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Capítulo 31

Isaí Müller.

Lo acepto, no me siento culpable.

No es como si me hubiera robado las esferas del dragón, solo fue un beso, un buen beso. Y por desgracia nos interrumpieron.

Jodida vida, no, la vida no tiene culpa, la bibliotecaria sí, ella tiene toda la culpa.

Pobre de mi Janeth.

Ella si se miraba nerviosa, asustada e inquieta, su padre parecía alguien demandante y con poder, su madre era todo lo contrario, estaba sería, sí, pero se miraba más tranquila y relajada.

¿Me sentí ofendido cuando dijo, que le habían llegado rumores de que su hija estaba saliendo con un chico que se drogaba?

No.

He visto cambios en mí, a pesar de que antes era ese típico chico que aparentaba ser malo, mientras se escapaba de clases y hacía lo que le daba la gana, bueno, ese chico ya no existe, o al menos eso quiero llegar a creer, que he cambiado.

Y aunque sigo escuchando esos rumores que decían de mí,  ya no son como antes, esos que decían:

Ese es Isaí Müller, ese chico tiene un nombre que lo define: problemas.

Isaí Müller, no es el chico que se droga con píldoras.

Isaí Müller, dicen que ese chico se robo una motocicleta.

Ni siquiera he probado un porro, y decían que me drogaba porque que me miraban con cigarros y esa mierda, eso era mentiras, nunca he fumado, lo único que me hacía sentir que dejaba la realidad eran píldoras.

No fue fácil ir fuera de la ciudad para ir a una clínica de rehabilitación, mi madre me llamaba todas las noches para saber como me sentía, o si miraba cambios en mí, ella siempre estuvo ahí.

Antes de que empezará con esa adición, tenía algo planeado: lograr enamorar a Janeth Blythe. Ella siempre fue mi prioridad, quería que ella se fijará en mí, pero todo cambió cuando pasó lo de mi papá.

Yo estaba ahí cuando el sufrió ese accidente, siempre lo he dicho, me sentí culpable, porque él estaba hablando conmigo cuando la lluvia caía y hizo que papá perdiera el control.

Mierda, estaba enojado porque sentí que por ir conversando conmigo se desconcentro y pasó lo que pasó.

Todo el jodido colegio se dio cuenta, y sé que Janeth también lo supo, ella siempre me miraba y me sonreía, pero estaba tan enojado conmigo mismo que ignoraba esas sonrisas. Hasta que un día esas sonrisas que me dejaban más idiota por ella dejaron de estar presentes. Me sentí más enojado conmigo.

—¿Vas a invitar a Janeth a ese dichoso baile? —me pregunto Darién mientras miraba la pantalla del televisor y jugábamos FIFA.

—Ah, ese baile, no sé, no me gustan esas cosas.

—Te entiendo, no es tu estilo, eres más de conciertos masivos de rock.

—Si por mi fuera la llevará a uno.

—Hazlo.

—Ella no se sentiría cómoda ahí.

—Que caballeroso me saliste.

—Solo con ella.

Darién me ganó esta partida por el simple hecho de estar desconcentrado pensando en ella, Janeth.

Pausamos la partida y deje el control del play a un lado, revolví mi cabello con desesperación. Y suspiré pesadamente, queriendo salir a buscarla y saber que le dijeron sus padres.

—¿Qué rayos te ha hecho? —dijo Darién.

—Mhu.

—Janeth, ahora tu mundo gira en torno a ella, y no digo que está mal, porque joder, sí que esta bien, mi mejor amigo se enamoro, pero es raro conocer esta faceta tuya, nunca te había visto perder la cabeza así por alguien.

—Yo tampoco pensé llegar a sentirme esta manera, pienso en ella siempre, y se me hace algo ridículo porque no creí pasar por esta mierda del amor, pero estoy jodidamente feliz de que ella sea quien me haga perder la cabeza.

—Mierda si te tiene mal.

—Y es un jodido privilegio.

Darién suspiro y asintió confundido.

No me siento incómodo hablando de este tema con él, es mi mejor amigo y tenemos la máxima confianza para hablar de este tema, y no es primera vez que el tema del romance sale en nuestra conversación.

Darién también se ha enamorado, era una chica, ella lo traicionó, él se sintió decepcionado, destrozado y humillado, por esa razón también le dije que se cambiará de colegio, aceptó sin dudar, y Darién también cambió y decidió tener eso de “relaciones de una noche” le dije que eso era algo inmaduro, pero también pensé en que estamos jóvenes y hay que experimentar cosas.

—¿Qué pasó con la chica? —pregunté, recordando a la chica nerd.

—Somos totalmente diferentes.

—Dicen que los polos opuestos se atraen.

—Bueno, quien dijo eso se equivoco.

—¿Qué pasó?

—Ella quiere un príncipe azul, chocantes, rosas, osos de peluche, salidas al cine, yo no le puedo ofrecer todo eso.

—¿No?

—No, yo fui muy directo con ella, le dije que es lo que siempre hago, le conté mi pasado, le dije porque soy como soy con esas cosas del amor, y ella simplemente me dijo: entonces no me busques porque yo si quiero un novio tierno.

—Vaya mierda.

—A ella le gusta Harry Potter, a mi me gusta La saga del conjuro.

—Polos opuestos.

—Ella quiere un cuento de hadas, corazones y todo eso ¿Qué le puedo ofrecer de lo que ella quiere? nada, no soy un chico romántico.

—Yo tampoco lo soy.

—¿Cómo fue tu primer cita con Janeth? —me miró y centro toda su atención en mí.

—Solo caminamos, llegamos a una venta de garaje y ya. No fue la mejor.

—¿Ella se quejo? ¿Ella se enojo? ¿Ella en algún momento te dijo que no eras su tipo?

Fruncí mi ceño.

Entendí rápidamente a dónde está yendo esta conversación. Su relación anterior.

—No —respondí.

—Ella te acepta tal como eres, es como si el destino los hubiera elegido para estar juntos, ustedes se estaban esperando.

—No fue fácil.

—Esa chica te quiere, Isaí, cuídala.

—Lo hago.

—A veces pienso que no te quiere, los he observado a ambos, ella te ve cuando estas distraído, te mira como si fueras la octava maravilla del mundo, y tú no digamos, por eso te digo que pienso que no te quiere, pienso que ella te ama.

No dije nada y no aparte mi mirada del televisor de Darién.

Seré honesto nunca he llegado a pensar a tanta profundidad en mis sentimientos, sé que quiero a Janeth, pero amarla es un sentimiento más grande, y si es que sí la amo no voy a sentirme mal, sabré que es lo que realmente quiero.

Si mi yo de hace unos meses atrás me escuchara se reiría de mí, por ser tan vulnerable con tan solo mencionar a Janeth.

—¿La amas? —mire a mi amigo.

No respondí.

—La quiero.

—La amas, Isaí, no es que yo sea un experto en el amor, pero sé que la amas, te conozco.

—Ni siquiera sé porque estamos hablando de esto.

—No intentes evadir el tema, o tus sentimientos.

No responderé nada y haré lo que siempre hago cuando estoy bajo presión: evado el tema.

Negué con mi cabeza y sonreí.

—¿Desde cuando te volviste tan bueno dando consejos de amor?

—Desde que me rompieron el corazón.

—¿Ahora eres el ayudante de cupido o algo así?

—Doctor cupido, por favor.

—¿Y tú a quien llevaras a ese dichosos baile?

—Yo no quiero ir, pero iré por una cosa: echar alcohol al ponche.

—Te ayudaré, distraeré a los maestros.

—¿Lo harás?

—Lo haré.

—Se enojara tu novia.

—Mi novia quiere una vida llena de adrenalina, ella quiere diversión.

—Ya dijiste que su vida es aburrida.

—Tal vez lo es un poco, o lo era antes de conocerme.

—¿No has hablando con ella?

Negué.

—¿Por qué? —cuestiono.

—Porqué supongo que todavía está hablando con sus padres, se miraban enojados, parece que la conversación duraría todo el día.

—Que ridículo, ahora por nada los llevan a dirección, un beso, por un beso llamaron a sus padres.

—También pensé lo mismo.

—¿Y tu mamá que te dijo?

—Nada.

—¿Nada?

—Nada —me levante —, tengo que irme, me toca hacer mi cena, mamá llegará hasta mañana.

—Espero no tengamos que tener un incendio en el vecindario —se burló.

—Aunque no parezca cocino bien.

—¿Isaí Müller cocinado? Sí, claro. Harás una de estas opciones: iras a pedirle comida a tu hermana o pedirás pizza.

—Creo que es más posible que vaya a mendigar la cena donde Marbella.

—Yo sé que no tocaras ni un sartén.

Me acerque a la ventana, este es el vecindario más aburrido a mi parecer, ni siquiera perros pasan, todo aburrido e insípido. Mi casa estaba enfrente y la de Marbella al lado de la mía, ella estaba entrando junto a su esposo.

Hice una mueca cuando ella entró y él miró su trasero. Negué y me aleje, un Darién apagando su televisor estaba ahí, andaba solo una calceta y una playera de las tortugas ninjas, junto con un short negro, y su cabello negro echo un desastre.

—Me voy —dije —mi hermana llegó a su casa.

—Claro, tienes que avisar que iras a cenar con ellos.

—No, solo iré a avisar que me dé de cenar, cuando me sirva mi comida me voy a casa y veo alguna película de terror o algo.

—O llamas a tu rubia para que venga y que te haga compañía.

—O mejor me voy porque eres mala influencia. —me burle.

—¿Yo mala influencia? Ja, nunca, que te hayas metido a la casa de Janeth no fue mi idea.

—Sí la fue.

—Te di la opción y te fuiste.

—El 50 por ciento fue tuya.

—Y el otro 50 fue tuya.

Me encogí de hombros, mire la hora de mi celular eran las cinco de la tarde. Después de haber pasado lo de la oficina del director nos despacharon, no porque el director quiso, solo fue porque iban a fumigar todo el lugar, y arreglar para el dichoso baile.

Salí de la casa de Darién, y fui directo a casa de Marbella, soy honesto a veces me enojo con ella, pero no soy orgulloso y necesito cenar, y yo no quiero cocinar.

Estos últimos meses solo hemos sido, mamá y yo, y ella siempre se iba muy temprano o llegaba muy tarde, así que tuve que aprender hacer mi comida. Pero mi hermana es mi vecina, y ella no me negara.

Toque el timbre y Sebastián el esposo de mi hermana salió, me miro con el ceño fruncido, y entiendo su confusión, yo aquí no paso ni siquiera a saludar.

—¿Y Marbella? —pregunté.

—Tenía náuseas y fue al baño.

—¿Por qué le dieron náuseas? ¿Comió algo y le hizo daño?

Él negó con su ceño fruncido.

—Es por el bebé —dijo.

—Ah, cierto, olvide que la habías embarazado.

Él asintió y me hizo señas para entrar, realmente es primera vez que entro a esta casa, literalmente. La casa es el estilo de Marbella: Aburrido y de colores opacos.

—¿Qué te trae aquí? —Sebastián ladeo su cabeza y se cruzó de brazos.

—Nada en especial.

Él abrió su boca para decir algo pero la cerró cuando escucho unos pasos acercarse.

—¿Isaí? —Marbella limpiaba su boca con una toalla —¿Qué haces aquí?

—Nada en especial.

—No te voy a prestar dinero, nunca me pagas.

—No venía a eso, y sí te pagué la última vez.

—Corrección, pagaste con el dinero que mamá te dio.

—Como sea. Mamá no vendrá hoy, así que estaría muy bien que me dieras de cenar, gracias.

—Ah, era eso —Marbella asintió —¿Te quedaras?

—No, aun es temprano.

—Bien, a las siete tienes que estar aquí, soy muy puntual con respecto a la comida, lo sabes muy bien.

Asentí, Marbella hizo una mueca de asco y respiro, Sebastián seguía ahí viéndola pendiente por si llegaba a pasarle algo. Di un paso atrás. Marbella camino a la cocina para servirse un vaso con agua.

—Estaré aquí a las siete —informe.

—Esta bien.

Salí de la casa de mi hermana.

Lo primero que hice cuando entre a mi habitación fue quitarme la playera y tirarme a la cama, agarre mi celular. Mi celular es aburrido, las conversaciones más interesantes que tengo son con Janeth, y para suerte mía las notificaciones que tengo son de ella; hace cinco minutos, el mensaje decía:

¿Me llamas? Estoy aburrida, tenemos mucho de que hablar.

Sin dudar marqué su numero, se escucha que empieza a sonar, nadie contesta, cuando estoy a punto de colgar la llamada, alguien respondió:

—Aquí Jaciel, ¿Allá quien?

—¿Esta... —no pude terminar de decir nada porque el celular cambió a otra persona.

—Janeth no está —pude reconocer la voz de Noah —llámala mañana, hoy está indispuesta.

—¿En serio? —dije.

—Sí, créeme está muy confundida, está llorando, y dejó su celular aquí, mejor dejala un rato a solas para que piens..

—¿Qué rayos están haciendo? —era la voz de Janeth —me pierdo cinco minutos haciendo Sándwich para los tres y ustedes estan revisando mi celular.

—No lo estábamos revisando.

—Noah, tienes mi celular en tu oído ¿Con quien estas hablando? Dámelo.

No sé que está pasando pero se escucho que algo cayó al suelo, Noah dijo algo y Janeth le decía: ahora arregla eso, y la risa del menor de los Blythe se escuchaba.

—¿Sigue ahí? —ella pregunto

—Sigo aquí.

—Disculpa por lo que acaba de pasar.

—Nah, tranquila ¿Estás bien?

—Lo estoy, ¿y tú?, ¿Me disculpas un momento?

—Sí.

—¿Pueden callarse? Estoy en medio de una llamada, ustedes no respetan la privacidad —Janeth se escuchaba irritada —sean respetuosos, gracias.

—Janeth, estas en la sala, este es el lugar con menos privacidad en toda la casa —Noah respondió.

—Janeth, sería mucho mejor que nos ayudes con esto.

—No puedo, estoy en medio de una llamada importante.

—Claro, como si estuvieras hablando con Jonny Deep.

—Jaciel, eres el menos indicado para hablar —dijo Janeth, y apuesto que rodo sus ojos —mil disculpas, Isaí. ¿Cómo estas? ¿Te dijo algo tu mamá? ¿Te dijo que me tenías que terminar conmigo?

—Janeth, no seas exagerada, no te dijeron nada a ti, ¿qué le pueden decir a él? Nada. —Noah dijo, y se reía.

Sigo con mi apuesta de que ella está rodando sus ojos.

—Ignora eso ¿Qué te dijo tu mamá?

—Nada, vendrá hasta mañana, todo está bien, no te preocupes, ella ni siquiera habló de lo que pasó.

—Eso me alegra mucho, ¿Y cómo estás?

—Aburrido.

—¿Por?

—No tengo nada que hacer.

—Yo tampoco tengo nada que hacer.

—¿Crees que te den permiso de salir conmigo después de la cena?

—Mmm, tengo que preguntar.

—Espero y si puedas, se me ocurrió hacer algo.

—Ay, ¿Qué esta pasando por tu mente, Müller?

—Nada malo, Blythe.

—Müller.

—Blythe —dije, me levante para cerrar la ventana —. Enserio, no es nada malo, confía en mí.

—Lo hago, siempre lo he hecho.

—Sé que lo haces, bonita.


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