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Capítulo 16: El tic-tac de un corazón

Una castaña tras cerrar la puerta de su departamento, se recostaba junto a esta, mientras pensaba: Esto no puede estarme pasando Tsubasa está en Japón, en Japón.

De los ojos de la castaña brotaron unas lágrimas, al tiempo que la voz de su ex vino a su mente, diciendo unas palabras que incrementaron los latidos de su ya acelerado corazón.


Son diez años de no vernos, pero me parece que no hubiera pasado el tiempo, tú sigues igual de bella y tierna.


Tsubasa, ¿por qué has decidido volver?, aún podías seguir haciendo crecer tu carrera futbolística, pensaba la castaña, cuando la voz de su ex vino nuevamente a su mente.


¿En qué piso vives?, yo estoy en el décimo piso.


¿Habré hecho mal en decirle qué departamento ocupo?, pensó la castaña, cuando su celular sonó. La joven como autónoma saco el mismo de su bolso y leyó el menaje que le había llegado.


Sé que me despedí de ti hasta mañana, pero no quería dormirme sin decirte una vez más que ¡te amo! y que estoy contando los días para nuestra boda. ¿A ti te pasa lo mismo?, ¿estás tan ansiosa como yo por que llegue el día?


Mi boda, mi boda con Kanda, pensó la castaña, mientras miraba el mensaje. Tras algunos segundos la joven empezó a escribir en su celular.

En tanto:

Un joven de cabello desordenado, tras dejar la basura en el lugar que le correspondía regresaba al edificio, mientras pensaba: Sin duda es el destino, y él nos quiere nuevamente juntos, pero esta vez para siempre.

Esa noche ninguno de los jóvenes pudo dormir bien, uno debido a la inmensa alegría que sentía de saber que la mujer que amaba y que pretendía recuperar, estaba en el mismo lugar que él, y la otra joven debido a la mezcla de emociones que estaba sintiendo, tras haberse encontrado con su ex, y haberse enterado que este estaba viviendo en el mismo lugar que ella.

Al día siguiente:

Tsubasa se levantó lo más temprano que pudo, se aseo, se cambió de prendas y fue al departamento que la castaña le indico. Luego de tocar el timbre por cuarta vez, la puerta del departamento se abrió, y por la misma salió una castaña vestida con traje de ejecutiva, quién al verlo, lo miro sorprendida.

¿Cómo amaneciste Sany?, yo ni pude dormir de la emoción de volverte a ver, decía con una cálida sonrisa Tsubasa, mientras pensaba: Mi bella Sanae.

Amanecí bien, dijo Sanae, con la mayor calma que pudo.

Espero y aún no hayas desayunado, pues vine a invitarte a desayunar conmigo, agrego el apuesto joven.

¡Gracias! pero ya quede con,..., decía la castaña, pero fue interrumpida por su ex.

¿Entonces podríamos almorzar o cenar juntos?, añadió Tsubasa, con aquella encantadora sonrisa que estremecía el corazón de la castaña.

Quizá otro día, hoy me es imposible, respondió Sanae, mientras sentía su corazón latirle a prisa, pero ella no era la única que se sentía así, su ex estaba experimentando lo mismo.

¿Me puedes dar tu nuevo número de celular?, ayer se me olvido pedírtelo, dijo el joven de cabello desordenado.

Claro, respondió la castaña, mientras Tsubasa sacaba su celular y al desbloquear el mismo dejaba ver la imagen de fondo de pantalla de este.

Sigue conservado como fondo de pantalla aquella foto que nos tomamos cuando cumplimos nuestro primer mes juntos, y que ambos decidimos colocar de fondo de pantalla en nuestros celulares y que yo borre hace algunos meses, pensó la castaña, al ver que el fondo de pantalla del celular de su ex.

Como ya tendré tu nuevo número nos podremos contactar y ponernos de acuerdo para cenar juntos, agrego el joven de cabello desordenado, haciendo una pausa para acotar: Tenemos tanto de qué hablar.

La castaña no le respondió nada, solo se limitó a darle su nuevo número de celular a Tsubasa, luego de ello, este se despidió de ella con un beso en la mejilla que incremento los latidos del corazón de ambos, y tras de ello Sanae entro al lugar donde vivia, al tiempo que una hermosa joven salía de un ascensor y al ver al joven de cabello desordenado se acercó a este.

¿Qué haces tan temprano fuera de tu departamento?, escucho el joven.

¡Larissa! dijo Tsubasa, sonriendo como bobo.

¿Qué tienes?, te noto extremadamente feliz, agrego la joven.

Sanae, Sanae vive en este mismo edificio, respondió Tsubasa, dejando sorprendida a su amiga.

¡Vaya! ¿no me digas que justo aquí?, dijo Larissa, mientras su amigo asentía. Sin duda es el destino, pronunció la joven, haciendo sonreír a su amigo.

Departamento de Sanae:

¿Por qué me haces esto Tsubasa?, pronunció la castaña, mientras posaba su mirada en una foto que estaba sobre una mesa, en ella estaba ella y su prometido. Tengo que serle leal a Kanda, hasta con el pensamiento, pero tú no permites ello, y para colmo te di mi número de celular, agrego la castaña, cuando un pensamiento cruzo por su cabeza: Kanda.

La joven se fue al servicio higiénico, se hecho agua en su rostro, se secó con una toalla su rostro, se colocó un maquillaje ligero, salió del lugar, tomo su cartera, unas carpetas y salió de su departamento, al hacerlo su celular empezó a timbrar.

Amor, acabo de llegar, ¿subo o te espero fuera?, escucho.

Ya estoy bajando, dijo la castaña.

Bien, te espero entonces, escucho.

Sí, respondió la castaña, mientras pensaba: ¿Debería decirle a Kanda que me encontré con Tsubasa y que él está viviendo en el mismo edificio donde yo vivo o no se lo digo?

A la mente de la castaña vino la voz de su prometido, diciendo unas palabras que le hicieron aclarar su duda.


La lealtad, el respeto, el compromiso, la confianza, la honestidad, serán los pilares de nuestra relación.


La honestidad, si, debo ser honesta con Kanda, él debe saber que me encontré con Tsubasa y que él está viviendo en este mismo lugar, pensó la castaña, mientras abordaba un ascensor.

Minutos después:

Mi hermosa Sanae, ¡buenos días! decía Kanda, mientras su prometida llegaba junto a él, y depositaba un beso en su mejilla.

¡Buenos días! pronunció Sanae, con una ligera sonrisa en su rostro, a pesar que su mirada reflejaba cierta inquietud.

El hombre de porte atlético abrió la puerta del auto para que su prometida lo aborde, luego él hizo lo propio y encendió el auto.

Era cierto, pronunció la castaña, mientras su prometido iba manejando.

¿Qué?, respondió el joven de porte atlético con calma.

Tsubasa está en Japón, agrego Sanae.

¿Volviste a ver los noticieros?, contesto Kanda, tratando de mantener la calma.

No, dijo la castaña, haciendo una breve pausa para añadir: Me lo encontré casualmente.

¿Dónde lo encontraste?, pronunció el joven de porte atlético con calma, saliendo de la pista para estacionar su auto, y poder continuar con la conversación con su prometida.

En el edificio donde vivo, él también está viviendo en este, contesto Sanae, tratando de mostrarse calmada.

¡Vaya casualidad! dijo Kanda con cierta ironía, que pasó desapercibida por su prometida, haciendo una breve pausa para añadir: Supongo que te sorprendió verlo.

La verdad sí, no espere volverlo a ver después de tantos años, respondió la castaña.

Lo imagino, ni yo espere que regresara, contesto el joven de porte atlético, respirando profundamente, para acotar con calma: ¿Qué más hablaron amor?

Me dijo que no renovó con su equipo y que vino para quedarse en Japón, pronunció Sanae, haciendo una pausa para añadir: También me pidió mi número de celular, ya que él desconocía mi nuevo número.

¿Y se lo diste?, contesto Kanda.

Sí, respondió Sanae.

Hiciste bien, después de todo siguen siendo amigos, ¿no?, agrego con la mayor calma posible Kanda.

Así es, dijo Sanae, sintiendo una opresión en su pecho.

¿Y de hecho también le diste el número de tu departamento?, acoto el joven de porte atlético.

Sí, también se lo di, contesto un tanto apenada la castaña.

No te preocupes, yo comprendo, así lo de ustedes terminará, ambos siguieron con su amistad, y yo no veo malo ello, dijo Kanda, haciendo una pausa para agregar: ¡Vamos a desayunar! o llegarás tarde a tu trabajo, en el camino me sigues platicando sobre tu encuentro con tu amigo Tsubasa.

El hombre de porte atlético encendió a su auto y continuo su camino, mientras la castaña miraba hacia la ventana, mientras decía: No hablamos nada más, él quedo en llamarme para que me cuente de lo que hizo en estos diez años.

Me parece bien, como te dije, es tu amigo, yo entiendo ello, respondió Kanda, mientras manejaba.

Luego de ello, no volvieron a hablar del tema Tsubasa, Kanda manejo en completo silencio, mientras la castaña iba pensando en todo lo que estaba viviendo.

Tras desayunar con su prometida, Kanda la llevo a su trabajo y luego él fue al suyo, pero como era de esperarse no pudo concentrarse como debía y decidió ir por un trago a un bar café.

En tanto:

Comprendo, no te preocupes Tsubasa, y suerte con tu visita sorpresa en el centro de trabajo del amor de tu vida, decía Larissa.

¡Gracias por ser tan comprensiva! contesto el hombre de cabello desordenado.

No es nada, la comprensión, es una de mis mayores virtudes, dijo Larissa sonriendo, luego de ello salió del departamento de su amigo, mientras pensaba: Tsubasa esta tan feliz que ni se fijó en mi nuevo cambio de look.

Ahora a ir por esas rosas y luego a darle la sorpresa a Sanae, pensó Tsubasa.

Minutos después: "Café - Bar"

Larissa entraba a un discreto café – bar, al tiempo que, en la barra del mismo, un joven de porte atlético y mirada meditabunda, se encontraba bebiendo un trago, mientras pensaba: ¿Cuáles son tus intenciones Tsubasa?, ¿Qué debo hacer?, Sanae dice que estás viviendo en el mismo edificio que ella, además le dijiste que quieres hablar con ella...

El joven estaba tan inmerso en sus pensamientos que ni noto el momento en que una hermosa joven se sentó junto a él, tras haber sido acompañada por un mesero hacia la barra.

¡Gracias por su comprensión señorita! decía el mesero.

No se preocupe, además aquí también puedo tomar mi café, ¿no?, y como no quiero esperar hasta que se desocupe alguna mesa, aquí está bien, respondió Larissa con una cálida sonrisa.

Claro señorita, yo voy por su pedido, agrego el amable mesero.

Una vez que él uniformado se alejó, Larissa, poso su mirada en el joven que estaba en el asiento contiguo de la barra, mientras pensaba: Es apuesto, pero su mirada es tan triste.

Sírvame uno más, pronunció Kanda.

No crees que es muy temprano para andar bebiendo, dijo Larissa, mientras pensaba: ¿Dónde he visto su rostro?

El joven de porte atlético giro su rostro para ver quién era la chica que se atrevía a darle un consejo, y se encontró con una hermosa joven de piel bronceada, ojos verdosos y cabello ondeado un tanto castaño.

El alcohol tan temprano, y sin haber probado algún alimento es dañino para la salud, dijo Larissa, con una encantadora sonrisa.

¡Gracias por el consejo! pronunció Kanda.

No le sirva un trago, mejor dele un vaso de agua no más, agrego sonriendo la joven.

¿Qué?, dijo el barman.

Hágale caso a la señorita, ya no me sirvas otro trago, mejor dame la cuenta, contesto Kanda.

Como diga joven, respondió el barman, mientras le alcanzaba la cuenta al joven de porte atlético.

¡Gracias por evitar que caigas en las redes del alcohol! dijo Kanda, mirando a la Larissa, luego de ello cancelo la cuenta, se puso de pie, dejando a la joven con el corazón un tanto acelerado.

No creo volver a verlo, pensó Larissa, mientras llevaba sus manos a la altura de su corazón.

Mientras tanto:

La castaña recibía la llamada de su secretaria, quién le decía que tenía una visita.

¿Una visita?, pronunciaba la castaña.

Sí, no quiso darme su nombre, me dijo que quería darle una sorpresa, agrego la secretaria, con cierta incertidumbre.

Pues has pasar a esa visita, dijo extrañada Sanae.

Tras algunos minutos un hombre de gorra, lentes oscuros, y traje sport entraba a la oficina, llevando un canasto con rosas, haciendo que la castaña intuya quien era.

Me retiro, pronunció la secretaria.

Tras cerrarse la puerta Tsubasa se sacó los lentes oscuros y la gorra y sonrió mientras decía: ¿Te sorprendí?

La castaña no dijo nada, solo sintió que su corazón empezó a palpitar con mayor velocidad, mientras su ex la miraba.

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