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21: Atento a las consecuencias

Simplemente estar tumbado a su lado me hace sentir que soy la persona más afortunada del mundo. Podría pasarme horas y horas mirándola, aunque conociéndola no me lo permitiría. Lo bueno es que ahora mismo está dormida y no puede decirme nada. Me fijo en cada detalle desde su largo y castaño pelo enredado hasta su boca entreabierta sin olvidar su pequeña nariz respingona y sus rosadas mejillas. Pero sin duda mi parte favorita siempre serán sus ojos, no por cómo son sino por lo mucho que expresan. Si cada parte por individual ya es maravillosa, en conjunto es una obra de arte y no sé cómo ella misma no puede verlo.

— ¿Por qué me miras siempre tanto? — abre un ojo irritada. Estaba tan concentrado en admirarla que ni siquiera me había dado cuenta de que se había despertado.

— Porque me gusta.

— Pues no me mires durmiendo, es de psicópata.

Me hace gracia que se levante de tan mal humor. Me recuerda a los veranos que pasábamos juntos en la playa y no cambiaba de humor hasta que se comía esos cereales de colores que yo siempre he odiado, pero ella adoraba.

— Es relajante verte dormir. Es el único momento en el que estás tranquila — confieso pasando una mano por su mejilla.

— Pues te aseguro que en mi sueño no estaba tranquila — susurra pensando que no la he oído.

— ¿Puedo saber que soñabas? Ahora tengo curiosidad por saber lo que sueña esa cabecita.

— Nada — dice poniéndose completamente roja.

— ¿No quieres contármelo porque tiene que ver conmigo?

— No te creas tan importante.

— A ver, déjame adivinar. Aparecía yo, eso lo sé, y si has dicho que no estabas tranquila o bien estábamos matándonos o haciendo todo lo contrario.

— Te acercas un poco.

— Por la cara que has puesto diría que es la segunda opción, y necesito detalles, ¿estábamos en esta cama?

— No había ninguna cama.

— ¿Entonces dónde estábamos?

— No te lo pienso decir

— Venga, Liv, si no me lo cuentas no puedo hacer realidad tus fantasías.

— Tal vez no ha sido un sueño agradable.

— Lo dudo, tus ojos muestran lo contrario. De hecho, diría que incluso lo has disfrutado. Muchísimo.

Se sonroja aún más si es posible y se gira hacia el otro lado dándome la espalda.

— Si solo vas a reírte de mí, ya puedes irte — pero, aunque intente parecer enfadada, no lo está en absoluto, más bien tiene un tono divertido en su voz.

— Pero no te enfades, si yo también sueño muchas veces contigo. Aunque prefiero llevar todos esos sueños a la realidad también te digo.

— Y ahora intentas pervertirme, ¿no decias que eras un caballero? — gira la cabeza para mirarme con una ceja enarcada.

— El caballero se fue en cuanto me rogaste que te tocara.

— ¿Quieres volver a hacerlo?

Y así de un momento a otro su humor cambia a uno que me gusta muchísimo más. Podría acostumbrarme a esto.

Sus labios son como una maldita droga. Son tan adictivos que temo no poder parar de besarlos nunca y por la forma en la que succiona mi boca sospecho que siente exactamente lo mismo. Nunca un simple beso me había causado tanto como ocurre con ella y el bulto que crece en mis pantalones es prueba de ello.

Evidentemente, Liv lo nota y como en estas situaciones no tiene nada de paciencia, corre a quitarme toda mi ropa. Creo que es la primera vez que me ve completamente desnudo, al menos anoche no llegamos a quitarnosla y aunque lo hubiéramos hecho, estaban las luces apagadas y no se veía nada, pero ahora la luz entra directamente por la ventana permitiéndonos ver absolutamente todo. Liv recorre todo mi cuerpo con los ojos y vuelve a besarme en la boca y en otras zonas mucho pero que mucho más interesantes.

Dejo que juegue un rato conmigo hasta que no puedo aguantar más mis ganas de disfrutar de ella. La coloco encima mía y la sujeto bien de la cintura. De tanto movimiento su camiseta empieza a subirse y me debato internamente pensando en si quitársela le incomodará demasiado.

— Deja de ser un angelito y quítamela de una vez — suspira.

"Y después me dicen a mi impaciente"

— No estaba seguro de si querías que lo hiciera.

Asiente y finalmente me deshago de ella dejándome ver gran parte de su cuerpo ya que tampoco lleva pantalones. Se me seca la boca al verla y por mucho que quiera no puedo apartar la vista.

— No me mires tanto, me pones nerviosa — susurra a causa de su inseguridad.

Ojalá se viera como yo la veo, entonces entendería lo jodidamente preciosa que es, en lugar de estar pensando en los muchos defectos que cree que tiene.

— ¿Quieres que haga algo de lo que hacía en ese sueño? — la provoco intentando relajarla y que se olvide de todo.

— Prefiero que me sorprendas.

Acerco mi boca a sus pechos y dejo que mi lengua juegue libremente con ellos a la vez que llevo una mano entre sus piernas. Su respiración se acelera a la medida que aumento la velocidad de mis dedos.

— ¿Estoy cumpliendo tus expectativas?

Interpreto sus jadeos como un sí. Se agarra y arquea la espalda llegando al límite, pero me detengo para hacerla disfrutar más todavía.

— ¿Por qué paras? — pregunta sin entender nada.

— Confía en mí, solo quiero hacer algo mucho mejor — beso todo su cuerpo y voy bajando lentamente hasta llegar al borde de sus bragas — ¿Puedo?

Veo un atisbo de duda y miedo en su mirada, pero rápidamente son sustituidos por el deseo y la curiosidad.

— Si

Me dispongo a bajárselas cuando escuchamos un grito.

— ¡LIIIIIV! ¡Despierta de una vez!

Nos miramos en pánico sin saber cómo reaccionar.

— Mierda es mi madre ¿qué hace aquí? Pensé que ya se habría ido a trabajar — exclama asustada.

— Tranquila, a lo mejor ni siquiera va a entrar.

— Claro, que va a entrar, estamos hablando de mi madre, ¿por qué estás tan tranquilo? ¡Muévete!

Le suelto las piernas para dejar que se levante y comienza a vestirse rápidamente dando saltos por toda la habitación.

— Liv, ten cuidado te vas a caer — la advierto ante su enredo al intentar ponerse los pantalones y efectivamente se tropieza y cae al suelo cuando escucha el siguiente grito.

— ¡OLIVIA! Tengo que irme a trabajar, no tienes cinco años como para que vaya a despertarte.

— ¡Joder! Vale, ya empiezo a preocuparme — reacciono al ver la gravedad del asunto. Puede que los padres de Liv parezcan muy liberales, pero dudo que lo sean tanto como para tolerar esto.

Me acerco a su lado y le ayudo a levantarse y busco mi ropa para empezar a vestirme.

—No hay tiempo, ¡corre! ¡Escóndete! — me pasa mi sudadera y mis pantalones para meterme dentro del armario. Me doy cuenta de que no llevo mis zapatos, pero antes de que pueda decírselo entra su madre.

— ¿Se puede saber que estás haciendo?

— ¿Dormir? Es sábado — miente y espero que sea creíble, normalmente es pésima mintiendo.

— Tengo que irme a trabajar y tú tienes que cuidar a tus hermanas. Baja de una vez.

— Voy — resopla y escucho sus pasos alejándose.

Cuando creo que se ha pasado el problema su madre vuelve a preguntar.

— ¿Está Aaron aquí?

— ¿Aaron? — finge no saber nada — No, ¿qué dices, mamá? ¿por qué iba a estar aquí?

—No sé, dímelo tú.

Mierda, ¿cómo nos ha pillado? Si no hemos hecho ruido ¿cierto?

— Su coche está aparcado enfrente —explica Sophie. Me imagino que Liv debe estar matándome internamente por lo idiota que soy.

— Pues no sé, conocerá a alguien por aquí.

— ¿Y por qué están ahí sus zapatos?

No vamos a conseguir salir de esta.

— Se les olvidó aquí un día.

Genial, Liv, muy creíble esa historia.

— ¿Y cómo se fue? ¿Descalzo?

— Yo que sé mamá, no me acuerdo.

Improvisar no es lo suyo, ha quedado claro. No podía ser perfecta en todo.

— Si ya, bajad a desayunar ¡los dos!

Puede que lo último lo dijera un poco más enfadada que lo demás. Ahora que lo pienso, nunca he visto a Sophie enfadada, ni es algo que quiera averiguar y la cara de espanto de Liv al abrirme de nuevo la puerta no ayuda a quitar mi preocupación.

— Ni una palabra de lo que ha pasado. Si mi madre pregunta, solo hemos visto una peli y nos dormimos.

— Dios mío va a matarnos, bueno va a matarme a mí, tú eres su hija.

— No te va a hacer nada, te adora demasiado.

— Ya no estoy tan seguro de eso — comentó terminando de vestirme.

Bajamos al comedor y nos sentamos cada uno a un lado de la mesa para desayunar junto a sus hermanas. Por si había alguna duda, su madre no nos quita el ojo de encima en ningún momento.

— ¿Mamá, no tenías que ir a trabajar? — le pregunta Liv para romper el silencio.

— Puede esperar — y continúa mirándonos fijamente.

La tensión es tan evidente que hasta Violet y Aurora lo notan y se quitan de en medio. Chicas listas, ojalá pudiera hacer lo mismo.

— ¿Tenéis algo que contarme? — pregunta Sophie intimidándonos.

— Ayer ganaron el partido.

— Mira que bien, enhorabuena, ¿por eso estás aquí?

— Más o menos — sigue contestando Liv por mi.

— ¿Y que habéis estado haciendo?

— Vimos una peli y nos quedamos dormidos.

— No te creo.

— Pues es la verdad.

— ¿Si es verdad porque estáis tan nerviosos?

Las madres lo saben todo, lo tengo más que comprobado.

— Pensaba que Aaron te caía bien — vuelve a hablar Liv.

— Y lo hace, pero no cuando se mete en mi casa para follar con mi hija.

— No estábamos...

— Ni acabes esa frase

— Pero...

— Olivia.

— Vale, pero no has visto nada, no sabes qué estábamos haciendo

— Por favor, que yo también he tenido 17 años, pero era más lista y lo hacía cuando mis padres no estaban en casa.

Cierto, no ha sido muy inteligente por nuestra parte. Liv se recuesta de brazos cruzados en la silla enfadada y yo no sé muy bien que hacer y temo que si digo alguna palabra la voy a liar más.

— ¿Y tu no piensas decir nada? — me pregunta Sophie.

Me quedo en blanco y digo lo primero que se me pasa por la cabeza.

— Eh... Liv empezó.

— ¡Oye! — se queja ella.

Mierda. Lo sabía. La iba a liar y efectivamente lo he hecho.

— Perdón me entró el pánico.

— Tu fuiste el que viniste — replica con toda la razón del mundo.

— Pero tu me invitaste a entrar

— Tu estuviste provocándome con tu asquerosa mano

— Disculpa, tan asquerosa no te parecería cuando fuiste tu la que me pediste que te...

— Suficiente, demasiada información — nos corta su madre.

El tenso silencio vuelve a invadirnos.

— Ya estoy listo, ¿nos vamos Soph? — pregunta su marido acercándose a la mesa, pero nos ve tan callados que no puede evitar extrañarse — ¿ha pasado algo?

— No lo sé, ¿tú qué crees? ¿No ves nada raro aquí? — ironiza Sophie.

— Mamá no entiendo tu actitud. Nunca te ha molestado que estemos juntos y ahora de repente si, no lo entiendo.

— El problema no ese, Liv, es que hayas abusado de nuestra confianza. ¿Cómo se te ocurre meterle en casa sin permiso? Si nos lo hubieseis preguntado no habría pasado nada.

— Bueno en realidad yo sí lo sabía — comenta su padre ligeramente nervioso.

— ¿Qué? — dicen a la vez madre e hija.

Cierto, tal vez debí mencionarlo antes. Fallo mío.

— Tras el partido Aaron me contó que te notaba rara y creía que te había pasado algo, así que le dije que se pasara por casa a hablar contigo.

— ¿Y no se te ocurrió avisarme? — el cabreo de Sophie sigue aumentando en lugar de disminuir.

— No lo vi necesario, no sabia que se quedaría tanto tiempo — confiesa Peter asesinandome con la mirada.

Me encojo en mi silla y evito mirar a ninguno de los dos. ¿Cuanto más se va a largar esto?

— Aaron — se dirige de nuevo Sophie hacia mi muy seria y levanto la mirada hacia ella —, puedes irte. Tu en cambio, señorita, no te vas de aquí hasta que decida tu castigo.

— ¿Castigo? ¿No estás exagerando? — repite Liv alucinando.

— Por lista, tu castigo acaba de aumentar.

Resopla y vuelve a recostarse en la silla más furiosa que nunca. Capto la indirecta mirada de su madre con la que directamente me dice que me vaya, así que me levanto y salgo pitando de allí.

— No te vayas tan rápido, tengo que hablar contigo — me alcanza el padre de Liv.

— Peter, ya se que no debería haberme quedado, pero Liv insistió y no pude decirle que no, pero no hemos hecho nada que ella no quisiera, de verdad, te lo juro.

— No queria hablarte de eso, pero ahora que lo dices ¿has tenido sexo con mi hija?

¿Por qué no me puedo callar de una vez?

— Eh — respondo incómodo — no, no, aun no.

— ¿Como que aún? ¿Planeas hacerlo?

— No, por supuesto que no.

— Tranquilo, chico, estoy tomándome el pelo.

Menos mal que empieza a reírse. Estaba a punto de darme un infarto.

— Quiero hablarte como tu entrenador. Ayer hiciste muy buen partido, me alegra ver que sigues en forma después de tanto tiempo. ¿Sigues estando interesado en la beca para jugar en el equipo de la universidad?

— No lo sé. He vuelto como un hobby, no pensaba dedicarme a ello de forma profesional.

— Tengo que recomendar a cinco jugadores y eres el primero en el que he pensado así que piénsatelo y me das una respuesta antes del lunes.

Asiento y me dirijo a las escaleras para subir a por mi chaqueta.

— Ah y por último — me detengo al escucharle —, si tocas a mi hija más abajo de la cintura te corto la mano.

Por la forma en la que me mira diría que no está bromeando y resulta que ya lo he hecho. Voy a morir. Suelto una risa nerviosa y sigo andando. Llego a la habitación, la cual está hecha un desastre, y busco mi chaqueta por todos lados hasta que la encuentro en el suelo entre una montaña de cojines. Liv tiene un millón de virtudes, pero la organización no es lo suyo.

Paso por delante de la estantería y no puedo evitar detenerme a mirar todos sus libros y demás cosas que tiene sobre ella, pero lo que más me llama la atención es la pared llena de fotos que tiene justo al lado. Entre ellas las que más abundan son de ella con Alex. Tiene fotos de todos los años desde que eran pequeños hasta ahora. Ellos dos siempre han estado juntos para todo, tanto en las buenas como en las malas y seguirán estándolo de por vida. También tiene algunas fotos en las que sale con Rachel y otras con su familia, pero en medio de todas ellas veo una en la que aparezco yo abrazándola con apenas unos cinco o seis años. Recuerdo que era el día de su cumpleaños y que estaba completamente eufórica. Continúo recordando ese día hasta que mis pensamientos se ven interrumpidos por un portazo y un pequeño grito de frustración.

— ¿Estás bien? — le pregunto y se lleva un susto ya que no se esperaba que estuviera aquí dentro. Se pasa las manos por el pelo hasta llegar a su nuca y niega repetidamente con la cabeza.

— No, no lo estoy. Mis padres se creen que tengo diez años.

— Lo siento, no tendría que haber venido, pero quería ayudarte de alguna forma.

— Estaba bien, no me pasaba nada — dice en tono hostil.

— Te vi hablando con Valeria y Rebecca. Las conozco, sé como son y se que han estado comiéndote la cabeza.

Baja la mirada al suelo y al volver a mirarme lo hace casi con rencor.

— No me dijeron nada que no fuese verdad.

— Mejor me voy o acabaremos discutiendo.

Cojo mi chaqueta y ando hacia la puerta.

— Si, vete, eso se te da estupendamente.

Me freno en seco con una mano en el pomo de la puerta. Se que está pagando su frustración conmigo porque soy el único que está aquí y que en realidad no lo dice en serio, pero aun así duele porque en cierta parte es verdad.

— Liv, sé que solo dices eso porque estás enfadada. Llámame cuando se te pase el cabreo — digo abriendo la puerta de una vez, pero ella apoya una mano y vuelve a cerrarla.

— Antes de que te vayas, contéstame a algo — vuelve a decir con la voz temblorosa — ¿por qué estás conmigo?

— ¿A qué te refieres? — me pilla por sorpresa.

— Ya sabes, ¿por qué te intereso? Tampoco es que tenga nada especial. No soy tan interesante, ni tan guapa, ni tan lista, ni tan...

— Para, deja de decir tonterías, eres increible.

— No, de eso nada. Soy del montón, podrías tener a alguien mucho mejor que yo sí quisieras.

— Pero no quiero.

— Pues eres tonto al confórmate conmigo y ya te darás cuenta.

Como odio que se sienta inferior por culpa de toda la gente que le ha hecho creer eso a lo largo de los años.

— Por favor ¿quieres dejar de ser tan insegura? — suspiro acercándome a ella, pero sutilmente retrocede.

— No puedo evitarlo, saliste con Valeria muchísimo tiempo y no la querías, ¿estás haciendo lo mismo conmigo?

— Por dios Livy, que te entre en la cabeza de una vez que te...

Pero el pánico me detiene. ¿Por qué me cuesta tanto confesarle que la quiero? Se que lo hago, no debería ser tan difícil pronunciarlo.

— Como voy a creerlo sí ni siquiera puedes decírmelo — su voz es casi inaudible.

— No hace falta decirlo cuando puedo demostrártelo.

Sujeto su mentón e intento besarla, pero en el último segunda gira la cabeza haciendo que mis labios choquen contra su mejilla.

— Que me beses no demuestra nada. Lo has hecho antes sin sentir nada por mi y lo has hecho con Val sin sentir nada por ella.

— ¿En serio estás insinuando que no siento nada por ti?

¿Qué les habrán dicho para que confíe tan poco en mí? Se que no he sido perfecto con ella siempre, pero pensé que le había quedado claro que estaba enamorado de ella.

— Solo quiero oírlo una vez, Aaron — suplica.

— ¿Por qué te importa tanto? Solo es una palabra. Tu tampoco me lo has dicho

— Pero puedo hacerlo

— Hazlo

— Hazlo tu

— Yo lo he dicho antes

— No lo he dicho yo

— Esta discusión es ridícula - suspiro sentándose en la cama.

La habitación se llena de silencio y tan solo nos miramos el uno al otro desde lejos sin pronunciar nada, por lo que cambio de tema para relajar el ambiente.

— Tu padre me ha preguntado si sigo interesado en la beca del año pasado.

— ¿De verdad? Eso es genial, le habrás dicho que si ¿no?

— Le he dicho que necesito pensármelo — pone cara de no entender el por que de mi decisión —. No quiero que todo vuelva a acabar igual. Además, es lo querría mi padre y no quiero darle esa satisfacción.

— Lo entiendo, pero es una buena oportunidad para tu futuro.

— Lo sé, pero necesito pensarlo, ya te diré lo que decido.

Me acerco a ella y la envuelvo en mis brazos para seguidamente besarla.

— Como no me vaya van a venir tus padres a echarme de los pelos— susurro aún sobre sus labios.

— Oye — llama mi atención separándose— sé que me quieres, aunque no quieras decírmelo.

— Yo también sé que me quieres, aunque eres demasiado orgullosa como para decirlo primero.

***

Llego a casa completamente agotado y es que entre una cosa y otra no he dormido nada, por lo que lo que más me apetece ahora mismo es darme una ducha y dormir mínimo hasta mañana, pero parece que mi hermano tiene otros planes para mí.

— ¿Qué tal tu noche con Liv? Por las horas que llegas supongo que ha ido bien — me atosiga nada más abrir la puerta.

— Muy bien hasta que sus padres han descubierto que estaba allí y todo se ha descontrolado un poco.

— Bueno, no te preocupes porque yo tengo una buena noticia que darte — comenta con demasiada energía.

— Lo que tu crees que es bueno después nunca lo es.

— Esta vez sí. Papá se ha ido.

— ¿Y eso? ¿Tenía trabajo en Los Angeles?

— No tengo ni idea, pero lo importante es que no estará aquí dos semanas.

— ¿Y Mamá?

— Se ha ido con él — lo suponía — pero eso significa que tenemos la casa entera para hacer lo que queramos.

— Perfecto, pues me voy a mi cuarto.

— ¿Qué? No, no, no. ¿Desde cuándo te has vuelto tan aburrido? — dice colocandose delante mia impidiendo que suba las escaleras. 

— Desde que tengo sueño.

— Pues empieza a espabilar porque vamos a montar una fiesta.

— De eso nada.

— Tarde, ya he avisado a todo el mundo.

Es mi hermano y le quiero con toda mi alma, incluso más que a mi mismo, pero ahora mismo tengo ganas de matarlo.

— No vas a hacer ninguna fiesta, fuiste a una ayer. Ya es suficiente — digo con cierto tono autoritario dejando claro que no voy a  dar mi brazo a torcer.

— Tú no mandas. Esta también es mi casa — no se me pasa desapercibida el tono irritado de su voz.

— ¿Se puede saber que te pasa?

— No hay nada malo con que quiera hacer una fiesta. 

— No me refiero a eso, sino a que estás colocado.

— No estoy colocado — noto como en ningún momento posa la mirada en mi cara sino que intenta esquivarla todo el rato.

— Mírame — ordeno.

Pero sigue sin hacerlo y en su lugar tengo que forzarle a que lo haga. Tiene las pupilas tan dilatadas que apenas se distigue el azul de sus ojos. 

— No se lo digas a Liv — suplica.

— ¿Solo me vas a decir eso? ¿Que le mienta?

— Es lo único que me importa. No quiero volver a decepcionarla. Voy a dejarlo, solo necesito un poco más de tiempo.

Más tiempo. La misma promesa que me hace siempre que le descubro y que rompe creyendo que no me voy a enterar. 

— Eso es lo que dices siempre, pero ya no te creo. ¿Por qué lo sigues haciendo? — le pregunto para intentar entender porque se destroza a si mismo. 

— Porque necesito una distracción.

— ¿De qué? Tu vida es perfecta.

— No. Esa es la tuya. Yo solo tengo un padre que me odia por no ser como tú, una madre para la que soy una decepción, una mejor amiga que se  está olvidando de mí y una novia que me engaña.

— A mí Papá también me odia.

— Puede ser, pero al menos está orgulloso de tí y siempre ha querido lo mejor para tí. ¿Por mí que ha hecho aparte de gritarme y compararme contigo?

Sabía que nuestro padre nunca le ha tenido demasiado aprecio, ni a mi tampoco, pero no tenia ni idea de que le comparase conmigo. Por Dios si soy un desastre, no hay nada bueno con lo que compararme a parte de ser bueno jugando al hockey, lo único que mi padre ha intentado aprovechar para que viva la vida que él siempre había deseado.

— Y lo he intentado. Durante toda mi vida he intendo seguir tus pasos y ser como quiere que sea, pero aún así nunca era suficiente para él — continua Alex rompiendome el alma.

— Se que ahora mismo no eres capaz de verlo pero estás equivocado. Mamá siempre está presumiendo de tí, Liv te adora y haría cualquier cosa por tí y Mia te quiere. Olvidate de Papá, para él nunca nada es suficiente, pero para mí lo eres. Joder, Alex, eres mi hermano y odio verte sufir así. Quiero que vuelvas a ser el de siempre. 

 — No, no me vengas con ese tonito de lástima porque a ti también te doy igual. Solo te preocupas por mí cuando estoy drogado, el resto del tiempo no te importo, solo quieres ayudarme para no sentirte culpable. 

En que momento las circunstancias le han cambiado tanto como para haber acabado con el niño alegre que siempre ha sido y ahora lo único que hace es fingir esa felicidad para que los demás no noten que está roto por dentro.

— ¿Sabes que es lo que más me molesta de tí? — dejo que siga desahogandose aunque sus palabras empiezan a hacerme daño—. Que nunca haces las cosas bien ni te esfuerzas por nada pero al final lo consigues todo. Lo único que tenía era a Liv y ahora ya ni eso.

— ¿Todo esto es por Liv? Pensaba que ya lo habías aceptado.

 — Hay muchas chicas ¿por qué tienes que fijarte en mi mejor amiga? ¿Y por qué ahora? Siempre has intentado ignorar lo que sientes por ella.

— ¿Acaso no merezco que me quiera? 

— Desde luego que no. Te alejaste de ella y la dejaste destrozada. No mereces que te haya perdonado ni mucho menos que te quiera. 

— Creeme no se me ha olvidado — digo cuando comienza a irse.

Pero ya ha subido hacia su cuarto ignorando mis palabras. 

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¡¡HOLAAAAA!!

He vuelto a subir este capítulo porque he alargado el final para añadirle un punto más de drama y desarrollar un poco más la historia. Perdón a todos lo que ya lo habiaís leido, espero que os guste la corrección.

Nos vemos pronto :)

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