Capítulo XI: Rescate.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Una noche antes del ataque.
En la casa de los hermanos de la arena reinaba el silencio, eso después de haberle dado la bienvenida a Hinata, que por fin salía del hospital. Por orden de Gaara, tanto Temari como Kankuro se fueron a dormir temprano, eso con la intención de dejar la celebración para permitirle a su esposa descansar. A Hinata le agradaba la idea de continuar festejando con su familia, pero desde el accidente en su misión, Gaara se volvió un poco más sobreprotector hacia su persona. La situación tenía intranquila a la ojiperla, que prefería ver a su esposo reforzado la seguridad de la aldea en lugar de pasar horas junto a su camilla de hospital. No era que menosprecia la preocupación de Gaara, solamente que ella también estaba asustada por él. Descubrieron que Akatsuki iba detrás del Kazekage, y Gaara no prestaba la suficiente atención al problema por estar al pendiente de ella.
La culpabilidad la atormentaba a cada hora, si tan sólo hubiera conseguido completar la misión con éxito, no tendría que ver a su esposo correr peligro. ¿Qué debía hacer?, Intentó demostrar que su estado de salud era favorable, empero, sus palabras no servían de nada con Gaara. Aun cuando ya estaba de regreso a casa, su esposo no dejaba de repetir que regresaría temprano para estar a su lado. Literalmente, Gaara se reusaba a apartarse de ella por tanto tiempo.
Cuando encontró una solución que demostraría que se encontraba perfectamente, todo su ser se estremeció al imaginar los posibles desenlaces de su decisión. ¿Y si la rechazaba?
—Ven conmigo, te llevaré a la cama— su esposo sostenía sus brazos, parecía temer que ella se tropezara. Hinata trataba de no reír, la faceta de extrema precaución de Gaara le causaba ternura.
—Estoy bien, Gaara-sama. No soy una niña— se soltó de las manos del Kazekage para avanzar por su cuenta, necesitaba hacerle entender que no debía preocuparse en exceso por ella. La herida había sanado correctamente, dejando sólo una leve cicatriz gracias a la intervención oportuna de sus pomadas.
—Lo siento, no es mi intención incomodarte— su respiración se volvió un poco irregular, lo cual normalmente sucedía cuando algo le molestaba o entristecía —No conozco muy bien del dolor, por ese motivo no me es posible entender del todo como te sientes. Además, me preocupa que se repita esta situación.
—Haré mi mayor esfuerzo, no me dejaré vencer la próxima ocasión— su gran determinación consiguió traer paz al pelirrojo, si Hinata demostraba tanta confianza en él, aun cuando apenas y se conocían, lo justo era que Gaara actuara de la misma manera con ella. Prefirió creerle en lugar de seguir torturando a ambos.
—Y yo estaré esperando tu regreso— ambos se sentaron sobre el colchón de la cama, tan cerca que era posible sentir el calor del otro. Hinata por un momento posó su cabeza en el hombro de su esposo, Gaara recargó la propia sobre ella. Una gran sonrisa estaba presente en el rostro de los chicos, por fin podían estar solos, sin nadie que interrumpa sus besos o palabras lindas hacia su pareja.
—Lo amo— cada vez era menos vergonzoso confesar sus sentimientos, y que Gaara le correspondía ayudaba a que todo fuera más sencillo.
—Yo también te amo— a la chica le brillaron los ojos gracias a sus palabras, por fin amaba a la persona correcta, a alguien que le regresaba la mirada.
Reuniendo valor y actuando con gran determinación, Hinata tomó el rostro de su esposo para ver su reflejo en los lindos ojos. El color rojo adornaba las mejillas de Gaara, aunque no tanto como era su caso. El Kazekage se sentía hipnotizado por los ojos perla de su compañera de vida, cada que la veía descubría en ella sentimientos y un profundo anhelo que el feliz devolvía. Sin poder resistir más su emoción, Hinata atrajo a Gaara hacia si misma, besando sus labios con cariño. Él estaba fascinado con el sabor a frutas que tenían los labios rosados de la chica, al principio le costó responder a su manera de demostrar amor, ese era un acto que no esperaba. Lentamente fue adaptándose al ritmo pausado y cuidadoso de su esposa, a la forma en que ella deslizaba sus manos por su rostro y cuello, algunas veces desordenado su cabello rojo que tanto lo hacía resaltar. En ese instante creía que era posible flotar por el cielo.
Su unión fue rota por culpa de la falta de aire, de la que Gaara solamente podía quejarse en su mente.
—Gaara-sama...
El Kazekage no esperó un segundo más, con un poco de desesperación se abalanzó nuevamente sobre la boca de la azabache. No quería separarse de ella por nada del mundo. No permitiría que alguien se atreviera a apartarla de su lado. Su beso se transformó en algo más íntimo, Gaara había decidido invadir su cavidad con su humeda lengua, no comprendía ese instinto que le pedía a gritos continuar con lo que nunca se atrevían a realizar. La mano derecha de la joven se posó sobre su rodilla, mientras la izquierda hacia lo propio con el rostro de su amado. Por otra parte, Gaara sostenía su cintura, y acariciaba su cuello para impedirle alejarse. Cuando le fue imposible seguir resistiéndose, el Kazekage fue subiendo hasta colarse por debajo de su blusa, alcanzando acceso a la piel caliente de su abdomen.
—Quiero es-estar con G-gaara-sama— le dijo al detener su contacto, una vez más debido a que requerían aire. Él se estremeció al escucharla, dejándole casi imposible el pedirle esperar más. Aunque no lo mostraba, Gaara tenía miedo.
—No me gustaría obligarte a nada, por confesarme tu amor no es una obligación que tú...— su linda esposa cubrió sus labios con su dedo índice, impidiéndole continuar hablando.
—No se trata de una obligación, yo deseo a Gaara-sama— sintiendo que su piel se erizaba con esas palabras, Gaara intentaba controlar sus impulsos. Su pecho subía y bajaba, una señal de que tanto su respiración como su corazón aumentaban de ritmo.
—Yo también, te deseo— la besó para seguir con lo que estaban comenzando. Bajaba por su cuello recibiendo suspiros llenos de satisfacción por parte de su esposa.
Hinata empezó a jadear, la intención de seguir esperando se perdió al tocar sus senos, aún por arriba del sujetador. Nunca lograba cubrirlos por completo, solamente moverlos suavemente en un exquisito masaje que ella siempre disfrutaba. El frío de las noches en el desierto no les molestaba, sus cuerpos estaban demasiado calientes como para notar que la temperatura era cada vez menor.
—Gaara-sama... Por favor...— ella no se atrevía a verlo, era claro que la situación era demasiado para la joven. Quería experimentar, pero al ser su primera vez en una entrega completa, también estaba aterrada.
—Hinata, con cada minuto que pasa es más difícil contenerme— tenía su frente unida a ella, su esposa en lugar de detenerlo le dedicó una cálida sonrisa.
—Me gustaría estar con Gaara-sama— unió sus labios con los del pelirrojo, causando una gran impresión en él. Ella realmente estaba decidida a continuar hasta el final, y no sería Gaara quien intentaría detener ese momento.
—Entonces, permíteme decir que es un honor que me elijas a mí— de todos los candidatos posibles, Hinata aceptó unir su vida e él, y desde ese momento no hacía más que tratarlo bien y de ir ganando su corazón a base de buenas acciones.
Perdía la cuenta de las veces que se besaron, la felicidad que la invadía era tanta que no le permitía concentrarse por completo. Gaara incluso se armó de valor para desabrochar su sujetador, eso luego de retirar la blusa que estorbaba. El corazón del Kazekage latía fuerte, llenando de calidez su interior al tiempo que ciertas palabras se quemaban a fuego en su ser.
Ya no estaba solo.
Él se fue despojado de sus ropas, con ayuda de Hinata que con cuidado movía su camiseta, debió levantar los brazos para que su esposa cumpliera mejor su objetivo. Las manos temblorosas de la ojiperla tocaban la piel blanca y un poco áspera de su amado, trazó diferentes formas con sus dedos, deteniéndose en las zonas que más lo estremecían. Gaara se fue acercando más al centro de la cama, llevando consigo a la joven que no dejaba de besar su cuello, la sostenía de la cintura, lo que funcionaba para tenerla tan cerca que inclusive sus senos rozaban su torso completamente desnudo. Apenas rompiendo un poco ese contacto, el Kazekage levantó a su esposa para colocarla sobre su regazo, con las piernas de ella a los costados de las suyas. La tela seguía estorbando, ahora impidiendo que la erección de él se uniera con ella.
Gaara descendió por el rostro sonrojado de su esposa, llegando a su mentón, deslizándose por su cuello y al final detenerse con pequeños besos en su clavícula. No tenía palabras exactas para describir lo que sentía, anteriormente lo intentaban sin rebasar cierto límite, sin embargo, ahora darían el último paso. Que no significaba más que el comienzo.
—Hinata— su voz sonaba ronca. Le provocaba escalofríos que resultaban ser placenteros —Eres demasiado hermosa— sin esperar una respuesta por parte de ella, Gaara dibujó un camino con su lengua, desde el comienzo de sus senos hasta un lindo botón que le pedía su atención. Lo disfrutaba, con su lengua saboreaba y descubría la textura de su esposa. Los diminutos gemidos de antes aumentaron de intensidad, su volumen tan alto atemorizó un poco al pelirrojo. ¿Y si alguien los escuchaba?, Las habitaciones de sus hermanos quedaban muy lejos, aunque esa realidad no desaparecía por completo su inquietud.
Continuó jugando con uno y después atendiendo al otro, las manos femeninas aferradas a su espalda hacían que su erección aumentará de tamaño.
—G-gaara-sama.
—Gaara— ella le miró confundida —Por favor, aunque sea sólo está noche, llámame Gaara— le pidió, prácticamente suplicando. La azabache asintió para su gran felicidad.
Llenaba de besos su cuerpo, dejando un rastro de humedad cada que paseaba por su piel desnuda. Fue quitando la ropa que aún tenía puesta, ante de que sus labios siguieran bajando más allá de su ombligo. Hinata lo observaba, cubriendo su boca su mano y con los ojos fijos en sus acciones. Al tenerla a su completa disposición, comprendió que era su turno de terminar con lo que Hinata comenzó hace rato. Retiró todo, incluyendo su ropa interior.
Cambió de posiciones con la finalidad de que su esposa se sintiera más cómoda, se recostó en la cama y la dejó sobre él, cediendo el control de su encuentro a ella. Sus sexos se rozaban en un ardiente encuentro, Gaara bajó su mano derecha a su clítoris, que estaba húmedo. Esa acción la obligó a arquear su espalda, se encontraba pérdida entre las caricias del chico que se ganó su corazón. Los gemidos provocaban que Gaara sintiera más confianza, era muy probable que a Hinata le agradaba lo que hacía, y eso lo llenaba de orgullo. Tomó sus caderas suavemente, elevándola un poco sobre su miembro, que listo apuntaba en su dirección. Hinata se apoyó en sus rodillas para poder levantarse, descendiendo lentamente sobre la masculinidad de su esposo.
Ella permaneció sin hacer ningún movimiento, más que los temblores involuntarios de su cuerpo. Sentir a Gaara por completo era doloroso, pero sobretodo estimulante. Tal vez magnífico sería la palabra correcta para describir su unión. Moviendo con delicadeza sus caderas, la ojiperla inició un vaivén que deleitaba a ambos, subiendo y bajando sobre Gaara. La mano masculina se desplazaba con un hábil ritmo sobre su botón, haciendo de la experiencia algo más gratificante.
Al comprender que se acercaban al momento final, Hinata sostuvo las manos de Gaara, sin bajar la velocidad de las penetraciones. Una nueva sensación recorría sus terminaciones nerviosas. La calidez del interior de la joven lo envolvía, fue imposible seguir resistiéndose a su orgasmo.
—Hinata...
—Gaara— su cabeza estaba en dirección al techo, sus frutos llenaban la habitación y aceleraban el corazón de su acompañante.
—Te amo— gimió en voz alta.
—Yo también... ¡Ah!... Te amo.
Cerró los ojos, dejándose llevar por el placer que invadía su ser. Sus gemidos parecían sincronizarse al igual que la mayoría se sus movimientos. Las embestidas eran cada vez más fuertes, en unos segundos conseguirían terminar con su encuentro que funcionaba para confirmar sus sentimientos.
—¡Gaara!— su nombre saliendo de los labios de su esposa lo tenían tan cerca del final.
—¡Hinata!
Bastaron unas embestidas más, cuando al final su esposo terminó dentro de ella. Apartir de ese momento, su vida estaría más unida que antes.
Hinata le permitió a Gaara mover su cuerpo para situarlo a su lado, la abrazó sin decir más, ambos felices porque su sueño de conocer el amor se convertía en realidad. Exhaustos por su entrega, decidieron cubrirse con una sábana y despertar hasta que sus cuerpos estuvieran repuestos.
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Konohagakure, la aldea escondida entre las hojas, abreviada por muchos sólo como Konoha. Este es el hogar de Naruto Uzumaki, la aldea que lo miró crecer, y que en un principio lo trato como si fuera la peor persona del mundo. Paralelamente, algo similar sucedía en Sunagakure, la aldea oculta de la arena. El lugar donde Gaara pasó lo que se podía denominar como pésima infancia.
Al llegar de nuevo a su aldea, Naruto se llevó la sorpresa de ser el único de su generación en seguir siendo Genin. Sakura ya había ascendido, incluso Temari, Kankuro y Neji eran Jonin. Otra sorpresa que traía la visita de Temari en Konoha era la del nombramiento de Gaara, su amigo se convirtió en quinto Kazekage. Sin dudar se alegraba por él, pero en el fono de sentía un poco triste, todos daban la impresión de ir avanzando dejándolo un poco atrás. Aunque su entrenamiento con Jiraiya le daba la seguridad de que aprobaría el exámen Chunin, donde Shikamaru y Temari serían los examinadores.
En Sunagakure, aldea aliada de Konoha, se llevaba a cabo una reunión del consejo, los altos mandos de aquella nación. El informe de Baki, antiguo sensei de Gaara y sus hermanos, traía buenas noticias para la aldea. Por fin llegaban a una etapa de estabilidad, eso gracias a la ayuda de Konoha.
Los rumores de que Akatsuki comenzaba a moverse aumentaban con la llegada de los exámenes Chunin, Gaara lo tenía muy claro. Sus fuentes eran totalmente confiables, todo lo que sabían sobre esa organización venía de manos de Jiraiya.
Esos rumores se vuelven realidad cuando Yura, un ninja de la arena, permite que la primera pareja de Akatsuki en llegar a Sunagakure se termine infiltrado en la aldea. Al ser cómplice de Sasori, la entrada del dúo artístico fue sencilla. El plan de Deidara consistía en crear un pájaro de arcilla para atacar la aldea desde los aires. La invasión apenas estaba comenzando.
Gaara permanece en su despacho, observando desde la ventana su aldea, el pájaro volando en el cielo de Suna lo alerta. Al parecer, no podría llegar temprano a casa como lo había prometido.
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—Hinata-sama— la jóven detuvo su andar cuando fue llamada por Baki, el Jonin parecía impasible, pero Hinata podía ver más allá. Baki se encontraba preocupado —¿Qué hace aquí sin escolta?, Debería estar en la mansión.
—L-las explosiones— su voz temblorosa y mirada asustada le daban algo de lástima al ninja de la arena —¿Dónde está Gaara-sama?
—Debe venir conmigo, Hinata-sama. El consejo ordena una reunión de emergencia.
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Deidara volaba en su gran ave de arcilla y se encargaba de asesinar a los ninjas que vigilaban la aldea, se acercó al techo de un edificio y de un salto aterrizó en el. Alzó la vista sólo para encontrar frente a él a la persona que buscaba.
—Parece que te diste cuenta— indicó lo obvio.
—En la aldea no hay pájaros como ese— le dijo sin mostrar ninguna expresión, más que la de señalar con la mirada lo que Deidara llamaría una obra de arte.
—Da igual, me acabas de ahorrar la molestia de ir a buscarte— murmuró sin prestar más importancia al asunto.
Gaara usó su arena, el rubio esquivó los ataques y para no arriesgarse volvió a subir a su ave. El Kazekage se elevó y lo siguió gracias a su arena, una mano grande parecida al Shukaku seguía a Deidara muy de cerca.
—Él usa un tipo de explosivo desconocido— el número de manos creadas por Gaara, (que seguían a Deidara), aumentaron.
El Akatsuki creó más aves con su arcilla—Estas serán más rápidas, hum.
Las aves lograron pasar a través de la arena de Gaara y explotaron. Afortunadamente el pelirrojo se protegió en una esfera hecha del material que siempre lo acompañaba.
Deidara cayó por la explosión, pero rápidamente creó un ave en donde aterrizó casi a salvo. Gaara había logrado destrozar su brazo con su ataúd de arena.
El rubio introdujo su otra mano en la bolsa que guardaba su arcilla—Tengo mi especialidad— dijo mientras lanzaba una de sus criaturas hacia la aldea, Gaara evitó que la explosión hiciera daño con su escudo de arena, aunque la distracción hizo que una de las aves de su enemigo explotara cerca de él.
Como era de esperarse su escudo lo protegió, la gran esfera de arena que lo rodeaba fue traspasada por las pequeñas criaturas de arcilla de Deidara. Gaara no consiguió reaccionar a tiempo, su barrera lentamente se deshizo, uso sus últimas fuerzas para que la arena del desierto protegiera la aldea.
El rubio tomó con su ave el cuerpo inconsciente del Kazekage y emprendió el vuelo— Me has causado problemas, pero el final es normal.
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Los rayos de la luna iluminaban de forma tenue los rincones del bosque que se debía cruzar para llegar a Suna, el equipo de Kakashi se movía a una velocidad impresionante, la requerida en una emergencia como la que sucedía en esos momentos. Algo que le entristecía a Naruto, aparte de lo que sucedía con su gran amigo Gaara, era el hecho de no poder ver al equipo ocho, tenía la emoción de ver a sus amigos para un reencuentro espectacular. Shino, Kiba y Hinata estaban en una misión según lo que le informó Sakura, y aunque quisiera haberlos visto, lo que más le importaba ese día era llegar a Sunagakure para ayudar a Gaara. Ya luego tendría tiempo de ver al equipo ocho y al equipo de Maito Gai, a quien tampoco tuvo oportunidad de mirar.
Tan sólo al llegar a la aldea, el equipo Kakashi se dirige al hospital, donde Kankuro está siendo atendido para eliminar el veneno de su cuerpo. Al no poder ser curado por Chiyo, Sakura decide intervenir pidiéndoles a todos que salgan de la habitación.
En el pasillo en que esperaban Kakashi, Naruto y Chiyo, una mujer de cabellera azabache llegó con una prisa evidente. Los ninja médicos que pasaban por el lugar se detenían para hacer una reverencia y saludar a la mujer, ella sólo asentía con la cabeza.
—¿Hinata?— él primero en hablar fue Naruto, sorprendido por ver a su compañera en Sunagakure, y con una banda de esa aldea en su cuello —¿Por qué tienes una banda de la arena?
—Naruto-kun— lo saludó con una diminuta sonrisa —Kakashi-sensei, Chiyo-sama.
—Hinata-sama— habló la anciana para corresponder al saludo, Kakashi simplemente movió su mano.
—No entiendo nada— murmuró el rubio, totalmente confundido y con algo de curiosidad por escuchar la respuesta de Hinata a su pregunta.
—No eres muy listo, ¿Verdad muchacho?
—Oiga anciana— el rubio se sonrojó ligeramente, le daba vergüenza que fuera tan descarada como para llamarlo idiota delante de su maestro y su amiga. Chiyo apartó el dedo con que la señalaba intensamente.
—Estás frente a la esposa del Kazekage, deberías tener un mejor comportamiento.
—¡¿Qué!?— la mandíbula de Naruto casi cae al suelo debido a lo mucho que se abrió su boca, se iba por casi tres años y lo primero que hacían Gaara y Hinata era casarse. Si él ni siquiera los miró juntos en alguna ocasión. ¿Se saltaron la fase del noviazgo?
—Por eso llevo está banda, Na-naruto-kun, ahora per-pertenezco a Sunagakure— le aclaró ella amablemente, aún si lo que menos quería era dar explicaciones.
—Esposa de Gaara— la voz de Naruto fue casi como un susurro, imperceptible para Hinata pero claramente entendible para Kakashi —¿Y qué haces aquí Hinata?, ¿Vienes a ver a Kankuro?
—Quiero saber como se encuentra.
—Sakura lo está atendiendo, él estará bien Hinata— intentó animarla Kakashi, podía comprender claramente lo que Hinata sentía en esos momentos. Debía estar desesperada por saber algo de Gaara, su compañero para el resto de su vida, y también de sus hermanos, que venían a ser su nueva familia.
—Kakashi-sensei, Naruto-kun— la ojiperla juntó sus manos por sobre su pecho, una manera de enfatizar su petición —Por favor, quiero ir con ustedes.
—No lo sé Hinata, puede ser peligroso— meditó el rubio, lo último que quería era darle la noticia a Gaara al momento de encontrarlo que su esposa fue herida. Claro que él no pensaba permitir que le hicieran daño a su amiga, pero era mejor prevenir que lamentar.
—No importa, quiero ayudar en el rescate de Gaara-sama.
—Está bien— respondió Kakashi antes de que Naruto dijera algo —Será bueno tener un reemplazo para Sakura.
—¿Sakura no vendrá con nosotros?— preguntó Naruto.
—Lo mejor es que ella termine de atender a Kankuro.
—Los alcanzaremos después— habló Chiyo en apoyo del peliplata. Naruto no estaba del todo seguro, esa anciana no le parecía que sería de mucha ayuda como para ir junto con Sakura.
—¿Estás preparada, Hinata?— la chica asintió hacia Kakashi —Bien. Naruto, es hora de irnos.
—No tienes porque preocuparte Hinata, yo traeré a Gaara de regreso.
—Gracias Naruto-kun.
Como era de esperarse, Saskura logró estabilizar a Kankuro, con la nueva información que recibían, Chiyo y la estudiante de Tsunade emprendían el camino para dar alcance a sus compañeros.
Después de terminar con las distracciones y reunirse con el equipo de Gai para abrir la guardia de Akatsuki. Los integrantes del equipo se dividían para enfrentar al dúo artístico. Kakashi, Naruto y Hinata seguían a Deidara. Sakura y Chiyo, por otro lado, se quedaban a enfrentar a Sasori.
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—Sakura-chan— Naruto la llamó, ella siguió intentando en vano evitar que el corazón de Gaara dejará de latir.
El rubio bajó la cabeza cuando su amiga negó lentamente. Gaara había muerto y él no hizo algo por evitarlo. Tembló y lloró con fuerza, sus lágrimas salían sin parar—Porque Gaara, eres el Kazekage, ¿Por qué tú?.
—Gaara-sama— la joven ojiperla cayó sobre sus rodillas, acercándose lentamente al cuerpo inerte de su esposo. No era justo, ¿Por qué le arrebataban al hombre que amaba? —No me puede dejar, prometimos estar juntos— sollozó contra la mano fría de Gaara que sostenía. Sakura abrazó a Hinata en un intento por consolarla, alejándola del Kazekage, esperando que si no lo veía, su sufrimiento sería menor.
—Gaara...— el rubio apretó sus manos, detestaba ver las lágrimas de Hinata, odiaba ver a sus amigos sufrir.
—Relájate Naruto— quiso calmarlo Chiyo.
—Cállate— le gritó molesto, la anciana Chiyo lo miró con impresión—Si ustedes no hubieran puesto un monstruo en Gaara esto no sucedería, nadie le pregunto cómo se sentía.
—Naruto— susurró Sakura, todos los presentes observaban con tristeza lo ocurrido.
—No pude salvar a Sasuke y tampoco a Gaara. Ahora incluso Hinata sufre por mi culpa— se lamentó mientras la culpabilidad invadía todo su cuerpo.
El rubio limpiaba con su chaqueta las lágrimas que caían de sus hermosos ojos azules. Chiyo se puso de pie, caminó hasta Gaara y posó sus manos sobre él. Neji activó su Byakugan para ver qué sucedía.
—Voy a traerlo de regreso.
—¿Traerlo de regreso?— murmuró Naruto— ¿De verdad puedes hacer eso?— él se dejó caer en el suelo, de la misma manera que su compañera, rápidamente se acercó a Chiyo con esperanza— Anciana, ¿Puedes hacerlo?
—Pon tus manos sobre las mías— él obedeció de inmediato— Al final parece que puedo hacer lo correcto.
—Gaara— el pelirrojo escuchaba que lo llamaban entre sueños, corría pero no lograba encontrar a alguien en medio de ese gran desierto, empero, su amigo Naruto estaba ahí para darle una mano.
—Naruto...— el Uzumaki lo ayudaba a incorporarse, Gaara tocaba su cabeza, que no dejaba de doler.
—Todo el mundo ha venido a salvarte— le confesó Naruto con una gran sonrisa.
Hinata no resistió al verlo con bien, en segundos abrazó a su esposo al tiempo que sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.
—Hinata— ella se aferró más a su cuerpo, esa era su voz, Gaara seguía vivo.
Mientras Naruto y Hinata continuaban cerca de Gaara, Sakura sostenía el cuerpo de la anciana Chiyo, sus amigos todavía no eran conscientes del sacrificio que la mujer había hecho.
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Notas de la autora:
• Puede contener errores ortográficos.
• Lamento mucho la tardanza, pero como algunos de ustedes lo saben, tengo otras historias que también requieren de mi atención. Les recomiendo que no hagan tantas historias al mismo tiempo 😰
• Por fin el lemon que les debía, espero les guste 👀❤️
• Me gustaría informarles que ya tenemos el nombre para el hijo de Gaara y Hinata. Ustedes han votado más por el nombre de Yoru. Entonces será Sabaku no Yoru 💖
¿Les gusta?
• Les aviso que Wattpad no me deja responder sus mensajes, tampoco sus respuestas a las conversaciones de mi perfil :c
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Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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