Capítulo II: Día de boda.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Sunagakure, la Aldea Oculta de la Arena, este pueblo pertenece al país del Viento. Por ser una de la Cinco Grandes Aldeas Ninja, Sunagakure tiene un líder conocido y respetado por las otras naciones, ese líder es el Kazekage. Actualmente, Sabaku no Gaara se convertirá en el nuevo líder de su aldea. Y para cumplir ese objetivo, Gaara necesita contraer matrimonio con Hinata Hyūga.
El consejo de ancianos estaba feliz de que una Hyūga de la rama principal fuera entregada como la prometida de Gaara, esperaban ansiosos el día de la boda y el momento en que Gaara les anunciara a su primer hijo. De todas las naciones que habían querido obtener los secretos del ojo blanco, la aliada de Konoha fue la única que lo consiguió. O por lo menos tenía grandes posibilidades, si los hijos de Gaara y Hinata nacían con el Byakugan, Sunagakure tendría a un usuario propio de aquel legendario Dōjutsu.
Como regalo por su futuro nombramiento y su boda, el consejo de Sunagakure le entregó una casa en el centro de la aldea. Esta tenía una peculiar estructura esférica. A Gaara le gustaba su hogar, a pesar de ser demasiado grande, sus hermanos y él podían pasar buenos momentos juntos. Hinata también se unía a ellos en la mayoría de ocasiones, la chica vivía con los hermanos de la Arena desde que se le anunció su compromiso. Su padre creía que sería buena idea darle la oportunidad de conocer mejor a Gaara antes de la boda. Claro que por respeto, Gaara y Hinata dormían aún en habitaciones separadas.
El clima en Sunagakure es muy diferente al de Konoha, el calor es intenso por el día, al contrario del gran frío que se siente en la noche. La gente de la aldea suelen usar grandes túnicas para protegerse de los rayos del Sol y las tormentas de arena. Con su llegada a la Aldea de la Arena, Hinata experimentó varios cambios en su forma de vestir. Todo gracias a la insistencia y consejos de Temari. Aparte de su nuevo uniforme de Chūnin y su banda de Sunagakure, Temari le obsequió ropa que ya no utilizaba y la llevó a comprar otra. El estilo de Temari era algo revelador, y Hinata no estaba totalmente cómoda utilizando faldas que dejarán ver sus blancas y largas piernas. Ella prefería utilizar la capa roja que Gaara le regaló para protegerse del clima sofocante. Su nuevo atuendo parecía algo similar al de Temari, una falda que llegaba cuatro dedos arriba de su rodilla y que tenía pequeñas aberturas en los costados, el color era beige, también llevaba una blusa de manga corta blanca que se ajustaba a su cuerpo, dando a revelar lo que su gran suéter ocultaba. Eran evidentes los cambios que su cuerpo sufría al tener ya quince años, su cintura era pequeña y su pecho grande. Hinata siempre optaba por usar colores claros, era de esa forma como no atraía el calor de la aldea.
Para Gaara era un poco difícil tratar con su prometida, ella era tan tímida como él, tal vez incluso más. Y las reacciones que comenzaba a experimentar su cuerpo no le ayudaban en nada. Por alguna razón desconocida, sus ojos no podían dejar de ver las mejores partes de la anatomía femenina. Lo que más le gustaba era ver el inicio de su escote. En varias ocasiones se obligó a si mismo a no pensar en es forma de Hinata, pero los comentarios y consejos de su hermano mayor sólo servían para complicar más la situación.
Kankuro decía que era normal sentirse de esa manera, Hinata le atraía físicamente. Le dijo que después de la boda se podría quitar las ganas que le tenía.
Con toda su inocencia, Gaara no comprendió las palabras de su hermano, y tomó la decisión equivocada de preguntar a qué se refería.
—Cuando a un hombre le gusta una mujer, comienza a tener algunos síntomas— comenzó Kankuro con su explicación, Gaara escuchaba y hacía algunas notas mentales para el futuro —Por ejemplo, tiemblas, te sientes nervioso a su lado, quieres pasar mucho tiempo con ella, tú corazón se acelera...
—Lo comprendo— dijo, interrumpiendo a su hermano en el proceso.
—Bien, eso es solamente el principio— Kankuro se removió algo inquieto en su lugar, era extraño hablar con Gaara sobre lo que quería decirle, pero alguien debía hacerlo. Y sinceramente pensaba que él era mejor opción que Temari —La siguiente fase del amor, va más allá de los besos y suaves caricias. Lo siguiente es el sexo.
—No entiendo, ¿Qué es el sexo?
En ese momento, Kankuro quiso darse golpes en la pared. Su hermano era más inocente de lo que creía. No entendía como podía matar personas en su infancia pero no saber de dónde provenían estás.
—El sexo es un encuentro físico, tiene dos propósitos. Sirve para reproducirse o darse placer mutuamente con tu pareja.
—¿Así se hacen los bebés?
El mayor asintió, Gaara hizo otra anotación más en su mente —Personalmente, prefiero la segunda opción. No me gustaría tener hijos, al menos no aún.
—¿Y cómo se evitan a los bebés?
—Esa es una buena pregunta, Gaara— Kankuro sonrió, dándole algunas palmadas en la espalda para hacerlo tomar más confianza —Los embarazos pueden prevenirse, el método que considero más efectivo es el condón masculino.
—¿Dónde los encuentro?
—Por ahora no debes preocuparte por eso, yo te llevaré a una farmacia para elegir unos cuantos antes de tu boda. Será mi regalo para Hinata y para ti.
—¿También me dirás cómo se usan?
—Por supuesto, no te dejaré ir a tu noche de bodas sin antes enseñarte como cuidarte, y algo igual de importante, saber como complacer a tu esposa.
—Dime más, por favor— Kankuro miró a su hermano con un aire travieso, al parecer, Gaara ya estaba comprendiendo las maravillas del sexo.
—Cada mujer es un mundo, no puedes complacerlas de la misma manera. Algo que debes hacer para que ella disfrute, es no solamente pensar en ti— Kankuro caminó enmedio de la sala, parecía buscar algo y ver a todos lados para ver si había alguien más con ellos —Te parecerá una broma, pero las mujeres tardan más en llegar a su orgasmo. Es por eso que debes estimularlas. Créeme, no vas a querer que Hinata termine insatisfecha— el hermano de Gaara retiró uno de los asientos el sillón de la sala, de ese lugar sacó un libro mediano —Esto te ayudara.
—¿El orgasmo femenino?— Gaara leyó el título en voz alta, su voz demostraba total confusión —Pero Kankuro, ¿Qué es un orgasmo?
—En el libro lo dice Gaara. El orgasmo es el momento culminante del acto sexual— la boca del pelirrojo se abrió un poco, ahora lo comprendía. Todo tenía una final, y el sexo era una de esas cosas que debían terminar —Es algo que no puedo describir, pero que entenderás cuando termines.
—Creo que lo entiendo.
—¿Quieres saber algunos trucos?— Gaara asintió —A algunas mujeres les gusta que juegues con su pezones, pero, lo que nunca falla es su pequeño botón.
—¿Pequeño botón?
—Su clítoris, eso las vuelve locas— Gaara miró una vez más el libro en sus manos, tenía que esconderlo bien si no quería que Temari le gritara por ser un pervertido. Como siempre solía suceder con Kankuro —Estudia más el libro, ahí lograrás descubrir algunos secretos sobre las mujeres. Tal vez sea más fácil para ti descubrir con su ayuda donde se encuentra el clítoris en las mujeres.
—Kankuro— lo llamó una vez más, había algo que no entendía que aparecía en algunas páginas del libro —¿Qué es penetración?
—Bueno— el castaño se sonrojó fuertemente, fue un error pensar que Gaara entendería por su cuenta que era la penetración —Ya sabes, es cuando... Cuando tu pene entra en su vagina.
Listo, ya está, lo había dicho. El ambiente era tan bochornoso para Kankuro que incluso la idea de escapar por la ventana le parecía fantástica.
—¿También sirve para eso?— Gaara miró hacia abajo, donde su masculinidad permanecía debajo de su ropa.
—Sí, ¿Algo más?
—No— Gaara cerró el libro y negó con la cabeza —Creo que era todo.
Kankuro no esperó a que su hermano se arrepintiera, el domador de títeres escapó en cuanto Gaara terminó de decir aquello.
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Un poco alejado del hogar de Gaara, pero aún en el centro de la aldea, se encontraba el hospital principal de Sunagakure. El día era tranquilo, no había tantos enfermos o personas buscando atención médica urgente, para gran fortuna de Temari y Hinata. Ambas chicas, (próximamente familia), caminaban rumbo a la salida con algunos papeles en sus manos. Para Temari fue una verdadera alegría conocer a la prometida de su hermano, era como la hermana que jamás tuvo. Le gustaba ya no ser la única mujer en esa gran casa que tenían, y también le agradaba ver el gran respeto y empatía que le tenía a su hermano menor. Era bien sabido que ninguno de ellos sentía amor por el otro, pero no dudaba en que llegaría ese día. Lo presentía al ver la gran conexión que existía entre ellos dos.
—Con eso sería todo Hinata, tus resultados médicos dicen que te encuentras bien de salud. Y Gaara también tiene un perfecto estado— Hinata seguía con los papeles en las manos, había sido muy vergonzoso tener que hacerse pruebas donde las enfermeras debían revisarla a profundidad —Después de su boda, mi hermanito y tú podrán disfrutar de su vida sexual activa.
El rostro de la Hyūga adquirió distintos tonos hasta llegar a un intenso color rojo. Temari había dicho eso como si fuera lo más normal del mundo, tal vez lo era, pero eso no quería decir que dejara de ser tan vergonzoso.
—¿Vi-vida se-sexual?
—Oh vamos, Hinata— Temari miró a la chica de reojo, le sorprendía que aún siguiera consciente. Siempre solía desmayarse por ese tipo de situaciones, incluso por algunas menos bochornosas como ver a Gaara sin camiseta. O ensayar sus votos matrimoniales —No me digas que no sabes lo que un matrimonio hace en la noche de bodas.
—N-no se trata d-de eso— Hinata apretó inconscientemente los resultados de sus exámenes médicos contra su pecho, le daba vergüenza tener que hablar con la hermana de su prometido sobre esos temas. ¿Y si ella le decía a Gaara?, No quería que su futuro esposo pensara que era una pervertida.
—¿Entonces?
—Y-yo, no creo poder hacerlo— admitió avergonzada, aún no podía siquiera besar a Gaara en los ensayos para su boda. Se desmayaba antes de llegar a menos de quince centímetros de su rostro.
—Hinata, mi hermano es igual o más torpe que tú en esos temas— si sus palabras trataban de ser tranquilizadoras, la verdad es que Hinata no se percató de ello. Estaba más concentrada en imaginar lo que Gaara podía llegar a sentir si ella rechazaba estar con él en su noche de bodas —Seguramente él no sabe lo que es sexo.
—Temari-san— susurró.
—Lo que intento decirte, es que él no te obligará a nada. Puedes intentarlo cuando estés lista— las mejillas de Hinata seguían rojas, la chica fijó su vista en el suelo para evitar el contacto visual con su nueva familia.
—Quiero estar con Gaara-sama cuando lo ame, y él sienta lo mismo por mí— se armó de valor para confesarle sus sentimientos, Temari era su única amiga y confidente en Sunagakure. Sólo en ella podía confiar para contarle algo.
—Y estoy totalmente de acuerdo contigo, tus sentimientos e ideales son desinteresados. Eso me agrada de ti.
—Gracias, Temari-san.
—Si quieres puedes adelantarte a la casa, yo pasaré a una tienda por algunas cosas que hacen falta.
El momento de vergüenza pasó a siguiente plano al escuchar nuevamente a Temari —Puedo ir contigo, si gustas— se ofreció amablemente.
—No hace falta, sé que esos exámenes médicos te han fastidiado— la ojiperla no dijo nada, era cierto. Se sentía algo cansada de pasar tantas horas en el hospital esperando por unos resultados que debían estar desde hace días —Ve a casa.
—Hasta luego Temari-san— la menor se despidió moviendo su mano en el aire, Temari correspondió a su despedida. Dentro de su corazón, Hinata creía que por fin había encontrado a una mejor amiga.
Hinata siguió caminando con dirección a su nuevo hogar, la casa que le obsequiaron a Gaara por su nombramiento como Kazekage era inmensa, pero no le encantaba por ese detalle, le gustaba por sus detalles arquitectónicos. Sin duda las construcciones en Sunagakure eran muy diferentes a las de Konoha. En su aldea natal, todo estaba construido a base de madera, de los árboles que crecían en los bosques de los alrededores. En Sunagakure, las casas y grandes edificios eran cubiertos por ligeras capas de arena, que se impregnan a las paredes en cada noche de tormenta, eso daba la impresión de ser edificaciones hechas en base a la arena.
Durante su trayecto, Hinata saludaba a todos los aldeanos que veía, su saludo era correspondido con la misma educación que era realizado. Su padre le había dicho que la futura esposa del Kazekage debía ser una mujer fuerte, pero sobre todo, educada y amable con los habitantes de la aldea. La mujer de un líder tan importante no podía ser soberbia o déspota. Ella no tenía problemas en cuanto a la educación o amabilidad, esas cualidades ya eran parte su persona, lo único que necesitaba seguir trabajando era su fuerza. Tanto física como interna. Aún le hacían falta entrenamientos para ser una Hyūga tan talentosa como su primo Neji, y tener más confianza en ella misma para ser tan segura como lo era su cuñada Temari.
Sonrió para si, faltaba mucho camino por recorrer, y ella recién iniciaba. Ya se encargaría de demostrar a todos quién era Hinata Hyūga. No quería ser solamente reconocida como la esposa del Kazekage.
—Hinata-san— la chica detuvo sus pasos, alguien la había llamado así que se giró hacia atrás sobre sus pies. A dos metros de ella, una mujer de aparentemente su edad se acercaba corriendo.
—Buen día— la joven llegó rápidamente hasta donde se encontraba, sostenía sus rodillas mientras su respiración agitada delataba su estado de cansancio. Debía llevar algún tiempo corriendo de esa manera. La chica tenía cabello castaño y ojos negros, recordaba haberla visto antes, pero formalmente no las habían presentado —¿Te encuentras bien?
La castaña se sonrojó ligeramente, eran verdad los rumores sobre la prometida de Gaara. Y era amable, como le contaron.
—¡Sí!— asintió varias veces —Gracias.
—¿Qué sucede?
—Oh, bueno— ella carraspeó un poco para disipar sus nervios y dudas —Quería presentarme, mi nombre es Matsuri. Fuí alumna de Gaara-sensei.
—Mucho gusto— Matsuri correspondió a la sonrisa de Hinata, la Hyūga desprendía un aire cálido que le provocaba sentirse en buena compañía —Es un placer conocerte, yo soy Hinata Hyūga.
—Si, ya la había visto antes— Hinata no dijo algo más, le estaba dando la oportunidad de explicar el motivo de su acercamiento. Matsuri captó sus intenciones —Me gustaría pedirle que cuide mucho de Gaara-sensei.
—Lo aprecias mucho, ¿Verdad?— Matsuri afirmó con la cabeza, mirando cualquier punto del suelo en lugar de Hinata —Lo haré, no debes preocuparte.
—Gracias, por hacer feliz a Gaara-sensei.
—A ti... ¿Te gusta?— la castaña se sorprendió porque se percató de sus sentimientos. Volvió a asentir, no serviría de nada negarlo —Lo siento, no era mi intención.
—¿A qué se refiere?
—Lamento mucho que por mi culpa, no puedas estar con Gaara-sama.
Matsuri la miró por fin, debía arreglar la situación que provocó al revelar sus sentimientos. Deseaba que la prometida de Gaara estuviera feliz en el día de su boda, no triste.
—Eso no es su culpa, yo no le dije lo que sentía a Gaara-sensei.
—Pero...
—Ya lo podré superar, aunque no seré feliz si Gaara-sensei no es feliz.
Hinata le sonrió, ella se encargaría de hacer a Gaara feliz. Se lo prometía, aunque fuera en silencio y sólo con su mirada.
—¿Quieres ir por un postre conmigo?— cambió de tema para ayudarla a sentirse más cómoda, Matsuri agradeció mucho ese detalle. También el que le hiciera saber que Gaara estaría en buenas manos.
—Por supuesto, me encantaría.
—Perfecto— Hinata inició una vez más su camino, sólo que esta vez en otra dirección.
—Conozco un lugar en donde venden bebidas tan refrescantes, ideales para este calor— Matsuri caminó algunos pasos para alcanzarla.
—Entonces te seguiré— el ambiente entre ellas dos mejoró notablemente, era como si la conversación anterior sirviera para iniciar una buena amistad —Espero no comer demasiado, Temari-san se molestará si no continuo con mi dieta.
—Pero si eres delgada, Hinata-san.
Ambas soltaron una suave risa —Te creo, es sólo que Temari-san está más preocupada que yo. Siente que no me quedará el Kimono.
—Temari-san suele preocuparse, ella te mira como una amiga.
—Me gustaría que tú y yo también seamos amigas— Matsuri la observó de reojo, la idea en verdad le agradaba —¿Qué dices?
—Sí, también me gustaría.
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El día de su boda, para sorpresa de Hinata, era el día que más había esperado. Su familia llegaría para disfrutar con ella la celebración, y ver a su familia es lo que la hacía feliz. Sobre el otro aspecto de su boda, que era en realidad el más importante, no se sentía ni un poco triste. Gaara había demostrado ser un hombre excepcional, honesto, amable, respetuoso, inteligente, y para que negar lo obvio, su prometido también era demasiado atractivo. Era muy fácil entablar una amistad con él, ambos eran amigos, y ese sería el primer paso para hacer avanzar su relación.
Tal vez no se amaban, pero no estaban demasiado lejos de llegar a ese punto.
Hanabi colocaba los últimos prendedores en el cabello de su hermana para sostenerlo, a pesar de notar lo nerviosa que ella estaba, su felicidad la desbordaba. Lo último que usó para arreglar su peinado fue una flor que su padre le entregó para Hinata antes de partir a Sunagakure. Su maquillaje ya estaba listo, así que solamente le dió unos toques finales y terminó. Listo, su hermana mayor estaba preparada para ir por su destino.
—Adelante— murmuró Hanabi al escuchar que tocaban la puerta, la sorpresa de Hinata fue grande al ver a su padre ahí.
—Iré con Temari-san para recibir a los invitados, te veo allá Onee-sama— se despidió la niña antes de retirarse para darles mayor privacidad. Entendía que su padre estaba ahí porque quería hablar con su hermana.
—Hinata— la llamó en cuanto Hanabi abandonó la habitación.
—Otôsan.
—Te ves hermosa hija— la Hyūga sintió rápidamente las lágrimas arder en sus ojos, no quería llorar, no quería arruinar el maquillaje que le hicieron Temari y Hanabi. Pero, un sentimiento grande inundó su corazón al ver la sonrisa de su padre, no podía recordar la última vez que la miró. Probablemente jamás le había sonreído de esa forma —Lamento mucho que tengas que hacer esto.
—No importa, Gaara-sama es una buena persona.
—¿Te tratará bien?
—Sí, estoy segura— su padre extendió su brazo, Hinata se acercó a él para caminar a su lado.
—Te amo, Hinata. Aunque no lo demuestre.
Ahora sí, Temari y Hanabi debían volver a darle unos toques a su maquillaje.
—También te amo, Otôsan.
Hinata se sentía feliz, aparte de su familia, algunos de sus amigos estaban presentes en la ceremonia. Le alegraba en gran manera que su equipo hubiera asistido, la despedida con ellos fue muy difícil. Eran sus mejores amigos, separarse es algo que pensaron sería al ser mucho más grandes. Sus compañeros de academia y Tsunade junto a Shizune eran otros de los invitados. Incluso Shikamaru se encontraba en la fiesta, y cabe resaltar que al gran genio Nara esos eventos le parecían un total fastidio. Hinata creía que su presencia se debía a la hermana de Gaara, Temari ya le había contado de las ocasiones en que ambos se solían coquetear cuando se miraban.
Las fuertes manos de Gaara apretando las suyas la regresaron al presente, el pelirrojo se mostraba igual o más nervioso que ella. A la ojiperla le gustaba ver como las mejillas de su prometido se ruborizan, aunque no fuera tanto en comparación a su propio rostro.
—No soy muy bueno cuando se trata de relacionarse con otras personas, pero estos últimos meses han sido muy gratos con tu compañía. Estoy aprendiendo a valorarte. Por esa razón, prometo creer siempre en ti, escuchar todo lo que tienes que decirme, celebrar contigo cuando se debe y consolarte cuando se requiere. Haré todo lo posible para construir un hogar lleno de honestidad y sinceridad, donde tú puedas sentirte segura. Con estas palabras y otras más que guardo en mi corazón, me ofrezco a ser tu compañero para el resto de nuestras vidas— las invitadas suspiraron como lo haría cualquier enamorada, Hinata estaba mucho más emocionada que ellas. Ya había escuchado los votos de Gaara antes en los ensayos, pero ahora se sentían diferentes. Ya no era solamente por compromiso, sus palabras eran sinceras —Yo, Sabaku no Gaara, te tomo a tí, Hinata Hyūga, como mi esposa.
Fue el turno de Hinata para temblar de miedo, antes de hablar, pasó saliva en un intento de olvidar sus nervios. No pensaba tartamudear el día de su boda.
—Sé bien que nuestros caminos no se han cruzado de la mejor manera, pero siento en mi corazón que es el destino. Tú eres la persona con quien quiero caminar toda mi vida, a tu lado, en los días soleados y de lluvia, en la luz y en la oscuridad, para la eternidad. Prometo estar siempre para ti, siendo felices, apoyándote en tus días tristes, disfrutando de tus alegrías, creciendo juntos. Te elijo paral habitar en mi corazón. Saber que voy a permanecer a tu lado de ahora en adelante es un regalo que me llena de dicha, por ese motivo lo acepto sin miedo y con gratitud. Con esta promesa te demuestro mi compromiso, demuestro que estoy completamente segura de que el gran paso que daremos es sólo el inicio de un hermoso futuro juntos— Gaara le sonrió para transmitirle confianza, él creía en cada una de sus palabras. Por fin estaba feliz de una decisión de su aldea respecto a él —Yo, Hinata Hyūga, te tomo a tí, Sabaku no Gaara, como mi esposo.
Gaara le acarició por detrás de su cabeza, antes de acercarla a él para sellar sus labios. No le dió tiempo para dudar, sabía que de hacerlo Hinata caería desmayada en sus brazos.
La sangre que corría por sus venas subía de temperatura con cada roce de sus labios, ambos se quedaban sin respiración. Hinata era incapaz de pensar o razonar algo coherente, ese era su primer beso. Y le estaba encantando. Se trataba de una caricia tierna, en donde la piel suave y tibia de sus labios rozaba con la suya, sus alientos mezclándose en uno solo, probando el sabor del otro. El tiempo no importaba en ese momento, lo único en que Gaara podía pensar era en recorrer cada milímetro de aquella exquisita boca.
El beso se volvía un poco más explorador, Gaara saboreaba los labios de su esposa, le daba pequeños mordiscos y seguía acariciando con su lengua. Estrechó la cintura de la azabache, ella se estremeció entre sus brazos, sentía que sus rodillas fallaban y Gaara era su único soporte. Gaara se alejó sólo un instante para verla a los ojos y tomar aire, está vez, decidió utilizar su lengua para jugar con la de ella. Moviéndose de un lado a otro. Hinata llevó sus manos al cabello rojo de Gaara, enredando sus dedos en los mechones que se dejaban llevar por su contacto.
—¡Que vivan los novios!— gritó Kankuro con gran euforia, justo en el momento que Gaara y Hinata decidieron separarse.
—¡Viva!— le siguieron los demás invitados.
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Lamento mucho la demora, espero y les guste el capítulo.
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Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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