Iba tranquilamente por la calle. El cielo estaba nublado y parecía que la lluvia pronto mojaría las calles de esa hermosa ciudad. No tenía prisa; ya había terminado de trabajar y andar un poco era esencial para mi día a día.

Antes salía a correr con Roger, pero desde que le subieron de cargo está más ocupado y más alejado de mí de lo que suponía. Sabía que era difícil, sin embargo, nunca llegué a imaginarme estar noches y noches sin tenerle a mi lado; viéndole escasamente media hora al día. A veces pienso que todo está perdido y que ser el capitán de la policía nunca nos ha favorecido. Él lo decidió así y yo le apoyé.

Mis planes de futuro se iban apagando como las llamas de un fuego. Muy pocas eran las veces que me tocaba, y cuando lo hacía, solo él se beneficiaba. Antes no era así; antes me hacía gozar de placer. Podíamos pasar horas haciéndonos el amor y no cansarnos. Era realmente increíble. Pero todo había cambiado. Extrañaba las cenas de aniversario el mismo día en que comenzamos a salir, extrañaba ir al lugar de nuestro primer beso, extrañaba sus abrazos en los malos momentos, le extrañaba a él. Aún así, le quería. Roger fue la persona que cambió mi vida; el chico que me hizo fuerte y siempre tendía su mano por mí. Ahora no solo lo hace conmigo, sino con todo el mundo. Era su deber como policía.

No sabía mucho sobre el tema, pero Roger me contó que estaban detrás de un caso muy complicado. Iban detrás de un delincuente; un ladrón de primera categoría, según él. Uno al que nadie, nunca, había visto. Era muy difícil seguirle la pista y eso a él le enloquecía. No pararía hasta encontrarle, aunque él muy bien sabía, que era una misión imposible.

Un grito hizo que mis pensamientos se dispersaran y ladeara la cabeza hacia esa voz asustada. Vi a un joven abalanzarse sobre mí, echándome al suelo y aprovechar para coger mi bolso. Le grité que se detuviera, pero como no era de extrañar, no se detuvo. Me levanté dolorida y comencé a correr. Sentí el ahogo en mi pecho; ya no estaba tan en forma, pero me daba igual. Seguí detrás de él hasta que le perdí. Tenía de todo en mi bolso... tarjetas de crédito, llaves, dinero, la libreta de cuentas... todo. Nunca me había pasado algo así. Me recliné sobre una pared y apoyé mi cabeza en ella; suspiré en lo más hondo de mis pulmones y pensé que lo mejor era ir a la policía a denunciar el robo. Roger sabría qué hacer en esos casos. Sin embargo, un jadeo consiguió llamar mi atención. Ese quejido no era de placer, sino más bien de dolor. Una voz dura resonaba en el oscuro callejón que había cerca de donde estaba. Despacio y haciendo el menor ruido posible, me asomé. Allí vi a dos personas enfrentadas y no dudé en echarme atrás, pero con tal mala suerte que le di a un bote de Coca Cola y ambos se giraron hacia mí. Me quedé parada esperando lo peor, estaba segura que uno de los dos terminaría matándome. Me equivoqué.

Uno de ellos golpeó al otro, dejándolo tendido en el suelo sin conocimiento. El miedo se expandió en mi cuerpo y me recorría entera; aunque no solamente era miedo lo que estaba experimentando dentro de mí.

Un joven se acercó a mí con paso chulesco; con una mirada penetrante y un cuerpo esbelto y trabajado. En su mano llevaba mi bolso, pero no podía evitar seguir mirando esa sonrisa tan irresistible. No sabía quién era, ni tampoco que pretendía; mi mente solo pensaba en cómo sería estar bajo su cuerpo desnudo. ¿Dónde estaba el miedo que me había paralizado momentos atrás? No tenía dudas de que había desaparecido.

Me tendió el bolso y cuando lo cogí me acercó a él. Estaba tan pegada a su pecho; tan cerca de su nariz y boca, que sentía su respiración y aliento. Tenía los labios entreabiertos y el corazón me latía a mil. No dejaba de sonreír y de clavar sus ojos en los míos; me ponía, muchísimo, y no podía evitarlo. Acarició mi mejilla y me puso un mechón de pelo detrás de la oreja. Su sonrisa se ensanchó cuando de mi boca salió un diminuto «gracias». Se acercó más y posó sus labios en la comisura de mi boca. Cerré los ojos; disfrutando del contacto de su piel en mi piel. No obstante, cuando los abrí, ya no estaba. Había desaparecido, dejándome con ganas de un poco más. Este chico había revivido algo en mí que ya creía muerto, sin embargo, Roger sería el único que degustará esa pasión que ya creía desaparecida; aunque no era en él en quien estuviera pensando en ese mismo momento. ¿Quién sería mi salvador?

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¡Hola corazones! Como os he dicho en los comentarios, aquí está el nuevo capítulo. Espero que os haya gustado y dejado con ganas de un poquito más. ¿Qué os parece su salvador? (Guapo en el multimedia, ¿eh?)
Disfrutad del fim de semana! Gracias por apoyarme!
Un besazo enorme ❤❤❤