Capítulo 13: Viernes negro☽︎
Y que comienceeeeee
*sonido de tambores* 🥁
La maratón!!!! 🔊
Viernes,sábado y domingo se subirá capítulo 💖✨⚡️
Disfrutenlo lucecitas 😌 Y que Dios guarde sus vidas 💙🌙
***
Porque nada hay oculto, si no es para que sea manifestado; ni nada ha estado en secreto, sino para que salga a la luz.
Marcos 4 : 22
La taquilla se cerró con fuerza. Liz tenía tanta rabia que agradecía estar sola.
Era viernes. Había faltando cuatro días. No podía seguir faltando.
Estaba tan determinada a enfrentarse a Shirley que no le importaba que eso afectará incluso a su expediente.
Debía usar la estrategia en vez de la fuerza pero al no encontrarla, la ira inundó su alma.
En todo el día no habían coincidido.
Oró a Dios pidiendo control pero el dolor en las muñecas le recordaba constantemente al miedo que pasó. Deseaba destrozarle el rostro. Sabía lo que significaba la última nota: Nada es al azar.
Era la frase de los indomables, y el ex novio de ambas pertenecía a esa banda.
Shirley sabía que le había confesado a An que ella había sido cómplice de sus fotos.
Volvió a orar pidiendo calma.
—¡Dios te bendiga!
—No me grites
Claire la miró sorprendida y abrumada por su respuesta.
—Lo...lo siento
—Perdoname Claire. Estoy un poco... preocupada
—Está bien — la morena sonrió.— Te iba a preguntar si venías a comer con nosotras.
—Claro
Vio a las adonis caminar en dirección contraria a la cafetería. Necesitaba enfrentarse a Shirley. Pero, sin sus amigas. Debía apartarla del grupo, no sabía cómo.
—¿Podrías darme un momento ?
—Claro...sin problema
Liz siguió al grupo mientras simulaba mirar algo en el teléfono. No sabía aún como separarla pero debía ocurrirsele algo. Rápido.
La alarma de incendios sonó.
Todos comenzaron a salir en orden hasta el patio. Acostumbrados a que ocurriese eso.
La directora maldecía corriendo por el pasillo. Murmuraba el nombre de Sam.
Liz se escabulló entre la multitud siguiendo a las adonis.
Perdió de vista a Shirley. Resopló. Levantó la vista pero estaba mareada.
Subió las escaleras.
Unos pasos llamaron su atención, los siguió. Pudo distinguir unas mechas californianas rojas que sobre un cabello negro destacaban en extremo. Supo al instante que era Melantha, su ropa la delataba.
Era la primera vez que Mel se teñía.
Siguió sus pisadas a un distancia lo suficientemente alejada para que no la descubriese.
Melantha se encontró con Shirley. Liz se mordió el labio. No sabía si podía seguir disimulando.
Todos los alumnos habían salido al patio debido a la alarma. No podría pasar inadvertida.
Cuando Melantha nombró la sala de informática de la cuarta planta, Liz
intentó anticiparse a sus movimientos.
Subió por las escaleras del lado contrario. Si se daba prisa llegaría antes que ellas.
Subió la escaleras de dos en dos, con el mismo sigilo que un felino.
Cuando llegó comprobó que había cuatro salas diferentes de informática en esa planta. Probó las distintas puertas.
Una de ellas estaba abierta. Entró.
Miró con asombro a Haiden, que estaba allí.
Haiden era un joven que asistía a la iglesia pero nunca habían hablado.
Lo único que sabía era que era japonés porque aunque todo el mundo le llamaba chino o coreano para fastidiarle, él destacaba con orgullo una y otra vez su nacionalidad.
El joven la miró intentando vocalizar pero no pudo. Estaba frente a un ordenador. Estudiaba ingeniería informática.
—Elizabeth ... yo ... Yo
Escuchó voces.
Liz indicó silencio y se escondió tras una de las cortinas.
Haiden se levantó y movió la cortina. Su cara de preocupación la irritó. No tenía tiempo para eso.
—Elizabeth escucha ...yo... ehh
—¡Shhh!
Liz le empujó justo cuando la puerta se abrió. Entraron Melantha y Shirley.
—Haiden. Tenemos prisa.— replicó Mel.
—No creo que ...no quiero...
—No tienes opción ¡Siéntate y empieza!
Se escuchó un ruido fuerte. Liz intuyó que Mel había empujado a Haiden a la silla.
Escuchó la voz de Shirley. Ella y Melantha hablaban. No entendía el contexto pero supo que querían enviar imágenes a todos los dispositivos de la escuela.
Recordó la última vez que eso sucedió. Se estremeció. Eso afectó a muchas personas ¿Fue Shirley o Melantha?
Haiden intentaba decir que no quería pero tartamudeaba. Melantha gritaba amenazas.
La cabeza de Liz dolía. La alarma de incendios no le permitía escuchar la conversación.
Lo único de lo que estaba segura era de que Haiden tenía verdadero terror a Melantha. Y no era para menos. Era conocida por su agresividad.
Shirley intentaba convencerle de que aquello era necesario con un tono suave.
Haiden se negaba.
— No le necesitamos Mel. Tengo un plan B— habló Shirley sacando un teléfono.
La alarma dejó de sonar. En breve los alumnos volverían a sus aulas. Se escuchó el estruendo de la puerta abrirse.
—Shirley. No lo hagas. —distinguió la voz de Branwenn. Escuchó sus pasos caminar en su dirección.
— Es tarde. Ya se ha enviado —anunció Shirley.
—¿Qué hiciste ?
—Utilicé un teléfono de prepago. Tengo la mayoría de contactos de la universidad. Les he enviado un mensaje anónimo
—Muy bien —Melantha sonrió con malicia
—No debisteis hacerlo —regañó Wenn—Esa no es la solución
—Deja de quejarte, recuerda que debes devolverme la cámara
—No tengo tu cámara. La cogió Mel. Tú se la prestaste
— Melantha. Necesito que me la devuelvas.
—Como digas...—miró al japonés —Ni una palabra. — amenazó. Él solo logró afirmar con la cabeza.
Liz escuchó los pasos alejarse y el sonido de la puerta cerrarse.
Se asomó al oír a Haiden suspirar. Decidió salir.
—Lo siento — murmuró
—¿Qué sientes ?
— Lo que han hecho
—¿Qué ?
El teléfono de Liz vibró junto con el de Haiden. Ella abrió el mensaje.
Sus manos temblaron.
No era posible.
Era una imagen de ella y Kek en aquel baño sucio.
Supo al momento que Nirek la había hecho.
Kek era de la universidad rival.
Y la imagen completamente indecente.
En cualquier otro momento aquello la hubiese destrozado pero ahora la dejaba desconcertada. Si esa era su venganza.
¿Por qué había intentado matarla ?
Tragó saliva imaginandose a sus amigas cristianas viendo esas fotos. Pero parpadeó intentando no llorar cuando pensó en Allan. Estaba segura de que si él veía esas fotos, cambiaría su forma de verla para siempre.
Liz bajó las escaleras lo mas rápido que pudo. Los ojos rojos por la tensión, ardían.
Haiden había quedado allí, angustiado porque fue cómplice de lo que ocurrió. A pesar de no haber accedido.
La joven de pelo oscuro y tez pálida se tropezó. Los ojos le picaban, y el mareo no la dejaba ver. Escuchaba voces a lo lejos pero no identificaba quien era.
No podía moverse. La imagen del rostro de Allan decepcionado la abrumaba, imaginaba el odio en los rostros de todo el ocean's wave.
Cuando levantó la vista, alguien le tendía la mano.
—Vamos — la animó Li Maylin.
La miró a los ojos. Tomó su mano.
Las chicas caminaron de regreso a su aula pero antes, Liz llegó a la clase de arte. Dispuesta a enfrentarse a Shirley.
Entró mientras los alumnos se sentaban.
—Shirley nada es al azar —dijo acercándose a ella. Lo suficiente como para que su presencia y su aire serio aturdiese a la rubia.
Shirley se puso pálida al oír esa frase.
—Qué que...
— Ni aunque lo intentases mil veces podría morir — susurró.
—Estás loca
—Ten cuidado Shirly
La rubia intentó mantener el temple pero la amenaza de Liz le caló.Cruzó los brazos y se rió, nerviosa. Miró alrededor pero salvo Chris y Wenn nadie les prestaba atención.
Sin decir nada más salió del aula. Nunca en su vida se había enfrentado a nadie de aquella manera. El dolor en las muñecas sacaba todo lo que tenía dentro. No soportaría más maltrato. Por parte de nadie.
Li Maylin esperaba a Liz a la salida. Su amiga puso las manos en los bolsillos. Sin saber que decir.
—Shirley ha enviado las fotos — confesó con el corazón palpitando a una velocidad alocada. Se sentía avergonzada.
La culpa la carcomía por no haber detenido a Kek a tiempo.
—Lo sé— afirmó Li Maylin.
—¿Sí? Pensé que nadie me creería.
—Nunca me fié de ella .
—Creéme. No me lo esperaba. Ella parece tan defensora de las mujeres. Apoya el empoderamiento femenino —analizó Liz pensando en lo hipócrita que aquello era. La había intentado matar. Había enseñado imágenes íntimas.
—De ella espero todo— susurró Li con rabia. Liz levantó una ceja sorprendida, su amiga le ocultaba algo.
Varias alumnas detuvieron el paso de Liz, no habían hablado con ella antes pero la apoyaron. Querían buscar a quién había sido el causante de los mensajes con las fotos y vengarse . Liz agradeció su ayuda pero tenía otra idea.
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