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11: Jugando con fuego

Puede ser que este estúpido juego se nos haya ido de las manos y todo porque soy gilipollas. Sabía que esto iba a acabar mal. ¿Por qué no podía conformarme con actuar y ya está? Se suponía que no era tan difícil.

─ ¿No crees que has bebido demasiado? ─ me pregunta Zack preocupado desde el sillón.

La fiesta hace ya un rato que ha acabado y yo sigo bebiendo como si no hubiera un mañana. Cada vez que cierro los ojos se me viene a la mente su preciosa sonrisa.

─ No lo suficiente. Sigo acordándome de lo que he hecho.

─ Sea lo que sea seguro que no es tan malo.

Créeme sí lo es. Recuerdo sus manos, su boca, ese estúpido vestido, las alas... Agh maldito disfraz. Malditas hormonas. Maldito autocontrol. ¿En qué momento se ha complicado todo tanto?

─ La he besado ─ confieso.

─ Ya lo has hecho antes, te he visto hacerlo.

─ Sí, pero no de esa forma.

Sé de sobra que el alcohol no va a arreglar mis problemas, pero aun así abro otra botella y le doy otro sorbo.

Mi plan de venganza ha salido tal y como planeaba o bueno más o menos, porque después todo se ha descontrolado hasta que mi hermano nos ha interrumpido. De hecho, Liv se ha enfadado más de lo que esperaba conmigo, con Alex y con todo lo que le rodea. Había olvidado que odia perder, otra de las mil cosas que tenemos en común. Nos parecemos mucho más de lo que parece. De ahí que lleve cinco minutos mirándome molesta desde la otra punta del salón. Ninguno de los dos aparta la mirada pero tampoco ninguno de los dos da el paso de acercarse. Ambos somos demasiado orgullosos como para hacerlo. Sin embargo, el maldito Zack me hace perder la guerra de miradas cuando aparece a mi lado y al volver a mirar en su dirección, ella me sonríe satisfecha.

─ ¿A qué viene esa cara tan larga? ¿Es por la dulce angelito?

─ Pues claro ─ respondo molesto ─. Y no tiene nada ni de dulce ni de ángel, más bien todo lo contrario.

─ Madre mía, necesitas urgentemente un polvo.

─ No necesito nada.

─ Pues yo sí y ese chico de allí parece que está dispuesto. Deséame suerte, tío.

Que fácil es la vida para él. Que envidia. Doy un trago a mi bebida y vuelvo a buscar la mirada de Liv, pero ya no está. ¿Cómo desaparece tan rápido siempre?

─ ¿Me estabas buscando?

Mierda, esa voz.

─ Estoy buscando a alguien, pero no eres tú, Rebecca.

Ya me extrañaba que no hubiese intentado acercarse a mí en toda la noche. No es que no sea a una chica atractiva, porque lo es, y también es bastante agradable cuando la conoces de verdad, el problema es que no acepta que no me interesa. Incluso cuando salía con Valeria venía detrás de mí y eso que son amigas. ¿No se supone que hay una norma no escrita en la que los exes de tus amigos son intocables?

─ No veo a tu novia por aquí ─ ignora mis palabras ─¿te apetece bailar un rato?

─ No ─ niego rotundamente y me muevo rápidamente de allí para irme.

La arpía no se rinde y comienza a seguirme.

─ Venga, solo un baile rápido, te prometo que no se va a enterar ─ insiste.

─ Ya te he dicho que no, déjame en paz ─ repito subiendo las escaleras.

─ Mmm, ¿si prefieres llevarme a tu habitación no me voy a quejar?

─ Escucha Rebecca ─ me enfrento a ella ─. No va a pasar nada entre tú y yo nunca que se te meta de una vez en la cabeza.

─ Eso dices ahora, pero...

─ No, nada de peros. Eres una chica fantástica y cualquier chico estaría encantado de estar contigo, pero yo no.

Veo que mis palabras le han afectado y en cierto modo me duele, pero tengo que ser sincero con ella.

─ Sigues viéndome como a una niña pequeña ─ dice controlando las lágrimas ─ Solo soy la hermana tonta de tu mejor amigo.

─ No es eso Becca ─ bajo el tono de voz y coloco una mano en su hombro para consolarla.

─ Ni se te ocurra llamarme así y no me toques.

─ Lo siento ─ entro a mi habitación y cierro la puerta dándole espacio.

Permanezco pegado a la puerta, hasta que escucho sus pasos alejándose. Me siento fatal, pero nunca he estado interesado en ella y no puedo darle falsas esperanzas, eso sería peor para ella. De repente el sonido de un móvil que no es el mío me saca de mis pensamientos y es ahí cuando me doy cuenta de que no estoy solo. ¿Cómo no había visto antes las alas de ángel tiradas en el suelo justo a mi lado?

─ ¿Qué haces aquí? ─ pregunto mirando a Liv quien está tranquilamente sentada en mi cama revisando su teléfono.

─ Estaba harta de la fiesta ─ responde sin mirarme.

─ ¿Y estas en mi habitación porque...?

- Porque Alex está en la suya con Mia y no quiero ver lo que sea que estén haciendo.

Tiene sentido. Yo tampoco querría estar presente en esa situación.

─ Pero tranquilo, sí estas tu mejor me voy ─ se levanta.

─ Por mí puedes quedarte, no hay ningún problema.

─ ¿Y por qué razón tendría que quedarme?

─ Aún tenemos que desempatar ¿no? ─ digo en tono provocativo.

─ Cierto, a no ser que te rindas.

─ Ya quisieras, bonita.

─ Te equivocas, eso no es lo que quiero.

¿Es una indirecta? Estoy demasiado borracho como para entenderlo. Mierda, me estoy poniendo nervioso. En mi vida me he puesto así por nadie ¿Por qué me pasa esto con ella?

─ ¿He puesto nervioso al mismísimo diablo?

─ Ya quisieras ─ repito acercándome a ella con paso decidido ─ Estarás nerviosa tú, yo estoy muy tranquilo.

- Ja, ya quisieras- imita mis palabras y también da un paso hacía mí haciendo que ambos quedemos a una distancia peligrosamente cerca.

Sus brillantes ojos marrones no dejan de desviarse hacia mi boca y los míos hacen lo mismo con la suya. Solo pienso en la satisfactorio que sería besarla ahora mismo y acabar con toda esta tensión que estaba a punto de explotar en la cocina, pero por mucho que quiera no puedo incumplir mi promesa, así que me convenzo de no hacer nada. Con el mayor autocontrol que puedo doy un paso hacia atrás alejándome de ella. Ni siquiera sé de dónde he sacado la fuerza para aguantar la tentación. Liv me mira irritada y se deja caer de nuevo en la cama sosteniendo la cabeza entre sus manos frustrada.

─ ¿Por qué me haces esto? ─ se queja.

─ ¿Hacer el que?

─ Esto ─ exclama ─. Provocarme durante todo el día para después alejarte. Comportarte como un ángel y que al segundo seas un imbécil. Si solo quieres marearme déjalo ya. Estoy harta.

No contesto. No tengo ninguna respuesta o al menos no tengo ninguna que le vaya a gustar.

─ Dediquémonos a actuar delante del resto y ya está. Estábamos mejor cuando apenas hablábamos ─ continua.

─ Eso no es verdad.

Me mira con demasiada rabia y dolor, casi como si me odiara.

─ ¿Entonces por qué dejaste de hablarme?

─ Me dijiste que no querías nada conmigo ─ me excuso, aunque hasta yo sé que es una excusa de mierda.

─ Pero eso no significaba que quisiera que desaparecieras de mi vida. Mira déjalo, mejor me voy ─ se levanta de la cama y se dirige a la puerta sin fijar la vista en mí.

Joder, lo último que quiero es que se vaya. No cuando no sé ni siquiera lo que siento, pero sé que me hace sentir algo.

A la mierda todo ya.

Coloco mi mano en la puerta impidiendo que la abra y eso la cabrea más de lo que ya está. Abre la boca para protestar, pero antes de que diga nada durante un impulso en el que no me da tiempo a pensarlo dos veces me inclino hacia ella y la beso como nunca antes había hecho. Había extrañado lo bien que encajan nuestros labios, como si estuvieran hechos el uno para el otro. Me acerco más hacia ella haciendo que su espalda choque directamente contra la pared. Mantengo una mano alrededor de su mejilla y con la otra aún sostengo la puerta. Liv acelera la velocidad del beso y me acerca aún más si es posible a ella quintándome directamente el control volviéndome completamente loco. Es justo en este momento en el que me doy cuenta de que ya hace bastante tiempo que he perdido y no me refiero solamente a este pequeño juego.

─ Estás borracha, deberíamos parar ─ le digo entre besos.

─ Tu también lo estás.

─ Por eso mismo, como sigamos no voy a poder parar ─ admito separándome unos centímetros.

─ ¿Y sí no quiero que pares?

─ No deberías haber dicho eso, preciosa

Vuelvo a besarla esta vez mucho más apasionadamente. Comienza a desabrochar los botones de mi camisa sin separarnos hasta que esta acaba en algún lugar de mi habitación y yo hago lo mismo con la cremallera de su vestido sin llegar a quitárselo. Enrolla las piernas alrededor de mi cintura y la guío hasta la cama para colocarla debajo de mí y pasar a besar su cuello. Inconscientemente suelta un gemido que es música para mis oídos y seguidamente me gira colocándose ahora ella sobre mí. Dios mío, retiro lo dicho, literalmente es un ángel, mejor dicho, una auténtica diosa. Me separo un segundo para admirarla y en seguida vuelve a acercarse anhelando mis labios. No me puedo creer que esto esté ocurriendo y que se sienta tan bien. Continúo acariciando todo su cuerpo hasta que alcanzo el borde de su vestido el cual me decido y por fin lanzo al suelo. Entonces sus manos pasan a desabrochar mi cinturón y soy consciente de lo que estamos a punto de hacer y por mucho que quiera no puedo dejar que pase. No así. Sostengo sus pequeñas manos en comparación con las mías deteniéndola y ella me mira extrañada.

─ Mierda ─ susurro.

─ ¿Pasa algo? ─ pregunta preocupada.

La quitó de encima mía con cuidado, cojo una sudadera que hay encima del escritorio y salgo pitando de allí. No pienso aprovecharme de ella cuando está borracha y menos cuando sé que no quiere hacerlo, aunque ahora me haya dicho que sí. No soy Noah. Joder, me prometí a mí mismo que no volvería a arriesgarme a hacerle daño, como he sido tan idiota. Solo espero que por favor mañana no se acuerde de nada de esto.

***

─ Y eso ha sido lo que ha pasado ─ termino de contar la historia.

Analiza todas mis palabras y al cabo de unos segundos suelta:

─ No es tan malo

─ ¿Cómo qué no? ¿No has escuchado nada de lo que te he dicho?

─ Lo único que he escuchado es que ambos os tenéis muchísimas ganas, demasiadas diría yo ¿por qué no quieres aceptarlo y punto?

─ No puedo hacerle eso Zack.

─ ¿Por qué no? Ella también quiere ¿no? Te estas complicando tu solo.

─ No sabes lo que pasó ─ me muevo para coger de nuevo la botella, pero Zack la aparta antes de alcanzarla.

─ Deja de martirizarte por el pasado. Céntrate en que tienes a la chica de tus sueños durmiendo en tu cama y tú estás aquí haciendo el gilipollas.

Conociéndola lo más probable es que no esté dormida sino rayada por lo que ha pasado. Debería hablar con ella y aclarar todo esto.

─ Joder, tienes razón ─ digo levantándome ─. Tengo que subir.

Doy un traspiés al intentar caminar y de no ser por Zack seguro que me hubiera caído, pero no me detengo y sigo mi camino hacia las escaleras.

─ Ni se te ocurra subir así ─ me advierte.

─ ¿Pero no me has dicho que deje de pensar en el pasado?

─ Si, pero eso no significa que vayas ahora mismo, puede esperar a mañana a que estes sobrio.

─ Tengo que hablar con ella.

─ ¿Y qué piensas decirle?

─ Que la quiero ─ suelto sin pensar.

Suelta una enorme carcajada lo cual me mosquea.

─ Estas como una cabra.

─ Oye que la quiero de verdad no te rías de mí.

─ Lo sé, lo sé, pero por lo que me has dicho aun te tiene algo de rencor por pasar durante un año de ella y con razón, por lo que tienes que ir poco a poco.

─ Vale y ¿cómo lo hago?

Jamás pensé que le pediría consejo a mi amigo quien por cierto no ha tenido una relación estable nunca, pero aquí estamos. La vida es impredecible.

Escucho el sonido de los pasos de alguien bajando las escaleras y me encuentro dividido deseando y no que sea ella, pero acaba siendo Alex. Siempre es mi hermano, que pesado, está en todos lados.

─ ¿Podrías preguntarle a tu hermanito si le ha hablado de ti? ─ ofrece y tengo que reconocer que no es un mal plan. Aunque a lo mejor solo me lo parece porque estoy borracho.

─ Si claro, que vergüenza.

─ ¿Quieres que le pregunte yo?

─ Ni se te ocurra ─ pero ya ha salido corriendo directo a la cocina ─ ¡Ven a aquí!

Corro tras él alcanzándole, pero se retuerce y se escapa.

─ ¿Qué coño estáis haciendo? ─ pregunta Alex medio adormilado cuando entramos a trompicones en la cocina.

─ Nada ─ respondemos inocentemente al unísono.

Alex continua con lo que estaba a haciendo y Zack y yo no paramos de darnos codazos a ver quién es el primero en hablar.

─ Estáis muy raros ¿qué queréis? ─ vuelve a decir el rubio.

Mira a mi amigo y le suplico con la mirada que no diga nada, pero no me hace caso. Gracias, Zack eres el mejor.

─ ¿Por casualidad Liv te ha dicho algo sobre Aaron alguna vez? ─ suelta de repente como si nada.

Alex deja el vaso de agua sobre la encimera y se gira hacia mí.

─ Así que tú también estas interesado en ella ─ comenta risueño mirándome.

─ ¿Que significa ese también? ¿Siente algo por mí? ─ añado emocionándome.

─ Tal vez.

─ Dios Alex por favor dímelo de una vez.

Me pone de los nervios cuando se hace el interesante.

─ Vale sí, hemos hablado de ti y sí, siente algo por ti ─ sin poder evitarlo sonrío ─ Pero no te emociones demasiado, porque no quiere nada contigo sabiendo que vas a volver a hacerle daño.

─ No voy a hacerlo.

─ Por favor, Aaron, soy tu hermano, sé cómo eres.

─ Tu fuiste el que me dijiste que no me conformara, ahora que estoy intentándolo te enfadas. No hay quien te entienda ─ le echo en cara

─ Exacto y no lo hiciste, fuiste un cobarde y fue ella la que salió perjudicada de toda esa mierda. ¿Sabes la de veces que tuve que consolarla por tu culpa? ¿Sabes la de veces que ha llorado por ti? ─ aparto la mirada de él dolido, pero sigue hablando ─. No, no lo sabes. No tienes ni la más mínima idea. Solo le haces daño y después desapareces.

Ni siquiera puedo contradecirlo porque es totalmente cierto. He sido un capullo con ella por miedo. Le doy la espalda para que no vea como me afectan sus palabras y para desear que así se calle de una vez, pero no lo hace. Sigue hablando y cada palabra que dice es mucho peor que la anterior porque todas son ciertas.

─ Y ahora has vuelto y los dos actuáis como si nada hubiera pasado, como si todo fuera perfecto entre vosotros pero no podéis ignorar el pasado porque al final os explotará encima y seré yo de nuevo quien tenga que arreglar vuestro desastre.

─ ¿Por qué das por hecho que la voy a cagar? ─ añado en un susurro

─ Porque es lo siempre haces, lo estropeas absolutamente todo ─ estalla golpeando la encimera. Nunca lo había visto tan enfadado. Hasta su respiración se acelera de la rabia ─ No querías parecerte a Papá, pero te estas convirtiendo en una réplica de él.

Con esas últimas palabras acaba destruyéndome. Dejo que se marche. No quiero escuchar nada más que venga de él. Pienso demostrarle a mi hermano que esta vez no lo joderé todo. Pienso demostrármelo a mí mismo. Pero ahora necesito descargar mi frustración con algo. Ya mañana lo arreglaré todo.

─ Aaron ─ oigo que dice Zack detrás mía siguiéndome hasta el garaje ─ no tiene razón. Nunca te he visto tan feliz como cuando estás cerca de ella.

─ ¿Crees que puedo hacerla feliz? ─ vocalizo mi mayor miedo.

─ Ya lo haces, lo que la destrozaría de verdad es que volvieras a alejarte.

Quiero creerle, pero en fondo no puedo hacerlo. Mi hermano tiene razón, la he liado demasiadas veces, tantas que ni puedo contar. Pero, por otra parte, lo que dice Zack también es cierto. No puedo dejar a Olivia, otra vez no. ¿Como puedo arreglar todo esto sin destrozarnos por el camino?

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¡Buenos días!

Que ganas tenía de que llegase el sábado para que leyeseis este capítulo. Espero que os haya gustado.

AAAAAAA ¿hablamos de ese beso? Espero que vengan mil más, lo necesito 😍😍😂😂😂

Por otro lado, ¿pensáis como Alex y creéis que la van a liar o estáis de acuerdo con Zack?

Nos vemos la semana que viene. Gracias por todo el cariño, sois los mejores. 🙃

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