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Capítulo 05


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¿De dónde vienen las estrellas, hermana?

—¿Quieres la explicación mágica o la verdadera? —La mayor miró a la niña con una sonrisa divertida.

—Creo que me gustaría escuchar hoy la verdadera.

—En ese caso; las estrellas nacen en ese manto oscuro, no creas que nacen como los niños y niñas como tú, ellas no tienen padres, nacen de inmensas nubes de gas y algo de polvo —Explicaba la mayor mientras miraba con dedicación esos puntitos brillantes en el cielo dormido —Cuando esas nubes de gas son comprimidas por su propio peso es cuando nacen esos puntitos llamados estrellas, brillan debido a que están calientes, demasiado.

—Vaya... ¿en tus viajes te detienes a mirarlas? —Quiso saber el infante.

—No siempre, Adita. Aunque puedo decirte que algunas de ellas han estado conmigo en cada uno de ellos.

—¡Como si fuera amor, tus príncipes azules! —Exclamó extasiada la pequeña, mientras juntaba sus manitas entre sí.

La mujer a su lado no pudo evitar reír.

—Eres una romántica empedernida, ¿verdad?

La pequeña miró a su adorada hermana con ojos brillantes, sentía admiración por aquella mujer frente suyo, la había visto ser fuerte siempre, ser siempre justa, tolerante, de gran corazón y honesta. Quería ser como ella cuando creciera, pero había un pequeño problema, su hermana solo quería mantener a esa pequeña dentro de las paredes de su hogar, sin la oportunidad de ver más allá de aquellas estrellas.

—¿Sabes lo que les pasa a las románticas empedernidas, Adara? —Cuando decía su nombre de esa manera, es porque estaba a punto de arrancarle otra ilusión, trató de prepararse mentalmente, pero solo era una pequeña que admiraba erróneamente a su hermana —Cuando salen al mundo y encuentran a ese príncipe azul del que tanto hablas, ese príncipe se convierte en un ogro que acaba por devorar el corazón de ingenuas niñas como tú... —La voz de su hermana había pasado a ser dura, fría y sin sentimientos —No existen los príncipes azules, Kim Adara, tienes que enterarte ya de eso, el mundo que hay allá afuera no acepta personas como tú y yo, jamás aceptarían a alguien como tú para estar entre su gente. No eres normal, no eres común, y debido a eso ningún príncipe vendrá a por ti a darte su amor, nadie te lo dará... por eso te mantengo aquí, para protegerte, y te protejo porque yo soy la única que va a amarte ¿lo sabes?

La niña sentía su corazón apagarse... ¿nadie iba a poder amarla por ser ella? Eso le dolía, pero sí su hermana, la sabia, inteligente y fuerte, lo decía, es porque era cierto. Y a pesar de sentirse profundamente triste al saber que jamás tendría un amor como el de las princesas, aun al saber que lo más seguro era quedarse siempre detrás de las estrellas, asintió ante las palabras de su hermana, la única persona que iba a amarla de verdad...






Adara despertó de ese recuerdo sintiéndose extraña y nostálgica. Recordaba aquella ocasión, aquella era la última noche que pasaría sin ir a la escuela, su hermana la había sacado de cama a horas muy poco convenientes solo para mostrarle las estrellas, la verdadera razón fue que Libia la había sacado solo para incrustarle miedo a la pequeña, un miedo a salir, a mostrarse y a ser ella ante más personas, incrustar una dependencia hacia ella, y Adara podía notarlo ahora...

¿En realidad aquella mujer a la que admiró por años, aquella mujer a la que llamó hermana durante toda su vida no solo no era su hermana, sino que también había herido a mucha gente, y sin saberlo, también a ella? Nada de eso cabía en su cabeza, esas descripciones no encajaban con la persona con la que había vivido toda su vida...

Fue al baño que se encontraba en la habitación que le habían asignado en el departamento de lujo del señor Jeon, cepilló sus dientes, lavó su cara y después volvió a la habitación para buscar unos pantalones cómodos y una blusa para estar en casa. Cuando salió de la habitación notó todo en silencio, suponía que el señor Jeon ya había partido a las oficinas, ella iba una hora después, ya que ayudaba a la señora Yumi con su trabajo...

Desayunó en compañía de la amable señora Hye Mi, no hablaba mucho, pero era agradable su presencia.


—Volveré por la tarde, Hye Mi, nos vemos...

—Adiós —Ella realizó una reverencia que imitó antes de salir. Uno de los hombres que trabajaba para el señor Jeon le abrió la puerta de un auto negro, por órdenes del adonis, no podía salir sola ya que Libia podría aparecer. No entendía por qué deseaba tanto ver a su hermana, no sabía si quería asesinarla o algo más...

En todo el camino a las oficinas se mantuvo pensativa, no podía sacarse de la cabeza aquel sueño que tuvo sobre su hermana, la extrañaba... aunque ya no sabía si debía de hacerlo.



Por otro lado, Jungkook soltaba la mano de un hombre que había ido por respuestas.


—¿Pudo ver algo? —El hombre estaba desesperado y Jeon también, aunque por distintas razones.

—Su esposa lo engaña. Lo engaña con su hermano, temo decirle, también temo decirle que muy probablemente estén cogiendo justo ahora en su propia cama... —Jungkook limpió su mano, bebió de su copa y miró al hombre frente a él —Debería ir ahora mismo. Págueme después...

El cliente, completamente anonadado, asintió ante las palabras del Amo de las Respuestas, y huyó del despacho.

Se dejó caer al respaldo de su silla y llamó por el teléfono a su secretaria.

—¿No ha llegado?

—Acaba de llegar, señor. Está subiendo por el ascensor... ¿quiere que le diga que desea verla?

—Te lo agradecería, bonita... —Y volvió a recostarse a su silla. Tenía ciertos pendientes, pero podía darse los lujos de descansar cuando quisiera, después de todo, los humanos eran quienes necesitaban de sus servicios, no él.

Escuchó que la puerta se abría, sonrió cuando vio a la dulce Adara entrar a su despacho, como siempre usando ropa cubierta y muy a su estilo simple.

La observó caminar hasta estar delante de su escritorio.

—La señora Yumi me dijo que me estaba esperando ¿sucedió algo? ¿Mi her... Libia apareció?

—No y no —Sonrió en grande mientras se ponía de pie y caminaba a ella como un lobo cazando a su presa —Quería verte porque la última vez dejamos algo pendiente...

Adara suspiró. Pensaba que el señor lo había olvidado, ella con suerte lo habría hecho de no ser por las recientes palabras de su "jefe".


Sintió besos húmedos sobre la piel de su cuello, no se había dado cuenta que ya tenía al hombre sobre ella, degustando su cuello como si ella fuera un dulce.

—Señor Jeon... —Reprochó Adara sin fuerzas, colocó sus manos en los antebrazos de Jungkook e intentó alejarlo —No...

—La última vez no me alejaste. Si esta vez eres capaz de hacerlo, te soltaré... —Susurró él mientras llevaba sus manos al trasero de la chica, la apegó a su pelvis y apretó sus posaderas, ella suspiró —Eso te gusta ¿hm?

Dejó besos, lamidas y mordidas sobre el cuello de la femenina, el señor Jeon había comenzado a fantasear con la bella mujer que ahora tenía que vivir en su casa, nunca le fue indiferente, desde la primera vez que la vio le agradó tanto lo que veía; una mujer decidida y con un carácter extraño y un cuerpo común y nada extravagante, pero llamativo para sus ojos cazadores.

Ella tenía algo que lo llamaba como a un imán...

Ya no podía contar con los dedos de sus manos cuántas veces había despertado por las madrugadas con un dolor entre su entrepierna, ni tampoco las veces que se había masturbado pensando en los ojos y en la voz de esa hermosa joven.

Estaba perdiendo la cabeza, y necesitaba tenerla.


Sonrió entre lamidas en el cuello de ella cuando la llevó hasta su escritorio y ella no se negó, le encantaba oler el aroma que desprendía la piel de la chica. Con sus dedos comenzó a desabrochar los botones de la camisa de la joven, cuando no hubo ninguno abrochado, escurrió la camisa fuera del cuerpo de Adara. Se alejó de ella para observar esa parte de su cuerpo...

—Adorable —Le dijo cuando vio un sostén blanco con ranitas verdes. Los pechos de Adara no eran específicamente grandes, en realidad eran de un tamaño mediano, casi pequeños, la naturaleza había decidido darle más torpeza que pechos, pero a Jungkook parecían agradarles.

Con sus dos manos apretó ambos pechos, miraba con deseo a la chica, ella lo miraba con los ojos levemente entrecerrados y la boca entreabierta... Jeon bajo su mirada a esos labios, lucían brillosos, rosados y sensuales, mucho y se sintió estúpido cuando tuvo un fuerte impulso por besarlos, en lugar de eso llevó sus labios a las clavículas de la joven, en donde mordió y chupó con fuerza con intenciones de sacarle un par de jadeos.

—Ah... —Y lo había logrado. Adara estaba cansada, no iba a mentir diciendo que el señor Jeon no le atraía, lo hacía, era un hombre llamativo, y se había negado a caer ante él, pero el sueño de su hermana, el pensar en las palabras de ella, en las palabras del señor Jeon y en sus propios deseos, habían sucumbido ante él, por eso, dejando de lado todo lo que le enseñó su hermana, su miedo e inseguridades, tomó la iniciativa de besar los labios del hombre frente a ella.

Cuando se separó de él se dio cuenta que Jeon estaba pasmado, sus labios estaban abiertos, y sus ojos parecían a punto de salírsele de sus cuencas, la miró directamente a los ojos por varios minutos, hasta que, en un ataque de impulsividad, llevó una de sus manos al cuello de la chica y la acercó a él para besarla con hambre, con una jodida hambre que ni siquiera sabía que tenía.

Los chasquidos que provocan sus labios al separarse y volverse a juntar provocaban corrientes eléctricas en ambos cuerpos, Jeon la tomó de los muslos y la levantó para sentarla sobre su escritorio, abrió sus piernas y se colocó entre ellas sin dejar de besarla, estaba desesperado por ella así que, sin pensarlo mucho, tomó los jeans y los bajó junto con la ropa interior de Adara.

Se alejó de ella para sacar un condón de uno de sus cajones, bajo sus pantalones hasta las rodillas y desenrolló el preservativo sobre su largo miembro erecto.

Volvió a meterse entre las piernas de ella y la miró a la cara.


—¿Crees que necesito prepararte? —Le preguntó, sin esperar respuesta por parte de ella, llevó sus dedos hasta su hendidura, sus dedos resbalaron y él sonrió satisfecho —¿Estás tan desesperada que tu solita lo has hecho?

—Deje de hablar, hará que me arrepienta de esto —Le respondió ella con fuerza. Sus manos estaban sobre la superficie del escritorio, sintió a Jeon tomar su miembro con una de sus manos y acercarla a su vagina. Jadeó fuerte cuando sintió cómo se iba introduciendo lentamente en ella. Hacía mucho tiempo que no tenía relaciones con nadie, por eso sintió un leve ardor en esa zona.

—Jodido infierno —Jadeo Jungkook cuando estuvo dentro por completo —Esto se siente como el cielo...

Se acercó a besar los labios de la chica antes de comenzar a mover sus caderas de manera lenta. Ella gemía bajito mientras sentía los movimientos de él en contra de su cuerpo.

Jungkook acarició las piernas de ella, las dobló de tal manera que quedaran enrolladas en sus caderas, provocando que tuviera mejor alcance a su centro.


—Mierda santa —Pronunció ella mientras sentía como las embestidas comenzaban a volverse más rápidas. El escritorio comenzaba a sufrir las consecuencias de tales movimientos bruscos, las cosas sobre él se tambaleaban, o incluso caían al suelo. Jeon al darse cuenta de ello, tomó de las piernas a Adara y la elevó, la llevó hasta una de las paredes de su oficina y continúo embistiendo brutalmente, Adara sentía su espalda baja golpear la pared, sin embargo, el placer provocaba que no le interesara mucho.

—¿Te gusta? Dime cuánto te gusta, dímelo —Le ordenó Jeon mientras tomaba su mentón con una de sus manos y lo hacía mirarlo, dio una fuerte embestida que provocó un grito en ella —Dilo.

—¡Me gusta, me gusta mucho! —Susurró extasiada, apenas era capaz de pronunciar palabra. Sus manos subieron por los antebrazos de Jungkook hasta sus hombros, después las deslizó suavemente por su nuca hasta los cabellos que se encontraban allí, Jungkook al sentir aquello llevó una de sus manos al brazo de ella y lo quitó de esa zona, sin embargo, sintió una electricidad sorprendente recorrerle todo el cuerpo cuando una mano de Adara jaló los cabellos de su nuca, soltó un gemido lastimero y continúo embistiendo, permitiéndole llevar de nuevo su mano a sus cabellos.

—¡No puedo, ya no puedo! —Comenzó a sollozar Adara al sentir su orgasmo cerca. Jungkook al escucharla la tomó del trasero y la hizo rebotar sobre su miembro, haciéndolo ir todavía más profundo. Ambos comenzaron a jadear y gemir al unísono y pronto explotaron en un orgasmo devastador.



Y aquello había provocado algo que, a futuro, sería algo inexorable, algo que no iba a poder ser evitado...







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¿Me extrañaron? Por favor díganme que me extrañaron, por lo menos mientan... en fin, ahora si sucedió lo SEVEN DAYS A WEEK. Literalmente será así. Tuve que actualizar porque definitivamente no pasará la meta del último capítulo, gente, por favor, si estas leyendo esto, regálame una estrellita y un comentario, lo que sea, estoy muriendo...

Por otra parte, Love Me Again, 3D ¿QUEEE? Anoche morí, y reviví cuando vino a Live, por eso decidí actualizar.

Gracias por leer y votar. Gracias por esperar, ya no tengo tanto tiempo como antes, gracias por seguir aquí. 

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