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Capítulo 01



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Jungkook.




Todos los días me levantaba temprano. Cada día, durante más tiempo del que apenas soy capaz de recordar.

Cuando las puertas del ascensor se abren, me dejan ver a Yumi, a simple vista es una señora mayor que yo, la realidad es que ella a lado de mí, es solo una jovenzuela. Comenzó a trabajar para la empresa hace unos tres años, es algo lenta, pero muy útil.

—Buen día. ¿Algo nuevo? —Le pregunto cuando salgo del ascensor y me dirijo a mi oficina.

—No, nada señor. Los señores están esperándolo en su oficina...

Sé a quienes se refiere, asiento e ingreso a mi cueva. En la mesa redonda de al fondo están seis chicos sentados charlando, ninguno se parece en nada al otro, lo único que compartimos es una maldición que nos hace vivir eternamente.

—¿Qué hacen aquí? —Pregunto mientras me acerco a ellos.

—Esas no son maneras de recibir, Jeon, se más lindo —Kim SeokJin es el primero en reaccionar, le sonrío cuando se acerca a darme un golpe en el hombro.

—Deja al bebé —Ese fue Jimin.

—¿Han intentado secuestrarte de nuevo? —Esta vez Hoseok es quien se levanta.

—Sí. Es por eso que deben seguir cuidando sus rostros e identidades, si se enteran de que ustedes también tienen la misma condición, entonces irán por ustedes también... —Les dije. Todos ellos se quedaron en silencio, lo mío fue meramente accidental el hecho de que se enteraran de que no envejecía.

—Esta b...

—¡Exijo verlo! ¡todos tienen derecho...! —Unos gritos comenzaron a escucharse fuera de mi oficina. Todos miramos confundidos hacia la puerta.


¿Quién carajos gritaba de manera tan irritante?


Namjoon se levantó y caminó hacia la puerta.

—Veré que sucede —Y salió por las puertas. Los gritos cesaron por unos minutos, pensaba que quien fuera que estuviera allá, se habría largado hasta que la puerta se abrió bruscamente mientras más gritos resonaban.

Una mujer entró. Namjoon atrás de ella intentaba detenerla y más atrás estaba Yumi con una expresión tensa. Los otros cinco chicos se pusieron de pie de un salto y se colocaron entre mi persona y la chica, aunque se me hizo innecesario cuando esta última no intentó acercarse.

La miré con atención, pero su rostro no se me hacía conocido, pensé que quizás era otra más de las chicas que se metían conmigo y después exigían algo, pero no, no la conocía...

—B-buenos días... —Saludó con un ligero temblor en la voz. Fue cuando me di cuenta de que definitivamente no me había metido con ella, usaba unos jeans negros algo sueltos, una blusa gris y encima una chaqueta blanca algo descuidada y vieja, al igual que sus zapatos.

—¡No des un paso más! —Yoongi le gritó cuando la última se movió un centímetro.

—No lo haré, solo quiero hablar con el señor —La chica respondió suavemente.

—No, tienes que hacer una cita... lárgate —Namjoon volvió a entrar y la tomó del brazo, comenzó a jalarla hacía la salida, sin embargo, la chica parecía que había pegado sus pies al suelo.

—¡No, por favor...! —Rogó, volteó a verme mientras sus ojos se llenaban de lágrimas —¡Solo las personas poderosas pueden tener una cita, pero las personas como yo no pueden siquiera soñar con entrar aquí! ¡Sí esperamos a que algún día podamos tener una oportunidad entonces a quienes buscamos ya no podremos encontrarlos! ¡por favor!

Yo sabía que era cierto, no era algo que yo hubiera hecho y decidido, pero así era el egoísmo de los seres humanos y los más débiles siempre se quedaban atrás.

—¡Camina! —La zarandeó mi amigo en un intento por sacarla, provocó que tropezara, gracias al agarre en su brazo no cayó al suelo, la chica sollozaba.

Con un fuerte suspiro me puse de pie.

—Nam... —El aludido me miró —Déjala, está bien...

—Pero, Jeon, no tiene cita, no pasó por el área de revisión. No sabemos de dónde viene y por qué realmente... —Lo vi mirar a la joven con furia, ella hizo una mueca de dolor cuando supongo que mi amigo apretó el agarre en su delgado brazo.

—Por dios, Kim, suelta a la niña —Le ordené mientras pasaba una mano por mi rostro —Sí intenta algo entonces yo mismo me encargo de adelantar su muerte...

—¿Estás seguro? —Jin se acercó a mí.

—Sí, quiero decir, mírala. ¿Qué daño puede hacer ella con ese diminuto cuerpo? Debe venir del monte... —Dije, sonreí cuando vi la indignación en el rostro de ella, pero, como todas, no dijo nada —Salgan, déjenme trabajar.

Los chicos pasaron a un lado de la tensa joven y finalmente Namjoon me miró molesto antes de cerrar la puerta y dejarme a solas con la chica.

Caminé a mi reserva de vino y vertí un poco de este en una de mis copas favoritas, era negra con destellos rojos, la había comprado en Francia, una belleza.

Fui hasta mi escritorio y me senté en mi silla, la chica seguía donde mismo, solo que esta vez parecía menos tensa.

—Siéntate —Ella caminó con pasos inseguros hasta las sillas que estaban enfrente de mí —¿Qué es lo que quieres? Asumo que debe ser importante para arriesgarte a venir así...

Ella se acomodó sobre la silla antes de hablar.

—Alguien importante para mí ha desaparecido —Su voz era suave, delicada y con un tono airoso, como si suspirara cada que hablaba, o como cuando susurras. Sentí un escalofrío situarse en mi nuca y después recorrerme entero.

—Eso lo sé. ¿Desde cuándo? —Ignoré la sensación.

—Hace un mes.

—¿Y apenas te preocupas?

—Ella solía irse por semanas, era normal, esta vez no volvió...

—¿Tu hermana? —Bebí de mi vino sin dejar de verla. No estaba tan mal, tenía ojos medianos y oscuros, pestañas largas y cabello negro, tan negro que yo aseguraba que lo teñía para poder tener ese tono, nariz respingona y labios levemente gruesos y rosados, el tono de su piel era claro, bastante si soy sincero. Era delgada y a simple vista no había mucho que ver, lo que atraía era esa aura tranquila y hasta podría decir que sumisa.

—Así es, señor.

—De acuerdo... —Dejé mi copa y coloqué mis brazos sobre el escritorio para inclinarme hacía su dirección. Miré su pecho y la maldije por no usar escote, volví a su rostro —Puedo ayudarte, pero no estoy seguro de que tú puedas pagarme.

—Y-yo tengo la mitad, puedo traerle el res...

—No siempre es el mismo precio, varía por el caso y la dificultad. Acepto lo que tienes ahora, no prometo que no aumente...

—P-puedo trabajar, puedo trabajar incluso para usted y así poder pagarle, lo que usted desee, señor —Estaba desesperada y yo comenzaba a sentir calor por cómo pronunciaba ese "señor."

—¿Trabajar para mí, dices? ¿Qué se supone que harías, limpiar los suelos? —Me burlé.

—Seguramente lo haría mejor que la persona que ahora mismo se encarga de ello —Miró el suelo con desagrado. Mi sonrisa se borró y aclaré mi garganta.

—Bien. Eso lo veremos después... dame tu mano, necesito infor...

—Traje estos documentos y fotograf...

—No, confío más en mí, dame tu mano —Puse la mía sobre la mesa, ella, insegura llevó la suya a la mía. Cuando sus dedos tocaron la punta de los míos, sentí una corriente pasar por mi cuerpo, la tomé con fuerza cuando comencé a escuchar voces dentro de mi mente.


Veía todo borroso, escuchaba voces, risas y gritos infantiles. Mi vista comenzó a aclararse, pero no lo suficiente, me moví buscando ver donde estaba; era una habitación larga con muchas camas, en una de esas camas estaba un bebé, no fue difícil darme cuenta de que esa bebé era la chica.

Estaba en un orfanato, busqué por toda la habitación a alguien más pero solo me encontré con una monja viniendo a recoger a la bebé para llevársela...

Pasé a otro recuerdo. En este estaba la misma bebé, pero más grande, debía tener un año, estaba en el patio del orfanato, jugaba sola con las plantas, no había rastro de su hermana así que me fui a otro recuerdo.

La niña ahora tenía seis años, estaba en aquella habitación de muchas camas, estaba sola, no había rastro de su hermana.



Solté su mano sintiéndome algo agotado.

—¿Tu hermana no estaba contigo en el orfanato?

—¿Ah? ¿Cómo...? S-sí, siempre hemos estado juntas.

—Tú eres la menor.

—Sí, señor.

—No pude verla en ninguno de tus recuerdos... ¿por qué?

—Bueno, no lo sé. Supongo que ella siempre ha salido mucho y me dejaba sola...

La miro sin saber qué decir.

—¿Puede hacerlo, señor? —Cuestiona ella. Frunzo mi ceño ante su ridícula pregunta.

—¿Qué sí puedo hacerlo? ¿Acaso no sabes a quién has venido a ver, niña? ¿Tengo que explicarte lo que Inexorable significa? —Bufé indignado —Estos humanos de hoy en día, creen que saben todo. Cuando tengo un caso, siempre encuentro las respuestas.

Ella asintió lentamente, desvió su mirada para apreciar mi despacho, las ventanas estaban sueltas así que no había mucha iluminación. Me permití observarla mejor, en aquel recuerdo pude apreciar el mismo tono de cabello profundo, era un negro natural.

—¿Cuál es tu nombre? —Llamé su atención, su mirada se posó sobre la mía.

—Kim Adara, señor.

—¿Adara?

—Es un poco extraño, una monja en el orfanato me lo puso...

—La más hermosa... —Le susurré. Ella me miró al instante, alzó sus cejas luciendo sorprendida —Eso significa, es de origen hebreo.

—Ah.

—De acuerdo. Lo único que me queda es ir a tu casa, necesito revisar todo lo referente a tu hermana, no pude obtener algo de tus recuerdos, espero poder encontrar algo en tu casa. Escribe tu dirección aquí, trataré de ir lo más pronto posible, debes de tomar en cuenta que hay muchas más personas a las que les debo respuestas y tú no eres prioridad —Le entregué un papel. Ella tomó un lápiz y comenzó a escribir, me lo devolvió y se puso de pie.

—Muchas gracias, señor, voy a pagarle... —Hizo una reverencia.

—Hm.

La vi caminar a la salida con rapidez, me fue imposible no echarle un vistazo por detrás. Cuando la puerta se cerró, yo solo pude suspirar, miré la dirección en el papel...

Otro jodido caso más que debía realizar, otra persona más que debía hallar... me pregunto si en algún momento podría volverme a encontrar a mí mismo.


Me di cuenta de que la carpeta que ella traía la había dejado sobre mi escritorio, lo tomé entre mis manos y lo abrí. No había nada interesante, había notas, no me detuve a leer nada y fui hasta el final, eran tan solo dos fotografías, en ella salía una Adara más joven y a su lado había una mujer que evitaba salir en la foto, su cabello castaño y largo cubría por completo su rostro. En la otra foto solo salía una mujer de espaldas a la cámara.

No entendía por qué esta chica creía que esas fotos serían de ayuda en algo, no me daban nada de información sobre la persona a la que estaría buscando, aunque de todas formas tenía otros métodos de búsqueda que no requerían de nada más que de mí mismo.


—¡Señorita, el señor In pidió que nadie lo molestara...! —La puerta se abrió nuevamente dejándome ver esta vez a la señora Yumi tratando de detener a una joven rubia ya bastante conocida para mí.

—Señor In... —Me abanicó sus pestañas.

—Micca, pensé que no volverías... —Sonreí con burla, miré a Yumi —Déjela, yo me encargo.

La anciana, aunque esté mal que yo lo diga, asintió y se fue cerrando la puerta. Me puse de pie y caminé hasta la rubia que jugaba estúpidamente con su cabello.

—¿Vienes por más? yo que pensaba que te habías indignado la última vez... —Murmuré cerca de su rostro.

—Lo hice, pero sé que soy tú favorita... —Tuvo la intención de rodear mi cuello con sus brazos, le lancé una mirada que la hizo detener.

—Uy sí —Pronuncié con sarcasmo, por supuesto que ella no lo captó, me sonrió de forma pícara. La tomé de sorpresa cuando agarré su cuello con una de mis manos —Lamentablemente no eres diferente a las demás, voy a mostrarte lo que pasa cuando entras de esa forma a mi oficina.

La tomé del cabello y la arrastré hasta el sofá, en donde la lancé y le ordené que no se moviera. Fui hasta los cajones de mi escritorio y de él saqué una cuerda, mientras volvía a ella me quitaba mi cinturón.

—¿Qué vas a hacer? —Su voz tembló.

—Oh, no te preocupes. Te prometo que esto no durará mucho, aunque no puedo prometerte que te vaya a gustar, pero voy a pagarte la cita al médico. Quítate el jodido vestido...









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Así es, nuestra protagonista ya se unió al juego.

No olviden votar, y comentar, tal vez...

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