Capítulo 03
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Jungkook.
—¿En serio la tendrás más tiempo allí? Jeon, la chica no dice nada... —Jimin volvió a chillar con lo mismo.
—Entonces voy a tener que recurrir a la tortura, cualquier tipo de tortura... —Dije sin mucho interés.
—¿En verdad? ¿Eres capaz?
—Sabes que en el pasado lo hice muchas veces, a mucha gente. ¿Por qué sería distinto ahora?
—Porque es una mujer. Y porque esas personas lo merecían, y sabes bien que ella no...
Lo observé en silencio. Relamí mis labios y guardé cualquier cosa que pudiera decir...
—Ella no sabe nada. No tiene idea de quién es Roma o lo que hizo en el pasado, para ella, Roma se llama Libia, su hermana mayor de treinta años que desapareció por algún extraño motivo, ella no sabe nada de Roma.
Quizás en el fondo lo sabía, yo quizás lo sabía, pero llevaba tanto tiempo buscándola que cualquier cosa me hacía aferrarme a haberla encontrado.
Kim Adara, tenía una relación cercana a esa mujer que arruinó mi vida.
—Es momento de sacarla de ahí, tiene dos días dentro, estás siendo irracional e inhumano con una pobre chica que no tiene idea de nada, lo sabes...
Me puse de pie y caminé a la salida.
—Voy a ir a verla.
—Vaya... —Dijo irónicamente. Desde que la había traído inconsciente y la había metido a una habitación sin ventanas, no había ido a verla, a esa habitación solo habían entrado Jimin, Yoongi y otras personas, menos yo.
Le hice una seña al hombre que resguardaba la puerta para que la abriera, cuando la puerta se abrió, hizo un fuerte rechinido, el sonido de una fuerte respiración me provocó escalofríos, en medio de la sala había una silla, sobre ella estaba una joven con los ojos vendados y las manos y pies atadas a la silla, al escucharme entrar su respiración se había acelerado, comenzó a temblar, por un momento me sentí un monstruo.
Me senté frente a ella y me quedé viéndola marinar en su miedo.
Después de minutos en silencio decidí quitarle la venda, la vi parpadear varias veces, le costó acostumbrarse a la luz, cuando sus ojos se posaron en los míos, fue como si de pronto me cayeran toneladas de arena sobre la espalda.
—Adara...
—Déjeme ir —Su voz estaba ronca, quizás por llorar tanto.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué? No hice nada malo, solo quería encontrar a mi hermana, no involucrarme en sus asuntos.
—Tienes una relación con ella, eso te involucra. No vas a irte hasta que hables...
—¡Maldito! —Me gritó. Se retorció en la silla —¡Ella escapó debido a ti, debiste amenazarla y por eso se fue, eres un monstruo!
—¿¡Yo!? ¿¡hacerle algo a ese monstruo!? Tú en verdad no conoces a tu hermana. Por cierto, ¿la llamas así por qué ambas son unas escorias?
Lo siguiente que pasó, no me lo esperé ni en mil años.
Me escupió, me escupió en la cara.
—Eres un maldito. Pensar que te admiré en algún punto de mi vida, ojalá hayas tenido la peor de las vidas, ojalá sigas teniendo la peor de las vidas.
Limpié mi rostro y me acerqué al suyo...
—Ya la tengo, y todo es gracias a tu adorada hermana.
No dijo nada. Sus ojos estaban pegados a los míos, mi mirada bajo a sus labios, ahora estaban resecos y cuarteados. Me alejé de ella.
—Traigan agua —Le dije al hombre que esperaba afuera. Minutos después me trajo una botella, la abrí y bebí delante de ella —¿Dónde la conociste?
—Como les dije a los otros dos hombres, ella es mi hermana, estuvo conmigo desde qu...
—¿Eres consciente que ella tiene más de mil años? No es tu hermana. O te engañó o tú estás mintiendo...
De pronto recordé aquellos recuerdos de Adara, ella si estaba en un orfanato, estuvo allí desde que era una bebé, sin embargo, en ninguno de esos recuerdos estaba Roma, en ninguno.
En su casa, había recuerdos de Adara en ella, pero no de Roma, fue como, fue como si... como si esos recuerdos fueran borrados. Como si buscara que no hubiera rastro de ella por ningún lado.
—¿Recuerdas a tu hermana en toda tu vida?
—No, por momentos es como si ella se fuera.
—Dame tu mano...
—No me toque...
—Solo dame la mano —Sin su permiso, agarré su muñeca y apreté su mano.
Una vez más estaba en ese orfanato. La habitación de las camas que ahora la reconocía como el lugar en donde dormían todos los niños, traté de ver más allá, Adara era pequeña, correteaba por los pasillos hasta que se topó con alguien más.
—Vas a caerte... —Una segunda voz se escuchó. Y la reconocí, era una voz más aniñada, pero era ella.
—Libia... —Le contestó Adara con dulzura —Los niños volvieron a molestarme. Dicen que si sigo contigo me volveré mala...
—¿Ah sí? Ellos mienten, ve a jugar, hablaré con ellos un momento.
La pequeña Adara asintió y siguió jugando, sin percatarse que una Roma asfixiaba a niños en la misma habitación en donde todos dormían.
Busqué más recuerdos, en todos ellos parecían ser hermanas cercanas, pero había pequeños detalles que Adara jamás notó, pero yo sí. Roma deseaba tener a Adara solo para ella, y no sabía el por qué.
Llegué a un recuerdo más viejo, Adara era una bebé de quizás meses, estaba en una cuna, a su alrededor había humo, se escuchaban gritos, alguien tomó en brazos a la bebé, solo podía ver aquellas manos, sin embargo, en ellas había un tatuaje, uno que yo reconocía perfecto...
Cuando me solté de su mano, tuve que caer hincado al suelo, me sentí muy débil. Mi respiración era acelerada, levanté mi cabeza para mirar a Adara, de alguna manera Roma la había robado, por alguna razón desconocida, le había hecho creer a esta chica que eran hermanas y la mantuvo escondida... también puedo notar que borró recuerdos de su mente.
—Bebe... —Le empiné la botella de agua sobre sus labios —Voy a sacarte de aquí, pero necesito que te quedes.
No la dejé hablar, salí rápidamente de la habitación.
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—¿Estás mejor? —Pregunté mientras ingresaba a la habitación. Ella había tomado un baño, su cabello estaba húmedo y brillante, dejó su toalla sobre una silla y me lanzó una mala mirada.
Sonreí.
—Por favor, no me hable señor Jeon, lo detesto, solo estoy aquí porque usted parece saber de Libia, eso es todo. No quiero que se me acerque...
Me reí. Caminé hasta ella y me planté justo delante de su cuerpo...
—Es una lástima que no pueda cumplir tus deseos. Para poder ver tus memorias necesito tocarte... —Con mi dedo índice recorrí su hombro.
—Déjeme en paz —Apartó de un manotazo mi mano —Se qué tipo de hombre es, se habla mucho de usted ¿sabe? Dicen que es como un chupacabras, que va por el mundo buscando mujeres jóvenes y les chupa el alma y por eso nunca envejece...
—Ah, claro que les chupo el alma, créeme que les encanta bastante. Te daría una probadita, pero necesito que me digas todo lo que sabes sobre "Libia."
—Ya le dije todo lo que sé, ella no hablaba mucho conmigo sobre lo que hacía.
—Pero eres curiosa, debiste de haberla espiado en algún punto, ¿no es así, Ada?
—Mi nombre es Adara, y sí, una vez la escuché hablar con alguien. Decían algo sobre tener cuidado porque tenían los ojos sobre ellos...
—Ella sabía que la buscaba —Murmuré para mí mismo.
—Señor Jeon. ¿Usted de dónde conoce a mi hermana?
—No es tu hermana, y las preguntas las hago yo, bonita.
Rodó los ojos.
—Ya sé por qué ella detestaba escucharme hablar sobre usted.
—¿Lo odiaba?
—Una vez le dije que en la escuela había leído sobre usted y me prohibió volver a ver esos libros.
—Creo que va a volver por ti. Si estuvo contigo todo este tiempo es por algo, Roma siempre tiene razones y siempre son para ella misma. Lo mejor que puedo decirte es que te vayas lejos, sé que la ves como tu hermana y lo que quieras, pero ella no es tu hermana, ella no ama a nadie a menos que le sean útiles, si estuvo contigo es porque le sirves de algo, créeme, no debe ser bueno para ti.
—¿Irme? ¿Irme a dónde?
—No lo sé. Lo más lejos posible de aquí... va a buscarte, aunque, pensándolo bien, puedo usarte para atraerla hasta aquí.
—¿Va a lastimarla?
—¿Lastimarla? Lo que yo le haré no será nada comparado con lo que ella hizo.
—¿Qué hizo?
—Hm... —Acaricié una de sus mejillas —No quiero arruinar la imagen que tienes de ella.
Me alejé de su cuerpo y caminé a la puerta. Cuando la cerré y caminé a la sala, escuché como me maldecía. Ella era todo un encanto...
Lástima que hubiera muchos encantos en esta vida, y a mí me encantaba estar entre ellas, o sobre ellas.
ꕥ Una semana despuésꕥ
—Eso es, muévete —Le di una fuerte palmada en el trasero a la mujer que me montaba. Comenzó a moverse de arriba hacia abajo a lo largo de mi miembro —Muy bien, hazlo rápido, lindura, rápido.
Tomé su cuello con una de mis manos y lo apreté. Ella gemía fuertemente mientras comenzaba a moverse cada vez más rápido, sus manos estaban sobre el sofá detrás de mí para apoyarse, sabía muy bien que odiaba que me tocaran.
—¿Le gusta, señor In? —Jadeó la chica.
—Mierda, te dije que no hablaras ni me miraras —Nos cambié de posición, la dejé sobre el sofá, volví a quedar sobre ella y entre sus piernas.
Comencé a embestirla de forma brutal y rápida, ella gritaba y gemía como la gata que era.
Cerré mis ojos y de pronto allí los vi, eran oscuros y medianos, me miraban de la misma manera en la que me habían estado mirando durante toda esta semana. Gemí y me fue imposible no sentir como mi cuerpo se ponía tenso, me vine más rápido de lo normal y todo por esa mirada que se encontraba clavada en mi mente.
Era una ridiculez...
—Te veniste antes... —Micca jadeó después de correrse. Salí de ella y me senté en el sofá, quité el condón y lo tiré en el tacho de basura —Parece que empiezo a complacerte tanto que hago que te corras rápido.
No pude no reírme ante eso.
—No te des tanto crédito. No eres tú, es lo que me imagino... —Le sonreí cuando ella me miró furiosa —Te he dicho miles de veces que sí lo que buscas conmigo es algo serio, es mejor que no sigas viniendo.
Me subí los pantalones, acomodé y abotoné mi camisa, ella hizo lo mismo con su falda y cabello.
—Quién sabe, quizás pueda volverme importante para ti.
—Nadie es... —Alguien abrió la puerta.
—¡Señor Jeon, Yum...! —La bella de Adara se quedó sorprendida ante la imagen que le estaba dando ahora; estaba sentado en el sofá, transpirando, con una mujer con la ropa mal acomodada y oliendo a sexo, sin contar la ropa interior de la femenina en el suelo, a unos pasos de Adara, o mi chaqueta sobre el suelo —Vaya...
Peiné mis cabellos hacia atrás y miré a Adara con cansancio.
—Adara, te he dicho que toques la jodida puerta.
—Sí, lo siento señor es que Yumi dijo que debía entregarle esto rápido —Me mostró unos papeles.
Micca se levantó y tomó su ropa interior para colocársela bajo la mirada incómoda de Adara.
—¿Cómo es que contratas a gente tan poco competente? Aparte de pobre, idiota... —Micca se burló de la pelinegra.
—¡Oiga...! —Adara la señaló mientras dejaba los papeles sobre el escritorio y caminaba pesadamente hasta donde estábamos —El que sea pobre no me hace idiota, quizás torpe y con poco glamour, ¡pero idiota no...! —Se defendió. Me fue imposible no sonreír ante eso, los últimos días me había dado cuenta de que en verdad era torpe, tenía una extraña forma de vestir, no era extravagante, ni atrevida, apenas había sido capaz de ver parte de sus clavículas y eso fue por un error de ella —¡Y es por eso que quedaras sola, vienes a meterte con este hombresucho de acá sabiendo que te dejará cuando vea otro buen culo! —Y... de nuevo me metía en otra pelea en la que no tenía nada que ver, me seguía odiando y lo demostraba de una forma bastante peculiar; me insultaba cada que podía, aunque no tuviera nada que ver.
—¿¡Cómo te atreves a hablarme así!? Señor In ¿dejarás que me hable de esa forma?
Suspiré irritado, me puse de pie y la miré.
—Por supuesto que no. Te irás ahora mismo... —La mujer salió como alma que lleva el diablo. Inhale aire, voltee a ver a la joven y la encontré lanzándome la misma mirada que me había quitado el sueño por días.
Y quizás me haya dado un par de problemas mañaneros...
✎✎✎
Estoy viviendo mis últimos días de paz antes de que terminen mis vacaciones, en fin. ¿Dónde estás Jk? Te extraño.
No olviden votar, seguirme y comentar, por amor a Dios.
Gracias por leer...
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