18: Discreción ante todo
Volvemos de la caminata por el bosque completamente exhaustos y solo son las doce de la mañana, aún queda todo el día por delante y lo peor es que hoy es la fiesta de cumpleaños. Que pocas ganas tengo de organizar y decorar la casa. Ni siquiera hemos comprado la decoración. Es hora de que nos pongamos manos a la obra o nos pillará el toro.
─ Alex, acompáñame a comprar, porfa ─ digo despertándole de su intento de siesta.
─ Paso, me da pereza.
─ Si quieres puedo ir yo contigo ─ se ofrece Aaron.
─ Si eso que vaya él ─ apoya y vuelve a cerrar los ojos.
─ No. Venga Alex muévete.
─ Vale, ya voy ─ suspira.
Salgo de la cabaña hacia el coche seguida por Aaron quien supongo que vendrá a protestar.
─ ¿Estás segura de que no quieres ir conmigo? Nos lo pasaríamos bien un rato solos ─ intenta convencerme.
─ Me encantaría, pero si dejamos solos a Rachel y Alex con esos torbellinos al volver no hay casa.
─ ¿Y te fías de mi para esa responsabilidad tan grande?
─ Confío en que mantendrás el orden o sino lo que sea que haya entre nosotros llegará a su fin.
─ ¿Me estas amenazando?
Se acerca tanto que mi espalda choca con el maletero del coche. Actúo normal, como si su cercanía no significara nada para mí y oculto mis ganas de besarle y acércale aún más.
─ ¿Qué parte de seamos discretos no has entendido? ─ le recuerdo poniendo las manos sobre su pecho alejándole.
─ Desde aquí nadie puede vernos. Estamos en un punto ciego. No te preocupes, preciosa, lo tengo todo controlado ─ baja sus manos hacia mi cintura.
─ Aun así, estamos demasiado cerca.
─ ¿De repente te molesta mi cercanía? No parecías tener ese problema hace unas horas.
Se escuchan pasos acercándose a nosotros haciendo que se separe y empiece a caminar de vuelta a la cabaña, pero le sujeto del brazo antes de que dé un paso más.
─ Si cuando vuelva esta todo igual que ahora tendrás una recompensa ─ susurro en su oído.
Mis palabras captan al instante su atención y lo sé por la forma en la que me mira y sonríe. Que lastima seguro que me ha malinterpretado, pero nada más lejos de la realidad. Solo ha sido una pequeña mentirijilla para mantenerle motivado. Es imposible que consiga controlar a esas bestias.
Subo al coche con una ridícula sonrisa en la cara, pero se me borra cuando veo a Alex molesto a mi lado.
─ No me hables estoy enfadado contigo ─ me dice apartando la mirada.
─ ¿Y eso por qué? ¿Que he hecho ahora? ─ contesto poniendo el coche en marcha.
─ Lo primero de todo despertarme.
Buah, el drama del siglo.
─ Lo siento por querer estar un rato con mi mejor amigo ─ dramatizo.
─ ¿Por qué? ¿Hay algo que tenga que saber? ─ pregunta enderezándose y su mirada acusatoria casi hace que lo suelte todo.
─ No, nada.
─ ¡No me lo puedo creer!
─ ¿Qué pasa? ─ digo sin poder contener la risa.
─ Pensé que confiabas en mí, pero por lo que veo parece que no, ¿Rachel lo sabe? ─ exagera llevándose una mano al corazón.
─ ¿Saber el que? Alex no entiendo nada.
─ No te hagas la tonta Liv, me lo ha contado mi hermano.
─ Oh, hablabas de eso.
Ya sabía a qué se estaba refiriendo desde el principio pero no tenía ganas de hablar de esto con él ahora mismo, primero porque me da vergüenza y segundo porque no sé si he hecho lo correcto. Así que tan solo me concentro en conducir y no digo nada más, hasta que caigo en la cuenta de lo que acaba de decir.
─ Espera, ¿Aaron te habla de mí?
─ Si, continuamente. Me habla más él de ti que tú de él ─ confiesa dejándome a cuadros.
─ ¿De verdad? ¿Y qué te ha dicho?
─ Muchas cosas.
─ ¿Como qué? ─ no puedo ocultar mi curiosidad.
─ Claro, claro, ahora no pienso decirte nada como tú has hecho conmigo.
─ Iba a decírtelo en serio, pero cuando volviéramos a casa.
─ ¡¿Pretendías ocultármelo todo el fin de semana?!
Que exagerado, tampoco es tanto tiempo.
─ Sí, pero por lo visto tu hermano es un bocazas ─ me quejo, aunque sonrío como una idiota.
─ Apuesto a que te encanta su boca.
─ ¡Por Dios, Alex, no iba por ahí! ─ su risa llena todo el coche ─ Pero sí, me encanta.
─ Calla, calla. No quiero saber nada más, que estamos hablando de mi hermano.
Alex continúa riendo y yo me uno a él. Hacía mucho tiempo que no estaba tan feliz. Estoy muy agradecida con todo lo que me está pasando. Es abrumador pensar que algún día podrá acabar, pero por ahora prefiero no pensar en el futuro.
─ Me ha dicho que es un gilipollas por no ver antes lo maravillosa que eres ─ continúa hablando ─ En el fondo es un cursi.
Vale, estoy empezando a aceptar que la sonrisa de boba no se me va a quitar en todo el día.
─ Lo sé ─ pero mi temor sigue estando ahí ─ ¿Crees que le gusto de verdad o se le acabará pasando?
─ Confía en él Liv, te prometo que haces mucho más que gustarle.
***
En menos tiempo del que pensábamos no encontramos cargados de globos, carteles y demás objetos necesarios para una fiesta. Al acabar tan pronto decidimos darnos un pequeño capricho y nos compramos un helado antes de volver. Sinceramente, no ha sido la idea más inteligente ya que estamos casi en diciembre y hace demasiado frío, de ahí que volvamos de vuelta al coche para encender la calefacción.
─ Un momento, tú y yo aún tenemos mucho de lo que hablar ─ le digo antes de arrancar.
─ No me apetece hablar de eso ¿podemos dejarlo para el lunes?
─ Alex, estoy preocupada por ti.
─ Estoy bien de verdad, Aaron se está encargando de controlarme.
─ Vale, está bien.
Aunque lo intento, sigo sin poder dejar el tema a un lado.
─ ¿Has vuelto a consumir? ─ mira hacia abajo y seguidamente se pasa una mano por la cabeza ─ Eso es un sí, ¿por qué?
─ Liv no me mires así por favor, solo fue una vez te lo juro.
─ Te creo. ¿Pero por qué lo has hecho? Dijimos que me llamarías si pasaba algo antes de recurrir a las drogas.
─ Lo sé, lo sé, pero no quiero involucrarte en mis mierdas, tú ya tienes suficientes problemas como para añadirte los míos. Estoy cansando de ser un estorbo más.
─ Alex tú no eres ninguna carga. Eres mi mejor amigo y quiero que lo sigas siendo. Por favor, no vuelvas a hacer ninguna tontería.
─ Puedes estar tranquila, no voy a hacer nada ─ me da un beso en la mejilla y me abraza fuertemente lo cual es reconfortante.
Dejamos el drama a un lado y conduzco de vuelta a la cabaña envueltos en risas y tonterías. Si soy completamente sincera no tenía ninguna fe en que Aaron consiguiera mantener el orden, pero nada más abrir la puerta veo que todo está perfectamente, y no solo eso, sino que lo más sorprendente es que nunca los he visto tan tranquilos. Ni siquiera se escucha ningún grito. Estoy flipando.
Rachel, Aurora y sus dos amigas, Chloe y Alice, están sentadas alrededor de la mesa jugando a las cartas; y Aaron y Violet, por otro lado, están en el sofá leyendo. Estoy tan sorprendida que se me cae la bolsa que estaba sujetando de las manos haciendo que todos se giren hacia mí. No aparto la vista de Aaron a quien se le ilumina la cara al verme, deja el libro a un lado y se dirige enseguida hacia mí. Me muevo hacia la cocina para que así podamos estar solos.
─ ¿He hecho un buen trabajo? ─ es lo primero que dice.
─ Mejor de lo que imaginaba tengo que admitirlo.
─ ¿Cuál es mi recompensa?
Improviso sobre la marcha ya que no tengo nada y rebusco en mi bolso hasta dar con una chocolatina.
─ Que mierda de premio, me esperaba otra cosa ─ comenta decepcionado lo que hace que me ría.
─ Si no la quieres dámela ─ digo intentando quitársela de las manos.
─ No, no, sí que la quiero.
Tiro de su camiseta acercándole a mi quedando atrapada entre la encimera y su cuerpo. Rodeo su cuello con mis brazos, pero sin acercarme más.
─ ¿Esto te gusta más? ─ le pregunto tentándole.
─ Desde luego, eres mucho mejor que el chocolate.
─ Es el mayor cumplido que podrías hacerme.
Se inclina con una sonrisa y yo le miro deseosa de sentir sus labios los cuales nunca llegan debido a la interrupción de alguien, en cambio me suelta y mira molesto a quien sea que haya entrado. Vaya, que yo tengo exactamente la misma expresión.
─ Tu hermana es una tramposa, ya no juego más con ella ─ se queja Rachel.
─ Como si no lo supieras ya. Aurora ama ganar.
─ Se me había olvidado, uy chocolate ─ alza la mano para cogerlo, pero Aaron está más cerca y lo coge antes.
─ Las manos fuera, me lo ha dado Liv a mí ─ dice protegiéndolo como si de un tesoro se tratara.
Menudo cuadro. Rachel me mira completamente indignada, como si fuera lo más cruel que le haya hecho.
─ Me parece genial que estéis liados, pero podrías haberte acordado también de mí, con un caramelo me conformaba.
─ ¿Como sabes que estamos...? ─ pregunto extrañada ya que no le he contado nada y dudo que él lo haya hecho esta vez.
─ Porque la discreción no es lo vuestro, amiga. Llego a tardar un segundo más y os encuentro metiéndoos la lengua hasta la campanilla.
─ Eso es cierto ─ acepta Aaron.
─ Ya basta de charla, pongámonos a trabajar ─ corto la conversación.
Rachel lidera el paso y ambos la seguimos hasta que esta sale de la cocina y me detengo frenándonos.
─ ¿Qué pasa, preciosa? ¿Te has quedado con las ganas? ─ comenta divertido con una sonrisa torcida.
─ Seamos más discretos ¿vale?
Suspira, pero asiente. Sigo andando, pero a un paso de llegar a la puerta me giro y le doy un rápido beso.
─ En realidad no había ninguna recompensa.
Antes de que le dé tiempo a reaccionar salgo y me dispongo a colocar toda la decoración.
***
Estoy subida encima de una silla colocando el cartel de FELIZ CUMPLEAÑOS bajo su atenta mirada a mi lado. Aunque ahora mismo estamos solos y nadie puede vernos, sus ojos tan fijos en mí me están poniendo demasiado nerviosa.
─ ¿No decías que ibas a ser más discreto?
─ Y lo estoy siendo ─ intenta defenderse.
─ Entonces deja de mirarme el culo.
─ Ay, mi pequeña e inocente Livy, eso llevo haciéndolo toda la vida ─ dice con una sonrisa traviesa y obviamente sin apartar la vista ─ Además desde aquí tengo una muy buena perspectiva.
─ Se acabó el espectáculo ─ digo bajándome de la silla ─ Sigue tú.
─ ¿Quieres admirarme ahora a mi o qué?
─ Por supuesto que no, es que no llego y tú eres más alto ─ pongo de excusa.
Nos cambiamos de lugar y tiene toda la razón, desde aquí tengo unas buenas vistas sobre todo porque se levanta parte de la camiseta dejándome ver sus abdominales.
─ Mírala, se le cae la baba ─ escucho la voz de Rachel detrás de mí.
─ ¿La baba o las bragas? ─ añade Alex a la vez que se mete un puñado de palomitas en la boca.
─ Dejad a Liv tranquila, puede mirarme todo lo que quiera ─ asegura Aaron quien me mira pícaramente y con diversión a lo que yo tan solo me sonrojo.
─ ¿Cuánto tiempo lleváis aquí? ─ decido cambiar de tema antes de que sigan diciendo cosas inapropiadas.
─ Unos cinco minutos ─ me responde Alex.
─ ¿Y no sois capaces de ayudar?
─ No, es más divertido veros a vosotros.
Me olvido de la presencia de los tres y continuo con mi tarea de colocar todos los globos sin hacer caso de lo que sea que sigan hablando.
Unos minutos más tardes la casa está lista para una fiesta. Fue un cumpleaños tranquilo dentro de lo que cabe, pero nos lo pasamos de maravilla y tras la intensa jornada de karaoke y el atracón de tarta acabamos agotados, por lo que para finalizar el día a mis hermanas se les antojó ver una peli, y aquí estamos, buenos están porque yo me he quedado dormida nada más sentarme en el sofá.
─ ¿Estás dormida? ─ me susurra Aaron acariciando lentamente mi mejilla.
─ No, solo tengo los ojos cerrados porque estaba aburrida de tenerlos abiertos.
─ Ja, ja que graciosa. Ven, quiero enseñarte una cosa.
─ Estoy dormida.
─ Ven, te va a gustar ─ asegura.
─ Vaaale ─ acepto levantándome perezosamente ─ ¿Me llevas? ─ pregunto estirando los brazos.
Se ríe, pero sujeta mis piernas y las enrolla sobre él para seguidamente comenzar a andar conmigo en brazos. Durante el camino me doy cuenta de que los demás también están durmiendo y la película ya está llegando al final. Una vez llegamos a la entrada me suelta y me pone mi abrigo y mis botas, lo cual me deja algo confusa ¿para qué iremos a salir?
Abre la puerta y mi boca se abre de par en par cuando veo que todo está cubierto de blanco.
─ Es la primera nevada del año, mañana se habrá derretido, pero quería que lo vieras ─ agrega rodeándome con sus brazos.
Se me quita el sueño al instante y comienzo a correr bajo la nieve como una niña pequeña. Me agacho para coger una bola de nieve y se la lanzo comenzando así una guerra. No dejamos de jugar hasta ni se cuánto tiempo después, quizás hayan pasado horas y no me he enterado, y solo hemos parado porque estamos empapados y nos vamos a resfriar. Volvemos dentro donde nos cambiamos de ropa y vamos a la cocina a por un chocolate caliente para entrar en calor.
─ Mañana no vamos a poder pasar mucho tiempo solos así que te lo digo ahora ─ comento cuando nos sentamos.
─ Por tu tono de voz parece que es algo malo.
─ ¿Que va a pasar el lunes en clase con todo esto? ─ hago un gesto refiriéndonos a nosotros.
─ ¿A dónde quieres llegar?
─ No quiero que lo sepan.
Aparta la mirada durante un segundo y cuando vuelve a mirarme lo hace de forma mucho más seria.
─ ¿Te avergüenzas de mí? ─ me pregunta desconcertado.
─ No, claro que no, todo lo contrario.
─ Te avergüenzas de ti ─ no es una pregunta el mismo afirma lo que yo no me atrevo a pronunciar.
─ Sabes que odio ser el centro de atención y no estoy lista para escuchar todo lo que opinen de nosotros.
─ Ya ha pasado antes.
─ Si, pero estábamos fingiendo. Ahora es real. No es lo mismo.
─ No van a decir nada.
─ A ti no te van a decir nada porque eres un Dios para ellos, pero yo en cambio...
Me silencia con un beso que me deja tan aturdida que ahora pienso que todo lo que estaba diciendo no tiene sentido.
─ Lo haremos como tú quieras, pero deja de pensar que no eres suficiente para mí porque eres más de lo que había soñado alcanzar algún día.
─ Aaron ─ suspiro.
Sigo sorprendiéndome cada vez que me dice algo así y por mucho que quiera no puedo creérmelo del todo. Tampoco soy tan especial como para que me diga esas cosas.
─ Olivia ─ junta su frente con la mía ─ Si hay alguien que no se merece esto, ese soy yo.
No sé me ocurre nada más que decir, yo no tengo tanta labia como él, las palabras no son precisamente mi punto fuerte así que simplemente me dedico a besarle a lo que acepta sin rechistar.
─ Se va a enfriar el chocolate ─ me advierte aun sobre mis labios.
─ ¿Y qué?
Ahora mismo lo único que me importa es que nunca deje de mover esa boca y que no pare el ritmo de sus manos recorriendo mi cuerpo, todo lo demás me da absolutamente igual.
***
Volví a mi casa sintiéndome que volaba encima de una nube. Estaba tan feliz que hasta mis padres se extrañaron, pero por suerte no me dijeron nada lo cual es bastante raro en ellos. Cada dos por tres se me escapaba una sonrisa e incluso hoy que es lunes me he despertado de buen humor cuando escuché la alarma del despertador.
─ ¿Qué te pasa? Nunca te levantas tan feliz ─ comenta mi madre antes de que me vaya al autobús.
─ Nada, me ha sentado bien estar en la naturaleza.
─ Sí, sí, haré como que te creo.
Salgo hacía el instituto y por primera vez tengo hasta ganas de llegar. Desde luego, estoy perdiendo la cabeza. El autobús llega a su destino y camino hacia mi taquilla para encontrarme con Rachel como cada día, pero esta vez, no está sola, sino que Alex y Mia están a su lado haciéndole compañía.
─ Hola ─ saludo cuando estoy frente a ellos.
Ellos me contestan y continúan con su conversación. Inevitablemente hecho una mirada al final del pasillo para ver si Aaron está en su taquilla, pero no le encuentro ni allí, ni en ningún lado. Sigo buscándole con la mirada sin éxito. Sé que decidí que quería que actuáramos con normalidad, pero solo quiero verle, aunque sea de lejos.
─ Mi hermano está en el gimnasio. Ahora tiene entrenamiento antes de clase, ¿recuerdas? ─ me susurra Alex separándose de la conversación para encontrarse conmigo.
─ Ah sí, es verdad, no me acordaba.
─ No estás siendo muy discreta, suerte que no está aquí sino apuesto a que te habrías abalanzado a sus brazos.
─ Se controlarme, Alex.
─ ¿Así que si estuviera aquí mismo no harías nada?
─ Ni le miraría ─ aseguro totalmente convencida.
Abro la taquilla y cae disparado un papel al suelo. Extrañada me agacho a recogerlo y veo que es una nota.
Buenos días, preciosa. Te veo en la puerta de atrás del gimnasio. Quiero verte, aunque sea cinco minutos antes de clase- A
Cojo los libros que necesito para la siguiente clase y me dispongo a irme.
─ Ya veo, cuanto autocontrol ─ se burla de mi al saber mis intenciones.
─ Cállate, Crown.
Continúo caminando sin detenerme ni un solo segundo hasta que le veo de espaldas enfrente de la puerta. Acelero nada más verle, pero me detengo de golpe cuando me doy cuenta de que no está solo, y no solo eso, se están abrazando.
─ Hola Liv ─ dice la chica al verme por encima de su hombro.
Mierda, la situación perfecta para arruinarme el día.
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¡Holaaaa!
Gracias a todos lo que habeis llegado hasta aquí. me hace mucha ilusión que sigaís leyendo. Lo primero de todo os tengo que pedir disculpas porque la semana pasada no hubo capítulo y es que mi ritmo de vida está cambiando y ya no dispongo de tanto tiempo para escribir, pero inetaré traeros capítulo nuevo cada una o dos semanas como mucho. Espero que lo entendias.
Tras este pequeño aviso, ¿que os ha parecido el capítulo?
Nos vemos lo antes posible.
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