Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte 1 (NamJin) de 2 (YoonMin)

⛅️

Hace poco más de un año hubo una tormenta tan fuerte que Seokjin hyung se vio en la necesidad de quedarse a dormir con nosotros, en el cuarto de huéspedes y sé, que más tarde por los ruidosos pasos que mi hermano daba, también en el cuarto de Nam hyung; recuerdo que fui yo quien le insistió y pidió a hyung que por favor no se marchara, no es agradable estar bajo la lluvia, mucho menos cuando la noche ha caído y afuera no hace más que viento. 

La ropa se moja, el lodo se pega a los zapatos y puedes terminar con un resfriado que te deja en la cama por días, sin poder salir de la habitación. Por lo que tan solo unos minutos después de haber sido invitado por Namjoon hyung también, Jinnie hyung accedió.

Poco después mi hermano me explicó que eso había ayudado a que tanto él como Jinnie hyung hablaran sobre lo que sentían el uno sobre el otro; desde ese entonces no han dejado de ser cariñosos y hasta cierto punto empalagosos con las muestras de afecto que tienen entre ellos. 

Jin hyung no viene diario a casa, pero he notado que él y Nam aprovechan todo el tiempo que él está aquí para darse pequeñas muestras de amor que a veces llegan a volverse doce besos en intervalos pequeños durante las cuatro horas de clases que Jin hyung me da.

A veces, hyung llega media hora antes para poder estar con Nam en la sala de estar, riendo y hablando de su día, o de sus preocupaciones de las que ninguno habla conmigo porque al parecer, es algo que se confían exclusivamente entre ellos. 

A veces creen que no los veo cuando se toman de las manos por debajo de la mesa. O cuando se dan besos en la cocina. 

No me molesta, se ven felices. 

Solo siento curiosidad, intriga, por saber cómo logran estar tanto tiempo juntos a pesar de ser completamente diferentes.

Nam hyung suele ser bastante torpe con algunos de sus movimientos, ruidoso y un poco desesperante cuando mueve algunas de mis cosas a pesar de saber que tienen un orden importante para mí. Jinnie, por otro lado, siempre ha sido cuidadoso, tranquilo y lo único ruidoso de él es su risa que se me contagia cada que la alza.

Pero a pesar de todo ello, parece que ellos no le toman más importancia, sino que se dedican a disfrutar el tiempo que estás juntos.  

Supongo que el amor se da sin importar cómo sea la otra persona.

Me incomoda un poco, no por ellos sino por mí, porque no logro entender de todo qué es lo que ellos dos sienten cuando están juntos a pesar de que hyung ha intentado todo tipo de ejemplos para poder explicarme. 

Observo las manos de mi hermano, luego las de Jin hyung, ambas enlazadas una con la otra; no han dejado de tomar sus manos desde que hyung llegó a nuestra casa. ¿Por qué lo hacen? ¿Todas las parejas son así, o será una cuestión que solo ellos dos entienden?

Namjoon hyung se acerca nuevamente a Jinnie, solo suelta su mano para acariciar suavemente la mejilla e inclinarse a susurrar lo guapo que se ve.

Levanto mis labios en un mohín.  

¿Así seré yo cuando tenga pareja? ¿Tendré pareja alguna vez? ¿Quiero tener pareja? 

Aún no aprendo a no pensar mucho. Tantas preguntas sólo me causan dolor de cabeza. Cierro los ojos. Me duele la cabeza cuando intento saber por qué mis hyungs, Nam y Jinnie, lo hacen ver tan fácil, el amor que ellos tienen es tan diferente al que intentan hacer ver en las películas donde hay muchas lágrimas y corazones rotos. 

Mucho dolor. 

¿Acaso algo que te lastima también es amor?

Jinnie ha intentado explicarme comparando al amor con lo que él siente cuando se concentra en la parte que más le gusta de una canción y logra identificar los instrumentos que componen la pieza hasta que es capaz de sentir las vibraciones de estos en su piel, llegando incluso debajo de ella. O cuando se ve rodeado de tranquilidad al leer su libro favorito mientras su pequeño gato duerme acurrucado en sus piernas mecido por las propias respiraciones de mi hyung. 

En realidad no quiero saber cómo es el amor para otras personas, porque yo no puedo sentir lo que ellos sienten, lo que quiero es saber qué soy capaz de sentir pero me aflige tanto saber que algo que no es tangible pueda lastimarme.

No estoy seguro de que esto sea algo que yo quiera conocer. 

Amo a mi hermano. Lo amo demasiado. Creo que el hecho de que sea diferente a las demás personas es lo que nos ha unido.

Al principio, la situación me parecía demasiado extraña. Nunca hablaba, se portaba muy raro y el paso del tiempo no lo ayudaba a tener un cambio. Hasta que un día fuimos al hospital y los doctores nos dijeron qué tenía. Mis padres no estaban preparados para la noticia, tanto emocional como económicamente. Yo tampoco lo estaba. Fue un gran cambio en nuestras vidas. Si tener un hermano con autismo es difícil, no me imagino tener un hijo. Pero con el tiempo hemos aprendido a sobrellevar esta situación...

A pesar de todo, no lo cambiaría por nada. He aprendido tanto en estos dieciséis años a su lado y gracias a él me han sucedido cosas geniales. Una de ellas fue el haber conocido a Kim SeokJin: su tutor. SeokJin en un chico que está estudiando para maestro de educación especial y le da tutorías a mi hermano, ya que no hay escuelas para niños "diferentes" aquí. Es muy amable y siempre está al tanto de JiMin, se preocupa mucho por él. Le tiene mucha paciencia, algo que los demás tutores no. No nos arrepentimos de haberlo contratado. Ya lleva varios meses viniendo, y en ese tiempo me he dado cuenta de algo: estoy enamorado de él.

Y es que, ¿cómo no estarlo? Si es tan dulce. Hay días en los que se queda hasta tarde porque JiMin no quiere hacer algo o desobedece y, por más que le insistimos en que se quede a dormir en el cuarto de invitados él se niega con la excusa de que debe hacer tarea. Sé que son mentiras porque suelo ayudarle en sus trabajos. A pesar de ser menor que él, soy bastante bueno en los estudios, incluso me adelantaron algunos cursos por mi alto IQ. Aunque por otro lado, suelo ser bastante torpe en algunas ocasiones.

Temo no agradarle y que por eso se niegue tanto. Últimamente ha estado distante. Sólo viene a asesorar a JiMin y se va, ni siquiera deja que mis padres le ofrezcan de cenar o algo. ¿Será por mi torpeza? Quisiera preguntarle a JiMin...

—¡NamJoon! —grita mi mamá desde abajo, sacándome de mis pensamientos —Tu padre y yo saldremos, en un rato llega SeokJin. La cena está en la cocina, dejas que él se sirva porque no quiero que rompas algo —giro los ojos, me conoce tan bien —, el dinero está en mi cuarto, para que le pagues. Y si se hace de noche, dile que se quede.

Lo haré, aunque sé que se negará.

—¡Está bien! —respondo desde mi habitación.

—Cuida de tu hermano, ¡Y NO MIRES NADA INDECENTE! —mierda, sí que me conoce.

—¡Adiós! —escucho la puerta principal cerrarse.

Cubro mi cara, ahora roja, con mis manos. La única vez que vi porno con JiMin en casa fue hace años, cuando aún era un adolescente hormonal. Jamás lo volvería a hacer, al final la idea no resultó ser la más acertada. Desde esa vez mi madre no deja de recordármelo.

Salgo de mi habitación para cruzar el pasillo y entrar a la de mi hermano. Le hemos quitado el seguro a su puerta porque una vez se molestó con nosotros y no quiso abrirnos hasta después de un par de horas.

Está sentado en la cama con el gato a un lado, sus audífonos puestos y un libro en su regazo.

—Hola —toco su cabello y él ni se inmuta, ya está acostumbrado a que venga a su cuarto. A veces le molesta porque muevo sus cosas de lugar de manera accidental y él es muy ordenado como para permitir que su reproductor de música no esté en la primera repisa del librero, exactamente del lado derecho, junto al primer libro que le regalaron.

Empiezo a caminar a lo largo de su habitación, es tan amplia como la mía.

—¿Sabes?, creo que SeokJin me odia, es decir, me ha estado evitando. Ya ni siquiera me pide que le ayude en Inglés —por el rabillo del ojo veo que está al tanto de mis movimientos. Decido sentarme para no ponerlo nervioso —. ¿Qué le he hecho? —me le quedo mirando, esperando a que responda algo. Me dirige una mirada neutra y se quita los audífonos para luego alzar los hombros. Su vista se mueve rápidamente de un lado a otro de la habitación, como verificando que nada esté en desorden e inhala tres veces en lo que repasa sus ideas para finalmente hablar.

—¿Sabías que las p-personas a-alejan a otras como acto reflejo en cu-cuanto se dan cuenta de que ha-han empezado a sentir a-algo? —me pregunta y yo niego, confundido —Yo tampoco sabía. Lo leí ayer en un artículo d-de internet —finaliza con un puchero y una sonrisa apretada. Jimin me sorprende, es un chico listo. Pero, ¿qué significa eso? Yo no me he alejado de SeokJin, al contrario, intento acercarme más a él. Estaría loco si decidiera alejarme, quiero estar a su lado y apreciar su hermoso rostro todos los días...¿por qué dice eso? ¿A caso no se ha dado cuenta?

Repaso lo que acaba de decir mi hermano. En realidad, JiMin antes no formulaba frases completas. Estoy seguro de que las sabía porque siempre nos oía a mis padres y a mí, pero nunca las pronunciaba. Fue gracias a SeokJin que ha avanzado tanto. Antes de conocerlo, él ni siquiera nos hacía caso cuando le llamábamos, con el tiempo fue capaz de entablar conversaciones con nosotros hasta llegar al punto de que ya nadie lo puede callar una vez que abre la boca porque aunque aún tartamudee un poco, no es un impedimento para él. Se ha vuelto un sabelotodo y un parlanchín.

Mi hermano quiere mucho a Jin, me he dado cuenta por sus acciones. Cuando lo ve se le iluminan los ojos, como si viera a su héroe, y lo entiendo perfectamente, SeokJin es la persona con más paciencia que conozco. Cuando JiMin no quiere hacer algo, él sólo espera o cambia de tema a uno que le llame más la atención. Los otros tutores a veces le gritaban o se enojaban. Incluso hubo uno que le pegó; lo supimos porque mi hermano, de un día a otro, empezó a llorar cuando él venía y se quejaba al agarrarle de los brazos, donde tenía moretones.

Hubo un tiempo en el que yo intentaba ayudarle a que avanzara. En ese entonces no nos alcanzaba para pagarle un tutor personal, así que pasaba tiempo con él ayudándolo.... Sinceramente me costaba mucho trabajo; solía distraerse con mucha facilidad y yo terminaba desesperado. Es por eso que admiro a Jin.

Lo único que lo hacía, y hasta la fecha sigue haciendo, que vuelva a la realidad es la música. Así como a otras personas con autismo les obsesiona un tema en específico, a JiMin, más que obsesionarle, le encanta la música clásica. Lo relaja mucho. Desde que la descubrió se notaron los cambios en él: es más feliz, sonríe más, lo ayudó a hablar más... A JiMin puedes darle sus audífonos junto a su reproductor y es feliz.

Lo veo ponerse de pie y eso hace que regrese a la realidad. El gato se estira. JiMin mira el reloj que está sobre la mesa de noche.

—Son las t-tres veint-tinueve. Va a llegar en cualquier m.momento —dice casi en un susurro, audible gracias al silencio de la habitación.

Me levanto y salgo del cuarto para ir a la entrada. Aunque JiMin ya me ha dicho muchas veces que él quiere recibirlo lo niego porque quiero ser el primero en verlo. Paro frente a la puerta de cristal. En la pared hay un espejo de medio cuerpo en el que me miro siempre. Me gusta dar una buena impresión, y mi apariencia física es lo primordial. Acomodo mi cabello y mi sudadera antes de abrir, nervioso.

—Wow —es lo primero que se me ocurre decir cuando lo veo.

Estoy realmente sorprendido.

—Hola —SeokJin hace una reverencia y sonríe.

Me obligo a hacer lo mismo y a moverme para dejarlo pasar.

—Tu cabello... es rosa... —hablo luego de unos segundos de observarlo detenidamente. Pone su abrigo mojado en uno de los ganchillos junto a la puerta.

—Ah, sí. Quería un cambio —responde con una sonrisa tímida, desviando su mirada.

—Te ves muy bien —mi frase queda en el aire porque él no contesta. Se sonroja un poco.

—Gracias —susurra muy bajito y me doy cuenta de lo que acabo de decir e intento arreglarlo.

—Es decir, tu cabello. Se ve bien tu cabello —mi voz sale con un tono nervioso —. Te queda bien. Bu-bueno, a cualquier persona se le vería bien —creo que yo también me puse un poco rojo—. Pero me sorprende verte así... Eso.

¿Estoy titubeando? diablos.

—Oh... —¿soy yo o SeokJin parece un poco apenado?

Un incómodo silencio se instala en la sala. Él mira al piso y yo quiero que me trague la tierra por haber hablado sin pensar. ¿Qué va a pensar de mi...?

—JiMin ya viene —digo para romper el ambiente.

Jin asiente y se dirige con su mochila al área del comedor, yo corro escaleras arriba pero choco con mi hermano, dirigiéndome un "lo lamento" bajito, y su pequeña mochila con las cosas que usa para trabajar y pasa de largo, con el gato siguiéndole.

—Hola, JiMinie. Hola, Kkanji —escucho que pronuncia una dulce voz.

Esa es una de las muchas cosas que me gustan de él: su voz que le inspira confianza a cualquiera.

—¿P-por qué tu cabello es ros-sa? —escucho que pregunta. No me detengo a oír lo demás. Cruzo hacia mi cuarto y tomo un libro cualquiera para "leer" allá abajo.

Cuando regreso, mi hermano y Jin ya han iniciado. Me siento en el sillón que queda frente al comedor, dándome una excelente vista del rostro de SeokJin frente a mí. Ese es mi secreto: siempre que viene tomo un libro y finjo leer, cuando en realidad sólo puedo mirarlo. ¿Cómo no hacerlo? Si es perfecto. Su rostro es muy detallado y tiene una voz muy dulce. Las pocas veces que lo he oído reír me atrevo a decir que me enamoro más. Luce tan atractivo con su delgada figura, sus labios gruesos que, seguramente, saben a cereza porque siempre están ligeramente rosados, como si se pusiera algún bálsamo de frutos rojos. Sus ojos amables, su sonrisa adornada por esos lindos dientes y su siempre perfecta piel, sin una sola imperfección. Viste tan bien, tiene su propio estilo. Normalmente usa alguna prenda rosa y sus lentes de montura gruesa.

Me quedo tan sumergido en su belleza que no me doy cuenta que acabo de suspirar en voz alta y ahora él me ve de reojo. Me recargo en el sofá y coloco el libro frente a mí para ocultar mi sonrojo. La verdad es que ya lo he leído unas cinco veces y es muy bueno, pero me interesa más ver cómo se mueven sus lindos labios al pronunciar una palabra o como se le arruga el entrecejo con un simple gesto. Escucho que Jin ríe y bajo un poco el libro para verlo.

—Oye, ¿puedes leer bien? Creo que tu libro está al revés, Nam —dice con una pequeña sonrisa. Me doy cuenta que el libro que estoy "leyendo" está de cabeza. Lo acomodo rápidamente, lamentándome una vez más de mi torpeza.

Él me pone nervioso. La primera vez que lo vi creí que era una broma. Todos los tutores de mi hermano habían sido señores de más de cuarenta años, malhumorados y con olor a libros viejos, llenos de canas y con bigote. Y SeokJin es todo lo contrario: recién cumplió veinte, huele a una extraña mezcla de perfume para hombre y caramelos, su actitud es muy dulce y siempre lleva el cabello perfectamente peinado. Es de ese tipo de persona que le agrada a todo el mundo, lo sé porque tiene muchos amigos, él mismo me lo ha contado.

Al principio me costó trabajo entablar una conversación con él, pero con el tiempo nos hicimos más "cercanos". Ojalá fuera realmente cercano a él como lo es JiMin. Estoy seguro de que mi hermano le ha contado más cosas a él que a mí. SeokJin, como tutor, debe mantenernos informados de todo el avance de JiMin, pero sé que también le guarda sus secretos. Hace a la vez de terapeuta suyo.

—¿Me estás escuchando? —le pregunta, pero hay silencio después. Me giro para ver qué está pasando —JiMin, te estoy hablando.

Mi hermano no contesta. Está mirando muy interesado una pluma de gel entre sus manos; pasa el dedo sobre la punta de metal y la desliza, luego que quita la caña y acerca la guarda con tinta a su nariz.

Cualquier otro tutor lo regañaría por no poner atención pero SeokJin no es así.

—¿Te gusta el color? —le pregunta, recibiendo un asentimiento —¿A qué huele, JiMin? ¿Quieres decirme?

—Hule a... huele a uva.

—¿Te gustan las uvas?

—Sólo las moradas p-porque las verdes me cau-causan dolor de estómago.

—¿Ah, sí? ¿Te gusta el vino?

—Nunca lo he p-probado.

Se ríe bajito.

—Tienes razón, no sé por qué te lo pregunté...

—Ya v-vuelvo, voy al b-baño —lo interrumpe y se pone de pie.

Mi vista vuelve a recaer en Jin, quien se cubre la cara con las manos, como si estuviera estresado. Me levanto del sillón y camino hasta la mesa. Dejo el libro sobre esta, provocando que brinque en su lugar.

Es tan asustadizo.

—Ah, eres tú —dice con una dulce risa acompañándolo.

—¿Te ha ido bien en la universidad? —pregunto, en un intento de entablar una plática como las que teníamos antes.

Lo piensa un momento.

—He tenido días mejores —responde sin ánimos.

—¿Tan mal te va?

—Algo así.

—Lo supongo. Nunca estás... recaído...

Me sonríe y juro que no me importaría quedarme así un rato.

—Estoy bien, sólo... ya sabes, proyectos —dice en voz baja

—Yo podría ayudarte... Si quieres —propongo.

—No te preocupes.

Ya nunca acepta de mi ayuda.

—Enserio podría... —insisto, pero soy interrumpido por mi hermano que llega y me empuja a un lado para ocupar su lugar y seguir.

Miro a SeokJin darme una sonrisa apenada.

Ya ha pasado algún tiempo desde que llegó, tres horas y media para ser exacto. Mi hermano está leyendo muy entretenido el libro que tomó, sin permiso, de mi cuarto: Momo. Y el mío ya me aburrió, por lo que lo he dejado de lado, dedicándome a escuchar las gotas que caen sobre la ventana y ver cómo SeokJin le ayuda con una que otra palabra desconocida. La lluvia ha empezado a intensificarse de un momento a otro, provocando que caigan rayos, pero no pensé que fueran a ocasionar un corte de luz.

El ruido desespera a mi hermano. Mi mamá tenía la costumbre de tener la televisión prendida y escuchar música al mismo tiempo con el volumen alto cuando cocinaba, sumándole a eso todo el ruido de la licuadora y de uno que otro video de recetas... pero eso lo desesperaba mucho, haciendo que se encerrara en su cuarto con sus audífonos escuchando la música de siempre. Nos fuimos acostumbrando hasta que, ahora, la mayor parte del tiempo la casa está silenciosa.

Puedo oír su respiración agitada. Me levanto del sillón y camino a tientas hacia la cocina, buscando con la luz de mi celular un encendedor y luego abro otro cajón para sacar las velas que tenemos, en caso de que ocurra algo como esto.

Con estas ya prendidas me dirijo al comedor, donde puedo ver por la luz que emite la flama que JiMin está cubriendo sus orejas con las manos y Jin sólo le acaricia el pelo. Pongo las velas en la mesa y en la sala para que alumbren un poco y podamos ver más fácilmente.

—Creo que debería irme pronto —comenta SeokJin una vez que ha logrado que mi hermano se calme.

—¡No! —grita mi hermano.

—¿Estás loco? Está lloviendo demasiado, seguramente las calles están inundadas y no creo que haya taxis disponibles —le regaño. Él no dice nada, sólo baja la cabeza, pero puedo ver que está un poco sonrojado —. Puedes quedarte.

JiMin asiente tres veces.

—¡Sí! Tene-tenemos un cuarto e-extra que está esperando a ser usad-do. No m-me gusta su cama porque es muy incómod-da, tampoco su olor a ar-aromatizante de rosas ni que la ven-ventana no tenga cortina, pero estoy seguro de que a ti no t-te importa eso —comenta el menor de nosotros, no pudiendo ocultar sus observaciones sobre la recámara —. T-te ofrecería mi cama que es m-más cómoda y me-menos fría p-pero estaría arries-arriesgándome a que a-algo se mueve de su lugar y ya t-tengo suficiente con NamJoonie hyung y su m-manía de agarrar mis cosas y o-olvidar dónde van... A-además de que no puedo dormir s-si hay algún ruido presente y s-si no estoy envuelto como un bu-burrito con mis cobijas.

Jin suelta una risa contagiosa.

—Oh, JiMinnie. Muchas gracias por eso pero no puedo. Ni siquiera traje mi pijama. Mejor otro día, ¿sí? —intenta convencerlo, pero mi hermano se niega.

—Yo podría prestarte una pijama, si quieres —intervengo. En realidad, me hace un poco de ilusión que se quede a dormir.

Jin me mira sorprendido.

—No. No quiero molestar.

—En serio. No importa.

—No m-molestas. Si lo hi-hicieras te lo diríamos.

—¿Y si sus padres se enfadan? —pregunta nervioso.

—¿Quiénes crees que me dicen que te invite a dormir si se hace noche? —mi pregunta crea un leve sonrojo en sus mejillas —Aunque, más bien, debería ser yo quien pregunte si los tuyos estarán de acuerdo.

Guarda silencio por un momento en el que parece analizar la situación.

—Entonces —habla Jin, luego de unos segundos —, ¿crees que me quede alguna de tus pijamas? —pregunta con una mueca.

—Claro que sí.

A pesar de ser mayor que yo en edad, yo soy mayor que él en altura por unos centímetros, pero aún así, pude encontrar una sudadera y un pantalón que le quedaran bien.

Cuando volvió la luz decidimos que era muy tarde para seguir estudiando y mejor cenamos en compañía del breviario cultural que nos dio mi hermano sobre las tormentas y cómo a veces son inspiración para grandes artistas.

—¿Dónde... dormiré yo? —pregunta con desconfianza, luego de haber recogido la mesa y lavar algunos platos, que insistí en que dejara.

Si quieres, conmigo.

—Ahí —apunto al cuarto de huéspedes que está a su izquierda. Abro la puerta y enciendo la luz. Estoy un poco nervioso, a decir verdad. Es la primera vez que él se queda. Entra junto a mí y mira alrededor.

—Gracias —dice, caminado hacia la cama.

—Si necesitas algo, estaré en esa habitación que tiene mis iniciales en letras grandes.

Él asiente y salgo, dándole un poco de privacidad.

El reloj que está sobre mi mesa de noche marca las doce veintisiete p.m, lo cual significa que no he dormido desde hace hora y media. No porque no quiera, sino que, después de ver una película y leer un libro, me da vueltas la cabeza. Pienso en una cosa y luego en otra, y todo llega siempre a la idea de que SeokJin, el chico más guapo que he conocido y de quien estoy enamorado desde hace unos meses, está durmiendo en la misma casa que yo.

Wow. Nunca creí que esto sucedería. Es decir, él siempre se niega incluso a comer aquí. Es simplemente sorprendente que haya aceptado quedarse. Sé que es gracias a la tormenta, pero aun así es increíble.

Paso unos minutos más, revisando la hora en el celular y, de vez en cuando, también mis redes sociales. No me gusta no poder dormir, es frustrante.

Tal vez lavarme la cara me ayude a conciliar el sueño.

Abro la puerta intentando hacer el mínimo sonido, pero claro, soy Kim NamJoon y me es imposible no chocar con algunas cosas. Presiono el apagador, haciendo que mis ojos tarden un poco en acostumbrarse a la luz. Cuando lo hacen, abro un poco la llave del agua y llevo las manos a mi rostro. El agua no está fría, así que no creo que me dé un resfriado. Estoy a punto de tomar la toalla, pero una voz me detiene.

—NamJoon... —juro que si no fuera porque sé que Jin está aquí, me asustaría terriblemente al escuchar que me llaman en medio de la noche.

Giro sobre mis talones y lo veo en el umbral de su puerta, con las manos entrelazadas y la mirada en el piso. Se ve lindo, de cierta forma, con el cabello un poco despeinado y sin sus lentes ni su ropa de siempre.

—¿Pasa algo? ¿Te desperté? —cuestiono preocupado, acercándome un poco sin apagar la luz para poder verlo —Perdón, no quise hacerlo.

—No.. Bueno, es que... Yo... —suspira —Me da pena decirte.

Rio un poco porque él nunca titubea al hablar.

—¿Qué es?

—Me preguntaba si... Tal vez yo podría... No sé si sea posible que yo... —empieza a jugar con sus dedos.

—Sólo dilo —insisto.

Da una gran bocanada de aire antes de hablar.

—¿Puedo dormir contigo?

Mierda. No era en serio lo que pensé.

—¿Qué? —es lo único que sale de mis labios.

—Si no quieres está bien...

—No, sí quiero... —lo corto antes de que termine de hablar —O sea, claro. Pero ¿por qué? Si se puede saber.

—No te rías —me advierte con una sonrisa apenada, mirándome directamente.

—Lo juro —contesto de igual forma.

—También me dan miedo las tormentas —desvía la mirada y cierra los ojos, como esperando que me burle o algo, lo cual no sucede.

Camino hacia él y pongo mis manos sobre sus hombros.

—Está bien. Ven.

Alza la vista y me doy cuenta que estamos un poco cerca, lo cual me permite apreciar mejor su rostro. Sus bonitos labios siguen teniendo ese color ligeramente rojo natural y están un poco entreabiertos. Sus ojos me miran fijamente con un notorio brillo. Carraspea para llamar mi atención, porque creo que me distraje mucho, y me separo rápidamente, sonrojado.

Me doy la vuelta antes de que note mi sonrojo y apago la luz, pero alumbro el pasillo con mi celular. Lo siento seguirme por detrás y, cuando estamos dentro de mi cuarto, me percato de lo desarreglado que está: libros fuera de su estante, papeles por todos lados, almohadas en el piso...

Qué vergüenza.

—Perdón por el desastre.

Él no dice nada, pero escucho una risa divertida. Camino a la cama, recogiendo un cojín del oso Ryan en el camino para dejarlo sobre la silla frente a mi escritorio.

—Suerte que mi cama es grande —comento, intentando que el ambiente sea menos incómodo.

Le dejo recostarse primero, del lado de la pared, y luego yo.

Mis movimientos son torpes y estoy sudando mucho. En cuanto estoy cubierto por las cobijas me doy vuelta, dándole la espalda. Escucho y siento como él hace lo mismo.

Cálmate, no es gran cosa. Sólo está aquí, durmiendo, ya no sólo en la misma casa que tú, sino también en la misma cama. No es gran cosa...

Pasan unos minutos en silencio, que sólo es interrumpido por nuestras respiraciones y la lluvia golpeando la ventana. Puedo jurar que él ya está dormido por el calmado ritmo que provocan sus inhalaciones y exhalaciones, pero su voz me dice lo contrario.

—¿Sigues... despierto? —pregunta en voz baja pero audible por lo quieto del ambiente.

—Sí, ¿por qué? ¿Necesitas algo? —cuestiono, en la misma posición que antes. No dice nada y, por un momento, pienso en cerrar los ojos hasta que vuelve a hablar.

—NamJoon..., tú me... gustas.

Ahora soy yo el que no dice nada.

Creo que me quedé dormido hace unas horas y esto es un sueño. Sí, es eso. Ahora despertaré. Aprieto los ojos, no creyéndome que lo que acaba de decir es cierto.

—¿Qué? —pregunto, sólo para asegurarme de que he oído bien.

—Está bien si no me correspondes. No planeo eso, sólo quería decirlo —habla rápido y nervioso.

—No, o sea, ¿en serio? —pregunto, aún sin creerlo.

—Muy en serio —su voz sale firme.

Repito lo que acaba de suceder en mi cabeza y me es inevitable soltar una risa nerviosa.

—Está bien si yo no te gusto, pero por favor no te burles —ahora suena triste, decepcionado. No quiero que se sienta así.

—No, no me estoy burlando —me giro, quedando con la vista al techo —, es que... tú también me gustas.- digo en un susurro.

—No tienes que decir eso sólo para hacerme sentir...

—¡No! O sea, no—lo interrumpo sin medir el volumen de mi voz.

Espero no haber despertado a JiMin.

Siento cómo se gira también, quedando en la misma posición que yo. Y es él quien empieza a reír ahora. Lo hace tan fuerte que intenta sofocar su voz con su mano, pero le es casi imposible, pues sale un poco escandalosa. Yo también quiero carcajearme, pero me detengo al notar que ya no salen risas de sus labios, sino sollozos, y no sé por qué, pero no quiero que lo haga.

¿Qué debería hacer? Cuando JiMin llora lo abrazo. Pero él no es JiMin. ¿Y si lo incomodo?

A la mierda todo.

Ni siquiera soy consciente de mis brazos quedando a ambos lados de sus hombros y de mi rostro a centímetros del suyo hasta que nuestros labios chocan.

Lo beso. Pero sin profundizarlo mucho, sólo para calmar su llanto. Sus lágrimas mojan un poco mi piel, pero eso es lo que menos importa. Me tomo el gusto de sentir sus suaves labios contra los míos. Son justo como los imaginé: parecen de terciopelo y tienen un leve sabor a ¿durazno?, ¿chicle?, ¿frambuesa? No sé con exactitud, pero no me importa.

No dura mucho, pero sí lo suficiente para hacerme morir cien veces y revivir otras cien.

Poco a poco me separo, notando que él tiene los ojos fuertemente cerrados. Caigo a su lado de nuevo. Mi respiración se vuelve acelerada y creo que la suya también.

—¿Qu-qué fue eso? —inquiere segundos después, con la voz aún afectada.

—Una vez leí que, para calmar el llanto, debes retener la respiración unos segundos —contesto enseguida.

—¿En serio? —suena un poco sorprendido.

—No —río nerviosamente —, pero es la primera vez que te veo llorar y no me gustó.

Vuelve a soltar pequeños sollozos.

—Gracias —dice finalmente.

—De hecho, ahora que lo pienso, creo que no debí hacerlo sin tu permiso...

—No —ríe —. Gracias por corresponderme.

—Ah... Creo que debería ser yo quien te agradezca. No sabía cuándo confesarme. Me gustas desde hace unos meses, pero no dije nada porque noté que, de unas semanas para acá, me evitabas. Ya no dejabas que te ayudara con la tarea ni te quedabas a cenar y... Creí que te molestaba mi presencia —admito.

—No. No, no, no. Perdón si te hice creer eso. Es que me ponía... me pone nervioso tenerte cerca. Es sólo eso.

Giro de costado, quedando con la vista en su perfil alumbrado por la luz que se filtra por la ventana.

—Hermoso.

—¿Qué?

¿Lo dije o lo pensé? Ya no me importa.

—Que tu perfil es hermoso.

A pesar de la oscuridad puedo ver su enésimo sonrojo en lo que lleva del día y de la noche.

—No mientas.

—¿Por qué habría de hacerlo?

Se queda callado y yo me acerco más para poder rodearlo con mis brazos. Él ni se inmuta. Su cabello huele a cereza y a tinte.

—Bueno, ¿y ahora qué? —pregunta, destensando su cuerpo.

—¿Eh?

—Ya que nos hemos confesado, ¿ahora qué?

Lo medito un poco.

—No sé, nunca había llegado tan lejos —confieso y río porque es verdad. Nunca nadie me había gustado tanto como él, mucho menos me habían correspondido.

—¿Debería pedirte que seas mi novio o...?

—O deberíamos dormir y preocuparnos por eso mañana —le interrumpo, acercándolo más a mí. Él enreda sus brazos en mi torso y deja su cabeza sobre mi pecho. Se siente tan bien tenerlo entre mis brazos.

—Esta sudadera huele a ti... Me encanta —comenta entre un bostezo.

—Puedes quedártela —contesto —. Es lo que hacen los novios, ¿no? Se regalan prendas con el aroma impregnado. O al menos eso se ve en las películas.

—Pero aún no somos novios...

—Tienes razón. Entonces aún no es tuya hasta que te la regale mañana.

Ríe cerca de mi cuello, provocándome escalofríos.

—¿En verdad le tienes miedo a las tormentas o sólo lo dijiste para dormir conmigo? —interrogo.

—Buenas noches, futuro novio —desvía mi pregunta.

Río.

—Buenas noches, chico de hermoso perfil.

En colaboración con:

_colorfultears

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro