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Capítulo 16

Janeth Blythe

¿Donde dije que no iba a ir?

A la casa de Isaí.

¿Y dónde estoy?

Fuera de la casa de él.

No es posible que este afuera de la casa de Isaí cuando fui exactamente directa con él diciéndole que no iba a venir a su casa, y véanme aquí estoy, pero no pude resistirme.

Soy débil ante sus ojos.

Eso fue tan cursi.

No quise entra a su casa me dijo que solo estaba su mamá y pues eso me dio mucha vergüenza, por eso me quedé afuera esperándolo dijo que iba a llevar su mochila y que vendría rápido.

—¡Isaí! —escuche una voz fémina.

—¿Si? —respondió él.

La puerta se abrió.

Estaba él parado con unas llaves en sus manos y una señora de ojos azules cabello negro y vestía muy elegante ¿Su mamá?, estaba a su lado.

—¡Dijiste que!... —no termino de decir porque sus vista cayó a mí —Hola

—Hola —respondí amable.

—Soy Claudia Müller, un gusto concerté soy la mamá de Isaí ¿y tu nombras es?

—Janeth Blythe.

—Un placer conocerte.

—Gracias, igualmente.

—Mamá tengo que irme. —dijo Isaí.

—Esta bien, llegas temprano —respondió ella muy amable, su voz era suave pero firme.

—¿Nos vamos? —me pregunto Isaí.

Asentí.

—Mucho gusto conocerte Janeth. Espero volver a verte. —dijo.

—Gracias, igual, nos vemos —respondí.

Ella sonrió y cerró la puerta.

Eso fue incómodo.

Yo pues tenía que seguír a Isaí así que camine detrás de él, abrió el garaje y había una moto de dos ruedas y un auto, mire que se subió a la moto.

—No lo haré —dije.

Él me miró con confundido.

—¿El que?

—Subirme a esa cosa —dije —¿Y desde cuando sabes manejar motos?

—Hace tiempo.

—¿Cuánto tiempo?

—No sé, como dos años.

Y encendió la moto para sacarla del garaje bajo de ella y volvió a bajar la puerta del garaje.

—Sube —dijo

—No.

—Vamos, te traje un casco —me mostró uno que andaba en su mano.

Me lo extendió, lo agarre muy dudosa por no decir que con mucho miedo, y él se agarro otro. ¿De dónde los trajo que no me di cuenta?

—Sube —volvió a decir.

—Nunca me he subido a una.

—Nunca he subido a alguien en mi moto.

Su moto.

Tengo mucho miedo de subirme, acepto que soy uja cobarde que no tiene el valor de subir, pero vamos la moto se ve muy linda, es de color negra, pero tengo el presentimiento de que si me subo voy a caer.

—Serias la primera —siguió hablando y volvió a subir a su moto.

—Que honor —cruce mis brazos.

—Sube, Janeth. No te va pasar nada, iré lento.

—Bien, ni siquiera se adonde me llevas ni para que hicimos tanto show.

Subí a la moto, y sentí que mi cuerpo se ponía como gelatina, estaba aterrada, me puse el casco, respire profundo antes de empezar esto que haré por primera vez, sentí las manos de Isaí sobre las mía y las puso en su cintura.

—Así es mejor —escuche decir — y créeme tampoco recuerdo el porqué vamos para allá —escuche reírse. — ¡Lista!

—¡No!

Y la moto empezó a avanzar, sentí que en mi estómago tenía un hoyo y si eso lo de las famosas mariposas existe, están teniendo una batalla dentro de mí.

Mi cabello se levantaba por el viento, Isaí esquiva muchos auto, debería de decir que siento que estoy volando pero no es así, siento que este es mi camino a la muerte, dijo que iba ir lento y para mi esto no es lento, nada lento.

Mire todos los lugares tratando de saber donde íbamos pero no conozco el lugar, estamos muy lejos de donde vivimos, y es cierto no hay carros ni casas ni siquiera perros o gatos, solo aves rondando el lugar.

La velocidad bajó, y sentí una sensación de tranquilidad cuando él se detuvo.

Parecía que estuviera huyendo de alguien.

—¿Llegamos? —pregunté quitándome el casco.

—Sí.

Baje rápido y sentí una gran alegría al tocar el suelo.

—Tierra —dije.

—No seas exagerada —dijo y bajó de su moto y puso el casco encima de la moto.

—¿Exagerada? sentí que me moría.

—Si eres muy dramática, podré acostumbrarme —dijo —llegamos.

—¿Qué es este lugar?

Movió la moto a una pared y los cascos los dejo a su lado detrás de una piedra que la cubría un monte alto.

—Bueno es un... —lo interrumpí:

—Un parque embrujado.

—corrección, un parque abandonado.

—Es lo mismo. —dije.

—A mi nunca me han asustado o algo así y eso que he venido de noche.

—¿Cómo encontraste este lugar? —empezamos a caminar.

—Bueno agarre mi moto y iba sin rumbo y pues llegué aquí, esta solo, sí, pero nadie molesta.

—Es lo mas emocionante que me ha pasado.

Y cierta parte lo es, nunca había venido a un parque embrujado o abandonado, como se quiera llamar.

La maya estaba abierta, más bien dicho, alguien la corto y por ahí pasamos para poder entrar, el lugar estaba hecho un desastre habían de esos carritos chocones volcados, había una montaña rusa llena de aves en ella, puestos de comida vacíos, y todo lo demás tenía basura y lo único que seguía de pie eran unos columpios.

—Tu vida merece más adrenalina —dijo —y dejar de preocuparte por lo que digan de ti.

—Tal vez.

—¿Alguna vez has visto un barranco?

—Solo en el tele. —afirme.

—¿Quieres ver uno?

—Sí.

Camine detrás de él y podía sentir el aire cada vez más fuerte y las nubes escondían el sol y si ahí había un barranco, y a lo lejos se podía ver la ciudad siendo transitada por los autos.

Esto es muy aterrador y lindo, es la primera vez que vengo a un lugar así, nunca salgo de mi casa, y si lo hago es con mi familia, y para ser honesta ahora mismo me siento como una chica rebelde, porque no le avise a mamá.

—¡Wow! —dije.

—¿Enserio nunca habías visto un gran abismo?

—No, jamás, mi vida es aburrida.

—Me encargaré de que tu vida sea mas divertida —dijo.

—¿Cómo?

—De eso me encargo yo.

Su vista volvió a la calle transitada y por un momento olvidé todo, la hora, los demás, hasta la verdadera razón por la que habíamos venido aquí.

Como he dicho mi vida es aburrida y rara, nunca he tenido esa libertad de poder salir con amigas, no porque mis padres no me den el permiso, solo que nunca he sido una chica social, le hablo a muchas personas pero eso no los hace mis amigos.

—¿Recuérdame porque veníamos?

Él me miró.

—El beso.

—Ah, fue culpa del alcohol.

—Como tu digas, ¿te arrepientes?

Quisiera decir que sí, pero no recuerdo como eran sus labios ni su tacto sobre mi, mi mente está en blanco ante el recuerdo de esa noche, así que no sé que responder.

—Yo no —lo mire —y lo hiciera otra vez.

—¿Hacer el que? —pregunté.

—Besarte. —él afirmó.

Estoy segura que estoy sonrojada porque siento mis mejillas arder mis manos sudar y otra vez esa misma sensación en mi estómago.

¿Y ahora que le digo? Que también quiero que me bese y sentir sus labios.

—Y también sé que tú quieres —volvió a hablar.

—¿Qué?

—¿También quieres que te bese verdad, Janeth?

—Ah... —no tartamudees —ni siquiera sé... que estamos haciendo aquí... ¿Sabes la hora?

Una sonrisa se formó en sus labios y los remojo.

—No me vayas a odiar.

—¿Por qué? —pregunté.

—Porque lo haré —se acercó y su susurro en mi oído —Te besare, Janeth. —una voz ronca salió de él.

Se acercó a mi rostro, su nariz rozó con la mía, y lo hizo, sus labios se apoderaron de los míos, se movían lento y se sentía bien, y no pude resistirme y seguí el beso, sus labios eran suaves su mano bajo a mi cadera y me acerco más a él, mi mano subió a su hombro y así seguimos con un beso largo.

Con que así es como es besar a Isaí, porque es increíble, no lo voy a negar, se siente bien sus labios.

Ambos nos separamos y nuestros pecho subían y bajaban tratando de recuperar el aliento, su mano acarició mi mejilla y paso unos cabellos rebeldes que se movían por el viento y los coloco detrás de mi oreja.

—¿Te arrepientes, Janeth?

—No.


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