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Capítulo IX: Shukaku.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Habían pasado algunas horas desde que su esposo volvió a casa, incluso la noche ya comenzaba a cubrir la aldea de la arena con su hermoso manto lleno de estrellas. En ese tiempo en que llevaban juntos en su habitación, Gaara no dijo gran cosa, y ella tampoco estaba prestando demasiada atención como para iniciar una conversación. Sus pensamientos eran ocupados por sus amigas, que recién esa mañana partieron de regreso a Konoha. La despedida fue especialmente nostálgica para ella, que no dejaba de extrañar en ocasiones su anterior vida a lado de su familia y amigos. Eso no quería decir que odiaba su estancia en Sunagakure, al contrario, vivir con los hermanos de Gaara era sumamente interesante. Después de varios meses a su lado, Hinata logró confirmar que se trataba de una familia en verdad unida, con sueños y aspiraciones de acuerdo a sus personalidades. Kankuro podía pasar por su hermano mayor, quien solía jugarle bromas a su esposo y ella, pero que se comportaba con seriedad cuando la situación lo requería. Temari era casi como una madre para los tres, los protegía y en todo momento los llenaba de consejos sobre su alimentación o cualquier otro problema que estuvieran teniendo. Suspiró ante la idea de que no era desagradable como al principio pensó que sería, con su nueva familia se sentía bien, a lado de Gaara podía decir que era feliz.

Después de percatarse que no estaba concentrada en el libro que leía, Hinata decidió que era un buen momento para dejar su lectura y buscar su nueva mascarilla. Un día antes, sus amigas y ella habían pasado la tarde buscando productos de belleza y cuidado personal en el centro de la aldea, ella había recibido los consejos principalmente de Ino, quien no dudó en recomendarle toda una rutina. La mascarilla debía usarla una vez por semana, así que esa sería la primera ocasión, el momento en que daba inicio a su nueva rutina de cuidado para su rostro. Removió un poco entre los cajones de su tocador, hasta que por fin consiguió lo que buscaba. Antes de empezar a leer las instrucciones, primero optó por lavar y secar bien su cara, ya luego comenzaría a aplicar el nuevo producto.

Gaara permanecía en un pequeño tapete en el suelo, sentado en la muy famosa posición de loto, al pie de una de las plantas que tenía dentro de la habitación como decoración. Intentaba concentrarse en su meditación, pero el sentir a su esposa ir y venir, le provocaba la curiosidad de saber que tanto estaba haciendo. Abrió solamente uno de sus ojos para hechar un vistazo por la habitación, encontrando a una muy concentrada ojiperla en la etiqueta de un frasco, que parecía contener una especie de crema oscura. Quiso ignorar la escena y volver a su meditación, pero la idea de hablar con Hinata le era mucho más agradable. 

—¿Por qué es tan interesante ese frasco?— preguntó con voz rasposa, al percatarse de su tono carraspeó un poco. Llevaba algunas horas en su meditación, sin tomar un vaso de agua, tal vez por ese motivo sentía la garganta reseca. 

Hinata le miró desconcertada, había supuesto que su esposo seguiría tan concentrado en lo que hacía que no se daría cuenta de su presencia. La mirada tan fija de Gaara sobre ella le indicó que aun debía responder —Es una mascarilla, estoy leyendo sus instrucciones.

—¿Mascarilla?— sabía por su hermana un poco del tema, pero no lo suficiente, jamás le interesó preguntarle a Temari sobre su rutina habitual porque no quería entrometerse en sus actividades. A diferencia de Kankuro, quien en ocasiones resultaba lastimado por burlarse de su hermana mayor. Gaara no podía culparlo, Temari solía verse un poco graciosa con la mascarilla puesta.

—Sí, es un producto que ayuda a mi rostro— se dedicó a verlo un poco mejor, su esposo se mostraba muy interesado en ella, tanto que la colocaba nerviosa —¿Quiere acompañarme?

—¿Yo?— no imaginaba que un producto como ese pudiera ser utilizado por hombres también, había crecido con la idea de que su uso era exclusivo para las chicas —¿Puedo usarlo?

—Claro, Gaara-sama— una sonrisa amable adornaba el rostro de su esposa, fue tanta la ternura que le provocaba que terminó por desviar la mirada, un ligero sonrojo se había apoderado de sus mejillas. No estaba acostumbrado a sentir un cosquilleo en su interior cada que la veía, pero tampoco era algo desagradable.

—Está bien— terminó por acceder, tomando la mano que Hinata le ofrecía para levantarse del suelo. Permitió que ella le guiara hasta dejarlo sentado sobre la cama, cerró los ojos, deleitándose con el toque de unas cuantas toallas húmedas que paseaban por su rostro. Le gustaba sentir como Hinata lo preparaba y posteriormente aplicaba la mascarilla.

Hinata sintió un poco de temor al principio, no quería que Gaara pensara que tenía demasiado atrevimiento como para experimentar con él su nueva rutina de belleza. Aunque se obligó a si misma a no ceder a sus nervios, ellos dos habían pasado por situaciones mucho más vergonzosas que esa, disfrutar juntos de una mascarilla no era algo del otro mundo. Cada vez que sus dedos tocaban el rostro de su esposo para esparcir la mezcla de su frasco, su corazón daba un salto de felicidad, la piel de Gaara era suave a pesar de estar en contacto la mayor parte del día con la arena.

—Es necesario esperar diez minutos— Hinata preparó el temporizador con el que contaban en su habitación, el cual solía usar para medir el tiempo de sus rutinas diarias. Colocó el aparato sobre las manos de Gaara, que aun no abría los ojos desde que comenzó a aplicarle la mascarilla.

El ruido de la puerta al abrirse llamó la atención de la ojiperla, ella no esperaba ver a su cuñado con su pequeño gato en manos. Kankuro paseaba su vista de Hinata a Gaara y viceversa, lo que sucedía ante sus ojos era lo más divertido que hubiera visto antes. La esposa de su hermano había retirado los cabellos rojos de Gaara de su rostro con ayuda de una diadema elástica, la mascarilla de tono oscuro solamente servía para darle el toque final a la escena.

La gran risa de Kankuro provocó que Gaara abriera sus ojos y moviera su cuello para poder verlo, el gato que le había regalado a su esposa escapó de los brazos de su hermano para ir a frotarse contra una de sus piernas. Gaara no lo apartó, pero tampoco le prestó demasiada atención, seguía intentando descifrar que es lo que hacía Kankuro en su habitación. 

—Toca la puerta antes de entrar— fue lo único capaz de decir, debido a la mascarilla, los movimientos de su boca eran reducidos. Por ese mismo motivo, su voz no tenía el tono de autoridad que le habría gustado, más bien parecía forzado.

—Quería traer a Eros que se coló a mi habitación, no esperaba verte en una nueva faceta— Kankuro intentaba controlar su risa, lo que era casi imposible. Jamás había visto a Gaara verse tan femenino, era algo que no esperabas de un Shinobi con tal alto cargo como el de un Kazekage. Si tan sólo tuviera una cámara para capturar el momento, sería tan feliz.

—Kankuro-san— lo llamó Hinata con su suave voz, él dejó de reír un momento para poder prestarle atención —¿Usted también quiere usar mi mascarilla?

Quiso negarse de inmediato, pero la tierna mirada de su ahora nueva hermana menor logró derretir un poco a su corazón. No le podía decir que no a esos ojos de corderito.

—Si insisten tanto...

Hinata procedió a realizar el mismo ejercicio que con su esposo, acomodó el cabello castaño de Kankuro con una diadema y limpió la pintura de su cara con ayuda de sus toallitas húmedas y su desmaquillante. No fue muy fácil hacerlo, pero al final lo logró después de unos minutos. Se percató de que a Kankuro no le agradaba demasiado que le estuviera colocando la mascarilla, pero por primera vez decidió hacer una pequeña travesura. Porque eso es lo que sucedía cuando alguien se atrevía a burlarse de su querido esposo. 

—También te ves muy lindo, Kankuro-san. 

Gaara no hizo nada por evitar la sonrisa de su rostro, esos momentos eran los que verdaderamente le hacían sentirse en familia. De esa manera, sin querer perder la oportunidad, el pelirrojo tomó a Eros y fue en busca de Temari. Ella también debía unirse a la nueva rutina de belleza de la familia. 

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Apenas había dormido un par de horas, la cesión de belleza con la mascarilla terminó bien para los cuatro, y al final terminaron despidiéndose para descansar en sus habitaciones. Prometieron repetirlo según las instrucciones de Hinata, felices de poder pasar un tiempo juntos sin las preocupaciones de su aldea. 

Cuando Hinata abrió los ojos, lo primero que divisó fue el reloj cerca de su cama, marcaba un poco más de las tres de la mañana. Lo que la despertó fue un fuerte escalofrío que la recorrió desde el inicio de su espalda hasta los talones. Se sentó en la cama, sintiendo como los latidos de su corazón se aceleraban súbitamente, era como si quisiera escapar de su pecho. Tenía un mal presentimiento que no le agradaba para nada, su pesadilla se hizo realidad al mirar al costado de su cama. Su esposo se removía de un lado a otro, con la respiración agitada y empapado en sudor. Tocó su frente con cuidado, comprobando que ardía en fiebre.

—Gaara-sama— lo llamó suavemente, sin obtener respuesta por parte de él. Intentó moverlo para ver si seguía consciente, pero no reaccionaba de forma positiva a sus intentos. La preocupación la invadió rápidamente, bajó de la cama de un salto, dispuesta a pedir ayuda para llevarlo con un médico —Regreso en unos segundos, iré por Temari-chan...

Su esposo sujetó su muñeca antes de que pudiera retirarse de su lado, su tacto era tan frío y fuerte que logró asustarla un poco —No lo hagas, no llames a mis hermanos. Por favor— su voz ya no era solamente la de Gaara, parecía mezclarse con otra mucho más gruesa y siniestra.

Afortunadamente pudo soltarse de su agarre, lo primero que hizo fue llenar un recipiente con agua fría y mojar una de sus blusas limpias. Fue una verdadera alegría ver que tenía algunas cubetas en el baño, de esa manera no tenía que salir de la habitación, y no llamaba la atención de los hermanos de Gaara. Respetaría la petición de su esposo, pero si todo se complicaba no dudaría en ir por ellos.

—¿Le duele algo?— preguntó mientras cambiaba la compresa de su frente y colocaba nuevas en sus brazos y pecho. No hubo un sonrojo o temor en cuanto retiró la playera de su esposo, estaba más preocupada por su seguridad como para pensar en su desnudez. 

—Es Shukaku... Me está pidiendo algo que no puedo cumplir— Hinata acarició con cariño su mejilla derecha, ahora entendía porque su esposo meditaba tanto, buscaba controlar los deseos de Shukaku. De eso ya habían pasado días, admiraba su fuerza de voluntad por soportarlo tanto tiempo, y se sentía culpable por no haberlo ayudado antes.

—¿Puedo hablar con Shukaku-sama?— la pregunta tomó por sorpresa tanto a Ichibi como a su portador, ninguno esperaba tal petición en un momento como ese.

—Dile que active sus ojos, esos ojos que todo lo ven— la voz de Shukaku retumbó en su cabeza con menor fuerza. Tomó el control del cuerpo de Gaara sólo para tomar la mano de la joven y colocarla sobre su frente —Sólo un momento, después los tiene que cerrar.

—Tu Byakugan...— le pidió en un suave hilo de voz, cada minuto era más difícil contener la sed de sangre de Shukaku. Hinata obedeció activando su dōjutsu, con el podía ver la gran cantidad de chakra que se acumulaba en el interior de su esposo —Ahora cierra tus ojos.

Lo hizo, permaneció de esa manera, sin moverse, incluso cuando sintió que el ambiente se volvía más frío. 

—Abre tus ojos— esa voz no pertenecía a su esposo, pero aún así decidió seguir su orden, no quería mostrarse débil o asustada —No tienes permitido dar la vuelta— le indicó al ver que ella tenía la clara intención de encararlo. 

—¿Qué le está pidiendo a Gaara-sama?— fue directamente al problema, porque no necesitaba prolongar por más tiempo el sufrimiento de su esposo —¿Qué es eso que él no puede darle?

—Sangre, la sangre de un humano— su fuerte aliento hizo que su cabello se moviera, el espacio donde se encontraba ahora era muy oscuro. El suelo era cubierto por una fina capa de agua que mojaba sus pies. No parecía un lugar desagradable, pero si muy solitario.

—¿Por qué?

—Odio a los humanos, no hay otra razón— con una de sus garras se acercaba a la espalda de la chica, aunque no llegaba a tocarla, su presencia le producía una extraña sensación. Ella era como una luna que ilumina su oscuro mundo, le era intrigante.

—¿Puede ser la sangre de cualquier humano?— la miró temblar ligeramente, supuso que podía sentir lo peligroso que era estar frente a una criatura tan admirable como lo era el.

—Sí.

—Entonces puede tomar mi sangre— alzó su brazo derecho, guardando sus miedos en lo más profundo de su corazón. Con ese simple gesto le indicaba que estaba dispuesta a ser ella la que ayudara a aliviar su sed.

—¿Por qué?, ¿En serio estás dispuesta a sacrificar tu vida por la de Gaara?— la unión de esos dos chicos le parecía fascinante, no había segundas intenciones en sus muestras de afecto, sólo se trataban de dos torpes adolescentes intentando buscar cariño en el otro. Los humanos podían llegar a ser interesantes, comprendió que la existencia de algunos de ellos no le molestaba.

—Sí, estoy dispuesta. No deseo ver a Gaara-sama en ese estado— su garra se deslizó sobre el delgado brazo de la joven, sin llegar a lastimar su piel ni un poco —Y tampoco quiero ver sufrir a Shukaku-sama.

—Alguien me dijo una vez, que el corazón humano es como un reflejo sobre la superficie del agua... La boca dice cosas opuestas a lo que el corazón siente realmente... Pero la verdad, el corazón escondido quiere que las personas se acepten unas a otras. Aún cuando una de ellas sea una bestia...— lentamente hizo que Hinata bajara su brazo, por el momento no le interesaba matar a una mujer tan noble como ella demostraba ser —Pero tú, lo que dices es sincero. Estás dispuesta a perder la vida por un capricho mío. Para salvar a tu esposo y a una criatura que no conoces.

—Shukaku-sama...

—Puedes darte la vuelta— lo primero que Hinata logró ver fueron un par de ojos, que la contemplaban sin ningún rastro de maldad, sólo calma —Te concedo mi perdón, a Gaara y a ti— le dió un ligero empujón que la llevó al suelo, no entendió si pretendía jugar o intimidarla. Shukaku siguió observando a esa chica de ojos perla, ella aún no era consciente de lo mucho que amaba a su portador. Podía asegurar que Gaara era muy afortunado.

—Gracias— ella no lo miraba como si se tratara de un monstruo, tampoco le temía como en realidad debería. Eso por alguna razón le agradaba.

—¿Cuáles son tus sentimientos por mi portador?— si ella no se daba cuenta por si misma, tal vez un poco de ayuda le vendría bien —¿Te has dado cuenta de que estás dispuesta a morir por él?

Sus palabras la sorprendieron, provocaron más de mil preguntas dentro de su mente que terminaban con la misma respuesta. Shukaku era como un faro iluminando en una noche de tormenta, y ella un barco siendo guiado a su destino seguro.

—Estoy enamorada de Gaara-sama.

No estaba seguro de por cuánto tiempo había dormido, no era algo propio de él, mucho menos cuando Shukaku tenía tantos deseos de salir para saciarse con todas las muertes y destrucción que era capaz de realizar. Sintió una punzada en la cabeza, luego los cálidos brazos de su esposa, que se aferraban a su abdomen sin permitirle huir de ella. Como si una bombilla se hubiera encendido, los recuerdos de su noche poco a poco fueron llegando, Hinata pasó varias horas cuidado de él y otras hablando con Ichibi. De alguna manera que no llegaba a comprender, la ojiperla había conseguido tranquilizar a Shukaku. 

—Te amo— susurró cerca de ella, antes de depositar un beso sobre su frente. Era la primera vez que lo decía en voz alta, y prefería que Hinata siguiera sin saberlo.

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No eran demasiadas las personas que rondaban por el edificio del Kazekage ese día, afortunadamente para Hinata, quién pudo disfrutar de una tarde acompañando a su esposo. Fue muy agradable poder pasar unas horas ayudándole en su trabajo, y otros minutos disfrutando de sus besos y caricias. Ambos habían aprendido que era mejor ponerle el seguro a la puerta, de esa manera no eran interrumpidos y encontrados en una situación comprometedora. Gaara no tenía demasiados problemas si eso llegaba a suceder, pero su dulce esposa era un caso muy diferente, ella no soportaría tanta vergüenza. Incluso la creía capaz de dejar de visitarlo por algunos días, como esperando que la persona que lo encontró hubiera olvidado aquel momento.

Aunque Gaara no quería dejarla ir de su oficina todavía, Hinata fue muy convincente al decir que debía seguir trabajando, le dió varias razones por las cuales tenía que retirarse. Porque ella creía que en lugar de avanzar, en ocasiones retrasaba el trabajo del Kazekage. Aún sentía el último cálido beso de Hinata sobre sus labios, lo que le hizo suspirar al ver que se encontraba nuevamente solo en su oficina. Entre algunas burlas por parte de Shukaku debido a su comportamiento de joven enamorado, y su felicidad de ver que su hora de volver a casa se acercaba, Gaara continuó leyendo las nuevas misiones que le asignaría a sus Shinobis.

 Hinata, a diferencia de su esposo, iniciaba su camino de regreso a casa. Buscando por los pasillos a una persona en específico. Después de pensarlo por mucho tiempo y con los consejos de sus amigas y su familia, la ojiperla decidió que sería buena idea volver a ser una Kunoichi en servicio. Nunca le había gustado demasiado estar en combate, pero lo que sin duda disfrutaba era poder ayudar a los aldeanos, hacerlos sentir que eran protegidos. En Sunagakure las personas solían tratarla con respeto, pero eso se lo debía al hecho de ser la esposa del Kazekage. Hinata quería ganarse ese respeto por si misma, que la gente de Sunagakure pudiera ver la valiosa persona que era. 

—Baki-san— lo llamó al verlo doblar en una esquina, el hombre detuvo su paso, en la espera de que ella lo alcanzara.

—¿Sucede algo, Hinata-sama?— estudió un poco su postura para intentar descubrir con que términos se acercaba a él, aunque tenía un aspecto inocente, la esposa del Kazekage podía ser de temer.

—Me gustaría aceptar su propuesta— Hinata apartó un momento la mirada, nerviosa por la forma tan seria de aquel hombre —Quiero ser una Kunoichi al servicio de Sunagakure.

—Debe entender, que su lealtad será para nuestra aldea, no para Konoha— le advirtió con firmeza. No existía ninguna posibilidad de que las aldeas se enfrentaran ahora que tenían una fuerte alianza, pero no estaba de más prevenir —Si en algún momento, Konoha decidiera atacar a Sunagakure, usted tendría que enfrentarse a su antigua aldea.

—Soy consciente de ello— le miró directamente a los ojos, necesitaba transmitirle su determinación y sinceridad —Yo estaré del lado de Gaara-sama.

—De acuerdo, Hinata-sama.

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Extra: 

"Si ves la primera nevada con alguien, su amor se realizará"

Konoha, algunos años antes.

—Las probabilidades de que esta noche haya una precipitación de nieve son enormes— una pequeña Hanabi corría alrededor de su hermana mayor, inquieta y demasiado ansiosa de ver la nieve por primera vez.

—Será la primera nevada del año— Hinata intentaba tranquilizar a su hermana sin tener mayor éxito. Al ver que no podría detenerla, optó por abrigar bien a Hanabi. Le colocó unos guantes y ajustó la bufanda que pasó todo el mes haciendo para ella.

—¡Vamos, Onee-sama!— era difícil decirle que no a su hermana, por eso al final accedió a dejarla ir al parque. Con suerte y la nieve caería cuando ambas estuvieran en dicho lugar.

El plan que había elaborado Sakura para ella era simple, su amiga invitaría a sus compañeros de equipo al parque para ver la nieve y tal vez degustar un té caliente en alguna tienda de postres después. De esa manera, Hinata vería la primera nevada junto a Naruto, y Sakura a lado de su querido Sasuke. Todo debía parecer como que se encontraron por casualidad con Hinata y su hermana, esa les parecía la idea más brillante. 

Pero como casi todos sus intentos por querer pasar un tiempo con Naruto, este también resultó salir mal, Sakura había llegado solamente acompañada de Sasuke. La pelirosa negó con cierta pena al divisar a su amiga a unos metros de ella, su semblante era de tristeza y sobre todo vergüenza, al haberle fallado. 

—Lo siento, Hinata-chan— se disculpó al estar frente a ella, Hinata intentaba ocultar su desilusión viendo cómo se divertía su hermana en compañía de otros niños —Naruto despertó enfermo, Kakashi-sensei se quedó a cuidarlo.

—Sólo a un tonto como él se le ocurre salir a la lluvia sin un abrigo— Sasuke rodó los ojos, fastidiado al comprender que Naruto lo había dejado solo en acompañar de tres niñas. La situación era muy mala para él, que no solía disfrutar de la compañía de otras personas. 

—Es verdad, ese tonto arruinó mis planes— murmuró Sakura de mal humor, para después cubrir su boca al sentir la mirada desconfiada de Sasuke sobre ella. Sin querer se había delatado —Es decir, yo quería que Naruto y Hinata vieran la primera nevada. Ya conoces el mito— se apresuró a agregar nerviosa. Sasuke dirigió su vista ahora a una muy avergonzada Hinata.

—¿¡Eh!?— la ojiperla cubrió su rostro, eso para evitar que Sasuke o Sakura pudieran ver el gran rubor que cubría sus mejillas.

—¿Te gusta...?

—¡Mira Sasuke-kun!— Sakura lo interrumpió antes de que terminara la pregunta, tomando su brazo para alejarlo de su amiga —Ahí venden chocolate caliente, compremos un poco para Hinata.

—¿Por qué?— intentó resistirse Sasuke, ser amable no era una de sus cualidades.

—Ella tiene frío, por eso está tan roja— nuevamente Sakura movió a su compañero de equipo para alejarlo, muy en contra de su voluntad.

Hinata permaneció en silencio, viendo cómo ambos se alejaban, trayendo un gran alivio a su corazón. Si Naruto se encontraba resfriado, tal vez podría pasar a verlo antes de ir a casa. Incluso intentaría llevarle un tazón de ramen de Ichiraku. Con esa idea en mente, por fin logró sonreír un poco.

—Me pregunto quien más estará viendo esto— sus suaves palabras se mezclaron con el aire frío del parque. En sus manos, pequeños cristales de hielo caían para danzar un poco antes de volverse agua.

Sunagakure.

Al mismo tiempo, pero en un lugar muy alejado de Konoha, un joven de cabellera roja apreciaba los copos de nieve que paseaban del otro lado de su ventana. Él no sabía que el futuro le tenía preparado un gran puesto dentro de su aldea, pronto dejaría de ser visto como un monstruo, y pasaría a convertirse en líder. 

—Gaara, aléjate de la ventana— le pidió su hermana mayor, un poco preocupada de verlo estar tan cerca del frío de la noche.

—Es la primera nevada del año en Sunagakure— le dijo al mismo tiempo que acariciaba el cristal, por algún motivo no quería dejar de ver ese majestuoso paisaje, le era imposible alejarse como su hermana se lo pedía. 

Gaara ni siquiera imaginaba, que a kilómetros de distancia, su futura esposa observaba la misma nevada que él. 

Sus destinos estaban más cerca de encontrarse.

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Notas de la auto autora:

• Perdonen mucho la tardanza, como les había comentado a algunos de ustedes, tenía trabajos finales que realizar. Los maestros en ocasiones no tienen piedad 😰

• El capítulo puede contener algunos errores ortográficos, eso debido a que no lo revise muy bien. Y quería publicarlo, no me gusta hacerlos esperar :c

• La razón por la que no escribí sobre la despedida entre las chicas, es porque soy muy sensible con eso de las despedidas. Una excusa muy vaga, lo siento 😔

• Por el momento, Hinata y Gaara tienen 15 años y algunos meses.

• Me gusto escribir este capítulo porque Hinata por fin conoce a Shukaku, que es alguien muy importante en la vida de Gaara. Ya sabemos que Shukaku odia a los humanos, por eso Gaara intentaba controlar sus impulsos, y su esposa intercediendo por él me pareció lindo. 

• Shukaku ha logrado que Hinata confiece estar enamorada, y Gaara a su vez lo hace al ver que ella en verdad se preocupa por el y lo quiere. Hace falta que ambos se lo confiesen al otro. 

• Gaara no quiere confesar su amor porque teme que Hinata se sienta presionada a tener un encuentro más íntimo con él. Aunque ellos ya han tenido algunos encuentros, ninguno ha significado una entrega completa. Aunque ya pronto se acerca ese punto ;)

• Les confieso que en algún momento Hinata quedará embarazada, (perdonen el spoiler 🌚), si les comento es porque quiero que me ayuden a escoger un nombre. Será niño, así que quiero ver sus ideas de nombres 👀 y que entre ustedes me ayuden a escoger el que más les agrade

• El corto relato extra es de mucho antes de la boda, como cuando tenían doce años. La idea nació de una serie uwu

• También los invito a leer otras de mis historias :D

Dejen sus votos y comentarios ❤️

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

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