Lo miró desde dentro de su cálida limusina.

Sus lágrimas y mocos se mezclaban con la fría lluvia de afuera. Lo vio secarse, en vano, las lágrimas con la empapada manga de su sudadera, miró al cielo unos segundos y, tras soltar un suspiro, se puso de pie con calma y comenzó a caminar lejos de aquel parque del hospital.

—Síguelo —ordenó. El anciano chófer la miró y asintió, encendió el motor y se puso en marcha.

—Pero...

—Ni una maldita palabra, Kim NamJoon —le advirtió con dureza a su secretario.

Él se removió incómodo en su asiento y solo se dedicó a aguardar hasta que llegaran a donde sea que fuera ese chico.

Más de media hora después, llegaron al barrio donde había varios negocios bien posicionados. Él había mandado a buscar a alguien y aguardaba de pie fuera del recinto que tan bien conocía ella. Un rato después, salió el dueño del bar y se cruzó de brazos mientras el chico hablaba.

Min YoonGi, el dueño del bar, era caracterizado por ser radical y despiadado. Por algo eran buenos aliados la chica y él, porque se parecían.

YoonGi negó, dijo un par de palabras haciendo que el muchacho cayera de rodillas suplicando. Cuando se iba a ir, el chico lo tomó por la lujosa manga de su blazer, haciendo que los guardias de la entrada lo tomaran y le dieran un puñetazo al débil chico, iniciando así una golpiza para nada pareja.

Con total calma, la chica bajó del auto. Uno de sus guardias le colocó un paraguas sobre la cabeza y NamJoon le colocó su gabardina de piel de oso, color negro y de textura suave, sobre los hombros. Se acercó a esos hombres que golpeaban sin piedad a su “presa” mientras YoonGi veía sin expresión la paliza. Al notarla, su cara cambió. La joven miró lo que esos hombres hacían y luego a él. Rápidamente entendió y mandó a detener a sus hombres.

—Oh, mi bella dama —tomó su mano, cubierta por unos guantes negros a juego con sus zapatos, cartera y gabardina, y besó justo en sus anillos.

Rápidamente le arrebató la mano de sus sucios labios con enojo. Miró a NamJoon a su lado.

—Llévenlo al departamento y que el doctor Kim cure sus heridas —su secretario dio un asentimiento con su cabeza y le indicó a dos hombres de su guardia que lo llevaran dentro de una de las camionetas que venían siguiendo su limusina—. Y encárguense de esos dos.

Miró a YoonGi, quien la observaba como si se hubiera vuelto una mujer bicéfala. Sonrió y juraba que lo vio temblar.

—¿No me invitarás a entrar... querido amigo? —el hombre de piel pálida tragó duro y se hizo a un lado con temor.

Hola, hermosas personas de Wattpad
¿cómo se encuentran de salud?
Espero que bien.

Les traigo una nueva novela que he estado re-escribiendo últimamente y es una idea que tenía en borradores hace tiempo, espero que les guste.
Está disponible también en NovelToon, por si gustan, vayan a dar apoyo allá también 🤡

Un saludote, su Sandy.

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