Algunas veces, el amor nos empuja a hacer cosas que jamás imaginamos, actos que nunca creímos capaces de cometer.

Cosas como:

Escaparnos solo para ver a esa persona.
Perder la noción del tiempo en conversaciones nocturnas.
Dedicar canciones o creer que esa melodía que suena describe a la perfección lo que estamos viviendo.

Son gestos inocentes, pequeños fragmentos de un sentimiento puro. Pero cuando el amor nos desborda, cuando la vida insiste en recordarnos que, por más que lo intentemos, nunca seremos suficientes, terminamos cometiendo errores. Grandes errores.

Esta historia es el reflejo de esos momentos. Tal vez alguna vez te sentiste terrible, atrapado en el peso de tus propias decisiones. Mentiste, te alejaste de amigos que intentaron advertirte, discutiste con tu familia porque nadie parecía entender lo que sentías.

Y así, sin darte cuenta, te convertiste en el enemigo de tu propia historia.

Así que estas palabras son para ti…
Para ti, que heriste a alguien con la intención de proteger a otro.
Para ti, que nunca te detuviste a analizar las consecuencias de tus actos.
Para ti, que lloraste en silencio cuando sentiste que tu corazón jamás sanaría, pero de alguna manera encontraste la forma de seguir adelante.

Para ti, que sin querer fuiste el villano de la historia… pero en el fondo, siempre soñaste con ser el protagonista.