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25: No se puede luchar contra lo inevitable

Hoy es el día del baile de invierno y no tengo nada de ganas de ir. No es que sea una chica que disfrute mucho de este tipo de cosas, de hecho, si fuera por mí nunca iría, pero a Rachel le encantan y cada año me suplica que le acompañe. A parte de esto, este año, Aaron también me ha rogado que vaya con él y admito que en un principio me moría de ganas, pero ahora mismo nuestra relación no es que esté en el mejor momento.  Después de nuestra discusión no hemos vuelto a hablar. Le vi ayer durante el examen de química, pero al terminar la clase salió corriendo y no le he vuelto a ver. Lo que incrementa mis pocas ganas de salir de casa. Ni siquiera sé si se presentará para llevarme a la supuesta cita que él quería, pero por si acaso, hace media hora que estoy vestida y lista para salir, esperando sentada en el sofá a que se digne a venir. Paso los canales uno a uno sin encontrar nada que merezca la pena ver, haciendo que acabe apagando la tele frustrada.

─ ¿A qué viene tan mal humor? ─ dice mi madre que acaba de entrar a casa.

─ Eso, Livy, no es propio de ti.

Miro hacia la puerta y me quedo paralizada al verle allí, vestido con un traje negro que le queda como un guante y el pelo medio despeinado como siempre. Involuntariamente me levanto y su sonrisa torcida se ensancha a medida que me voy acercando.

─ Wow, estás guapísima ─ dice mirándome de arriba abajo.

─ Gracias, tú también. Te ves bien con traje.

─ Lo digo, en serio. Wow. Estás absolutamente increíble. Eres tan preciosa.

Observo mi vestido largo. Es cierto que me queda bien pero tampoco es nada del otro mundo, de hecho, es bastante simple. Es completamente negro con un escote en pico y la espalda abierta. Tampoco me he arreglado mucho el pelo, tan solo lo he recogido en una coleta baja y mi maquillaje es bastante natural. Pero aun así, sus palabras me hacen sentir de lo más especial. Tiro de las solapas de su americana y le acerco para besarle, olvidando la presencia de mi madre hasta que escucho el sonido de la cámara.

─ Por Dios Mamá, borra eso.

─ Pero si salís monísimos. Venga poneros otra vez. Sonreíd.

Ambos posamos ante la cámara para hacerla feliz y a continuación nos despedimos de ella, me pongo mi abrigo y vamos hacía el coche. 

─ No sabía si ibas a venir ─ confieso al sentarme en el asiento del copiloto. 

─ Tenemos una cita ¿recuerdas?

─ Ya, pero como no hablabas conmigo.

─ Sí, ha sido muy capullo de mi parte. ¿Podemos tener esta conversación mañana y disfrutar de esta noche?

─ Por supuesto.

Aaron conduce hasta el restaurante. El mismo que reservé en nuestra primera cita y que cancelaron. Al menos esta vez nos han dejado entrar.

─ Tengo que confesarte que fui yo quien canceló la reserva la otra vez.

─ ¿Qué? Sabía que no había sido mi culpa. Eres idiota ─ le digo golpeándole el hombro, haciendo que se ría.

─ No te enfades, todo esto nos ha llevado hasta aquí y no lo cambiaría por nada.

─ Hoy estás demasiado cursi ¿lo sabías?

─ Sacas ese lado de mí, preciosa.

Nos sirven la comida y en el momento en el que pruebo un bocado asciendo al cielo. ¿Como es posible que algo sepa tan bien?

─ Quiero que esta lasaña se convierta en una persona y me lleve al altar.

─ Oh muy bonito, bueno yo si quieres me voy y os dejo intimidad.

Amo estos momentos en los que nos los pasamos bromeando.

─ ¿Has mandado ya la solicitud para la universidad? ─ me pregunta cambiando a un tema más serio.

─ Estoy en ello. Siempre he querido estudiar en Chicago, pero sigo mirando otras opciones por si acaso.

─ ¿Te ves toda tu vida allí?

─ No lo sé, siempre he pensado en esa ciudad por que tiene muchas oportunidades laborales y está cerca de aquí.

No quiero dar por acabada esta conversación. Casi nunca hablamos del futuro y ahora que ha sacado el tema quiero saber más sobre él.

─ ¿Como te ves de aquí a diez años? ¿Jugando al hockey? ─ continúo.

─ Contigo ─ dice sin ni siquiera pensar ni titubear ─ Y jugando al hockey por su puesto. Pero por si acaso estudiaré algo en la universidad por si esa parte no acaba saliendo bien.

─ ¿Te imaginas conmigo en el futuro?

─ ¿Tu no? En mi futuro ideal vivimos en una casa enorme con una biblioteca donde quepan tantos libros que no nos dé tiempo a leerlos todos.

─ Y una sala de cine ya que pedimos.

─ Donde haya una máquina de palomitas

─ Y siempre haya tortitas para desayunar.

─ Y una piscina con jacuzzi.

─ ¿Y esa casa estará en Chicago?

─ Donde quisieras. No me importa donde sea mientras estes tú.

Se me derrite el corazón de tan solo imaginarme un futuro juntos. Continuamos la cena igual de empalagosos y es que en tan solo unos segundos nos hemos convertido en una de esas parejas que solo de verlas te dan diabetes.

Al acabar, volvemos al coche y conduce hacia el instituto. Allí mismo, en la puerta nos encontramos con Alex y Rachel.

─ ¿No has venido con Mia? ─ le pregunto a mi amigo.

─ No, por lo visto prefiere pasar la noche con un universitario al que acaba de conocer ─ me entristece, Mia no se merece a alguien tan maravilloso como él ─. Pero no importa, no me va a arruinar la noche ─ anuncia dándole un sorbo a la petaca que saca del bolsillo y entra al baile seguido por su hermano.

Rachel y yo nos quedamos fuera preocupadas.

─ He intentado convencerle de que no bebiera, pero no me ha escuchado.

─ Ya, no escucha a nadie cuando le rompen el corazón. Dejémosle solo esta noche, pero a la vez estemos pendientes de él. Si ves que hace alguna tontería avísame.

Ella asiente y a continuación cambia el gesto de preocupación a una coqueta sonrisa.

─ Estás espectacular, tu querido novio habrá alucinado contigo ─ me dice.

─ Un poco, pero tú me superas. Brillas más que una bola de discoteca.

─ ¿Crees que me he pasado? ─ duda.

─ Estás increíble, Rachel. Nadie va a poder quitarte los ojos de encima.

─ Eso justo lo que no quiero, esto ha sido una tontería. Debería irme.

─ De eso nada. Tú crees que sí, pero nadie está pendiente de los demás, cada uno va a lo suyo. Además, ¿no irás a dejar a tu pareja sola verdad?

─ Solo porque eres tú.

Agarra mi brazo y cruzamos juntas las puertas. Todo el mundo está bailando y nadie nos presta atención. Tan solo nos unimos a ellos y nos movemos al son de la música durante un buen rato. Alex lleva bebiendo toda la noche y su hermano está a su lado controlando que no se desestabilice más de lo que está. De vez en cuando nos miramos y nos comunicamos sin palabras.

─ Baila con él ─ me pide Rachel cuando me pilla mirándole.

─ He venido contigo.

─ Yo necesito un descanso, me quedo con Alex, anda ve y pídele un baile.

─ Pero... ─ suspiro ─ hay demasiada gente.

─ Que más da, Liv. ¿Qué es lo que me dices siempre? Nadie está pendiente de lo que hacen los demás.

─ Sí cuando se trata de Aaron Crown.

─ Puede que todo el mundo le mire a él, pero él a la única que mira es a ti.

Tiene razón. Que importará lo que vaya a pensar el resto. Lo único que importa somos nosotros. Nos acercamos hacia ellos y cuando llego a su lado me concentro en decir las siguientes palabras sin titubear.

─ ¿Quieres bailar?

─ Llevo esperando toda la noche ─ sujeta mi mano y me guía a la pista de baile.

No presto atención a los demás en ningún momento, ni cuando tan solo bailamos ni cuando se agacha para robarme algún que otro beso. Noto como todos nos miran de vez en cuando, pero yo solo tengo ojos para él, para el chico que me mira con estrellas en los ojos.

─ Necesito beber algo ─ le grito por encima del sonido de la música.

─ Voy a buscarte algo.

Se mueve hacia la mesa de las bebidas y yo le espero en un lateral de la pista, saliendo de la multitud de personas que había a nuestro alrededor.

─ Vaya, vaya. Para no estar saliendo juntos os coméis perfectamente la boca ─ se acercan Valeria y Rebeca a mi lado.

─ Las cosas han cambiado un poco, Valeria ─ le contesto.

─ Tranquila, Val, no durarán mucho ─ le consuela su amiga.

─ Lo que tu digas.

Me doy la vuelta para irme cuando me sujeta del brazo.

─ ¿Como vais a hacer cuando se vaya a Los Ángeles?

Mi fachada de seguridad desaparece.

─ Oh, cariño, ¿no lo sabías? Aaron ha aceptado la beca.

En ese momento todo mi mundo se cae a mis pies y no por el hecho de que haya aceptado, es más, estoy muy orgullosa de él, es el hecho de que no se haya dignado a decírmelo y hayamos estado horas antes hablando sobre nuestro futuro ideal en Chicago.

Aaron se acerca a nosotras con un vaso en cada mano. No llega a mi lado cuando yo ya he salido huyendo en dirección contraria. Necesito salir de aquí.

─ Liv ¿estás bien? ─ me alcanza al cruzarse una bandada de gente en mi camino.

─ Déjame en paz.

─ ¿Qué? ¿Qué pasa?

Me cuelo entre la multitud hasta que consigo llegar al pasillo que por suerte está completamente vacío, excepto por Aaron que noto que ha llegado detrás de mí.

─ ¿Pensabas decírmelo? ─ le pregunto sin darme la vuelta.

─ ¿Decirte el qué?

─ Que te vas.

Se queda en silencio y aprovecho la situación para seguir reprochándole esta vez mirándole a la cara.

─ Me has dejado hablar durante horas sobre nuestro futuro cuando sabías perfectamente que nada de eso iba a suceder.

─ Lo siento, no sabía cómo decírtelo. Pero aún puede ocurrir, solo son tres años, después volveré.

─ ¿Tres años? Eso tampoco me lo habías contado ─ me quedo alucinada de la cantidad de cosas que me oculta.

─ Lo siento, yo...

─ ¿Cuándo te vas? ─ le corto bruscamente cuando recuerdo que esto ni siquiera lo ha nombrado.

─ Liv...

─ ¿Cuándo?

Coge aire y lo expulsa lentamente intentando calmarse.

─ El día de mi cumpleaños ─ suelta dejándome de piedra.

─ En una semana y ¿hasta cuándo planeabas no decirme nada?

─ No quería estropearte el baile iba a decírtelo después.

─ Sabes que el baile no me importa lo más mínimo. 

Aprieto los puños intentando contralar que así mis manos no tiemblen tanto.

─ Liv, por favor, podemos arreglarlo. Te llamaré todos los días y vendré a verte siempre que pueda. Podemos hacerlo ─ intenta hacerme ver que la situación no es tan mala.

─ No, no podemos.

─ Muchas parejas tienen una relación a distancia, ¿por qué nosotros no? ─ susurra dolido.

─ Porque yo ya no creo nada de lo que me dices. No me importa que te vayas, quiero que cumplas tu sueño, lo que me molesta es que no me lo hayas dicho. Ese es el problema. Lo principal en una relación y más en una a distancia, es la comunicación y tú nunca me cuentas nada.

─ Si te cuento cosas.

─ No, no lo haces. No me contaste que Noah abusó de mí, es más dejaste de hablarme porque te sentías culpable. No me contaste la presión que te ponía tu padre, ni que el año pasado te quitaron la beca. Y no me has contado que Alex ha vuelto a drogarse o crees que soy idiota y no me doy cuenta de que está algo más que borracho ─ enumero lo primero que se me ocurre de todo lo que me ha ocultado a lo largo de los años.

─ No te conté nada de Noah porque no sabía de verdad que era lo que había pasado. Eres la única a la que le he hablado sobre mi padre y no te dije nada de la beca para que no te culparás a ti misma y en cuanto a Alex, él me pidió que no te lo dijera y pensaba que podía hacerme cargo yo solo de la situación.

─ Aun así, sigue sin haber comunicación. Y no puedo confiar en que a partir de ahora vayamos a hablar más estando tan lejos.

─ Puede que no te cuente las cosas de inmediato, pero lo hago porque no quiero que sufras.

─ No digas que es porque estas enamorado de mí porque no lo estás.

─ Si lo estoy.

─ No, no lo estás. Si lo estuvieras lo primero que habrías hecho era hablarlo conmigo, pero se me había olvidado lo bueno que eres fingiendo y mintiendo, por eso mismo te pedí ayuda en un principio.

Se restriega los ojos quitándose las lágrimas. Yo, por el contrario, estoy tan enfadada y dolida que mis ojos permanecen totalmente secos.

─ Sabias que la beca es para el equipo de California. Te lo conté ─ dice enfrentándose a mi dura mirada.

─ No, no lo hiciste, fue tu padre quien me lo dijo, si hubiera sido por ti quizás ahora mismo no sabría nada y me hubiera enterado el mismo día que fueras al aeropuerto. Porque claro, en eso ya tienes experiencia, en alejarte sin decir nada. Pero tranquilo, esta vez no vas a tener que hacerlo, ya me voy yo sola.

Tengo que alejarme de él, por lo que obligo a mis pies a moverse, pero se pone delante mía deteniéndome.

─ Liv, por favor, no te vayas. Escúchame. Lo siento, iba a decírtelo.

─ Para, por favor, suéltame. No me lo pongas más difícil.

─ Liv, espera no te vayas así...  ─ suplica ─ joder... te amo.

Después de todo el tiempo que he esperado que lo dijera, no pensé escucharlo en estas circunstancias, cuando no siento que esté diciéndolo de verdad, si no solo con el propósito de que no dé un paso más.

─ Ahora ya no sirve, Aaron.

Con esas cinco palabras doy por acabado todo lo que teníamos, todos los momentos que hemos compartido, todos los besos, risas y caricias, todo, para acabar con el corazón roto.

***

No sé cuántas horas llevo sentada en el puente, pero debería volver a casa. No es buena idea que esté sola en la calle a altas horas de la madrugada, pero a pesar de que sé que es lo que debo hacer sigo sin moverme. Estoy totalmente paralizada, como si cuerpo no me perteneciera y no tuviera ningún control sobre él. Ni siquiera he conseguido llorar en ningún momento.

Escucho ruido a mi alrededor cuando alguien se sienta a mi lado, pero estoy ensimismada mirando las luces de los coches pasar bajo mis pies que no levanto la mirada para mirar quien es.

─ El amor es una mierda ─ comenta Alex dándole un trago a una botella de alcohol, la cual me ofrece y niego con un leve gesto de cabeza ─ Mia ha vuelto a engañarme con otro. ¿Por qué pensé que esta vez sería diferente y no lo volvería a hacer?

─ Porque el amor hace que perdamos la razón y somos tan estúpidos como para confiar en los demás ─ necesito desahogarme ─ mírame a mí, tu hermano ha vuelto a alejarse por no querer hablar conmigo.

─ Le dije que tenía que hablar contigo, pero a veces es demasiado cobarde.

─ Le odio tanto ahora mismo, ¿por qué tuve que enamorarme de él? En el fondo sabía que acabaría así, por eso me negaba tanto a aceptar que le quería. Que digo, lo sigo haciendo, ¿por qué le quiero, Alex?

─ No tengo ni idea. Yo tampoco sé porque sigo enamorado de Mia cuando cada vez que me doy la vuelta está con otra persona. Pero por desgracia no podemos elegir de quien nos enamoramos, pero si podemos elegir con quien estar y ahora mismo ni Mia ni Aaron nos hacen bien.

Permanecemos unos segundos en silencio escuchando el ruido de la ciudad. No dejo de darle vueltas al hecho de si era la única que no lo sabía.

─ ¿Lo sabías? ¿Que había aceptado la beca?

─ No, del todo. Pensé que aceptaría, a ver, ¿quién no lo haría? ─ asiento porque es la verdad ─ pero no me había contado nada de que había aceptado.

Me alivia un poco saber que no él tampoco tenía ni idea. En cierto modo, me hace sentir menos engañada.

─ Mia no te merece Alex, puedes tener a cualquier chica mejor que ella, a una que te quiera de verdad y vea tan bien como yo lo increíblemente maravilloso que eres ─ le digo esperando que consiga aliviar su dolor.

─ He recaído, Liv.

─ Lo sé.

─ No quería decírtelo para no defraudarte. Lo... lo siento. La vuelta de mi padre, que Mia me haya sido infiel, ver cómo te enamorabas de mi hermano y te olvidabas un poco de mí, no sé, todo se ha juntado y ha sido demasiado para mí.

─ Lo sé, no pasa nada, Alex, no me has defraudado.

Me hundo entre sus brazos en un profundo abrazo y en el primer segundo en el que estoy en contacto con su cuerpo comienzo a llorar.

─ Esta vez vas a tener que ir a rehabilitación, ¿lo sabes, ¿verdad? Tu hermano no estará y yo sola no puedo ayudarte ahora mismo, antes tengo que sanarme a mí misma.

─ Si, lo sé. Haces demasiado por mí. Eres lo mejor que tengo en mi vida. 

─ Y tú eres lo mejor de la mía.

Puede que ahora mismo tenga el corazón roto y puede que sienta que es el fin del mundo, pero a pesar de eso, sé que no estoy sola y que con el tiempo volveré a estar bien. Aaron habrá sido mi primer amor, pero eso no significa que vaya a ser el último. Tal vez hayamos sido de ese tipo de parejas que por mucho que se amen no pueden estar juntas y eso también está bien. Desde luego esto no es el fin, tan solo estoy en el principio de la vida, aun me quedan mil cosas por vivir, mil personas por amar, mil razones por las que llorar y mil formas de volver a empezar, porque la vida es así, un continuo sobresalto lleno de baches por el camino y por mucho que no queramos, todo esto es inevitable.

FIN

_________________________

Wow, por donde empezar.

Nunca pensé que conseguiría terminar este libro, pero lo estoy haciendo con lágrimas en los ojos. A lo largo de los años he intentado escribir muchos libros, pero ninguno llegaba a tener mas de tres o cuatro capitulos, hasta hoy que puedo decir que he terminado mi primer libro. Sin duda la yo de doce años estaría demasiado orgullosa.

Ha sido una experiencia complicada la verdad. No es tan facil como parece sentarse y escribir lo primero que se te ocurre, es más, he cometido un millón de errores mientras lo hacía y un millon de veces he pensado en borrar todo lo que estaba escribiendo por si no era lo suficiente bueno o por pensar que estaba haciendo el tonto. Pero a pesar de todas esas inseguridades, que supongo que al fin y al cabo es INEVITABLE (jajjaja el título colándose en el texto), seguí adelante con este proyecto.

También ha sido dificil escribir una historia de amor cuando nunca has estado enamorada, pero a lo largo de este camino yo misma he ido enamorandome de Liv, Aaron, Alex, Zack, Rachel y todo los personajes que salen en esta novela. No sé como explicarlo pero siento como cada uno son parte de mí.

Bueno basta ya, no quiero ponerme demasiado melodramática, solo permitidme decir una última cosa y es darte las gracias a ti por estar leyendo esto y por haber leido cada palabra que he escrito a lo largo de estos meses. Tanto a los que me habeís leido semana a semana y hayais tenido que esperar tanto una actualización, como a los que estaís leyendo la historia una vez terminada. Gracias. Gracias de todo corazón, por cada segundo que has pasado acompañando a mis personajes.

Sin duda este no es el fin, aún tengo mil historias más en la cabeza por contar y espero que esteís desando descubrirlas.

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