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No soy tierna (Corrigiendo)


-¡Gabriela! -la voz de mi tía al otro lado de la línea me hacia saber que estaba a punto de regañarme por algo. La pregunta era, ¿Por qué?. -¿se puede saber de que va esa nota que dejaste en mi oficina?.

-Pues…de lo que te deje escrito, obvio.

Tus garabatos no los entiendes ni tu.

-Claro…- la escucho aclararse la garganta- y cito… “una señora, representante de no se quien, vino” tres puntos suspensivos, llamar, una carita feliz, posdata ¿qué firma de libros? No me dijiste, eres una mala persona.

-Me parece que está muy claro, tía. -Nathan a mi lado me mira fijamente antes de pegar su cabeza a mi teléfono he intentar escuchar la conversación- ¿De quién es la firma de libros?.

-Para estar estudiando letras parece que te diera flojera escribir como una persona normal. Esto esta muy lejos de ser profesional, mocosa.

-Tia, es una nota, no estaba redactando un contrato.

Resoplo.

Dejo de prestar atención a lo que dice para pegarle en la cabeza a Nat y lograr que dejara la tirita de mi suéter en paz  ganandome una mala mirada de su parte y un jalon de cabello. 

-¿Colgaste? Más te vale no haberme colgado.

-Estoy aquí, ¿quién es el autor?.

Eso, vamos a lo importante.

-Una persona.

Bufo.

No me digas.

-Ya…,¿y quién es esa persona?.

-Si le hubieses prestado atención a la representante lo sabrías. -refuta con una tranquilidad desesperante.

-Si le preste atención. No es mi culpa que mi cerebro haya decidido borrar esa información.

-Pues culpa a tu cerebro y para la próxima que no se le olvide nada.

Y me cuelga.

Me colgó.

Ya me di cuenta.

Dejo mi teléfono sobre la mesa de mala gana para así empezar a fulminarlo con la mirada.

-Eso no te va a llevar a ningún lado.

-Tu que sabes, capaz se sienta intimidado y me de los secretos de la vida.

La risa de Nat es tan fuerte que consigue llamar la atención de varios estudiantes que, desde sus mesas, voltean a vernos con curiosidad y otros con molestia.

Estamos en el lugar más ruidoso de la universidad, la cafetería, y aún así su risa logra llamar la atención de los demás. Increíble.

-Tu no podrías intimidar ni a un conejito con paranoia, ¿qué te hace creer que lograrás algo con tu teléfono?.

-¿Quién intimidara a quien? -dice Isabella sentándose frente a mi y tirando su mochila a un costado de la mesa.

-Gab a su teléfono.

Arruga la frente observándome con atención. Me encojo un poco en mi asiento, incomoda por la atención que estaba recibiendo de la pelinegra pero negándome a perder en la batalla de miradas que había  surgido de la nada.

Niega, desviando la atención a Nat.

-Imposible, es demasiado tierna.

-No soy tierna -digo cruzando mis brazos  sobre mi pecho.

Lo eres.

-Si lo eres -asegura haciendo muecas extrañas en mi dirección- en fin, ¿qué van a hacer esta noche?.

-Planeo dedicarle tiempo al amor de mi vida. -dice Nat llevándose una papa frita a la boca.

-La relación que tienes con tu cama me preocupa.

-Es la relación más larga que ha tenido en su vida, déjalo.- dice Isabella revisando su móvil- ¿y tu, Gabi?.

-Envidiosas.

Ambas lo ignoramos.

-Leer algún libro, supongo.

-Pues yo voy a salir con Joe. Me quiere presentar a sus amigos.

-Parece que van enserio, ¿no?. 

-Sí, es un dulce -suspira embobaba mientras teclea algo en el teléfono.

Joe era un chico que conoció hace poco más de dos meses en un concierto y del cual aseguraba era el amor de su vida.

Hasta el día de hoy ni Nathan ni yo lo habíamos conocido, ni siquiera por fotos, ya que nuestra supersticiosa amiga estaba convencida de que traería mala suerte a su relación si lo conocíamos antes de que formalizaran algo.

Una tontería, si me lo preguntan, pero era más fácil seguirle la corriente que empezar un debate, de horas, sobre los pros y contras de su decisión. Y nadie está emocionalmente preparado para algo así.

-Cuando lo conozca voy a asustarlo con mi papel de ex novio celoso -inquiere Nathan con una sonrisa malvada en sus labios mientras frotaba sus manos entre sí.

Me echó a reír y choco los cinco con él.

-No te atreverías -dice Isabella asesinándolo con los ojos.

-No lo retes o será peor -digo con gracia viendo de reojo como Nat asiente sin dejar de sonreír.- ¿No le has dicho que una de tus mejores amigos también es tu ex?... muy mal Isa, la confianza es la clave de una relación.

Mi burla no es pasada por alto por lo que recibo un golpe por parte de la pelinegra y una estruendosa risa por parte del idiota de mi amigo.

-Eso no es algo que se pueda decir así como así. Hablar de los ex’s es más adelante. -se justifica enfurruñada.

- No creo que este caso se deba llevar de la misma forma, ¿cómo crees que se lo tomará si luego de conocerme y compartir conmigo le sales con que estuvimos juntos por seis años? Yo me molestaría.

Cuando quiere puede ser muy sabio.

O muy idiota. Todo depende del día.

Para darles un poco de contexto:

Yo conocí a estos dos retrasados en mi primer año de universidad. Bueno, conocí primero a Nat y por lógica él me presentó a su novia y antes de darme cuenta ya me llevaban de arriba abajo con ellos. Siempre bromeaban con que me habían adoptado como su hija y Nat salía con que le impusieron la paternidad muy joven…

Te vas del tema, niña, céntrate.

Ellos habían empezado a salir en la secundaria y fue en mi segundo año en la universidad cuando decidieron dejar la relación. Según ellos ya estaban juntos sólo por la costumbre y si bien seguían amándose ya no veían al otro como pareja si no como a un mejor amigo y antes de que el amor se convirtiera en odio…mejor dejarlo.

Cualquiera pensaría que las cosas se pondrían incómodas y nuestra amistad se vería afectada pero nada más lejos de la realidad.

Pasó una semana en la que se dedicaron a lamerse las heridas antes de regresar a la normalidad. Eran mejores amigos, nada más. Incluso yo me sorprendí al ver la madurez con la que llevaron el ver al otro salir con alguien más; no habían celos, envidia o peleas, sólo dos amigos apoyándose mutuamente.

Y para que negar, fastidiando al otro continuamente.

Ellos sin duda son la definición del amor sano y verdadero.

Yo quiero de eso.

Pues yo no.

A ti nadie te preguntó.

Mi cuerpo, yo decido.

Mi ciirpi, yi dicidi.  

-En eso te doy la razón -le digo a Nat.

Arruga la frente, volteando a verme indignado.

-¿Sólo en eso?.

-No abuses.

-Pero sí, tienes razón -dice Isa  deteniendo la pequeña pelea de zapes que habíamos comenzado Nat y yo- ¿por qué no vienen hoy conmigo a conocer a sus amigos? Así él los conoce a ustedes y viceversa.

-Aunque me encantaría ver ese drama…no, gracias -hago una mueca mientras le robo papas a Nat quien está muy ocupado escandalizandose por la sugerencia de nuestra amiga como para prestarme atención.

-¿¡Estas loca o que te pasa!? No me refería a eso. Yo no quiero estar presente cuando se lo digas, ¿y si le da por querer golpearme? ¿o hace una escena y yo me enojo? No, no, no. Estas mal de la cabeza.

-No sean dramáticos. Él es un chico muy tranquilo y…

-No quieres estar sola cuando se lo digas -termino por ella a lo cual no responde- no es como que te vaya a servir de algo llevarnos. Te advierto que si tengo que lanzarte a los leones, lo hago.

-Y yo. Soy muy guapo para morir o para ir a la cárcel.

Ambas blanqueamos los ojos.

-Son los peores amigos que tengo.

-Somos tus únicos amigos, boba. -le saco la lengua y ella me enseña su hermoso dedo medio.

Muy maduras.

Lo sé, lo sé.

-Tu eres peor amiga que nosotros…nos quieres poner en riesgo.

Resopla cruzándose de brazos.

-Van a ir y lo pasarán bien.

-Ni de chiste -digo cruzándome también de brazos.

Nat se ríe y copia nuestra acción.

-Quiero de lo que te fumas, debe ser muy fuerte.

-No es pregunta, es orden. -entrecierra los ojos intercalando la mirada entre los dos.

-Ummmmm…no.

-No nos gobiernas, nena.

Choco puños con Nathan y, sin saber muy bien porque o con que fin, comenzamos una batalla de miradas entre los tres. Con una que otra papa frita volando a la cara del otro.

Si, nos poníamos violentos luego de un rato, pero esta era una batalla que pensábamos ganar si o si.

>♡<

-¡Gabriela, no te quedes atrás -exclama Nat por encima del ruido ensordecedor de los altoparlantes tomando mi mano y comenzando a jalarme entre la gente.

-Te odio, Isabella -mascullo para mis adentros esquivando a una pareja que necesitaba urgentemente irse a un motel.

Cabe aclarar que no importa que hubiésemos perdido la batalla porque nos íbamos a encargar de hacerla carne molida en la guerra.

Siii, claro.

¿De que lado estas?.

Del mío.

Tu lado es mi lado.

Eso dices tú pero yo opino diferente.

-Gabriela, no dejes que te pasen, apártalos. -exclama Isabella con molestia al verme darle el paso a un grupo de amigos.

-¿Qué quieres? ¿Qué los taclee?.

-¡¡Pues sí, sería genial de tu parte!!...Si no te apresuras no llegaremos nunca.

-Para empezar yo no quería venir.

-Juro por lo que más quiero que si no dejan de discutir seré yo quien las taclee -nos amenaza Nathan sin dejar de darnos la espalda he intenta hacernos espacio entre la multitud.

No podía culparlo por su malhumor. Después de todo el fue quien tuvo que escucharnos discutir durante todo el trayecto mientras hacía lo posible por concentrarse en conducir y no chocar a nadie.

Bufo al recibir un codazo en la espalda.

¿Por qué estaba tan lleno si era martes? No lo comprendo, ¿no tienen trabajo o colegios al que asistir mañana?.

Como nosotros. Por ejemplo.

Aún no logro asimilar como fue que nos logró convencer de venir a la inauguración de esta discoteca…, tampoco entiendo a la persona que se le ocurrió inaugurarla un martes. ¡Martes! ¿qué le pasa a está gente?.

Y pensar que podría estar en mi linda cama, leyendo un libro y ahogándome en comida.

De alguna forma, Nat se las apaña -entre empujones, jalones y uno qie otro insulto -para llegar a las escaleras que nos conducirían a la sala privada donde nos esperaban el novio de Isa y sus amigos.

El rostro de mi amigo se encontraba rojo por el esfuerzo y se combinaba con su cabellera pelirroja. Sinceramente era una imagen muy divertida de ver pero todas mis ganas de burlarme de él se fueron al caño al notar como su humor habia empeorado al punto de poder ver como destilaba por cada uno de sus poros.

-Está increíble este lugar, ¿no?. -comenta Isa, ajena al ambiente hostil por el que está rodeada.

Su entusiasmo era tanto que llegaba a ser contagioso…y en otra ocasión yo me hubiese unido a ella en el sentimiento pero ahora…

Tenía calor, estaba sudada y empezaba a tenerle fobia a la gente. Su entusiasmo sólo incrementaban mis deseos enfermizos de golpearla. Y creo que Nat pensaba igual que yo a juzgar por la mirada fulminante que no dejaba de lanzarle.

-Como sea, ¿tienes los pases? El de seguridad ya comienza a vernos mal. -exclama él sin muchas ganas.

Ella, sin prestarle atención a nuestro mal humor, se acerca al gorila que resguarda la entrada y le entrega los tres pases.

Pasan unos largos segundos mientras los revisa minuciosamente antes de quitar la cinta que divide las escaleras del resto, hacer una leve inclinación, un tanto tosca, he invitarnos a pasar.

Las escaleras eran negras con los bordes decorados con luces led de un azul tenue, siendo esa la única fuente de luz que evitaba que te fueras de bruces al piso.

Al final se abría una habitación bastante amplia; una barra a un costado de la entrada era lo primero que notabas al entrar, al otro lado un gran ventanal con vista a la pista de baile y en el centro, sofás gigantesco color negro con una mesa de centro plateada en los laterales y vidrio en el resto.

Realmente hermoso.

Y caro.

Sí, se notaba a leguas que se trataba de un salón vip.

Desde aquí la música no se escuchaba tan fuerte y el ruido de las persona se había extinguido por completo.

-¡Ahí está! -susurra Isa a mi lado zarandeando mi brazo de un lado a otro mientras que con la mano libre señala a un chico que parecía mantener una discusión por teléfono mientras mantenía su mirada fija en el ventanal y apoyaba su hombro contra el vidrio.

Joe era un chico rubio, con lentes y aires de intelectual que por algún motivo se me hacia extrañamente familiar, aunque estoy segura que no lo he visto en mi vida, no podía quitarme la sensación de que algo en su físico o su voz se me eran conocidas pero por más que trataba no lograba dar con el recuerdo.

Isabella me suelta y se va corriendo hacia su novio quien ya había colgado el teléfono y, a pesar de la sorpresa, logra recibir todo el peso de Isa cuando ella se le abalanza para abrazarlo. Lo veo blanquear los ojos pero igual la atrapa entre sus brazos y se deja besar todo el rostro por su muy entusiasta novia.

-Pobre chico -se burla Nathan a mi costado- vamos a presentarnos.

Sonrío y camino detrás de él llendo directo hacia los enamorados.

Noto a un chico y una chica sentados en los sofás. El primero me sonríe al notar mi mirada mientras su compañera pasa por completo de nosotros tomando de su refresco y revisando su móvil.

Al llegar junto a la pareja el primero en notarnos es Joe quien se despega un poco de Isa para poder prestarnos atención. Luego es ella quien se acuerda de nuestra existencia y se gira en nuestra dirección y nos deslumbra con una gran sonrisa y una mirada que cualquiera que no la conozca vería dulce e inocente.

-Amor, te presento a gruñón -exclama señalando a Nat para luego desviar su dedo hacia mi -y a tontín.

Nos sonríe con malicia batiendo sus pestañas con inocencia.
Joe nos regala una mueca de disculpa.

-No te preocupes. A su mamá se le cayó de pequeña -exclama Nat entrecerrando los ojos hacia Isa para después extender su mano hacia Joe quien no duda en tomarla -Nathan, un placer conocerte.

-Y se comía la plastilina, recuerda, esos químicos debieron hacerle algún daño. Soy Gabriela, por cierto.

Joe se ríe cuando Isa nos saca la lengua y nosotros, muy sincronizados, le sacamos nuestros dedos medios.

-Déjenme les presento a mis amigos. Se suponía que también vendría mi primo pero, sinceramente, dudo que lo haga -nos explica mientras nos acercamos a los sofás.

-¿Aún sigue enojado?. -pregunta Isa con tono preocupado.

-¿Ethan? El vive enojado por todo… tendrás que ser más específica -comenta el chico que me había sonreído.

-Jason -el tono de advertencia no pasa desapercibido por ninguno pero nadie parece querer decir algo al respecto.

Tal parecía que ese al Ethan era un tema delicado para Joe. Y aunque mi curiosidad me instaba a preguntar, por suerte aún me quedaba algo de cordura como para recordar que no los conocía y que ese no era mi problema.

Jason alza ambas manos sobre su pecho en son de paz queriendo aligerar un poco el ambiente.

-Bueno, soy Jason y la chica que está pasando de nosotros exitosamente es Becca.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros, por unos minutos que se me antojaron eternos, sólo interrumpido por la musiquita de algún videojuego que sonaba en el teléfono de la chica.

Nat y yo nos había hecho un espacio en el costado izquierdo del sofá, dándole la espalda a la entrada mientras que Isa y Joe se sentaron en el lado opuesto quedando así frente a nosotros y con los dos singulares amigos de Joe en el centro.

Un mesero se acerca a nosotros y tras anotar nuestros pedidos se va y regresa a los pocos minutos con una bandeja repleta con nuestros tragos y un tazón con frutos secos en su otra mano.

¿Sentía envidia? Sí. Ya quisiera yo tener tanto equilibrio y destreza.

Y en cambio eres una chica con dos piernas izquierdas y con el equilibrio de un alcohólico.

Mi conciencia siempre subiéndome el autoestima. Tan linda.

-Y…, díganme, ¿hace cuanto que están juntos?.

Nathan empieza a toser y retorcerse en su asiento, dejando su trago sobre la mesa. Yo solo puedo fruncir el ceño ante la pregunta de Jason quien nos mira con curiosidad.

¿Habla de nosotros?

¿De quién más?.

-¿Él y yo? -pregunto impactada e incrédula señalándonos.

Entretanto, Isabella no deja de reír a carcajadas y Joe a su lado sonríe levemente mientras soba la espalda de su novia quien parece apunto de convulsionar por la risa.

-Pues claro, ¿o es que aun no tienen una etiqueta?.

Miro a Nat y un escalofrío recorre mi columna para luego arrugar mi rostro en una clara mueca de asco.

-Sólo somos amigos.

-¿Con beneficios?.

-No. Sólo. Amigos. -remarco cada palabra.

-Amigo, ella es como mi hermanita pequeña -Nat arruga la nariz- ahora voy a tener pesadillas.

-Lo lamento, pensé que eran algo más.

- Pues no.

Isa se seca una lágrima mientras regula su respiración.

-Son como Rebeca y yo -asegura Jason- los mejores amigos del mundo.

-¿Rebeca? -pregunto.

-¡Te dije que no me llamarás así! -profiere la chica dejando de lado su teléfono- me llamo Becca, pedazo de simio descerebrado. Y no se te ocurra llamarme de esa forma…, o de ninguna. -exclama, está vez dirigiéndose a mi.

Me miraba como si yo fuese la culpable del calentamiento global y yo no podía hacer más que pegarme a Nat y preguntarme qué clase de locos eran estos.

No podía evitar sentir que no encajaba en ese lugar. Ni siquiera en una simple conversación ya que parecía que cada uno iba a su rollo y mantenían conversaciones en las que ninguno hablaba del mismo tema.

No se si me explico.

-Los mejores amigos -se burla Jason ignorando al peligro potencial que tenía a su lado.

Suspiro. Isa y Joe estaban muy acaramelados como para prestarnos atención, Nat se había levantado para buscarse otro trago y Jason se había ido hacia un rato al baño. Sólo quedábamos la chica de cabello azul y yo.

Genial.

-¿No bebes? -le pregunto intentando ser amable.

Me dedica una mirada que podría congelar al infierno, entrecerrando los ojos en mi dirección.

-Bebo refresco.

-Ya…yo me refería a si no bebes alcohol.

-¿Quieres emborracharme?.

La miro con los ojos muy abiertos y más confundida que de costumbre.

-¿Qué…? No, no, sólo era una pregunta.

-Eres extraña -masculla entre dientes antes de volver a centra su atención en el teléfono.

¿Yo soy la rara?.

Mira, esta vez, te apoyo.

Oh, Isabella, no te va a alcanzar la vida para pagarme por haber venido aquí.

Ya habían pasado casi tres horas desde que llegamos y gracias al cielo luego de la primera hora todo había empezado a mejorar.

No tanto...pero era mejor que nada.

Habíamos bajado a bailar todos, menos Becca, quien aseguraba que ya era suficiente con tener que compartir con nosotros como para adentrarse a esa masa de personas, fluidos y ruido.

Bailamos un rato y entre una que otra cerveza, la noche empezó a ser más entretenida y la incomodidad había desaparecido casi por completo.

Fue a eso de las tres de la madrugada cuando Joe nos aviso que su primo había decidido venir y nos pidió que regresáramos al salón para recibirlo allí.

Para ese punto todos estábamos un poco tomados, exceptuando a Becca. Nos encontrábamos sentados en el sofá hablando de cualquier tontería que a nuestros mareados cerebros se les ocurriese y riéndonos sin un motivo aparente.

Fue Joe el primero en notarlo. Miraba a un punto a mi espalda, con una sonrisa tonta en los labios.

-Hasta que por fin nos honrras con tu presencia - exclama con un sarcasmo bastante notorio y yo solo puedo verlo con una sonrisa y una mirada confundida.

Y justo cundo iba a preguntar de quien hablaba...lo escuché.

-Tus cincuenta llamadas y treinta amenazas me convencieron, primito.

Frunzo el ceño.

Esa voz...se que la conozco pero..., ¿de donde?.

Supongo que fue en ese momento en el que comenzó nuestra historia.



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