Capítulo 11: Cecilia ☾︎
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.✨
Romanos 8:28
Cuando Liz abrió los ojos el primer rostro que visualizó fue el de Allan. Dormía.
Observó la habitación en la que se encontraba. Había una pequeña mesita de noche con una botella de agua, las paredes eran blancas, el chico estaba en una silla. Parpadeó con los ojos cristalizados al comprobar que estaba viva. En el hospital. Con un dolor latente en la cabeza pero con vida. Se fijó en sí misma, llevaba una bata azul y vías en los brazos.
Cuando volvió a contemplar a Allan su corazón se aceleró. Sus largas pestañas, sus ojos cerrados, su rostro relajado por el sueño la llenó. No podía comparar lo que vivió con Alex con cómo se sentí cuando estaba con Allan. Con su ex novio había vivido experiencias intensas pero momentáneas. Con Allan sentía que podía hacerlo todo, aunque solo fuesen amigos.
Su primera emoción de alegría fue sustituida con rapidez por la angustia de haber vivido un intento de asesinato.
Deseaba hablar con él y explicar todo pero no quería despertarle. Las lágrimas fluyeron pero no sabía exactamente que sentía. Todo se volvía confuso.
Cerró los ojos cuando todo su cuerpo adolorido le pidió dormir nuevamente. Observó sus muñecas hinchadas y las vías sobre su piel.
Estaba viva.
Quiso sonreír pero el dolor de cabeza la invadió nuevamente. Intentó acomodarse. Allan abrió los ojos. Al verla despierta, se incorporó con rapidez. Al principio su mirada detonó cariño y alivio pero luego fue sustituida por profunda tristeza.
La joven, en un gesto inconsciente, escondió las heridas.
- ¿Cómo te sientes?
- Bien
Allan la miró a los ojos. Tragó saliva preparándose para hablar.
- Pensaba que quizás las cosas habían cambiado pero...me equivoqué
Liz permaneció en silencio, escuchando como su tono de voz expresaba decepción.
- Voy a contarte que ocurrió en la habitación 28.
- ¿Ahora?
- Ahora
- Allan quizás no es...
-Voy a hacerlo -determinó. Era una de las pocas veces que la interrumpía. Liz intentó incorporarse, sorprendida por lo abrupto del tema. La discusión del día anterior había sido fuerte.
El cuerpo del chico se tensó y la joven percibió el miedo en su mirada. Intentó cruzar los brazos pero temblaba. Liz quiso decir algo pero, decidió callar.
-Es el momento preciso-suspiró-Todo comenzó cuando tenía seis años. Mi prima, Cecilia,de dieciséis cuidaba de Cathy y de mí cuando mi madre tenía reuniones escolares, es profesora. Ese día... mi hermana tenía un cumpleaños así que mi prima se quedó solo conmigo. Ella atravesaba una depresión, su novio cortó con ella. Estuvo muy enamorada. Era invierno, estaba contento porque me dijo que íbamos a ir a un lugar que nunca antes habíamos ido. Entramos a un hotel, la habitación era la 28. Número que nunca podré olvidar. -El joven miró por la ventana un breve instante, Liz pudo percibir su dolor - Su ex, había pagado todo diciendo que quedaría con ella, ilusionándola. No llegó jamás, solo envió un mensaje burlándose con sus amigos. Cecilia estaba destrozada así que dijo que nos íbamos a echar una siesta, a descansar. Mientras yo dormía...ella se suicidó. Cuando desperté todo estaba lleno de sangre... solo recuerdo la sangre. Grité pero nadie me escuchaba, llamé a la puerta pero estaba cerrada. No sé muy bien que ocurrió después solo que al final me sacaron de allí. Tampoco cuánto tiempo pasó pero eso solo era el principio de mi pesadilla.
Liz comenzó a comprender tantas cosas con su declaración que su corazón se encogió. Quiso hablar pero sus ojos cristalizados y el nudo en la garganta se lo impidió. Solo era un niño y aun así la había ayudado pese a sus propios temores.
- Desarrollé hematofobia. Es el miedo a las agujas, sangre y heridas. También estrés post traumático. Estuve yendo al psicólogo mucho tiempo. Cuando parecía que lo había superado conocí a Bo. Ocurrió un acontecimiento que creó reminiscencias vívidas de lo que ocurrió. Volvió el Estrés postraumático. Y cuando creía que todo iba a ir bien. Llegaste tú. No es tu culpa Liz. He intentado ayudarte una y otra vez pero... tras esto. No puedo...no puedo verte recaer una y otra vez. Es más fuerte que yo
- ¿No me vas a decir cómo me encontraste? - su voz se quebró. Presentía como terminaría la conversación.
-Evan olvidó las llaves en el coche de Sam. Fui a pedirte perdón y abrí la puerta para sorprenderte...
- Allan yo... Yo no...
- Olvídalo. Ya no quiero saber los motivos - la interrumpió. - Quizás preguntar fue la causa de ...de ...lo que hiciste. Abrí heridas.
- No no es eso, escuchame si tan solo...
La miró. Sus ojos cristalizados estaban rojos. Ambos estaban a punto de llorar pero, se contenían.
-Lo siento Liz. Me supera. Quise ayudarte pero no soy capaz. Quizás fue un error que fuese yo el que te ayudase
-No lo fue
-No puedo hacer nada más por ti. No quiero que te sientas culpable, pero sí que me entiendas. No puedo con esto
Allan se levantó del sillón. El corazón de la chica se fragmentó en pedazos. No tenía forma de demostrar que no fue un suicidio. Tampoco quería hacerle más daño. Sabía que necesitaba tiempo, tal vez, toda la vida.
- ¿ Evan sabe que estoy aquí?
- No quise que sufriera al verte así. Le he dicho a Sam que salga con él y con Tom al salir del instituto
- ¿Quién lo sabe?
- Llamé a Li. Cathy y mi madre también saben que estoy aquí pero solo Li sabe en realidad qué sucedió.
- ¿Li está en el hospital?
- Sí
- Gracias -susurró.
- Dios te bendiga Elizabeth
Le miró a los ojos por última vez. Una lágrima rodó por la mejilla de Allan. Como si en realidad no quisiera irse. La joven sollozó. No contestó.
Una enfermera entró justo en el momento en el que Allan salía.
- Buenas Elizabeth ¿Cómo te encuentras?
- Bien - la enfermera comprobó su estado en la máquina. La recomendó descansar.
- Ese chico debe quererte mucho
- ¿Perdón?
- Tuvimos que hacerte una transfusión de emergencia y él era compatible. Estabas tan grave que tuvo que donarte en la ambulancia. Los médicos dijeron que se veía súper asustado. Debe tener miedo a las agujas.
- ¿Él fue donante?
- Sí. Tuviste mucha suerte... aunque no lo creas.
Liz parpadeó notando como las lágrimas luchaban por salir. Se tumbó en la cama exhausta y al momento se quedó dormida.
***
Liz se dio cuenta de que su vida había cambiado de raíz. Al estar en el hospital por un supuesto intento de suicidio el centro iniciaba un protocolo de prevención de suicidios. Ella no podía ir sola a ninguna parte, y aunque la enfermera se le hacía un poco pesada, agradecía tener a Li.
No habían hablado prácticamente aunque llevaban juntas toda la tarde pero, se sentía acompañada.
Evan y ella habían hablado por teléfono. Él no sospechaba y su tono parecía feliz al pasar tiempo con su amigo Tom.
Miró a su amiga. Sabía que esperaba que ella hablase. Lo hizo. La noche anunciaba que Li debía marcharse y no deseaba dejar la conversación para otro día.
-No quería morir
-Gracias a Dios que estás bien. Él te ama mucho
-No me intenté suicidar Li.
Su amiga la observó con interés como sin entender a qué se refería. Liz recordando que su atacante estaba suelta decidió cambiar de tema ¿Qué hubiese pasado si Evan, Allan o Kalila llegase a estar allí? Se estremeció.
Su atacante era muy bueno y si su objetivo era la venganza sin duda podría hacer daño a quienes amaba.
***
Yoremos juntos 🤧💔
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