no volví a hablar.
El señor Jeon fue hasta el escritorio de mi hermana, pasó sus manos por encima de la superficie de todas las cosas sin llegar a tocarlas, se detuvo sobre el cuaderno de dibujos de ella, lo tomó entre sus manos y comenzó a ojearlo.
—¿A dónde iba tu hermana cuando se iba de casa? —Preguntó él sin mirarme.
—No lo sé. Ella prefería no hablar sobre eso, se molestaba si la cuestionaba así que yo evitaba preguntar.
Siguió revisando toda la habitación, a veces deteniéndose en ciertos detalles, nada parecía serle útil.
—Nada de aquí me sirve, Adara —Me dijo mientras caminaba a la puerta, antes de llegar, se detuvo abruptamente. Se dio la vuelta y miró aquel cuadro que había pintado mi hermana hacía mucho tiempo, el señor se acercó hasta ese cuadro y lo miró con atención; era un árbol torcido, bastante peculiar, salía de una corriente de agua y apenas tenía hojas —¿Dónde lo consiguió?
—¿El cuadro? Ella lo pintó hace mucho tiempo.
No respondió. Sus manos recorrieron la superficie del cuadro, sus dedos pasaron por el borde hasta ir detrás del mismo, presionó y algo sonó, fue cómo quitar un seguro. Mi ceño se frunció cuando aquel cuadro se abría justo como una puerta, dejando ver un hoyo sobre la pared...
—¿Sabías de esto?
—No, ni siquiera sabía que había un hoyo allí...
El señor Jeon metió la mano y del hoyo sacó papeles, y una carpeta, entre otras cosas viejas. Comenzó a revisarlas, de la nada, él se quedó estático, no se movía, fue como si lo que había visto ahí lo hubiera dejado impactado.
—¿Jungkook? —Su acompañante trató de acercarse a él para ver qué pasaba, pero justo el hombre reaccionó lanzando los documentos a la cama y abalanzándose hacía mí como si fuera a matarme.
Yo retrocedí con rapidez chocando con la pared a un lado de la puerta, él quedó a centímetros de mí, su mirada era oscura y fría, tan fría que yo misma sentí ese frío por todo mi cuerpo.
—¿Quién mierda eres? —Exigió saber, yo estaba confundida y aterrada.
—¿Q-qué...? no entiendo nada.
—Deja de jugar y responde a mis preguntas o aquí mismo te vuelo la cabeza —De su chaqueta sacó un arma y me apuntó con ella.
Mi cuerpo tembló y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Jeon ¿qué rayos haces? —Su amigo miraba todo con confusión.
—Ella conoce a Roma, esos papeles, el cuadro, la letra, las fotos, es ella, ella conoce a Roma... —Rugió el hombre frente a mí sin dejar de verme y apuntarme con el arma. Su amigo revisó lo que había sacado Jeon del hoyo y después me miró sorprendido.
—¿R-roma? no sé quién es esa persona, yo solo qu...
—¡Deja de mentir! —Me gritó, quitó el seguro de la pistola y la pegó a mi frente —Deja de seguir mintiendo o voy a volarte los sesos. ¿Dónde está Roma?
—Señor Jeon, por favor, y-yo no sé quién es Roma. Yo solo quiero encontrar a Libia, y-yo solo quiero encontrar a mi hermana... —Sollocé. Mis piernas perdieron fuerzas, mi espalda se arrastró por la pared hasta que quedé sentada en el suelo —E-ella viajaba mucho, nunca me decía a dónde iba o con quien, no sé quién es esa R-roma, quizás estaba relacionada a mi hermana, yo no...
Jeon se alejó de mí y fue a por una foto, me tomó del brazo y me levantó bruscamente, colocó la foto frente a mí.
—¿Ella es tu hermana? ¿Ella es la tal Libia de quien hablas? —En la foto salía una mujer vestida de época, su cabello rubio caía como cascada, alguien había tomado la foto sin que ella se diera cuenta. Era mi hermana...
—Sí... —Jeon me soltó bruscamente y se alejó de mí.
—Jimin, toma eso, llama a Namjoon y dile que vengan aquí, quiero que registren todo.
—¿Qué hacemos con ella? —El chico más bajo de labios carnosos me miró, yo temblaba y sollozaba. No tenía idea de que pasaba, o por qué el señor parecía conocer a mi hermana. ¿Acaso Libia se había metido con el señor Jeon y había tenido problemas con él y por eso había desaparecido tan de repente? —¿En verdad crees que está mintiendo? no parece entender nada.
El señor Jeon sacó un pañuelo de su chaqueta, le echó un líquido y me miró con ese mirar vacío.
—Quizás, pero no voy a confiarme —Se acercó a mí e intentó colocar ese pañuelo sobre mi boca y nariz, comencé a forcejear con él.
—¡Suélteme, yo no hice nada malo! —Grité mientras intentaba alejar mi rostro de ese pañuelo.
—¡Eso lo decidiremos después! —Con una de sus manos tomó con fuerza mi mentón y con la otra presionó fuertemente el pañuelo en mi nariz. Un fuerte aroma comenzó a entrar a mis pulmones, mi cuerpo comenzó a sentirse pesado al igual que mis párpados, dejé de ejercer fuerza en sus brazos, mi vista comenzó a volverse borrosa al igual que las voces de ellos.
—L-libia... —Murmuré.
—Maldita bruja... —Fue lo último que escuché del señor Jeon antes de caer completamente inconsciente.
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Hoy hay actualización gracias a nuestro Jeon Ian Jungkook. Estoy enamorada de ese hombre tan tierno, hoy por equivocación dejo saber su Tik Tok personal... pobrecito, pero le quiero mucho.
No olviden votar, y poooor favooor, alguna vez comenten, aunque sea para decirme si les gusta o no, sí, imploro para que lo hagan. Háganlo por el descuido del Ian...
TE AMO IAN.
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