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Capítulo 29*

NOAH

Me eché en el cabello la poca agua que tenía en mi botella y moví mi cabeza de un lado a otro, haciendo que las gotas cayeran en diferentes direcciones.

Suspiré en el momento en el que me senté en la banca.

Mis hombros se relajaron en el momento en el que mire como las nubes tapaban el sol y todo se volvía sombrío.

El grito de todos a mi alrededor me ponía de mal humor, quería agarrar mis cosas e irme a casa. Sin importarme lo que diría el entrenador, porque si, estaba en los entrenamientos.

Levante mi mirada solo para encontrarme con Bianca a lo lejos gritando mientras me miraba, solo para que tener mi atención. Su sonrisa fue tan honesta que pude volver a ver como los ojos le brillaban.

Le dijo algo a sus compañeras y ellas se detuvieron y se tranquilizaron cuando Bianca empezó a caminar rápidamente a mi dirección, fue cuando volví a bajar mi mirada.

Sé lo que hice, y no me gusta, la idea de volver a estar con Bianca no era algo que quería, no estaba en mis planes, pero no sé cómo es que eso paso, no puedo lograr comprender como pude estar tan cerca de ella sin discutir, porque estar con Bianca era sinónimo de peleas.

—Hola, amor. ―esa voz ― ¿Me extrañaste?

Bianca se sentó a mi lado y puso su brazo en mi hombro, agachando su cabeza para verme, haciendo que su cabello en coleta alta cayera, ladee mi cabeza para verla. Sus ojos me observaron y formo una sonrisa.

En el momento en el que la mire mi único pensamiento fue: ¿Por qué nunca puedo hacer que se aleje de mí?

¿Por qué siempre que la alejo vuelve?

—Estoy bien. ―fue lo que dije, evitando su pregunta.

—¿Como están tus padres?

Fruncí un poco mis cejas y sonreí con burla por su pregunta ¿Desde cuándo pregunta por mis padres?

—Siguen muy casados. —respondí.

—Noah.

—¿Que?

Ella me miro y formo una sonrisa nerviosa, negó con su cabeza y suspiro. Sabía que mencionaría algo, la conozco. Y eso es lo que no me gusta, no quiero que hable de nada, quiero que quede en el pasado, lo sé, paso algo, pero no quiero estar atormentándome con eso.

—Quisiera hablar contigo. —lanzo de repente. Su voz por primera vez se escuchaba seria, eso me dio a entender que realmente quería decir algo que a mí no me iba a gustar escuchar y menos responder.

—¿De qué? —pregunte.

—De nosotros.

—¿Nosotros?

—Sí, nosotros.

—No hay un nosotros.

—Pero nos besamos en la fiesta.

—No significa nada.

—¿Entonces porque me buscas?

—Yo no te busco, tú eres quien me busca, por mensajes, llamadas, cada que voy a un lugar siempre tengo que encontrándote viéndome. Tú eres quien me busca.

—No es cierto. —se quejó, elevo un poco la voz e hizo llamar la atención de varios —. Tú me buscaste en la fiesta ¿no recuerdas? Dijiste que me amabas. —dijo, bajando el volumen de su voz, escuchándose más como un susurro tímido.

Negué.

—No recuerdo absolutamente nada de esa fiesta. —confesé.

—Estabas ebrio.

—No es verdad, yo no bebí.

Y era verdad, en el momento en el que puse un pie en esa fiesta no probé ni una sola gota de alcohol, no sé cómo llegue a estar con Bianca.

Mi mente estaba en un lio constante, porque me estoy esforzando en recordar cómo fue que paso todo, porque lo único que recuerdo es despertar y estar en la misma cama con Bianca.

—Tal vez no recuerdas, pero me fuiste a buscar y me dijiste que me amabas.

―¿Te dije que te amaba?

Ella asintió.

—Y te dije que yo también lo hacía. —respondió ella, bajando su mirada apenada.

—No lo recuerdo. ―confesé, sinceramente.

—Pero lo hiciste. Me dijiste que me amabas.

—Mentí.

El silencio que provoque en ella fue más que suficiente para entender que había roto su espíritu, su ilusión y su alma.

Pero no podía seguir ilusionándola con querer estar con ella cuando no lo quería, no voy a negar que el tiempo en el que estuve con ella fue una buena etapa, me ayudo en mucho, le ayude, nos apoyamos en todo lo que pudimos, fuimos una buena pareja, pero todo lo bueno se acaba y esta relación no iba a hacer la elección.

Siempre le acepte todo, hasta sus infidelidades, y nunca le devolví sus acciones con hechos iguales a los de ella, yo no podría hacerle lo mismo, aun así, sé que la vida se lo devolverá, y espero que entienda los daños que provoco.

Sé que yo también cometí errores, pero siempre fui el primero en pedir una disculpa, nunca hubo una disculpa sincera de parte de ella, y aun así yo siempre estuve ahí.

Pero todos nos cansamos, y yo ya estoy en mi limite, pero todo vuelve a el día de la fiesta ¿qué fue lo que paso?

—Todo es por ella ¿verdad? —susurro, después de un silencio.

—¿Ella? —pregunte.

—Sí, ella vino y tú me cambiaste por ella.

—No hay una ella en esto, las cosas pasaron porque tú así lo quisiste. Me engañaste ¿lo recuerdas?

—Te pedí una disculpa.

—No es suficiente, una disculpa no es suficiente.

—Tú la quieres a ella y yo no te estoy pidiendo explicaciones y mucho menos disculpas.

—No hay nada con ella. —repetí.

—Pero te gusta. —susurro —Le gustas a ella. —suspiro —Ambos se gustan.

—Error. —negué.

—No hay ningún error, te gusta ella. Por ella cambiaste. Por ella siempre me alejas. Por ella siempre me evitas. Por ella. Solo por ella. Ella. Ella. Ella. Desde que llego ella yo ya no existo para ti.

—No es por ella.

—Es por ella.

—¿Por qué piensas que es por ella?

—Porque he visto que te brillan los ojos, te brillan como cuando me mirabas a mí.

Ella.

Ella.

Ella.

Ella me rechazo.

Yo no le intereso a ella.

Esa es la verdad.

Evite ver a Bianca y me enfoque en los obstáculos con los que entrenaban los del equipo, evitando todo contacto visual.

Solo sentí como se levantaba y se alejaba nuevamente a sus entrenamientos.

Me siento mal.

Lo voy a aceptar.

Siento que realmente termine una relación que me marco. Aunque no fui el mejor novio, y ella tampoco fue la mejor, yo lo intente y me queda de experiencia esto, y se podría decir que en una relación futura esto es una enseñanza para no volver a cometer los mismos errores.

El timbre sonó anunciando que una hora de clases acaba de pasar, por ende, el entrenamiento también acabo. Estoy demasiado distraído para andar queriendo andar corriendo detrás de una pelota o evitando golpearme con los obstáculos.

Me levante de la banca y me acerque a los vestidores rápidamente para darme una ducha rápida. Me refresque con el agua fría que recorría mi cuerpo. Con la misma rapidez que entre salí, secándome y cambiándome.

Ya era hora de salida y estaba muy agradecido que ya iría a mi casa, ahora mismo lo único que quería era estar solo.

Mire a Janeth pasando a mi lado y la detuve cuando la mire preocupada.

—¿Que te pasa? —pregunte.

Ella respiro y me observo.

—Jaciel está en la dirección. Y mi mamá viene con mi papá.

—¿Jaciel está en la dirección? ¿Que hizo?

—No lo sé muy bien, pero dicen que se peleó con otro chico. Me fueron a buscar y yo llamé a mi mamá, te andaba buscando, pero nunca te encontré ¿Dónde estabas metido?

—Entrenando.

—Entrenando, es cierto, hoy es lunes.

—¿Te quedas?

—¿Como que me quedo? Claro, no dejare a Jaciel solo, está sangrando de la nariz y tiene un ojo herido, fui a la enfermería a buscar alcohol y algodón, le arderá, pero él es fuerte ¿Te quedas?

Asentí, cuando Janeth ni siquiera me miro, iba muy rápido. Camine lento detrás de ella, la mire sentarse al lado de Jaciel y untar alcohol sobre el algodón para aplicarle a Jaciel.

Mire a Jaciel, su miraba estaba perdida, su camisa blanca estaba llena de sangre, sus manos tan pálidas, sus nudillos rojos y con sangre seca, su nariz seguía goteando sangre con sudor, su cabello era un desastre, y se alejó cuando Janeth apretó el algodón sobre su ojo.

—No te muevas. —lo regaño.

—Arde.

—Si no te hubieras peleado con alguien no estuvieras así, espero que esto no deje cicatriz, afectaría tu linda cara.

Jaciel quedo en silencio, aguantando el dolor cuando Janeth seguía limpiando la herida.

—¿Que te paso? —pregunte.

No recibí respuesta y Janeth me miro cansada.

—Me canse de preguntarle, no dirá nada.

—¿Que te paso? —volví a preguntar.

Tampoco hubo respuesta, pero si un gesto, suspiro y cerró los ojos con fuerza cuando Janeth apretó la herida.

—Jaciel, somos tus hermanos, cuéntanos. Sabes que no te vamos a juzgar.

—Él empezó. —susurro.

—¿Que paso?

—No me aceptaron en el equipo de fútbol. —dijo, aun en susurro —Mi nombre no fue mencionado, he tratado de entrar al equipo todo lo que lleva del año, no sé porque no me aceptan, y lo más cerca que he estado de entrar fue cuando me pusieron de auxiliar para recoger los balones, y es muy evidente que lo rechace.

—¿Es por eso que te peleaste? —pregunto Janeth, mientras seguía limpiando la herida.

—Estoy cansado de intentar entrar a ese equipo, es algo muy tonto, pero yo enserió quiero ser parte del equipo de fútbol, ustedes más que nadie sabe todas las oportunidades que tendría, pero cuando ese chico si pudo pasar se burló, yo estaba muy decepcionado y enojado conmigo mismo, no hice nada, pero aun así me resistí y no dije nada, pero luego dijo que no debería de estar gastando mi tiempo en algo que no era para mí, que nunca seria como Noah...

—Es porque no eres Noah. —la voz de mi mamá nos hizo mirarla.

Estábamos tan concentrados en Jaciel que ni siquiera miramos quien estaba detrás de nosotros. Mis padres estaban ahí, escuchando todo lo que Jaciel había dicho.

Note la vergüenza en el rostro de mi hermano, bajo la cabeza y le quito a Janeth el algodón, ella no dijo nada, solo miro como él mismo se limpiaba y se quejaba en silencio por el ardor.

Janeth miro a mi mamá y se levantó para que mamá se sentara al lado de Jaciel.

Mi mamá lo observo, agarro un algodón nuevo y le unto alcohol, agarrando la barbilla de Jaciel para que él la mirara.

—Esta es una parte muy delicada y se tiene que tratar con cuidado. —dijo mamá, mientras pasaba el algodón con delicadeza sobre la herida —Te dolerá un poco, pero tiene que doler para que no quede cicatriz, porque solo así se podrá sanar.

Jaciel no hizo nada más que mirar el suelo y escuchar a mamá.

Janeth observaba a mamá con atención y era como si lo que decía le llegara al alma.

Mi papá permanecía en silencio, observando todo, era como si él entendiera toda la situación y procesara todo.

Yo seguí viendo a Jaciel, el hecho de que lo compararan conmigo fue suficiente para hacerlo enojar, y lo entiendo, no es nada agradable las comparaciones, es mi hermano, y sé que él es único a su manera.

Quería decirle que no se compare conmigo, mi vida no es nada interesante, pero sé que Jaciel no se compara, su molestia fue la mención que hicieron.

Conozco a Jaciel, él es el menor y siempre se ha visto como una sombra, y sé que no solo él se siente así.

Los hermanos menores odian ser la sombra de los mayores, ver que han logrado más cosas y eso hace que los hermanos menores quieran ser mejores, y cuando los comparan es suficiente para hacer que pierdan la paciencia.

—Que no estes en ese equipo no te define como persona, tienes muchas opciones, muchas más oportunidades. ―continuo mamá.

Jaciel miro a mamá, ella limpio sus heridas y saco unas vendas plegables de su bolso y las coloco sobre la herida, para luego limpiar la sangre seca que estaba en su nariz.

―A demás ser Noah no creo que sea muy divertido —dijo papá —. Causa mucho problema.

—Dios si, metido en líos por todos lados. —siguió Janeth.

Los mire a ambos y Janeth dejo de ver a mi papá y borro su sonrisa rápidamente.

Jaciel sonrió y negó.

—Yo no quiero ser como Noah. —dijo Jaciel.

—¿Entonces por qué te molesto tanto que dijera eso?

—Porque me cae mal, además dice que nos odia como familia.

—Ni siquiera lo conocemos. —se burló Janeth.

—Así le dije yo, pero él asegura que nos odia por destruir su familia.

—¿Destruir su familia? —pregunto papá.

—Dice que nos odia por perder tiempo con su madre, la verdad ese chico es como rarito.

—¿Su madre? ―pregunto mamá.

Con Janeth nos miramos sin entender nada, aun así, seguimos escuchando.

Mi mamá termino de limpiar a Jaciel y se levantó cuando la puerta de la dirección se abrió.

Un chico de la misma edad de Jaciel salió, estaba herido y con sangre seca en su playera, a su lado estaba una señora, la cual no dudo que sea su madre. La señora cerró la puerta y se detuvo en el momento en el que miro a mi mamá.

Mi madre por su lado se miraba sorprendida, pero no perdió la calma, la señora paso su mirada a mi padre, quien parecía molesto, como si algo que había resuelto volvió a aparecer.

Y luego, la señora nos miró, primero miro a Jaciel pasando con Janeth y terminando conmigo, dándome una mirada larga una que comenzó a sentirse amenazante, pero luego ella sonrió y volvió a mirar a mi mamá.

—Alexandra Blythe. —el nombre de mi madre salió como una burla.

Mi mamá la miro sin sentirse intimidada, mi papá por su parte estaba tenso, como si estuviera pendiente de que no pasara nada.

Y luego nosotros ni siquiera sabemos que está pasando.

—La última vez que te vi fue en la cama de un hospital, muy cerca de la muerte, pensé que esa herida no te permitiría tener hijos. —enfatizo la señora y nos miró —La herida no fue tan profunda, gracias a Dios ¿cierto?

La señora sonreía, pasando su mirada a mi padre.

—Jake, nunca cambias. —ella sonreía, mientras ladeaba su cabeza —¿Como duermes por las noches mientras tus hijos no se dan cuenta de lo horrible persona que eres?

—¿Sabes? La última vez que te vi estabas pasado por un juzgado. —dijo mi mamá

—Y de luto. —le siguió mi papá

—¿Estas mejor? ¿Fuiste a terapia?

La señora estaba a punto de decir algo, pero fui interrumpida por el director quien abrió la puerta y miro la escena.

—Disculpen que me tarde en llamarlos, estaba atendiendo una llamada, señores Blythe, pasen. —el director dio la pasada —Tú también Jaciel.

Mis padres sin decir ni una sola palabra entraron con Jaciel.

La señora quedo mirándonos, me miro de pies a cabeza al igual que a Janeth. Janeth por su lado fue muy obvia al decir que estaba incomoda:

—No me gusta que me vean tanto.

—Arrogante igual a tu padre.

—Sí, debería de irse, no sé quién sea, pero es mejor que se vaya. —dije.

—¿Sabe? —Janeth gano la atención de la señora —Deje de decirle a su hijo que mis padres arruinaron su familia.

—Lo hicieron, y Jake más, su padre es una horrible persona, para ustedes puede ser el mejor papá del mundo, pero no es así, deberían de preguntarle como vive sabiendo que dos personas dejaron este mundo por culpa de él.

—Ya cállate. —la voz de mi padre hizo estremecer a la señora.

Su cuerpo se puso rígido y enderezo su espalda, no miro hacia atrás donde estaba mi padre, pero no aparto su mirada de nosotros.

—Y ya lárgate.

—No me das miedo, Blythe.

—Tú a mí tampoco.

—Salúdame a Alexa. Sigue igual de guapa como el día que casi muere. Muy bonita familia también.

La señora fue muy seria y camino derecho sin mirar hacia atrás, mi padre observo como se alejaba, la seriedad que emana Jake Blythe en este momento nunca se había visto.

Esta molesto y muy analítico, observa todo su alrededor con cuidado, mientras revisaba su teléfono y hacia una llamada.

Con Janeth nos miramos confundidos y ella susurro:

—¿Que acaba de pasar?

—No tengo ni idea.

—No me gusta esto.

—A mí tampoco.




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