24: Todo lo bueno tiene un fin y me niego a aceptarlo
Tras mucho pensarlo decidí inscribirme a la beca para jugar en el equipo de hockey de la universidad de Chicago y aquí estoy varios días después sentado en el despacho del entrenador rodeado de desconocidos trajeados que tienen el poder de decidir sobre mi futuro. Incluso está mi padre, quien ha faltado a su trabajo y ha cogido un avión desde Los Ángeles para venir hasta aquí, haciendo que parezca un momento mucho más importante de lo que es. Si fuera por mí él no estaría aquí, ha sido Peter quien se ha encargado de decírselo. Aunque debo confesar que a pesar de todo lo que me ha hecho aún quiero que se sienta orgulloso de mí. Como es obvio, Peter, mi entrenador, también está sentado a mi lado nervioso por la resolución.
─ Buenas tardes, Aaron. Soy Oliver, es un placer conocerte por fin. Llevamos mucho tiempo siguiéndote y personalmente debo decirte que soy un gran fan tuyo y veo que tienes un futuro prometedor en el hockey.
A pesar de todos los halagos, tengo la extraña sensación de que no va a pasar nada bueno.
─ No vamos a alargar más esto y empezaremos por el final. La beca es tuya.
─ ¿¡Que!? ─ exclamo sin llegar a creérmelo.
Abrazo a mi entrenador y le estrecho la mano a todos los demás agradeciéndoles está enorme oportunidad. Me giro a la izquierda y veo que mi padre me sonríe y coloca una mano en mi hombro. Me dejo de chorradas y le abrazo sin rencor, al fin de cuentas, sigue siendo mi padre.
─ Enhorabuena hijo ─ susurra en mi oído.
Me separo de él con lágrimas en los ojos y vuelvo a sentarme.
─ Bien, ahora hablaremos de tu estancia en California. Debes estar allí para principio de año y el contrato será de tres años. Después de eso podrás renovarlo o cambiar de equipo, ya se irá viendo.
─ ¿Como que California? ¿Peter de qué está hablando? ─ me giro hacia él sin entender nada.
─ Sé que te dije que era para jugar en el equipo de la universidad, pero te están ofreciendo un puesto en el equipo profesional de Los Ángeles Kings. Y no solo a ti, también han seleccionado a Zack.
Un puesto en uno de los mejores equipos del país y junto a mi mejor amigo a más de tres mil kilómetros de aquí. A más de tres mil kilómetros de Liv.
─ ¿Y qué pasa con los estudios? No he acabado el instituto.
─ Podrás hacerlo allí y también podrás ir a la universidad, los entrenamientos son totalmente compatibles con tus estudios, no nos interpondremos en eso ─ me explica el hombre que se encuentra a la derecha de Oliver.
─ ¿Puedo pensármelo?
─ No vas a pensar nada, vas a aceptarlo, Aaron. ¿Sabes lo que significaría para tu futuro? ─ me advierte mi padre.
Paso las manos por mi cabeza intentando poner mis pensamientos en orden.
─ Por supuesto, tienes hasta el viernes para darnos una respuesta ─ vuelve a hablar el hombre trajeado. Hasta el viernes. Eso son solo tres días ─. Está es mi tarjeta, llámame si necesitas que te resuelva cualquier duda.
Los tres se despiden de mí y salen del despacho dejándome solo con mi padre y Peter.
─ Aaron, tu padre tiene razón, piensa en tu futuro.
─ No voy a aceptarlo.
Mi padre se gira desesperado y camina alrededor de la sala.
─ Aaron, no lo estás pensando bien. Estas pensando en el miedo ─ continua Peter.
─ No, está pensando en tu hija ─ pronuncia mi padre.
─ No voy a dejar a Liv, papá y no me vas a hacer cambiar de opinión.
─ Conozco a mi hija y se de sobra que Liv estaría orgullosa de ti y no se opondría, es más, te animaría a ir ─ intenta convencerme Peter y sé que dice la verdad, Liv es la primera que quiere que cumpla mi sueño.
─ Lo sé, por eso mismo no se va a enterar ─ le advierto a los dos.
─ No vuelvas a cometer el mismo error. El primer amor no dura para siempre, hijo.
─ Me da igual. Aun así, voy a elegirla a ella. Siempre la elegiré a ella.
Salgo del pabellón y voy directo al coche. No pienso quedarme al entrenamiento de hoy. Arranco y conduzco sin un destino fijo. Me centro en la carretera con la cabeza pensando mil cosas a la vez y sin darme cuenta acabo aparcado en frente de la cafetería de Sophie. Veo a Liv a través del gran ventanal atendiendo una de las mesas en la que están sentados una pareja de ancianos. Ella se ríe de algo que le dicen mientras le sirve sus bebidas y vuelve a la barra.
Noto como el móvil vibra en mi bolsillo y lo saco viendo que es un mensaje.
Livy:
¿Me estás espiando?
Sonrío al recordar que esas fueron las primeras palabras que le dije el día que vino a pedirme que le ayudara a engañar a Noah. Quién nos viera ahora.
Vuelvo a mirar a la cafetería y efectivamente me está mirando. Salgo del coche y entro a verla.
─ ¿Que tal la reunión? ¿Qué te han dicho? ─ me pregunta en cuando me siento enfrente de la barra.
─ No me la han dado ─ miento.
─ ¿En serio? Pues son idiotas, ¿se lo has dicho?
─ No, Liv. ¿Como voy a decirles eso? ─ me rio por su cabreo y solo con ver lo mucho que se preocupa por mí sé que he decidido la opción correcta.
─ Pues se lo diré yo, déjame las llaves del coche, tengo un par de cosas que comentarle a esa panda de idiotas.
─ Alto ahí, bruta y ayúdame a olvidar mis penas.
─ ¿Café con tortitas?
─ ¿No se te ocurre otra cosa? ─ digo subiendo y bajando las cejas pícaramente.
─ No, es lo que hay. Estoy trabajando.
─ Vaaale, tendré que conformarme con eso ─ dramatizo echando la cabeza sobre la mesa.
─ No te quejes tanto, acabo en una hora. Aprovecha y estudia que mañana hay examen de química.
─ Que bien se te da animarme, tienes un don ─ digo irónicamente.
─ Gracias ─ se marcha sonriendo a atender a otra de las mesas.
Saco el libro de química de la mochila y me pongo a estudiar mientras meriendo. No me cunde mucho, creo que no he leído más de una página, pero no me culpéis, entre mirar a Liv las veces que pasa por mi lado y que los pensamientos se me van al asunto de la beca es imposible que alguien se concentre.
La hora se pasa más rápido de lo que pensaba y el turno de Liv llega a su fin. Nos despedimos de su madre y caminamos en silencio hasta mi coche. La noto distraída y algo decaída. Debe de estar pensando en por qué no me habrán dado la dichosa beca.
─ Livy, deja de pensar ─ le digo abriéndole la puerta del coche.
─ No estoy pensando ─ la miro con la ceja enarcada mientras ocupo mi asiento ─. Vale, es que no lo entiendo, juegas de maravilla, tus notas tampoco están mal, has mejorado muchísimo en todo, ¿por qué no te la han dado?
─ No lo sé, tal vez fue por dejarlo durante unos meses.
─ Pues no es justo, tengo que hablar con mi padre, a lo mejor él puede hacer algo ─ la beso para que se calle ─. No me distraigas, estoy hablando en serio. Es tu futuro.
─ Mi futuro estara bien, no te preocupes. Ya tendré más oportunidades.
Asiente no muy convencida.
─ Puedes venir a mi casa si eso te anima ─ le digo cambiando el ambiente.
─ Tienes que estudiar y yo también.
─ Perfecto, podemos estudiar juntos.
─ No ─ dice riendo.
─ ¿Por qué no?
─ Porque no vamos a estudiar.
─ ¿Cómo qué no? ¿Planeas hacer otra cosa, preciosa? ─ le pregunto acercándome para besarla.
─ Yo no, pero tu seguro que sí.
Aparta el pelo de mis ojos y restriega mis labios quitándome su brillo de labios. Tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no hacer todo lo que tenía planeado aquí mismo.
─ Por supuesto que no ─ me mira escéptica ─. Vale, si, me has pillado, pero es que me gusta mucho más la química que tenemos nosotros, al menos esa la entiendo.
─ Pues si tanto te gusta, antes aprueba el examen.
─ Para eso necesito tu ayuda.
─ Vale, pero a la mínima que empecemos a distraernos me voy.
─ Estaré quieto, te lo prometo.
Conduzco hasta mi casa mientras ella me habla todo el rato de los diferentes clientes que ha atendido en la cafetería y no puedo evitar pensar en lo mucho que echaré de menos sus monólogos si me mudo a California. Tenía muy claro que quería quedarme aquí, pero cuanto más lo pienso, más difícil me parece rechazarlo. ¿Cómo puedo decir que no a una oportunidad tan grande?
Mi relación con Liv no tiene por qué acabar, muchas parejas llevan una relación a distancia y siguen juntas ¿Por qué con nosotros no iba a funcionar? Además, solo serán tres años, después de ese tiempo volveré aquí, pero ¿y si me acaba gustando más Los Ángeles y me quiero quedar allí? Bueno, Liv siempre podría mudarse conmigo y vivir en una casa enorme y preciosa junto al mar rodeados en un futuro por muchos niños. No, espera no, Liv adora Chicago y adora tener cerca a su familia, y a Alex y a Rachel, sería muy egoísta de mi parte que le pidiese que rechazase todo eso por mí.
─ ¿Aaron? ─ su voz me saca de mis pensamientos ─. ¿Estás bien? Hace un par de minutos que hemos llegado y aun no te has movido.
─ Si, estoy bien. Vamos.
Salimos del coche para entrar en mi casa. En mitad del salón sentados en la mesa del comedor están Alex y Rachel estudiando.
─ Hola hermanito, hola Ray-Ray.
─ ¿Ray-Ray? ─pregunta Rachel.
─ He estado pensando en un mote para ti, Ray-Ray es una buena opción.
─ No sé yo, ni siquiera se parece a mi nombre.
Eso es porque su nombre es demasiado complicado como para buscarle un mote.
─ ¿Que hacéis aquí? ─ pregunta Liv sentándose a su lado.
─ Nos estamos ayudando a estudiar ─ le contesta su amiga.
─ Pero si vosotros sois prácticamente genios en química.
─ Siempre viene bien una ayuda extra ─ añade Alex.
─ Pues ayuda a tu hermano que está perdidísimo.
─ Uf, créeme lo he intentado varias veces y siempre acaba acabando con mi paciencia. Es peor que darle clase a un niño pequeño.
─ Oye, no exageres ─ me quejo ─. Tampoco necesitaba tu ayuda, se estudiar perfectamente yo solo.
Me siento junto a ellos y saco los libros para ponerme a estudiar. Tras una hora estudiando sin parar siento que me va a explotar la cabeza. Es imposible que mi mente retenga tantos números y fórmulas. No estoy hecho para esto, a mí que me pongan letras delante pero no resolver problemas de estequiometria.
Escribo en una hoja un mensaje para Liv porque hemos dejado los móviles en la cocina para evitar distracciones.
Yo creo que ya tengo los conocimientos necesarios para un cinco raspado ¿subimos a mi cuarto?
Suelta una carcajada silenciosa cuando la lee, me mira con una sonrisilla traviesa y escribe debajo de mi frase.
Están Rachel y Alex aquí, no.
Curiosa respuesta. Me da a entender que ella también está harta de estudiar y que tiene ciertas ganas de subir.
¿Si no estuvieran aceptarías?
Escribo de nuevo a lo que ella vuelve a reírse y niega con la cabeza. Me acerco a ella poniendo la barbilla en su hombro para ver lo que está escribiendo.
No, pero tendrías más posibilidades de convencerme.
─ Alex, hermanito, ¿Por qué no vas a comprar algo de cena? Y Ray-Ray ¿Por qué no le acompañas?
─ Que sutil ─ comenta Rachel rodando los ojos.
─ Zack ha venido antes de que llegarais y nos ha dicho de ir a cenar a su casa para celebrar lo de la beca, también van Tyler y Dylan ─ me explica Alex.
Mierda, si vamos empezaran a felicitarme.
─ ¿Le han dado la beca a Zack? ─ me pregunta Liv.
─ Si, bueno, no exactamente, le ha seleccionado un equipo de California.
─ ¿En serio? Eso es genial. ¿Por qué no me lo has dicho antes? Tenemos que ir. Quiero felicitarle ─ dice totalmente emocionada por él.
Se levanta de repente y todos hacemos lo mismo, excepto Rachel que aún sigue en la misma posición.
─ Yo mejor me voy ─ dice retorciéndose los dedos de las manos.
─ Venga ven, solo son los idiotas de los amigos de mi hermano ─ le dice Alex.
─ Pero no los conozco ─ dice nerviosa.
─ Antes tampoco conocías a Alex ni a Aaron y te daba pánico hablar con ellos y mira ahora ─ intenta convencerla Liv ─ Tampoco hace falta que hables si no quieres y si te empiezas a sentir muy incómoda nos vamos.
─ Vale, pero quédate un momento conmigo hasta que me mentalice ─ le pide.
Alex y yo salimos y las dejamos solas. Estoy preocupado por si mis amigos se van de la lengua. Obviamente les avisaré antes de que no digan nada, pero aun así no me fio mucho de ellos. No se les suele dar bien guardar secretos.
─ Supongo que no se lo has dicho ─ escucho a Alex sacándome de mis pensamientos.
─ ¿El que?
─ Que te vas a Los Ángeles.
─ ¿Cómo lo sabes?
─ Papá ha venido quejándose de que eres un cabezota, bueno no lo ha dicho con esas palabras, pero por una vez creo que tiene razón.
─ Me da igual lo que pienses, no voy a ir.
─ Vamos Aaron, no te engañes a ti mismo, no puedes rechazar algo así.
─ ¿Y qué hago? Quiero estar con Liv.
─ Liv estará bien y vosotros también. Será difícil pero no es imposible.
─ No quiero alejarme de ella. No puedo. Se lo prometí.
─ Tienes que decírselo, yo no me voy a meter en lo que tienes que hacer.
Sé que es lo que debo hacer, pero en cuanto se entere va a querer que acepte sea como sea, pero a mí me da demasiado miedo alejarme de ella. Después de todo lo que nos ha costado llegar hasta este punto, no quiero que termine.
Entramos en la casa de Zack y todos mis amigos se me tiran encima felicitándome.
─ Gracias, tíos. Enhorabuena a ti también Zack, te lo mereces ─ le digo abrazando de nuevo a mi mejor amigo. Si alguien se merece de verdad esta oportunidad es él.
─ Tu también ¿Sabes lo bien que nos lo vamos a pasar en Los Ángeles, tío?
Trato de imaginármelo pero seguro que será mil veces mejor de lo que imagino. Jugar en un equipo profesional y siendo tan joven es el sueño de cualquiera de las personas de mi equipo. Joder, es mi sueño desde que me puse por primera vez unos patines.
─ Por favor, ahora cuando venga Liv, no digáis nada, aún no se lo he dicho.
─ ¿Vas a aceptarlo? ─ me pregunta Alex.
─ No lo sé aún.
Zack me coge del brazo y me aleja del grupo para preguntarme en privado:
─ ¿Cómo que no lo sabes?
Por suerte no me da tiempo contestar a Zack cuando llaman al timbre. Nada más abrir la puerta Liv entra corriendo para abrazar a Zack mientras los dos dan saltitos ilusionados como unos locos, Rachel se queda parada y Alex se acerca poco a poco a ella.
─ ¿Puedo presumir diciendo que soy amiga de un jugador de hockey profesional? ─ dice Liv prácticamente gritando de la emoción.
─ No solo eso, puedes decir que eres amiga del jugador de hockey más guapo y talentoso del país.
─ Hablando de chicos guapos, un chico en el cine me ha dado su número.
─ ¿Que quién ha hecho qué? ─ intervengo en la conversación.
─ Un chico monísimo. Zack te encantaría. Es asiático y tiene un millón de tatuajes.
─ Uuu tatuajes, me gusta, cuéntame más. ¿Estaba bueno?
─ Buenísimo. ¿Y sabes qué? Es tu vecino.
─ Seguro que es el chico que persigues cada vez que le ves sacando al perro ─ añado recordándoselo.
─ Yo no le persigo, solo ando detrás de él por la misma acera.
─ Ese es el significado de perseguir.
─ Cállate y deja que tu novia siga hablando.
Me siento en el sofá y cojo un refresco de la mesa.
─ Gracias Zack, ¿quieres su número? Me pidió que te lo diera ─ vuelve a hablar Liv.
─ Por supuesto.
Saca de su bolso un trozo de papel que parece un ticket y se lo da. Zack lo coge como si fuera el objeto más preciado del mundo y corre hacia el otro lado del salón para contárselo al resto de nuestros amigos.
─ Menos mal que el número no era para ti ─ le digo a Liv cuando se sienta a mi lado.
─ ¿No serás uno de esos novios tóxicos que no quieren que su novia se junte con otros chicos?
─ Desde luego que no, si solo te juntas con chicos. La única chica con la que hablas es Rachel.
Le ofrezco mi lata y en seguida le da un trago a la bebida.
─ Confío en ti, Livy, sé que no me engañarías ni, aunque estuviéramos a miles de kilómetros de distancia.
Rodeo sus hombros con mi brazo y la atraigo para darle un beso en un lateral de la frente, pero me inquieta la forma en la que se pone rígida ante mi contacto.
─ Perdón. Aquí fue donde Noah... ─ intenta explicarme.
─ No lo digas, no hablemos de él.
─ Pero pasó, Aaron, y tenemos que aceptarlo.
La conversación se ve terminada cuando los demás se sientan a nuestro lado. Zack se acerca con pizzas enormes y todos arrasamos con la comida como si fuéramos muertos de hambre.
Nunca habíamos estado todos juntos como ahora mismo. Todos hablamos y reímos entre bromas, excepto Rachel que lleva en silencio la mayor parte del tiempo, pero parece que se lo está pasando bien, al menos se ríe de nuestras idioteces. Es la primera vez que estamos todos juntos y la última, lo que me oprime un poco el pecho de pensarlo.
─ Has vuelto a quedarte en tu mundo ¿te pasa algo? ─ me susurra Liv realmente preocupada.
─ No, no. Estoy genial.
Lo deja pasar y sigue comiendo su trozo de pizza. Pasan las horas sin darnos cuenta y es cierto eso que dicen, cuando te lo estás pasando bien el tiempo pasa volando, tan deprisa que deseas que no acabe. Como yo ahora mismo, que me aterra que llegue el momento en el que tenga que hablar con Liv.
─ ¿Y si volvemos un rato a tu casa antes de que me lleves a la mía? ─ me susurra mi novia mientras los demás siguen jugando a las películas.
Llego la hora de afrontar la realidad. Le cojo la mano e intento armarme de valor al despedirme de los demás. Pienso en como empezar la conversación mientras ella tira de mi hacia la calle. Mis pies andan por si solos hasta detenerse enfrente de la puerta. En piloto automático saco las llaves y abro la puerta.
─ Liv...─ no me da tiempo a seguir hablando cuando sus labios tocan los míos.
A pesar de haberla besado mil veces, mi cuerpo sigue reaccionando de la misma manera y por muy increíble que sea, tengo que pararlo, tengo que hablar con ella y contárselo todo y ya después tomaré una decisión sobre lo que sea que haré.
─ Tenemos que...
Empiezo a decir, pero la llegada de alguien me interrumpe.
─ Siento interrumpir ─ murmura mi padre.
Mierda. ¿Por qué tiene que aparecer justo ahora?
Liv se sobresalta ante su presencia y se separa lo más rápido posible de mí.
─ Vamos, te llevo a casa ─ le digo más por mí que por ella ya que no quiero estar más aquí.
─ ¿Olivia, puedo hacerte una pregunta? ─ suelta mi padre al acercarnos a la puerta. Ya estaba tardando en hablar. Ella asiente no muy convencida y continúa hablando ─. ¿Estás enamorada de mi hijo o solo es un entretenimiento pasajero?
─ Papá, déjala tranquila.
─ No he preguntado nada malo, solo quiero saber si mereció la pena que pierdas la beca el año pasado por ella.
─ ¿Que? ¿Te dieron la beca? ─ se gira Liv hacia mí sin entender nada.
─ Sí, y después se la quitaron por no haber aparecido en la reunión y hacer el imbécil en el partido ─ responde mi padre.
─ ¿Es cierto? ¿Perdiste esa beca por mi culpa?
─ No, Liv, claro que no. Fue el día que el médico te dijo que no podías volver a tocar. Preferí pasar el día contigo.
─ Te han vuelto a dar la beca ¿verdad? Por eso llevas todo el día tan raro ─ deduce.
Mi padre no me deja contestar cuando vuelve a hablar él.
─ Por supuesto que, si y ha vuelto a rechazarla por el mismo motivo, tú.
Esa frase rompe toda mi mentira y es que al final la verdad siempre sale a la luz. La sonrisa que hace unos minutos tenía Liv en la cara cuando estábamos solos se evapora por completo dejando en cambio un ceño fruncido. Sin mirarme a la cara abre la puerta y sale de aquí sintiéndose miserable. Corro tras ella intentando seguirle el paso.
─ Me dijiste que no te la habían dado, no puedes rechazarla y menos por mi culpa ─ exclama cuando estamos cara a cara.
─ No, no voy a aceptar.
─ ¿Por qué no? Es tu sueño.
─ Me da igual, Liv ─ digo frustrado con que nadie respete mi decisión ─ Me han seleccionado en el mismo equipo que a Zack en California y no quiero alejarme de ti.
Su expresión se suaviza un poco ante esta información, pero en seguida se entristece.
─ Aaron ─ suspira─ yo no soy tan importante como tu futuro.
─ Tu eres mi futuro, no quiero nada más aparte de ti. Eres todo lo que necesito.
─ No, no digas eso. Yo no soy nada. Acéptalo por favor, no quiero que te quedes sin esa oportunidad.
─ Ya la he rechazado y no voy a cambiar de opinión.
Vuelve a estar enfadada y ni siquiera lo entiendo. Es mi decisión y si resulta que me equivoco, el único responsable soy yo. Ni que le fuese a culpar a ella.
─ No lo entiendes ─ susurra casi inaudiblemente. Coloco las manos sobre sus mejillas haciendo que me mire.
─ ¿El que no entiendo, Livy?
─ No entiendes que yo no puedo ser el detonante para que decidas olvidarte de tu sueño. Dentro de unos años te arrepentirás de quedarte conmigo.
─ Nunca me arrepentiré de estar contigo
─ ¡Pero yo sí! ─ exclama dejándome sin palabras.
Le suelto las mejillas y me alejo hacía mi coche. Conducir me ayudará aclarar mi mente.
─ Sube, es tarde ─ le digo sacando las llaves.
─ Aaron...
─ No quiero hablar ahora.
Me subo al coche sin ver si ella también lo hace. Al cabo de unos minutos se sienta a mi lado y en cuanto cierra la puerta arranco. Conduzco en silencio hasta su casa, ni siquiera enciendo la radio. No me apetece escuchar nada ahora mismo. Solo quiero conducir y nada más, pero su casa está a tan solo diez minutos y más pronto que tarde me detengo frente a ella.
Desabrocha el cinturón pero permanece sentada.
─ Aaron, no me refería a que me arrepintiese de estar contigo me refería a que...
─ Sé a qué te refieres.
Por supuesto que lo sé. Ella nunca cree ser suficiente para mí, pero nada más lejos de la realidad.
─ Por favor, yo solo quiero que seas feliz, acepta la beca, por favor ─ suplica.
No quiero discutir más de ahí que tan solo diga.
─ Lo pensaré.
Mi cabeza está hecha un lío ahora mismo. Ya ni siquiera sé cuál es la decisión correcta, ni que se supone que debo hacer.
Liv me sonríe levemente, pero sus ojos siguen viéndose triste.
─ Te quiero ─ confiesa antes de bajarse del coche.
Me mira esperando una respuesta.
─ Y yo a ti ─ es lo único que consigo decir.
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Holaaaa a todos.
Cuanto tiempo ha pasado desde que no me paso por aquí. Tanto que no sé ni por donde empezar. Supongo que lo más correcto es disculparme por la ausencia. Sinceramente, no sabía como emfrentarme a este capítulo ya que es el penúltimo y no estaba preparada para que llegase el fin. Pero como dice el título todo lo bueno tiene un fin y este esta llegando al final.
Muchas gracias si habeis llegado hasta aquí, y nos vemos dentro de muy muy poco ya si que sí, con el último capítulo.
Nos vemos :)
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