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Capítulo 48: ¿Por qué?☾︎

ACLARACIÓN IMPORTANTE ‼️

Liz NO es  hermana de Hugo
Cuando se habla de ella se refiere a "alguien" que es su hermana. Creo que lo escribí mal y se malentendió. (Ya lo corregí, sorry por la confusión) 😕

Advertencia : Escena con violencia y angustia. Si eres menor de +14 queda bajo tu responsabilidad.
***

He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír;
Isaías 59:1

Unos pasos tras ella la alertaron. Pero lo en realidad aceleró su corazón fue el sonido repetitivo.
Quién envió las notas lo había usado al colarse en su casa.

Se dió la vuelta.

Branwenn sonreí con perversión.

Tyler caído en el suelo no se movía. Su cabeza sangraba. Quiso acercarse para comprobar como estaba, Pero Wenn pasaba por su lado.

El sonido provenía de su navaja abriéndose y cerrandose. Manchada con dos gotas de sangre.

Liz se dió la vuelta y salió corriendo pero ya era tarde.

Wenn la imitó. Y era más rápida.

El largo pasillo se hizo interminable. No sabía donde meterse. Subió las escaleras sintiendo sus pulmones arder. El rostro de la chica y su sonrisa perversa. Su maldad. Podría luchar contra cualquier otra persona pero no contra ella. Ya lo había demostrado.

Llegó a la quinta planta. No tendría salida. Quiso gritar. Volvió a bajar las escaleras, saltando peldaños. No había nadie.
Tropezó y cayó. Estaba en la tercera planta. A su lado, la sala que hacía unos meses ardía. La madera nueva indicaba que había sido remodelada.

Se levantó. A su lado la desquiciada se reía.

Wenn agarró su cuello hundiendo las uñas en él y la obligó a caminar hasta la última sala.

Quiso soltarse pero apenas lograba respirar. El mareo la embargó.

La empujó hacia el interior y cerró la puerta. Su cuello ardía, sus pulmones se llenaron de aire. Intentó abrir la puerta pero una patada la tiró al suelo.

-No te mueva - ordenó.

Las manos de Liz temblaban.

Wenn abrió el armario. El olor fue tan nauseabundo que causó arcadas.

Tosió.

-Mira lo que buscaban -murmuró enseñándole un gatito con el cuello cortado.

-estás loca

-Es el hijo de misi -hizo un mohín. -Qué pena que esté muerto -respondió con la mirada plagada de ego.

- ¿Me asesinarás como a él? Ese es tu objetivo

-Ya lo sabes

-Matarme

Quiso pensar los motivos pero ni siquiera hablaba con ella. Nunca la había provocado de ninguna forma. Incluso podía decir que era la adonis que más soportaba.

Wenn no logró agarrar a Liz. Esta la amenazó con las llaves.
Branwenn se rió.

Cuando Liz intentó atacar, la otra logró con una destreza nunca antes vista agarrar su muñeca.

Su mano soltó las llaves. Su brazo se torció y terminó de rodillas en el suelo.

No podía creer que la lucha en las rondas no sirviese de nada.

-Estoy entrenada para todo. -respondió Wenn.

-No lo creo

Liz cogió varias motas de polvo y la sopló en sus ojos.

Aquello le cegó la visión.

Sin embargo, aún ciega logró tumbarla en el suelo. Vió sus llaves, seguramente le hizo una copia y así había entrado en su casa.

Wenn cortó con la navaja su chaqueta de tal forma que atravesó su piel.  Liz se alejó.

El gatito muerto a su lado la estremeció. Acabaría así.

La puerta seguía cerrada y lanzarse por la ventana era una muerte segura.

Wenn recobró la vista con rapidez. Sus ojos ahora verdes, irradiaron ira.
Clavó la navaja en su pierna. Chilló. Tras varios segundos lo sacó con lentitud.
El dolor intenso la dejó sin voz.
La sangre resbaló por esta. La tela rota absorbió el líquido rojo.
Comenzó a respirar con dificultad.

-Dime ¿Por qué? - susurró tapando la herida con sus manos.-Eres hermana de Hugo. Nadie lo sabía

-Así es

Se acercó a Liz. Cortó su mejilla. Liz se llevó la mano a está. No era un corte profundo pero ardía. Quizás más que el verdaderamente hondo, el de la pierna. Que ya la había dejado de sentir.

-Responde -chilló-¿Por qué a mí?

-Eres una ficha clave. Simplemente

-¿Es por Alex? ¿Por lo que le hizo a Shirley? Está muerto y yo nunca le importé

-Que pena que tanta inteligencia quede sepultada bajo tierra. Nos hubiésemos llevado bien...

Liz alcanzó a darle una patada en el estómago pero apenas lograba levantarse.

La navaja cayó.

Se arrastró para alcanzarla. La castaña ni se movió.

La cogió. Wenn la miraba sin ningún tipo de temor.

Había algo que no cuadraba. Wenn había fingido demasiado pero ahora no había sido nada organizada al atacarla.

-Nadie creerá que intenté suicidarme. Tengo muchas heridas.

-Esa es la idea

- Quieres culpar a otro. A Shirley —dijo perpleja.

-Quizás

-por eso dejaste un mechón en mi casa pero ¿Por qué fingir un suicidio?.... ¡la policía! Querías que todo pareciese organizado por ella

-Puede

-y cuando no salió como esperabas no quisiste que mi foto con Kek fuese vista. Una doble venganza era extraña...

-Chica lista. Pero no lo suficiente como para entender el motivo

-Vas a volver a culparla diciendo que intentó matarme por ser la ex de Alex  pero ¿Por qué matarme? 

Liz trató de levantarse con la navaja en alto.  La acercó al cuello de la castaña.

Wenn espero diez segundos en silencio viendo como Liz intentaba mantenerse en pie. Jadeaba por el dolor y la falta de aire. Su pierna sangraba abundantemente.
A Wenn le fue realmente fácil agarrar su brazo y volver a recuperar la navaja.

-Soy una ficha clave para tu juego macabro. Ya fingiste. Ya me tienes ante ti. ¿Por qué?

Liz cayó al suelo,el dolor la mataba. Wenn agarró su rostro como lo haría Rosa y levantó la navaja.

- ¿Por qué?

- no te lo diré yo.

-Es Kek. Es mi única conexión con Hugo pero, ¿Por qué?

La castaña le acercó el gato de una patada. Liz giró la vista. Aunque no le gustaban los animales aquella escena era truculenta.

-¿Ves este gato? Es un daño colateral.

- Ella nunca mataría un gato

-Ni a una persona pero así sucedió -sonrió.

-¿Por qué quieres acusarla?

- ¿Crees que sería amiga de alguien que tenga relación con los indomables?

-Kek... Pero ¡¿Por qué ?! -repitió la pregunta como un rugido. Sus pulmones lo notaron. La chica se acercó y rió en su rostro. Recorrió la sala viendo como Liz intentaba volverse a colocar en pie. En vano .

Al principio no entendió porque hablaba con ella cuando no quería confesar su plan. Pero su cuerpo pesado lo entendió. Quería ver su agonía mientras moría.

-Allan -murmuró con una lágrima corriendole el rostro. Si moría no volvería a verle.

La puerta se abrió y su corazón botó esperanzado.

Una mujer cruzó la estancia. Tenía los ojos marrones como los de Cathy. Pero su frialdad en ellos estremeció a Liz.

La esperanza se esfumó como el humo. La señora dejó el abrigo en una percha y observó con desprecio a la chica caída.

-Hola Elizabeth encantada de conocerte ¿O debería llamarte muñeca?

-¿Qué tiene que ver Kek?

La mujer se acercó y observó la pierna. La  sangre recorría el suelo. La recordó. Era la mujer con el abrigo de pelo que había aparecido en el mukul un par de veces.

Se agachó junto a ella. Apretó con su puño la herida de Liz, sonriendo. El dolor fue tan intenso que no dejó de gritar hasta que cesó la presión.

-Eres lo único que quiere.

La joven intentó recuperar el aliento.

-Me parecía a su hermana —murmuró con labios temblorosos—Nada más. Mátame. Le dará igual

-Te puso un guardaespaldas

Recordó a Tyler en el suelo y deseó que estuviese bien. Un mal golpe en la cabeza era mortal.

-Solo se quiere  a si mismo.

—eso aparenta pero no es así.  Tambien ama el poder que le dan los indomables ¿Como crees que se sintió cuando Alex lo traicionó? Derrotado ...

-¿Tú lo planeaste?

-Fue fácil promover la codicia de Alex. Ser el jefe acostandose con Rosa. Esa guarra que también acabará muerta.

-Si es Kek a quién quieres ¿Por qué no lo matas a él?

-Quiero destruir todo lo que quiere. Como él hizo conmigo

-Hugo era su amigo.

La mujer se carcajeó.

-Él metió en las drogas a mi hijo

Recordó la primera vez que Hugo fue digno de entrar en el iglú. Uno de los pocos ricos que entró. Era cruel y despiadado pero en su mirada lograba contemplar una soledad inmensa.

Liz observó a Wenn. Ella era un arma. Pero aún no lograba comprender quién había organizado todo.

-Entonces ¿Me matarás? Kek no morirá

-Cuando sepa que estás muerta hará lo que sea por acabar con Shirley. La familia de la rubia es poderosa y seguramente ella no irá a la cárcel. Pero Kek si, por asesinarla.

-Nunca le descubren

-Creeme que sí lo harán. Yo estaré allí para verle caer. Igual que a Rosa

—Ella vendía la mercancía pero si me matas le haces un favor

- Creo que le causará terror. Saber que ella será la siguiente.

Ni siquiera en Kek había visto tanta maldad como en aquella mirada.

Se acercó y agarró su cabello con tanta fuerza que chilló. Cayó de rodillas. Varios mechones se habían desprendido. Su mano aprisionaba como una garra. Intentó soltarse. La arrastró hacia un lateral.

Golpeó su cabeza contra el radiador.

Escuchó el crujido de su nariz al romperse. Gimió de dolor. Todo daba vueltas. La sangre brotó.

No tenía fuerzas ni para gritar.

—¿Por qué Hugo está en coma ?—preguntó tras un jadeo ahogado.

Su cabeza daba vueltas y la mano de aquella víbora seguía apretando su cabello con fuerza.

— No es buen momento muñeca

Liz intentaba comprender lo que decía pero lo oía lejano. Se culpo a si misma por no haber conectado el parecido de Wenn con su hermano. Ambos de ojos claros, con piel de porcelana y cabello liso y castaño.

Recordó la conversación de Wenn con las adonis, hablando del té de su madre. Mismo té que pedía la señora en el mukul.

Todo encajaba, las notas en los lugares estratégicos, los ojos enigmáticos de Hugo y Wenn.

Ojos enigmáticos y únicos

La leyenda.

Un bofetón la despertó de su desmayo cercano.

-¿Crees que durante las torturas la sombra de la muerte deja que alguien se duerma?

-La leyenda...-murmuró.

-¡Oh! ¿Branwenn le has contado la leyenda? Nuestra historia de todas las noches.

- Supongo que la habrá oído -dijo sin expresión. Con los brazos cruzados bajo su pecho.Ella había difundido la leyenda con la intención de que nadie cruzase la tercera planta.

-Bien. Yo soy la sombra de la muerte

-Murió. Se suicidó -repitió Liz recordando la versión que Cathy les había contado.

-No. Hay muchas versiones difundidas... Pero te contaré un secreto. Yo sé la verdadera...  La sombra de la muerte juró venganza,cambió su físico y enamoró al chico que la engañó fingiendo otra identidad. Se volvió poderosa

Liz quiso hablar pero no sabía que decir. Y no le quedaba tiempo. Solo quería evitar el dolor y hablando distraía a su verdugo.

-El padre de mis hijos nunca lo sabrá - susurró cerca de su rostro.

-Branwenn lo sabe.

-Ella no lo dirá jamás. Es MI hija y además ha logrado matar un felino -manifestó con orgullo la mujer.

Liz parpadeó con náuseas. El horrible hedor la mantenía despierta.

Notó el brillo en los ojos de Wenn. Comprendió que Hugo no le importaba. Buscaba la aprobación de su madre. Liz se estremeció había hecho todo aquello por aprobación. Lo consumaría.

Escuchó aplausos provenientes del patio. Nadie había oído sus gritos. Aunque volviese a gritar pidiendo ayuda nadie la escucharía.

Pensó con rapidez como huir. La pierna inutilizada quitaba cualquier intento de correr.

—Que Kek sufra no cambia que Hugo siga en coma. ¿Y si despierta? ¿ Y si descubre lo que hiciste?

—Nunca lo sabrá

El mareo a causa de la falta de aire le pasaba factura.

—No te duermas.Quiero que veas  lo que ocurre.

Agarró un cigarro y lo encendió. La mecha comenzó a calentarse.

Liz intentó apartarse pero ya era tarde. La mujer agarró su brazo, levantó la manga de su chaqueta y  apretó la mecha contra su muñeca. Gritó intentando soltarse.

La ira la recorrió y le lanzó tal patada que la cabeza de aquella señora se estrelló contra la pared. Branwenn chilló y comprobó el pulso de su madre.

—Está viva.

—Dejame salir Branwenn...solo haces esto por alguien que ama a tu hermano más que a ti

—¿Crees que a mí no me gustaría verte muerta?

—Sé que sí. Aunque por motivos diferentes que tu madre. ¿Por qué yo?

—  Recordarás cada momento de esto. Es ... Increíble y glorioso

— No lo es. Mis recuerdos se borrarán si me muero..aunque no temo. Veré a mi salvador, Jesucristo.

Wenn no respondió. Agarró su brazo y clavó sus uñas.
Liz se  desmayó.

Despertó sin saber los minutos que llevaba dormida. El sitio era oscuro.

Estaba en el armario. Intentó mover la puerta. Lo reconoció como el mismo en el que había estado el gato hacia ¿Horas? ¿minutos?

Le costaba muchísimo respirar y el espacio cerrado dificultaba más ello. 

Cerró los ojos suplicando a Dios vivir. Las lágrimas no cesaban de caer.

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