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Capítulo 4: Enhorabuena☾


Contra ti, contra ti solo he pecado,Y he hecho lo malo delante de tus ojos;Para que seas reconocido justo en tu palabra,Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado,Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.💖
Salmos 51:4-6

***

Es HOY. ES HOY.después de casi tres semana. Llegó. ❤️Disfrutarlo.
Pd: tras los exámenes me prometo escribir más seguido, solo: comentar y votar ✌️😁
***

Liz colocó la pesada mochila sobre la mesa del salón. Quitó el contacto visual de Evan con el videojuego. Él tiró el mando al sofá.Estaba enfadado.

-Me has hecho perder

-Quiero que veas lo que hay aquí

Evan levantó una ceja con curiosidad. Cruzó los brazos. La chica no le había impedido nada.
Le había comprado ropa y entregado las pocas pertenecías que pudo recoger el día que no logró traerlo consigo.
Desde que vivía con Liz había estado comiendo comida basura y jugando videojuegos como un niño de siete años.
Comprendía la infancia perdida de su hermano y como anhelaba recuperarla de algún modo.
Le preocupaban sus estudios pero esperaba motivarle con lo que le iba a enseñar.

-Liz. Cuando termine este nivel que está súper difícil y ...

-Fui a la casa de Rosa

-¿Fuiste dónde mamá?

-No la llames así. Ella no merece ese nombre

-Estás loca ¡Es peligroso!

La chica sonrió al notar enojo y preocupación en el tono de reproche de su hermano. Su mirada inocente se volvió oscura de puro susto. Recordaba algo.

-Estoy bien. No me vió

Se estremeció al visualizar en su mente el rostro del amante de Rosa. Sin embargo intento disimularlo abriendo la mochila. Le entregó un libro amarillento. El tiempo lo había desgastado.

-¡Es de papá!

-Sí de hace muchos años. Era lo que dejó en el desván. Rosa movió las cajas a mi habitación.

El niño se lanzó a sus brazos con alegría.

-Muchísimas gracias

- Hay más cosas

Ambos sacaron diversos objetos que pertenecían a su padre. Algunos eran libros, otros pequeños objetos de colección, hasta una lámpara y varios peluches.
Durante la siguiente media hora la sonrisa de Evan se hizo permanente. Las cosas que había allí no las había visto nunca. Saber que pertenecían a su padre alegraban su triste corazón.

Liz miró el reloj de pared y esperó a que su hermano dejase el cuadro sobre la mesa. Había reordenado la casa con las cosas de su padre. Estaba pletórico.

-Evan hoy vamos a la iglesia. ¿Tienes deberes o podemos irnos ya ?

-No tengo

- Allan dijo que estaba por aquí. Le diré que si puede que nos espere abajo y vamos con él - respondió contestando el mensaje que él acababa de enviar.Sus dedos temblaban.

-Liz...

-Dime - y levantó la vista para prestarle la atención que sabía que requería. Él se metió a la boca un par de gominolas. Hizo una mueca pensativo. Su hermana esperó a que estuviese listo para hablar, supuso que lo que quería decir era importante.

- Escribirte cartas no fue fácil...

-Lo sé cariño

- Tenía que esconderme para que Rosa no supiese lo que hacía. A veces me dejaba sólo y no había problema pero cuando estaba con otras personas era peligroso. Para meter las cartas al buzón debía comprar sellos y eso si era muy difícil. Le decía a un compañero del colegio que los comprase por mí. Le daba dinero de más. Lo conseguí del dinero que me diste.

- Eres muy valiente...

-Te digo esto para que sepas que aunque a veces te escribía enfadado. En realidad solo quería verte

Liz sonrió y le abrazó con fuerza. Su hermano le daba la fortaleza que sentía que perdía con cada cosa que descubría. Lo abrazó con mas ímpetu cuando recordó las notas amenazantes. Él le necesitaba. No podía morir.

- Lo sé Evan. Gracias por haber esperado por mí

Estuvieron unos segundos en silencio hasta que el teléfono de la joven volvió a vibrar y ella contestó otro mensaje.

- Allan está abajo

- voy a por mi Biblia - y se separaron.

Liz sonrió a pesar de que su mirada era triste. Su hermano tenía tal pasión por el evangelio que ella no podía hacer otra cosa que sorprenderse.
De alguna forma la iglesia había sido su refugio. En apenas unos días, Kalila había sembrado la palabra con su dulzura.

Una vez fuera de casa, Liz bajó las escaleras con lentitud. Sentía como el corazón se le aceleraba de pura emoción al imaginarse a Allan y aquello la preocupaba.

Agarró el extremo de su chaqueta y se mordió el labio. Intento regular su respiración.
Las palabras se le atoraron en la garganta cuando le vió.

-Dios te bendiga Liz ¿Que tal hoy ?

La joven solo alcanzó a afirmar con la cabeza. Evan llegó hasta donde ellos corriendo hacia Allan.

Liz parpadeó varias veces sin soltar el borde de su chaqueta.
Evan iría de copiloto y ella estaría en la parte trasera.

Al sentarse en el coche su cuerpo tenso se relajó. Ambos chicos iban hablando con tranquilidad. Allan había sido muy amable con él y consentía sus caprichos como si fuese su sobrino. Había colocado la canción de rap cristiano que tanto le gustaba al niño.

El corazón de Liz martillaba.Sus pensamientos volaban de un lado a otro intentando comprender esos sentimientos invasivos que no le agradaban. Su visión sobre Allan había cambiado, le veía único. Como si su presencia tuviese un efecto alegre en ella. Un efecto extraño.

El coche dió un frenazo.El cinturón azotó las costillas de Liz que no pudo evitar soltar un gemido sordo ante el intenso dolor sobre su costilla herida.

Allan giró la cabeza y la observó con claro gesto de preocupación.

-¡Lo siento mucho!¿Estás bien ?

Liz afirmó.Sintió un intenso deseo de sonreír a pesar del dolor. Pero no lo hizo, solo observó sus ojos marrones llenos de vida. Su respiración se detuvo.
Allan dejó de mirarla y continuó la marcha.

***
La prédica comenzó. Liz se sentó sin pensar en nada más que en aprender sobre la Biblia. Había aceptado la existencia de Dios pero aún no conocía con exactitud toda la doctrina y deseaba hacerlo.
Eso le confirmaría si la iglesia a la que asistía hablaba la verdad o era igual que las demás que conocía.
El pastor comenzó a leer en .....

- Quisiera que por un momento nos colocásemos en ésta situación. Un joven acaba de asesinar a su compañero. Y es llevado ante un juez. ¿Aquel hombre sería declarado culpable o no? Conociendo mediante las pruebas que fue premeditado. Claramente sería hallado culpable. Nadie podría decir que es inocente o justo. En un situación parecida nos encontrábamos nosotros sin Cristo eramos hallados culpables. Pero él por su gran misericordia y amor nos justificó. Nos hizo justo.La escritura dice : anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.

Nuestro salvador y Dios murió para hacernos justos. Nuestros pecados fueron perdonados y nuestras injusticias fueron justificadas por su gran amor.
La justificación es declarar inocente al culpable. Eramos culpables de haber pecado y merecíamos la muerte porque :
La paga del pecado es muerte.
Pero él nos justificó porque nosotra no podíamos ser justos. No había quien hiciera lo bueno, ni siquiera uno. Por eso el vino. Y ahora que ya sabes que Dios te hizo justo ¿Aceptarás la salvación ? O seguirás tu camino? Sin el único Dios que te justificó y desea que vivas un vida alejada del pecado. Tú decides.

Los ojos de Liz picaron y se humedecieron. Lágrimas comenzaron a fluir.Intentó ocultarlas pero su dolor era profundo . Su alma gemía arrepentida por todo lo malo que había hecho.

Comprendió que negar su existencia no era el peor de sus pecados , sino creer que era auto suficiente cuando en realidad necesitaba a Jesucristo.

Todos los recuerdos de su pasado cruzaron de tal forma que parecían aves carroñeras esperando que un cuerpo herido de muerte cayese.
Todo el pecado que llevaba a cuestas la rodeaba y asfixiaba.

Las agresiones a aquellas mujeres en las rondas, la cercanía con los indomables, las visiones escalofriantes de muerte, como se había refugiado en los brazos de Alex y se había entregado al desenfreno.

Sangre, muerte, golpes. Casi podía palpar aquella oscuridad que la acechaba. Y se odiaba. Odiaba en lo que se había convertido.

Detestó por mucho tiempo al salvador culpándole de todo en lo que ella misma se había metido. Liz se había entregado al pecado y no había querido escuchar la voz de su salvador que con amor la llamaba.

La respiración se le cortaba por momentos mientras arrodillada como estaba suplicaba entre lágrimas el perdón de Dios.

Quiero ser tu hija. Por favor no me dejes.

La joven no sabía que más decir. El aire se le escapaba por momentos. A su alrededor no percibía nada. Cerró lo ojos con fuerza intentando acompasar su respiración.

Lo que sentía era real. Mientras repetía esas palabras una paz incomprensible nunca antes percibida la calmó. Los buitres a su alrededor,desaparecieron.

Cuando Liz se levantó de la oración su rostro estaba rojo, suu pelo revuelto pero su corazón reconstruido.

El culto finalizó unos minutos después y aunque Liz aún se sentía en las nubes. La alegría de Cathy la devolvió a la tierra. La morena la abrazó con fuerza. Se sentó a su lado. No había ni rastro de Li.

Liz hizo un intento por sonreír. No salió del todo bien.Cathy mostró toda su dentadura con entusiasmo.

-¡Oye! ¿Que tal la uni ? - preguntó con la confianza que Liz sentía que no tenían.

-Bien

-Sabes ...me parece súper bonita tu carrera. Osea estudias a las personas y ...

Liz dejó de escucharla cuando vio a Allan saludando a otra chica. Se mordió el labio y se acomodó en el asiento. Tras ello intentó prestar atención a Cathy pero le fue casi imposible.

Una niña de ojos oscuros y cabello castaño se acercó a las chicas.
Abrazó a Cathy, la pelinegra se tensó como si en lugar de Cathy hubiese sido ella la que recibió el abrazo.

-Hola profe

-Hola princesa - respondió dulcemente.

-¿Cómo se llama ella? -preguntó la niña señalando a Liz con curiosidad.

-Se llama Liz

-Hola Liz

La niña la miró con sus ojos grandes tras sus largas pestañas. Era atractiva. Le extendió la pequeña manita pero Liz hizo una mueca. No quería cerca a ningún niño. Estrecho la mano con brevedad.

Cathy estudiaba Educación Primaria e Infantil. Iba a ser profesora. Liz conociendo aquello quiso acostumbrarse.
Los niños le recordaban a la infancia de Evan. Dura y cruda. Así que prefería no acercarse a ellos. Ser la responsable de su seguridad y cuidado a una edad tan temprana la habían turbado en extremo. Los niños llenos de vida traían a su memoria sus años mas amargos.

La infante de ojos brillantes sonrió. Abrazo a Cathy, debía tener unos cinco años.

-Eres la más mejor profe -dijo y la morena sonrió ante aquellas palabras.

Liz observo a la pequeña de forma bastante superficial sin embargo sus rasgos conocidos la inquietaron.
Cathy sin observar el rostro de Liz -que revelaba cierta curiosidad- cogió a la nena y la sentó en sus piernas.

Cathy le contaba algo acerca de las clases de Educación cristiana pero ella no prestaba demasiada atención.

Liz bostezó.

-Lo siento. Debes de estar cansada. Si quieres le digo a Allan que nos vayamos a casa

-Gracias Catherine

Cathy se levantó y le dio la mano a la nena que la tomó con cariño. La pequeña saltaba con tal alegría que incluso a Liz se le encogió el corazón a pesar de que no le gustaban los niños. Esa niña le era conocida.

La figura de Cathy se alejó y Liz sacó el móvil para entretenerse.
Tras varios minutos en los que ni Cathy ni Li aparecían, Liz decidió levantarse. Buscó a Allan. Evan también se había perdido. El cansancio le producía dolor de cabeza y quería dormir. Necesitaba dormir.
Fuera del templo estaba Allan con la mayoría de los jóvenes de la iglesia. Liz escucho la conversación a lo lejos.

- ¡Enhorabuena! ¡Te lo mereces! -expresó Chris.

-Te daré un cuadro. Para que lo pegues en la pared y te acuerdes de mí muchachooo

- No hace falta Sam

- ¡Adiós mundo cruel! ¡Mi amigo del alma se irá!¡Sin mi cuadro ! - dramatizó con exagerada teatralidad.

- Vale ,vale. Me lo llevaré pero...

- Sí, sí. Nada de colores agresivos como rojo y derivados. Por favor ¡No soy ...!

Se calló cuando se cayó sobre el suelo mojado. Al levantarse hizo una reverencia como si nada hubiese pasado. Bo se rió.

Christian tocó el hombro de Allan y le dio una palmada en la espalda con energía.
Él sonrió sin mostrar los dientes. Todos hablaban con él y le felicitaban por lo que decían era un gran logro. Liz no entendía nada.

Evan se acercó hasta ella e intentó hablar pero le calló con la mirada. Quería preguntar ella misma que ocurría. Conocía a Allan. Era reservado. Pero quería saber hasta que punto también lo había sido con ella.

Caminó hacia él. Sin decir una palabra le miró a los ojos.
Allan ladeó la cabeza y Liz volvió a sentirse aturdida. Las emociones arrasaron de nuevo su razón. Se detuvo.

-¿Estás bien ?

-Sí

- ¿Qué te ocurre ?

-¿Por qué te felicitan ?

El joven notó en su voz firme cierto reproche. Pero ya era tarde. Estaba esperando la ocasión perfecta para confesarle la gran noticia. Sin embargo todos se enteraron con rapidez.

- Me han dado una beca. En el extranjero. Me iré unos meses a estudiar a Italia

El dolor en el pecho de Liz fue fuerte. Y El abatimiento tan profundo, que sintió ganas de sentarse.
No podía negar que no sabía cuando había cambiado su visión hacia él. Pero lo había hecho.
Desde el principio le pareció un chico muy noble y amable.
Y con el paso del tiempo descubrió un carácter tranquilo con convicciones firmes. Una persona increíble a sus ojos. El único con el que había logrado tener tanta confianza como para contarle sus temores.

Sin embargo la sensación de pérdida al saber que se iría le sobrecogió. Aunque fuese unos meses, su amistad terminaría enfriandose.
Y todo acabaría.

Dios. Ya no importa lo que ocurra. que ahora estoy contigo.

Pensó separándose del grupo y caminando hacia el baño. Se estaba desmoronando. De nuevo.

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