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1: Mentiras peligrosas

─ Venga Olivia, date prisa que vamos a llegar tarde ─ me advierte Rachel quien ya ha salido corriendo por el pasillo como alma que lleva el diablo.

─ Pero si aún quedan diez minutos para que empiece la clase ─ me quejo, pero aún así acelero el paso para alcanzarla.

─ Me da igual la clase, yo hablo de que nos vamos a perder la entrada de los hermanos Crown.

Ya me extrañaba a mí que precisamente Rachel, quien no ha sido puntual ni una vez en su vida, estuviese preocupada por llegar tarde a clase. Eso no significa que me siga pareciendo una chorrada el motivo de su carrera. ¡Si los va a ver después en clase! Menuda tontería. Aunque claro, no soy la más indicada para hablar ya que uno de los famosos hermanos, concretamente el menos, Alexander Crown, es ni más ni menos que mi mejor amigo, por lo tanto, soy totalmente inmune a sus encantos. 

─ Si lo que quieres es hablar con ellos, puedo decírselo ─ le recuerdo.

─ Ni de coña, ¿para que se rían de mí? ¿Quieres que me muera de la vergüenza?

─ Venga ya, no te van a hacer nada ─ hago una corta pausa pensando si corregir la respuesta ─ bueno Aaron es un poco borde pero no muerde.

─ Es un riesgo que no pienso correr.

En cierto modo la entiendo. Para mí son dos chicos normales y corrientes, pero para ella al igual que para medio instituto son como reyes. Ridículo pero cierto.

Como si tuviesen oído supersónico y nos hubiesen escuchado nombrarlos aparecen los dos por el pasillo provocando que todo el mundo se detenga y todas las miradas se posen en ellos. Hasta yo me quedo embobada mirándolos y eso que estoy acostumbrada, los conozco desde que tengo uso de razón, pero como no hacerlo si los muy idiotas parecen que han sido creados por los mismísimos dioses.

Mi atención se centra primero en el mayor de ellos, Aaron Crown. Ese pelo castaño y ojos grises pueden dejar sin respiración a cualquiera que pase por su lado. Tiene un aura misteriosa y una expresión de superioridad ante el resto del mundo que me atrae, pero, al fin y al cabo, cuando le da la gana, puede ser un auténtico capullo y eso lo estropea todo. Es tan solo un año mayor que su hermano y que nosotras, pero estamos en el mismo curso porque el muy inteligente se pasó todo el año anterior sin mover ni un dedo y obviamente tuvo que repetir curso. Por suerte o por desgracia coincido en varias asignaturas con él.

Seguidamente mis ojos se desvían hacia la izquierda donde se encuentra Alex quien es todo lo contrario. A lo largo de los años siempre ha intentado ser como su hermano mayor y aparentemente puede haber conseguido la misma apariencia de chico malo o badboy, como diría la gente cool, pero de malo no tiene ni un pelo y eso todo el mundo lo sabe. Observo como pasa la mano por el cabello peinándose, aunque sin mucho éxito ya que sus rebeldes mechones rubios vuelven a caer sobre su frente haciendo que todas las chicas e incluso chicos caigan rendidos a sus pies aún más si es posible. Ambos se detienen enfrente mía haciendo que ahora las miradas se centren en mí.

─ Buenos días ─ dice Alex demasiado alegre mientras se quita las gafas de sol haciendo que sus impresionantes ojos azules hagan contacto con los míos.

─ Hola Alex ─ digo en el mismo tono ─ hola Aaron ─ saludo con un poco menos de entusiasmo, pero este no me hace ni caso.

Alex le da un codazo a su hermano quien está demasiado concentrado en su móvil como para saludar.

─ Hola ─ responde seco.

─ Cuánto entusiasmo hijo. Cualquiera diría que te alegras por verme.

─ No me alegro por si no lo has pillado ─ dice sin levantar la vista. ─ Te creía más lista Liv.

Me mira por primera vez en toda la conversación. Sus ojos reflejan chulería y picardía. ¿Por qué tiene que tener unos ojos tan bonitos? No es justo. Ya podría tenerlos yo, él no se los merece, pero no, los míos tienen que ser marrones y sin vida, sin desprestigiar a los ojos marrones.

─ Tan simpático como siempre ─ ruedo los ojos.

─ Gracias, es una de mis virtudes, pero eso ya lo sabes.

─ Vale ya está bien ─ interviene el rubio antes de que se suelte alguna bordería ─ Anda vete a tu clase ─ le dice a su hermano.

Para mi sorpresa obedece y se larga. A todo esto, Rachel sigue a mi lado en estado de shock sin intervenir en la conversación. Me extraña que no se haya puesto a hiperventilar aún. Es un avance. A la próxima ya seguro que les saluda.

Tras el pequeño espectáculo, los tres nos dirigimos a nuestra primera clase y la vida vuelve a la normalidad en la que cada uno continua con lo que estaba haciendo como si nada hubiera pasado.

***

Hoy hay un ambiente demasiado tranquilo en la cafetería, sobre todo teniendo en cuenta que es viernes por la tarde, el día que más gente suele haber. Supongo que el insoportable calor que hace hoy no ayuda a salir a la calle, yo tampoco lo haría si tuviese la opción de quedarme en casa. No hay nada que desee más que estar ahora mismo tirada en el sofá comiendo helado mientras veo Netflix, pero no, aquí estoy limpiando el mostrador por tercera vez porque no tengo mucho más que hacer. Si no fuera porque mi madre es la dueña del negocio no trabajaría aquí, aunque bueno, tampoco es tan malo, al menos me gano un dinerillo extra y eso siempre viene bien. No es ni de cerca la pasión de mi vida, aunque tampoco me disgusta, menos cuando está vacía, entonces se convierte en una pesadilla. Gracias a Dios aparece Alex por la puerta alegrándome el día.

─ Marchando un batido de fresa y plátano ─ comenta mi madre nada más verle entrar.

─ Que sean dos Sophie, Mia viene de camino ─ añade sentándose en uno de los taburetes de la barra.

Mi madre se marcha a preparar los batidos y yo me acerco a él suspirando.

─ Sácame de aquí por favor ─ le suplico.

─ Si te encanta estar aquí.

─ Sí, pero hoy no tengo nada de ganas.

Abre la boca para seguir hablando, pero se detiene cuando ve a su novia entrar. Se saludan con un corto beso en los labios y toma asiento a su lado. Mia es un verdadero encanto, siempre con una sonrisa en la cara. 

A simple vista, Alex y ella hacen una pareja preciosa, pero no es del todo así. En un año han roto mínimo cinco veces , pero al fin y al cabo siempre vuelven. No creo que sea la relación más sana del mundo, pero tampoco soy nadie para meterme en ella. 

─ Tengo una cosa para ti por ayudarme con el examen de matemáticas ─ me dice Mia buscando algo en su mochila. Saca una tableta de chocolate blanco con oreo, mi favorita y me la da.

─ Ohhh te amo, ¿estás segura de que no prefieres salir conmigo? Te ayudo con tus exámenes, te doy batidos gratis. Soy un partidazo ─ bromeo.

Los tres estallamos en risas hasta que vuelve a sonar el sonido de la puerta, solo que esta vez no es alguien tan agradable. Señoras y señores entra en escena Noah Harrison, el chico más odioso de todo el planeta. Que digo de planeta, más bien del universo entero.

─ Vaya, vaya, Olivia Stone y Alexander Crown que sorpresa encontraros aquí ─ dice con falso entusiasmo. De sorpresa nada, sabe de sobra que trabajo aquí.

─ Hola Noah ─ murmuramos Alex y yo al unísono.

─ Estas tan guapa como siempre ─ me piropea ─ ponme un café con leche, encanto.

Se me revuelve el estómago con sólo escucharlo. Siempre ha estado obsesionado conmigo, incluso de una forma preocupante. No hace falta que diga que nunca ha pasado absolutamente nada, ni pasará, pero él sigue pensando que algún día caeré rendida a sus pies. Pobre iluso.

Me giro sobre mis talones para ir a prepararle el café y sutilmente le lanzo una mirada de socorro a Alex.

─ Bueno y ¿qué haces aquí? ¿No te mudaste a Chicago? ─ pregunta mi salvador fingiendo interesarse por su vida.

─ Sí, pero he venido a Naperville un par de días a visitar a mis abuelos.

─ Seguro que te echan mucho de menos, ¿bueno y qué tal todo? ¿Has empezado la universidad?

Dios mío que bien finge, hasta yo me estoy creyendo que de verdad le interesa algo de lo que hace este chico. Noah tampoco lo nota y como además ama hablar sobre él empieza a recitar y a presumir sobre lo maravillosa que es su vida. Le sirvo su café e inevitablemente vuelvo a ser parte de la conversación.

─ No me voy hasta la semana que viene, podríamos tener una cita algún día ─ añade con un guiño demasiado cutre que bien podría parecer que se le ha metido algo en el ojo.

Ni borracha aceptaría quedar con él. Ni aunque fuese la única persona del mundo y esa fuera la única manera de salvar a la humanidad.

─ Que va, estoy liadísima con el trabajo ─ digo, aunque pueda ver perfectamente que la cafeteria esta prácticamente vacía. 

─ ¿Ni siquiera en tu descanso?

─ No tengo descansos.

─ Recuerdo que antes descansabas, ¿ya no viene Aaron por aquí a distraerte?

Inconscientemente miro hacia la izquierda en dirección a la mesa de esquina del fondo. 

─ ¿Que pasa? ─ interrumpe NOah mis pensamientos ─. Siempre has sido su segundo plato. Sin embargo, para mí, siempre has sido y serás la primera opción. 

Intenta alcanzar mi mano, pero las escondo detras del mostrador para que no me toque. Solo en pensar que me roce se me pone la piel de gallina y no en el buen sentido. 

─ Lo siento, tengo novio ─ miento.

¿Por qué le miento? ¿Tanto me cuesta decir que no me interesa?

─ ¿En serio? ¿Quién? ¿Le conozco? ─ pregunta intrigado.

─ Un chico de clase.

"Buena respuesta" me animo a mí misma.

─ En ese caso, mañana hago una fiesta en mi antigua casa. Estáis todos invitados ─ anuncia señalándonos. Sus ojos avellana me miran de arriba a abajo. ─ Y trae a tu novio. Me encantaría conocerle.

Deja un billete de cinco dólares sobre la barra y se larga.

Cuando al fin estamos solos exclamo:

─ ¿Pero por qué le he dicho eso?

Sostengo la cabeza entre mis manos controlando las ganas que tengo de golpearme contra la mesa. Mientras tanto Alex y Mia no paran de reírse. Bueno al menos a alguien parece que le anima mi sufrimiento.

─ ¿Qué hago ahora? ─ me quejo.

─ Ni idea Liv ─ Mia intenta ponerse seria sin éxito y vuelve a estallar en carcajadas, ─ habrá que buscarte un novio.

─ Uff suerte con eso, lleva diecisiete años soltera ─ añade mi querido amigo.

─ Oye que he tenido novios ─ le golpeo suavemente el brazo.

─ Sí, hace tres siglos.

Tiene razón. Mi vida amorosa está más muerta que Tutankamón.

─ ¿Qué tal Cody? Tuviste una cita con él hace poco. Llámale y listo ─ intenta ayudar la rubia.

─ Le asuste tanto que se negará a salir otra vez conmigo.

─ ¿Y Troy? Ese era muy majo

─ ¿Qué dices? Si era gay y solo salio conmigo porque no quería salir del armario ─ le recuerdo.

Los tres suspiramos por mi suerte en el amor. Le robo un sorbo al batido de Alex mientras me planteo si no ir a la fiesta es la solución.

─ Tengo una idea ─ anuncia el rubio ─ pero no te va a gustar.

____________________

Holaaaa.

Que emoción y que nervios a partes iguales. Llevo un tiempo escribiendo esta historia y aunque aún no he acabado de escribirla no podía esperar más para compartirla. Habrá nuevo capítulo cada sábado.

Contadme lo que queráis, que os ha parecido, que creéis que pasará...

Ay casi se me olvidaba, podéis seguir a los personajes en instagram para asi ampliar la historia.

Hasta el próximo sábado :)

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