9: Verdades a media
No paro de revivir el momento en mi cabeza una y otra vez. Tanto lo que ha pasado hoy como lo que ocurrió hace un año y eso que no lo recuerdo bien. Tan solo sé que un día en una fiesta acabé en una de las habitaciones con Noah donde comenzó a quitarme la ropa. En un principio estaba convencida de que era lo que quería, pero me arrepentí y a pesar de mis suplicas por que parara no lo hizo. Intenté zafarme de él por todos los medios posibles, pero era mucho más fuerte que yo y todos mis esfuerzos fueron en vano. Hasta ahí llegan mis recuerdos, ni siquiera sé cómo llegué a mi casa ni de quien era la sudadera que llevaba puesta cuando desperté al igual que tampoco sé dónde dejé mi top favorito. En cierto modo agradezco no acordarme, pero por otro lado, todo es demasiado confuso.
Durante días no estuve segura de lo que había pasado, hasta que poco a poco fueron apareciendo pequeños recuerdos y al unirlos todos lo comprendí. Lo peor de esto es que consiguió que me creyese que todo había sido culpa mía y que había sido yo quien le estaba provocando durante toda la noche y quizás es cierto. Nadie jamás se enteró de lo que pasó a pesar de que todos saben que nos acostamos, ya que él mismo se dedicó a pregonarlo por ahí, pero nadie sospecha que no fue consentido. No se lo conté a nadie, ni a mis padres, ni a Alex ni muchísimo menos a Aaron, pero ahora que estoy sentada a su lado en el coche y por la forma en la que me mira y acaricia suavemente mi mano con demasiado cuidado, no me queda duda de que lo sabe absolutamente todo.
─ ¿Cómo lo sabias? ─ le pregunto mirándole a través de las lágrimas.
─ Se que durante años Noah ha tenido una obsesión insana contigo. No paraba de hablar de ti a todas horas, pero tu pasabas de él y con razón ─ hace una pausa para buscar las palabras correctas y aprovecha para secar una de las tantas lágrimas que resbalan por mis mejillas ─. Hoy cuando me has pedido que no me separase de ti supe que pasaba algo y he sido consciente de cómo te tensas cada vez que estas cerca de él, he atado cabos y... Lo siento mucho, Liv.
─ No tienes por qué disculparte, no es tu culpa.
Abre la boca para decir algo, pero se arrepiente. Tengo la sensación de que sabe algo más de lo que yo recuerdo.
─ ¿Puedo preguntarte que ha pasado ahora? ─ pregunta con cuidado de no incomodarme.
No tengo muchas ganas de seguir hablando de esto así que lo resumo lo mejor que puedo.
─ Ha empezado a decirme estupideces de ti, de mí y de lo mucho que me desea. Le he dicho que me deje en paz, se ha enfadado y pues te puedes imaginar el resto ─ digo mostrándole la marca que sigue permaneciendo alrededor de mi muñeca.
─ Te juro que voy a matarlo.
Intenta abrir la puerta del coche y le veo plenamente capaz de cometer un asesinato ahora mismo, así que le detengo apretando el botón del seguro bloqueando así la puerta.
─ No ─ digo sorprendentemente con firmeza.
─ ¿Por qué no? Se lo merece.
─ Porque no ─ sentencio ─. Háblame de otra cosa. Distráeme.
Frunce el ceño mientras piensa como distraerme, pero sé que está tan enfadado que por mucho que quiera no va a poder dejar de pensar en otra cosa que no sea en él.
─ Parece que te ha caído bien Zack ─ dice por fin con una pequeña sonrisa.
─ Sí, me encanta, debería haberle pedido salir a él ─ bromeo.
─ Que pena que sea gay.
─ ¿Y qué? Es mucho más divertido que tú.
─ Oye, que tú tampoco eres tan divertida.
─ Que mentiroso eres. Me tienes envidia ─ me burlo de él
─ Eres una pesada, ¿te lo había dicho alguna vez?
─ Me estaré pareciendo a ti, tanto tiempo contigo se me está pegando.
─ Ja, ja que graciosa
Pero sé que por dentro se está riendo de verdad. Una de las cosas que más me gusta de Aaron es que con él es fácil olvidarse de los problemas. Es algo así como un imán de la positividad, aunque él no sea el más positivo del mundo. Es irónico, lo sé.
─ Bueno, la semana que viene es Halloween, ¿vas a hacer algo? ─ pregunta diría que un poco nervioso, por la forma en la repiquetea los dedos sobre mi rodilla, lo cual es raro, creo que en mi vida le he visto nervioso como mucho una vez o dos veces en algún partido y fue hace muchísimo tiempo.
─ Pues claro, ir a tu fiesta. Nadie en su sano juicio se perdería la mítica fiesta de los hermanos Crown.
─ Excepto tu. El año pasado no viniste, ni el anterior y ahora que lo recuerdo el anterior a ese tampoco.
Cierto, nunca he ido. No soy fan de Halloween la verdad, ni de las fiestas.
─ Ya pero este año tendré que ir ¿no? ─ comento indiferente.
─ No, si no quieres.
─ Sería raro que no fuera, se supone que soy tu novia.
─ Pero no te obligaría a ir.
─ Me da la sensación de que no quieres que vaya ─ comento curiosa.
─ No es eso ¿tú quieres ir? Dime la verdad
─ Sí, me vendrá bien para despejarme un rato, pero claro si no hay mojitos paso.
─ Tendrás todos los que quieras ─ asegura con una genuina sonrisa.
***
Halloween es la fiesta del año que más odio, no por nada en específico solo me parece una chorrada. De pequeña me gustaba por el tema de las golosinas y tal pero ahora no sirve para nada. Solo es una excusa más para emborracharse y encima con disfraces, lo cual lo hace todo muchísimo peor. Ni siquiera me he molestado en buscar un disfraz. Esto demuestra lo muchísimo que me importa esta fiesta.
─ Como mañana no te vea con resaca, estás castigada ─ me advierte mi padre al salir del coche.
─ Dale recuerdos a Aaron y usa protección no quiero ser abuela aún ─ añade mi madre, pero la ignoro. Cada loco con su tema. Pero que padres más raritos tengo.
─ Adiós, pasadlo bien en vuestra cena ─ digo alejándome de inmediato de allí.
Llamo al timbre y me abre Mia quien ha ido a ayudar con la decoración. Sin duda han hecho un gran trabajo ya que nada más entrar veo la casa perfectamente decorada. Hay telarañas, calabazas y demás cosas típicas de Halloween por todos lados. Es todo tan terrorífico que me quedo tan embobada mirándolo que tardo un rato en escuchar las voces de Alex y Aaron peleándose por alguna tontería desde algún lugar de la casa.
─ Que sí Alex que muy bien, déjame en paz de una vez.
─ ¿Pero ahora que hacemos? No podemos servir la bebida caliente ─ se queja el hermano menor. Vaya drama.
─ Pues muévete, haz algo, todo lo he tenido que comprar yo, es normal que se me olviden cosas.
Los dos entran al salón sin ni siquiera verme de lo concentrados que están en su absurda pelea.
─ Ayúdame por favor, llevan desde que llegue así ─ suplica Mia a mi lado.
Si claro. Lo último que quiero hacer ahora mismo es separarlos, más bien tengo ganas de grabar la conversación para volver a escucharla cuando esté aburrida.
─ ¿Se puede saber por qué motivo la sangre es azul? ─ pregunta Alex claramente enfadado abriendo un bote de lo que supongo que es o debería ser sangre falsa.
─ Porque es sangre de pitufo
Buena esa. Me ha hecho gracia.
─ No tiene gracia Aaron.
─ Pues Liv se está riendo.
Parece ser que sí me han visto.
─ Dios hermanito, te va a dar algo. Ten, para que te relajes ─ le dice pasándole una botella de vodka que había en una de las mesas.
Alex abre la botella y bebe directamente de ella. Parece que hoy necesitará el alcohol para sobrevivir.
Pasando de su hermano quien sigue dando gritos a la nada, Aaron sostiene mi mano y me lleva a su habitación.
─ Que pesadilla de chaval, en serio. ¿Cómo le aguantas? ─ se queja cerrando la puerta.
─ Conmigo no es así.
─ Perfecto, entonces debo ser un afortunado ─ ironiza ─ Espera, ¿piensas ir así vestida? ─ me mira incrédulo.
─ Sí, ¿algún problema?
─ Muchos.
¿Qué problema tiene con mi ropa? A mí me gusta y eso es lo importante.
"Pues que es Halloween inútil"
Ya está mi conciencia, defendiéndole. ¿Dónde puedo comprar otra?
─ Menos mal que he sido previsor y me he ocupado personalmente de tu disfraz ─ añade abriendo su armario para sacar unas alas de ángel.
─ Espero que esas alas sean para ti. Seguro que te quedan mucho mejor que a mí.
Sigue rebuscando en el armario y coge un ridículo vestido blanco que bien podría caberle a la Barbie.
─ Estas de coña, ¿verdad? No pienso ponerme eso.
─ ¿Por qué no?
─ Porque se me ve hasta el alma.
─ No seas exagerada. Sí serás la que más tapada va a ir.
─ Me da igual el resto.
─ Venga, solo pruébatelo y si no te gusta te lo quitas.
Molesta acepto y me dirijo al baño a probármelo, pero ya te digo yo que no pienso dejármelo puesto. Mirándolo bien es bastante bonito. La parte inferior es una falda corta de vuelo y el vestido se estrecha hacia arriba en una especie de corsé el cual sorprendentemente se ajusta perfectamente a mi cuerpo o eso creo porque no consigo subirme la cremallera completamente. No voy a mentir, la verdad es que me veo muy bien.
─ ¿Vas a estar ahí todo el día? ─ pregunta Aaron desde el otro lado. Uff, es la persona más impaciente del mundo.
Abro la puerta y me giro hacia él para que termine de subirme la cremallera y enseguida lo entiende sin tener que decirle nada. Ignoro el cosquilleo que me hace sentir sus manos al pasar por mi cuello para apartarme el pelo hacia un lado. Estas últimas semanas la tensión entre nosotros ha crecido exponencialmente. Por mucho que he intentado olvidarme de él y centrarme en el plan, me está resultando imposible soportar las ganas de querer besarle.
─ Espera, está atascada.
─ ¿Lo has comprado defectuoso a propósito para que no pueda quitármelo? ─ comento divertida.
─ Tal vez ─ sigue tirando hasta que consigue subirla completamente ─. A ver, date la vuelta ─ avergonzada lo hago y me mira desde todas las perspectivas posibles analizándome ─. Wow, te queda mil veces mejor de lo que había imaginado.
Intento no sonrojarme, pero es imposible. Seguro que estoy como un tomate ahora mismo. Me pasa las alas y la diadema de ángel y me lo pongo. Me veo ridícula pero bueno, él insiste en que no es así, le haré caso solo por esta vez.
─ ¿Y tú no te disfrazas?
─ Claro que sí
─ Dime que no vas de diablo ─ me mira con cara de que le he pillado ─. Que predecible eres.
Se acerca al armario para coger una camisa negra y se cambia sin ningún tipo de pudor delante mía. Obviamente no puedo evitar fijarme en su trabajado cuerpo, a pesar de haber dejado el hockey sigue manteniéndose en forma. De no ser porque estoy sentada me hubiera caído al suelo al verle. Se da cuenta de que mi mirada está puesta exclusivamente en él y disminuye la velocidad en la que se abrocha los botones provocándome.
─ Eres patético. ¿Acaso intentas seducirme? No te esfuerces no vas a conseguirlo ─ comento intentando hacerme la indiferente.
─ ¿Estás segura? Yo creo que sería bastante fácil.
─ De eso nada, guapo.
─ Gracias por el cumplido, preciosa ─ dice arrodillándose delante mía y apoyando las manos sobre mis muslos haciendo que nuestros rostros se encuentren a la misma altura.
Si lo que quiere es guerra, guerra tendrá. No tiene ni idea de lo buena que puedo ser jugando a este juego. Bueno yo tampoco lo sé, nunca he tenido que provocar a nadie, pero sea como sea, mi motivación por ganar es demasiado grande.
─ Deja de jugar con fuego si no quieres quemarte ─ advierto.
─ Tal vez no me importe hacerlo ─ asegura con un brillo en los ojos ─. Es un riesgo que pienso correr.
Sus palabras me tientan más de lo que estoy dispuesta a admitir. De ahí que aparte sus manos de mis piernas y me levante dejándolo algo desconcertado.
─ Por favor, no haces más que fingir ser un diablo cuando los dos sabemos que el verdadero ángel de aquí eres tú.
"Esto va a ser divertido"
Por primera vez, mi conciencia y yo coincidimos en algo. Pienso ganar este juego, aunque sea demasiado peligroso.
____________________
¡¡¡Buenos días!!!
¿Que tal habéis pasado la semana? Yo estaba deseando que llegará el sábado para publicar el capítulo. Espero que os haya gustado.
La semana que viene continuaremos con la fiesta de Halloween y con el improvisado juego que ha surgido entre los dos, ¿conseguirá la dulce Livy vencer a Aaron?
Nos vemos❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro