Capítulo 12: Nostalgia ☾︎
Olvidarás tus sufrimientos por completo,
y si acaso los recuerdas,
será como recordar cosas sin importancia.
17 Tendrás una vida muy feliz.
¡Tus pesadillas más horribles,
se convertirán en dulces sueños!
18-19 Vivirás en paz y protegido por Dios;
dormirás confiado y lleno de esperanza,
sin miedo a nada ni a nadie,
y muchos querrán ser tus amigos 💖✨
Job 11:16-19 TLA
El viento acariciaba su rostro, se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja con nostalgia. Recordando a Allan. Liz tenía una taza humeante en sus manos.
Esa mañana le habían dado el alta. Gracias a Alfred, Evan había estado acompañado. Alfred no preguntó cuando le dijo que Evan pasaría la noche del lunes y el martes en su casa pero, sabía que tarde o temprano acabaría haciéndolo. Evan tampoco había dicho nada y era el que más le preocupaba. No quería que pensara que lo estaba apartando de su lado.
Debido al clima llevaba manga larga pero no sabía cuánto más podría ocultarlo. En algún momento podrían ver sus muñecas y entonces, explotaría todo.
Liz miró la mesa del comedor, Li Maylin leía el libro concentrada, estudiaba. Había decidido vigilarla por si ocurría algo. Temía que volviese a intentar suicidarse.
—Hoy es 1 de Diciembre —comentó Liz sin dejar de observar las nubes oscuras que anunciaban tormenta. Un rayo tronó en la lejanía.
—Sí
—Ha pasado un mes
—¿Un mes?
—Hace un mes era completamente atea y ahora, sé que Jesús es real.
Li permaneció en silencio, con un bolígrafo entre sus dedos. Quería entenderla pero, su intento de suicidio gritaba cosas totalmente opuestas.
— Jesucristo es la salida. Me alegra que lo creas.
—Sí.
—Pero morir no arreglará nada, debes seguir luchando
—Lo sé —Liz suspiró convencida de que su amiga jamás creería lo que había ocurrido.
—Liz, escucha. No quiero parecer insensible, me duele verte así pero es que a veces... a veces no sé qué más decir — admitió con profunda sinceridad la asiática.
— El silencio da calma. Gracias por acompañarme. Aunque no hayamos hablado mucho, sé que te preocupas por mí y lo agradezco muchísimo
La mirada gris de Liz brilló por un instante al observar a Maylin. Su pecho se hinchó de una pasajera alegría al saber que en ella había encontrado una amiga de verdad.
—Deseamos lo mejor para ti
—Lo sé ... una cosa... es mejor que Kalila no sepa nada por ahora - confesó. Pensando en el embarazo. No quería que la noticia afectara a su bebé. Quería que estuviese lo más tranquila posible, pues ya las palabras de Munna la habían afectado lo suficiente.
— Sí. Allan fue bastante discreto
— Sí. —dio un sorbo a su café y cerró los ojos. Comenzó una oración de agradecimiento en su mente. Dios le había dado otra oportunidad. Y no la iba a desaprovechar.
Esa misma mañana al llegar a casa había limpiado la sangre, desinfectado y ordenado el desastre. Encontró una Biblia regalo de Allan. Se la había traído cuando la encontró.
En la esquina inferior derecha tenía su nombre grabado en letras de oro. Elizabeth Gómez. La había dejado en su cuarto hasta ahora. Se sentía preparada.
Caminó hasta su habitación y cogió la Biblia entre sus manos.
Nada más abrirla, descubrió un sobre con una carta dentro de ella. Li la llamó.
—Estoy bien. Fui a por la Biblia — explicó sentándose en el sofá
—No quiero ser pesada pero...
—Lo sé. No debes dejarme sola
—Ajá
—Y... Tus padres ¿No estarán preocupados? O sea, llevas tres días conmigo. Ni siquiera me conocen
Li Maylin se tensó y la joven apretó la Biblia contra su pecho, arrepentida de haber preguntado. Después de todo no sabía la relación que tenía Li con sus padres.
—Mis... padres, están divorciados. No es algo que suela decir. Confían en mí, no se preocuparán.
— Genial — sonrió. Intentó recordar a los padres de Li pero podría asegurar que no eran cristianos. La carta de Allan cayó al suelo, debajo del sofá.Se agachó para recogerlo. Levantó una ceja al ver el mechón de cabello. Recordó cómo se lo arrancó a su agresor.
Lo cogió entre sus dedos y lo guardó dentro de la Biblia. Era su única prueba. Las notas amenazantes habían desaparecido en su totalidad.
Después sostuvo la carta de Allan. No quería leerla por el momento.
Pensó en su atacante. El mechón rubio que había arrancado ya era una enorme pista.
Al principio pensó en Rosa por el odio tan fuerte que le tenía y su cabello claramente rubio pero aquel color no coincidía con el suyo.
Ese rubio tan claro solo podría ser de alguien: Shirley.
***
Allan acababa de bajarse del autobús frente a la residencia de estudiantes. Con aire melancólico y una de sus manos en el bolsillo entró en el edificio.
Pensó que quizás al llegar a Italia todos sus problemas quedarían atrás. Pero la presión en el pecho no se quitaba.
Caminaba orando al señor. Pidiendo que todo saliese bien .Sabía que ese viaje era la voluntad de Dios. Él había sido bueno y todas las puertas habían sido abiertas.
Al llegar a la habitación en la que viviría lo primero que hizo fue colgar el cuadro que le había regalado Sam. Era una pintura de todo el grupo Generación Luz, incluido Marc. Después hizo videollamada con su hermana y su madre. Metió su ropa en el armario y se preparó para descansar.
Se tumbó en la cama agotado del viaje pero no podía dormir. No dejaba de pensar en Liz. Y no en el temor a la sangre. Ni siquiera en el temblor que le ocasionó que le pinchasen, solo recordaba su rostro pálido, sus ojos rojos y el alivio que sintió cuando despertó.
Tras casi media hora dando vueltas cogió el teléfono y marcó. Necesitaba hablar con alguien.
Sentía la presión de callarse todo y necesitaba consejo. Decidió confiar en Bo y confesarle lo que había ocurrido. Todo. Desde el comienzo, cuando Liz y él se reencontraron en la azotea, hasta su despedida en el hospital.
—Y ...creo que eso sería todo. Antes de que me digas que fui duro...créeme que no puedo más
—quizás intentaste hacerlo todo tú.
—¿Yo? Siempre pedía dirección a Dios
—No le dejaste intervenir ¿No crees?
— Sí lo hice
—Dios te ha alejado por algo. Por eso permitió que fueses a Italia
—No lo sé... ¿Y si se intenta suicidar otra vez?
—¡Exacto! Sigues pensando que tú vas a poder. Es Jesucristo. Solo él puede hacerlo Al
Allan suspiró frustrado mientras se llevaba una de sus manos a la nuca.
—Bo. Me preocupa
—Es más que eso
—¿EH?
—Nada. Solo confía en Dios. Si en realidad quiere bautizarse todo irá a mejor y se convertirá. Sino, es que eligió el camino equivocado. Pero, Dios le ha dado dos oportunidades. Eso puede hacerla reflexionar
—Eso es lo que me angustia ¿Y si elige la opción equivocada?
—¿Confías en Dios? ¿O en tus fuerzas?
***
POR FIN MARATÓN!!!
.Este finde tenemos maratón de 3 capítulos seguidos: Viernes, sábado y domingo ❤️❤️❤️❤️😌😌😌😌Así que muy atentos que los siguientes que serán decisivos.
Dios bendiga vuestra semanita, ✨✨✨⚡️⚡️🌙🌙💖💖💖💙💖💙💙💖💙💖💙
Con cariño,
Ailana
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