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23: Borra mis miedos a besos

Sus brazos rodean mi cintura mientras los míos se enredan en su cuello atrayéndole más y más hacia mí. Nuestros labios se mueven al unísono y nuestras respiraciones se vuelven más agitadas a cada segundo que pasa.

─ Me gusta este nuevo saludo ─ me dice separándose durante un instante para a continuación volver a besarme.

Sus besos son cortos y acelerados como si hiciera siglos que no lo hiciera en lugar de haber pasado tan solo horas desde la última vez que lo hizo.

─ ¿Hay alguien más aquí aparte de nosotros? ─ le pregunto simplemente para asegurarme.

─ No, estamos solos ¿por qué?

─ Por esto.

Encajo de nuevo sus labios con los míos con desesperación. Una de mis manos acaricia su pelo mientras con la otra sujeto su brazo. Él me toca con cuidado, casi como si temiese cual pudiera ser mi reacción, lo cual me hace sentir impotencia. No necesito que me trate con tanta delicadeza. No me voy a romper.

Cojo sus manos que estaban en la parte baja de mi espalda y las muevo aún más abajo. Nos desplazamos pegados hasta terminar tumbados en el sofá.

─ ¿Que pasa Liv? ¿A qué viene tanta prisa? ─ me pregunta algo pasmado.

─ No pasa nada ─ continúo bajando los besos hasta su cuello ─ ¿vamos a tu cuarto?

Me mira durante unos segundos intentando deducir lo que se me pasa por la cabeza. Ni yo sé que estoy haciendo ni lo que quiero que suceda allí arriba. Noah ha conseguido volver a manipular mi cabeza. Las manos empiezan a temblarme y trato de esconderlas detrás de su espalda para que no las vea.

"Por favor, deja de pensar en él"

El movimiento de Aaron me saca de mis pensamientos. Se levanta y me ofrece su mano para guiarme a su habitación.

─ ¿Que ha pasado? ─ vuelve a preguntar cuando llegamos.

─ Nada, ¿cuántas veces más tengo que decirlo para que me creas? ─ oculto mis manos debajo de mis piernas al sentarme en la cama.

─ Ninguna. Estás temblando, Liv. Llevas así desde que llegaste, me he dado cuenta.

─ No me pasa nada ─ miento tanto a él como a mí misma.

Suelta un largo suspiro y se acerca para abrazarme. En el momento en que sus brazos me rodean me siento como una niña pequeña que necesita ser protegida y por mucho que odie esta sensación, ahora mismo no puedo evitar necesitarlo. Necesito sentir que le importo a alguien. Llega el momento que tanto temía que sucediera y en cuestión de segundos rompo a llorar. Aaron no dice nada tan solo acaricia mi cabeza y me sujeta contra su pecho.

─ Noah me ha confesado que abusó de mí y que llevaba mucho tiempo deseando hacerlo.

Siento como se tensa inmediatamente al escuchar mis palabras.

─ Odio no haber hecho nada por evitarlo.

─ No fue tu culpa. En cualquier caso, fue mía, yo le pedí que lo hiciera.

─ ¿Se lo pediste tú? ─ asiento ─ ¿Por qué?

─ No lo sé, estaba enfadada contigo por todo lo que me habías dicho y que aun así no te separases de Valeria en toda la noche. Solo necesitaba una distracción y el alcohol no me funcionaba. Fue una idiotez, lo sé, pero cuando me di cuenta ya era tarde.

─ Liv la culpa no es suya, tú no hiciste nada malo, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, él debería haber respetado tu decisión y haber parado la primera vez que se lo dijiste.

Las lágrimas siguen rodando por mis mejillas y no me dejan contestar. Aaron vuelve a abrazarme y esta vez susurra en mi oído continuamente que todo estará bien. Me guardo esas palabras en un rincón de mi cerebro e intento creerlas.

Me incorporo y seco las lágrimas con el dorso de mi mano y le miro fingiendo una sonrisa.

─ ¿Estás mejor? ─ me pregunta sujetando mi cara entre sus manos.

─ No, estoy harta, Aaron. Cada vez que le veo me acuerdo de que él está tan feliz como si nunca hubiera pasado nada y que yo estoy aquí, traumatizada y sin poder acostarme con mi novio por muchas ganas que tenga.

Poco a poco una sonrisa va apareciendo en su rostro.

─ No te rías, no es gracioso ─ exclamo golpeándole el hombro.

─ ¿Acabas de decir que soy tu novio?

─ Oh, mierda, no hemos tenido esa conversación. Olvida lo que he dicho.

─ ¿Por qué? Me gusta como suena ¿puedes repetirlo? ¿Qué has dicho que soy para ti?

─ Un idiota, eso es lo que eres.

─ Un idiota que está loco por su novia.

Me da repetidos besos en la mejilla y prácticamente en toda mi cara consiguiendo que me ría.

─ Ya está, para ya. Me estás llenando la cara de babas ─ me quejo intentando separarle.

─ Te aguantas. Eso te pasa por tener a un idiota como novio, haberte buscado a otro.

─ No quiero a otro ─ susurro ─. Te quiero.

Noto como mi corazón se detiene al ser consciente de que lo he dicho en voz alta. Aaron me mira, pero no dice nada, tan solo sonríe al cabo de un rato.

─ ¿Tienes hambre? ─ me pregunta y contesto negando la cabeza ─. Aun así, es la hora de cenar y tienes que comer. Voy a prepararte algo. Quédate aquí y descansa, ahora vengo ─ finaliza dándome un pequeño apretón en la rodilla y se marcha.

Me quedo sola en la semi oscuridad de su habitación. No puedo quedarme aquí parada. Los nervios me carcomen viva. ¿Por qué ha ignorado que le haya confesado que le quiero? Una cosa es aceptarlo conmigo misma y otra muy distinta decírselo y más si no dice nada de vuelta. A ver, no lo tenía planeado, puede que le haya pillado por sorpresa, pero no sé, al menos podría haber dicho algo en lugar de irse.

Me levanto de la cama dispuesta a bajar y hablar con él, pero me arrepiento de inmediato. Doy vueltas de un lado a otro de la habitación. El viento invernal entra por la ventana haciendo que me congele de frío con el fino jersey que llevo puesto.

─ Aaron, ¿puedo cogerte una sudadera? ─ le grito esperando a que me escuche desde la cocina.

─ Sí, coje la que quieras. Están el segundo cajón del armario ─ responde alzando la voz.

Me imaginaba que diría que sí, pero aún así es su ropa y me parecía de mala educación no preguntarle si podía usarla. Abro el armario y miro en el cajón que me ha dicho y efectivamente ahí está, una montaña de sudaderas. Cojo la primera que veo y resulta ser una que le regalé hace años en uno de sus cumpleaños. Paso la prenda por mi cabeza entrando en seguida en calor. Paso a cerrar el armario cuando algo brillante en el fondo del cajón llama mi atención. Aparto todas las sudaderas y acabo encontrando el mismo top que pensaba que había perdido y que llevaba puesto el día que todo sucedió. Me quedo atónica al darme cuenta de que por una vez todo lo que me ha dicho Noah es verdad. No me estaba mintiendo al decirme que Aaron lo sabía.

Bajo las escaleras con mi top en la mano. Llego a la cocina y le veo de espaldas salteando verduras en la sartén.

─ ¿Cómo tienes esto? ─ pregunto cuando se gira a mirarme.

─ Eh... puedo explicarlo.

─ No hay nada que explicar, estuviste allí, sabías todo lo que había pasado y no me dijiste nada. ¿Te dijo que iba a hacerlo?

─ No pensaba que hablase enserio. Fue todo mi culpa, podía haberlo evitado.

─ Ahora ya no importa. No se puede cambiar. ¿Qué fue lo que viste?

─ Cuando os fuisteis arriba pensé que tan solo iba a ayudarte, pero tardabais mucho y subí a ver qué pasaba. Encontré tu ropa tirada en el pasillo. Entré a todas las habitaciones hasta que te encontré llorando con Noah al lado. En ningún momento dijiste nada de lo que había pasado, pero no dejabas de temblar y llorar. Te ayudé a vestirte, te llevé a casa y me prometí a mí mismo que me alejaría de ti si eso hacía que no volvieras a sufrir.

─ ¿Por qué te echas la culpa?

─ Porque la tengo. Noah estaba enamorado de Valeria y yo lo sabía y aún así decidí salir con ella a pesar de que sabía que le molestaría. Noah era mi amigo y me conocía, bueno me sigue conociendo, y sabe de sobra que eres lo que más me importa y que la peor forma de hacerme daño es haciéndotelo a ti, por eso me culpo porque fui un cobarde y un egoísta y por culpa de mis decisiones fuiste tú la que saliste más perjudicada. Lo siento, no merezco que me perdones, pero lo siento.

Limpio las lágrimas que se deslizan por mis mejillas y me acerco a abrazarle. El acto le pilla por sorpresa y en un primer momento se queda totalmente quieto.

─ ¿Por qué me abrazas?

─ ¿Te estás quejando de que te abrace?

─ No, por supuesto que no, es solo que no lo entiendo ¿no estas enfadada?

─ Bueno, me hubiera gustado que me hubieras contado antes y que hubieras actuado de forma diferente, pero no estoy enfadada ni te culpo por nada. Pasó hace un año, tenemos que dejar de pensar en eso y continuar.

Asiente y tira de mi para volver a abrazarme. Alzo la cabeza para mirarle y se agacha un poco para juntar su frente con la mía. Me da un beso en la nariz que me hace sonreír de ternura y me acerco aún más para besarle en los labios. El beso empieza suave, pero la suavidad dura dos segundos, como siempre. Ninguno de los dos tiene tanta paciencia, ya hemos podido comprobarlo varias veces. Aceleramos el ritmo y en cuestión de segundos nos invade la excitación.

Mi cuerpo arde en cada una de las partes que va tocando y el calor empieza a acumularse en la parte baja de mi estómago. Aaron me da exactamente lo que quiero y necesito besándome hasta llevarme a la locura. Su boca rueda por la sensible piel de mi cuello erizándome la piel. Con sus manos levanta su sudadera que llevo puesta y acaricia la piel de mi estómago hasta alcanzar mis pechos por encima del sujetador. Me agarro de la encimera para no perder el equilibrio. Echo la cabeza hacia atrás y no puedo evitar soltar un pequeño jadeo.

─ Aaron

─ Dime, preciosa ─ contesta con la respiración igual de acelerada que yo.

─ La cena se está quemando.

─ Mierda ─ masculla.

Sin separarse de mi aparta la sartén del fuego y apaga la vitrocerámica. Su mano se aferra fuertemente a mi trasero y me pega a él haciéndome notar su erección. Siento que mi sangre se ha debido de convertir en lava del calor que tengo.

─ Dime algo para que pare ─ susurra en mi oreja.

─ ¿Por qué iba a hacer eso?

─ Porque no tengo tanto autocontrol como para hacerlo yo solo.

─ No quiero parar ─ confieso deslizando las manos por su torso hasta meterlas debajo de su camiseta para tocar su duro abdomen.

─ Joder ─ se le entrecorta la voz cuando alcanzo el borde de su pantalón.

─ ¿Volvemos arriba?

─ Joder, ¿estoy soñando?

Río ante su reacción y me sorprendo cuando pasa un brazo por detrás de mis rodillas y otra por mi espalda para cargarme y soltarme en su cama. Se deshace de su camiseta antes de recostarse sobre mí y yo hago lo mismo quitándome la sudadera, pero no tengo tanta experiencia quitándome la ropa tumbada y se queda atorada en la cabeza. Reímos ante mi torpeza y me ayuda a quitármela. Continúa besándome cuando desabrocha mi cinturón y consigue bajarme los vaqueros. Me sigue sorprendiendo la facilidad con la que lo hace y en menos tiempo de lo que pensaba ambos estamos totalmente desnudos.

─ Un momento ─ dice levantándose y saliendo de la habitación.

Medio me incorporo dudando por si se ha arrepentido, pero no me da tiempo a pensarlo demasiado cuando al poco tiempo vuelve.

─ He ido a cogerle esto a Alex ─ me explica mostrándome un sobrecito de plástico que claramente identifico como un condón.

Vuelve a mi lado y observo como se lo pone y se coloca entre mis piernas.

─ ¿Estas totalmente segura de esto? ─ me pregunta muy serio mirándome a los ojos.

─ Sí.

─ ¿De verdad? ¿Cien por cien?

─ Mira ─ le muestro mis manos ─, ves, no estoy temblando, no estoy nerviosa. Quiero hacerlo.

Se acerca para besarme tiernamente.

─ No digas eso tan convencida, pronto estarás temblando, pero esta vez de placer ─ murmura con la voz más grave y sexy que le he escuchado nunca.

Sus palabras me calientan más de lo que estoy dispuesta a admitir y si le añadimos que mueve su mano hacia el centro de mi cuerpo estimulándome, siento que estoy a punto de derretirme del calor que tengo. Estoy tan mojada que uno de sus dedos se cuela fácilmente en mi interior y con la misma facilidad entra un segundo. Entra y sale suavemente de mí a la vez que su boca se entretiene con uno de mis pezones. Me muerdo el labio intentando controlar mis gemidos.

─ Si en algún momento quieres parar solo tienes que decírmelo ─ me recuerda, pero de ninguna de las maneras va a suceder eso. No pienso pedirle que pare.

Mi cuerpo se siente vacío sin su contacto, pero pronto su miembro ocupará el lugar en el que se encontraban sus dedos. Se coloca sobre mi entrada y se mueve suavemente sin introducirla del todo dejando que me vaya acostumbrando. Me está torturando con tanta lentitud y pronto elevo mis caderas hasta sentirle completamente dentro. Al principio arde, pero poco a poco todo ese ardor es sustituido por oleadas de placer. Aumenta ligeramente el ritmo y le clavo las uñas en la espalda cuando le escucho jadear en mi oído.

─ Más rápido ─ le suplico con ansia.

Me mira con las pupilas dilatadas y un brillo especial en los ojos. Sin separar los ojos de los míos sostiene mis caderas y gira haciendo que quede encima.

─ Muévete a la velocidad que quieras.

Me quedo quieta y sin saber que hacer, temiendo estropearlo.

─ ¿Has visto como me tienes? No hay forma humana de que lo hagas mal ─ dice al notar mi preocupación.

Esa frase anima mi confianza. Apoyo mis manos en su abdomen para no caerme y comienzo a moverme primero con cierta torpeza hasta mejorar mi habilidad y velocidad.

─ Por favor, Livy, ve más lento si no quieres que esto acabe tan pronto.

Ignoro su advertencia y en lugar de eso sigo aumentando el ritmo. Me dejo llevar y me muevo intentando aliviar mi excitación.

─ Va a ser verdad eso de que soy el ángel de la relación ─ continúa hablando con la voz entrecortada.

─ Cállate de una vez ─ consigo decirle entre gemidos.

─ Cállame tú.

Me inclino sobre su pecho para besarle sin dejar de mover las caderas y él me rodea la cintura manteniéndome pegado a él. Vuelve a rodar quitándome el control, pero calcula mal y acabamos cayéndonos de la cama. El frío del suelo en contraste con el calor de nuestros cuerpos me produce escalofríos. Aaron vuelve a entrar en mi después de preguntarme si me he hecho daño. Me aferro con fuerza a su espalda y gimo cada vez más fuerte contra su hombro. Cierro los ojos al notar como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo haciéndome temblar al igual que él.

Nuestros pechos suben rápidamente uno contra el otro y ambos respiramos con dificultad. Entierra la nariz en mi cuello y creo escucharle decir "te quiero" pero tengo la mente tan embutida de placer que es probable que me lo haya imaginado. Sus manos siguen pegadas a mi cintura y las mías a los músculos de su espalda. Nos quedamos así tumbados hasta que conseguimos controlar nuestra respiración y volvemos a la cama sin llegar a vestirnos. Me abraza contra su pecho y me acaricia distraídamente el pelo. Estoy tan relajada y a gusto que se me empiezan a cerrar los ojos solos.

─ Hace días que quiero proponerte algo ─ dice despertándome.

─ Sorpréndeme.

─ Sé que vas a decir que no, pero me gustaría mucho que fueras al baile de invierno conmigo.

─ Siempre voy con Rachel al baile. Sabes que no es nada sociable, le daría algo si no voy con ella.

─ Lo sé y puedes seguir yendo con ella. Lo único que quiero es poder bailar contigo y besarte delante de todos.

En cierto modo la idea me entusiasma.

─ Solo acepta, no me hagas recurrir al plan B ─ me ruega.

Estaba a punto de decirle que aceptaba, pero me da curiosidad saber a qué se refiere.

─ ¿Cuál es el plan B? ─ pregunto.

─ Hacer uso de mi parte del trato.

Oh, mierda.

─ ¿Que trato? Yo no recuerdo nada ─ digo haciéndome la loca.

─ Ese en el que tenía que fingir ser tu novio a cambio de que hicieras todo lo que yo quisiera durante un fin de semana.

─ No es justo, ese trato ya no sirve.

─ ¿Y por qué no? Yo cumplí con mi parte.

─ Mentira, no estabas fingiendo.

─ Eso da igual, hice lo que me pediste.

Es cierto, consiguió que Noah se lo creyese e hizo mucho más como hacer que me enamorase de él.

─ Vale, está bien. Bailaré contigo, pero una canción nada más ─ pongo como límite.

─ Ya te haré cambiar de opinión cuando veas mis asombrosos pasos de baile.

─ Ya veremos ─ comento riendo.

Eleva mi mentón y junta nuestros labios unos segundos, pero yo me muevo y lo prolongo mucho más tiempo.

─ Y otra cosa más ─ deja de besarme para mirarme a los ojos ─ nunca hemos tenido una cita de verdad.

─ ¿Y qué sugieres para arreglar eso?

─ Podríamos ir a cenar antes del baile.

─ Me parece bien.

─ ¿Ya está? ¿Así de fácil? ─ pregunta asombrado.

─ Cállate o cambiare de opinión.

─ Que arisca eres a veces ─ añade riendo.

Escucho que suena mi móvil y Aaron alarga su mano para cogerlo y dármelo sin mirar quién es.

─ Tu hermano es un inoportuno ─ le digo al ver que es él

─ Su hobby favorito es molestar.

Acepto la llamada y lo pongo en altavoz para poder hablarle mientras busco mi ropa.

─ Hola Alex, ¿qué pasa?

─ Hola, ya hemos salido del cine ¿paso a recogerte?

─ No, estamos ocupados ─ contesta Aaron a lo que yo le tapo la boca con la mano para que se calle.

─ Vale, no quiero saber que es lo que estáis haciendo.

─ No estamos haciendo nada

─ Ahora ─ Vuelve a decir quitando mi mano.

─ Aaron cállate ─ le pido molesta haciendo que se ría ─ Sí ven, tu hermano ya se está poniendo pesado ─ le digo a Alex.

─ Au, hieres mis sentimientos, preciosa.

─ Lo superarás.

─ Está bien, llego en cinco minutos. ¿Es suficiente para despediros, tortolitos?

─ Si no hay más remedio ─ responde Aaron mientras yo estoy debajo de la cama intentando alcanzar mis pantalones que no sé cómo han terminado allí.

Aaron y Alex continúan hablando por teléfono todo el rato mientras yo continúo vistiéndome. Aaron sigue con los ojos todos mis movimientos poniéndome nerviosa y calentándome a la vez. Adoro como se ve apoyado contra el cabecero sin apartar los ojos de mí. Cuelga el teléfono y continúa mirándome.

─ Mi hermano está abajo ─ me avisa cuando termino de ponerme las botas.

Sale de la cama y se acerca a mí.

─ ¿Vas a acompañarme así? ¿Desnudo?

─ Que más da, ya me has visto antes. ¿Te vas a escandalizar ahora?

Ruedo los ojos y salgo de la habitación.

─ No tan rápido, ve al baño antes, no quiero que cojas una infección.

─ ¿Tanto te preocupas por mí?

─ Pues claro.

─ Eres adorable.

Voy al baño como me ha dicho y al regresar le encuentro completamente vestido. Me acompaña hasta la puerta y nos despedimos con un beso que es interrumpido por el pitido del coche de Alex. Camino hacia él murmurando miles de insultos al pesado de mi amigo, pero me callo al subirme al coche ya que están mis hermanas.

─ Que feliz te veo ─ me dice burlón al abrocharme el cinturón.

─ Arranca de una vez, Crown.

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¡Holaaaaa a todos!

Este capítulo ha sido...intenso cuanto menos. Literalmente toda una montaña rusa.

Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí.

Nos vemos 🥰

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