Capítulo 4
Años después...
El destino quiso que Nain Cass (padre de Susan) y Damián Klein fueran amigos desde hace años. Se conocieron al compartir asiento en el avión que el tío tomó cuando decidió Norteamérica seria su hogar. Eso dejaba a Nain Cass, como el primer amigo que tuvo y de los pocos que aun le quedan de aquella época.
El padre de Susan era un General muy respetado, héroe de guerra y con muchas condecoraciones en su larga trayectoria en el servicio a su país. Tenia un hijo mayor, Eliu que por cuestiones de trabajo siempre estaba viajando. Era bastante divertido, aunque Susan aseguró cierta vez que era fachada.
Ser amigo y alguien tan importante, hicieron que nadie pusiera objeciones en que Susan me visitara o saliéramos de vez en cuando, me adoptó como una hermana y el cariño era reciproco.
Fue fácil abrirme, decir mis temores y miedos. Sin saber en qué tiempo sucedió si fue poco a poco u ocurrió de súbito. El punto es que Susan acabó siendo mi confidente, mentora y mi mejor amiga.
Hablé de muchas cosas, lo sola que me sentía y el rencor que le guardaba a mi padre por no ser todo lo valiente que siempre insistía que yo fuera. Mis malas notas también fueron tema de conversación. Me hizo ver que eran por la interpretación de mi inglés que seguía siendo pésimo.
El resultado, la tía Silke me inscribió en clases extras y mis notas subieron, dándole así la razón. La tía en defensa personal, según me explicó, era una manera de crear confianza. Yo sabía que era una manera de agradecer el cuidado que le daba a su hija y que tuviera como defenderla en caso de que Damián quisiera dañarla delante de mí.
En vista que Susan me ayudaba y mi estado emocional evolucionaba, quise devolver al universo ayudando a Magda. Trasmitiendo las enseñanzas en ella. Su padre no quiso que fuera a las clases de defensa por ser muy pequeña para esos actos.
Los estados de ánimos de Magda cambiaban de forma brusca, se retraía y en algunas ocasiones era agresiva, sobre todo con sus padres. Busqué en internet los síntomas que vistos en ella y me topé con una página para víctimas de abuso.
Magda tenía todas las señales y eso me hizo estar más en guardia.
Vigilé sus movimientos con más fuerza, aseché a Damián, entré a su cuarto y al no encontrar nada, me fui al de Magda. Consciente que me había obsesionado, pero bastaba ver el rostro inocente de la niña para que me entendieran.
Nada parecía funcionar así que me convertí en su sombra. Estuve cerca de ella todo el tiempo. Pedí ser yo quien la iba a buscar al instituto y no su hermano. Sin importar que el desvío fuera de horas o las dos rutas que debía tomar.
A medida que ella empezó a abrirse y a hablar de sus miedos, el mio aumentaba. El pánico que le pasara algo, la agonía por desconocer el daño ocasionado me enfermó. Llegué a un punto en que decidí hablar y la única persona en quien confiar era en, Susan Cass.
Me sonrió y abrazó, calmó mis miedos, controló de forma mágica mis emociones.
"—Invitémosla a un helado" sugirió.
Mi tía dijo Si y su padre, No. Luego de hablar o gritarse entre sí, llegaron a un acuerdo. Magda podía unirse a nuestro equipo de diversión.
A su padre le preocupaba que dejara sus estudios, Susan pensaba que tenía miedo a que se convirtiera en lo que era. Una niña próxima por cumplir nueve años. Yo creo que le exijan demasiado y las notas altas eran producto de horas de estudio. Contrario a su hermano quien siempre le iba bien y no le exigían nada.
De esa manera Magda empezó a acercarse. Susan tenía una magia para lograr acceder al corazón más puro. Por eso su novio la veía como si fuera una princesa. Luego varias salidas y mucha confianza, Magda empezó a hablar.
La buena noticia es que el abuso sexual que siempre temí no era el motivo. Susan me hizo saber que había innumerables formas de dañar a alguien. Damián parecía conocerlas todas, con la astucia de no dejar huellas, salvo el terror y eso lo controlaba amenazándola.
Entraba mientras estaba en la tina y la sumergía en el agua por varios segundos, la sacaba y volvía a sumergir hasta que entraba en la inconciencia. Después de lo cual se iba, no sin antes asegurarse que estuviera bien.
A medianoche le despertaba la sensación de no poder respirar. La mayoría de las veces, si no era la almohada en su cabeza, eran las manos de su hermano en su cuello.
Ni siquiera jugar en el jardín a la vista del personal de servicio era un alivio. Damián le pedía jugar al escondite y si ella perdía, le pinchaba con alfileres en medio de los dedos del pie, evitando dejar huella. Para que no llorara le tapaba la boca con cinta adhesiva, lejos de los empleados. Los daños ocurrían en el lugar en que todo niño debería sentirse a salvo.
En casa.
Siempre le decía la terminar que la pasaría mal si lo delataba, su padre nunca lo iba a castigar y ella descubrió que era verdad, tristemente.
El terror que causó su relato marcó un antes y un después en mi vida. La buena noticia de todo fue que lo hizo delante de Susan, el señor Nain y un psicólogo.
La presencia del general fue porque solo él podría hacer entrar en razón a mi tío. Todo apuntaba a que sabía lo que sucedía con sus hijos, lo que escuché aquella noche hizo creer a Susan que asi era.
La verdad resultó ser más dolorosa que la sospecha. Tal como lo creían y como Magda lo dijo, su padre sabia lo sucedido. Lo pilló cierta vez cuando al llegar antes de tiempo no los escuchó.
Según mi tío todo fue una travesura entre niños.
El relato de Magda fue en medio de un llanto descontrolado. Se le dijo que si quería lo dejaran para después, pero Susan parecía haber abierto una llave que no podía cerrarse.
Lo único que pudo lograr el general fue que Damián fuera enviado a estudiar a Zúrich medicina. Magda pareció florecer cuando eso ocurrió y a mi me llenó de dicha saber que de alguna manera tuve que ver.
Al cumplir quince años y con el sorprendente grado de medicina en su poder, Magda viajó a Londres para continuar con su especialización. La misma que su hermano, Ginecología y obstetricia, se formaría en reproducción asistida y/o embriología.
La misma carrera de sus padres. El sueño del tío Damián era que su legado en la clínica siguiera con sus dos hijos. Solo yo sabía que no volvería, al cumplir la mayoría de edad cortaría todo lazo con su familia.
¿Quién era yo para juzgarla?
Fue como ver mi adolescencia esfumarse mientras me peinaba. En un abrir y cerrar de ojos cierta tarde, mientras lo hacía para ir a la universidad de bellas artes, desconocí a la mujer que vi frente al espejo. La chica rubia de ojos azules tristes que me miraban con pesar me resultó conocida de alguna época pasada.
¿Habían pasado nueve o veinte años?
—Evy —la voz de la tía Silke en la puerta me hace alejar del rostro de desconocido —Tu tío quiere verte.
—Enseguida voy —respondo tomando el morral con mis pinceles y el grupo de lienzo. —¿Algo de Magda?
—Te iba a preguntar lo mismo.
Debajo de sus ojos hay sombras oscuras, la nariz y ojos rojos, un pañuelo que aprieta en su mano derecha con fuerza mientras espera por respuestas.
—Me dejó un correo.
Reviso el móvil, busco el mensaje y se lo extiendo. La dejo en la cama de mi habitación llorando mientras reproduce el video dejado en mi buzón por su hija. Al igual que su padre, la tía Silke conocía el terror que ella vivía. Magda la acusa de cobarde, no quiso arriesgar un matrimonio arruinado y un hijo con problemas por una niña que solo quería ser escuchada.
No me siento la superhéroe que Magda me cree, solo fui una persona con el nivel de solidaridad suficiente para darle una mano. Si hay alguien que debe cargar esa capa es Susan y su padre.
—Evy…
—No sé dónde está —respondo antes que formule la pregunta cuando estoy al pie de las escaleras —le dije que no me lo dijera, no podría soportar verte llorar y acabaría por decírselo.
—Gracias por todo lo que hiciste por ella —al volver mi mirada la encuentro limpiando su rostro con el pañuelo mientras sonríe —ruego porque un día encuentre la manera de devolverte el favor.
—Evy —me llama una voz en el primer piso y miro a mi tío al pie de las escaleras —te estoy esperando.
Se esperaba que tras acabar su primera especialización su hija no volvería al hogar como lo había ordenado. Las que quedaban debería hacerlo en este país bajo su cuidado. Coincidiría con el retorno de Damián, que había acabado todos sus estudios.
Magda tuvo que decidir entre enfrentar a sus miedos o seguir su vida lejos de ellos. Optó por lo segundo y esperó ser mayor de edad para hacerlo.
Y me sentí tan victoriosa como estoy segura lo ella es donde sea se encuentre. Bajo los peldaños evitando mostrar el buen humor que me invade el día de hoy.
Lo sucedido a mis quince años no volvió a repetirse. Me refiero al contacto físico, porque las miradas cargadas de deseo e incomodas crecieron día a día. Era costumbre no pasar seguro en mi habitación, pero tras una vez que desperté y lo vi al pie de mi cama con una copa de licor en sus manos y viendo mi cuerpo empecé a hacerlo.
Él seguía siendo mi tutor hasta los 26 años, tiempo en cual deberían entregarme el dinero dejado por la abuela. Tiene en su poder todos mis documentos, desde que llegué a este país y por más que le digo que los necesito siempre me ha dado una excusa tras otra. Asegura que se encarga de todo mis datos legales y no los necesito.
—Siéntate —señala la silla frente a su escritorio y lo hago sin dejar de vigilar sus movimientos. —¿Cuánto tiempo llevas con nosotros Evy? —me pregunta.
—Diez años.
Afirma serio y se sienta en su silla. Saca de un cajón un libro de cuentas que abre y desliza hacia mí. No lo tomo, no es necesario hacerlo para leerlo y tampoco quiero tocarlo. Es un libro de cuentas que a dejado abierto al final de esta.
—Diez años en los que he cubierto todas tus necesidades, desde las más básicas hasta los lujos —describe y regreso mi cuerpo a la silla —tu educación nos metió en un gran aprieto. Tenía todo arreglado para dos hijos, tu no estabas en mis planes.
—¿Es lo que te debo? —le pregunto y afirma —¿Qué hay del dinero de la abuela? ¿No es suficiente para pagar?
— Tu padre me dejó muchas deudas y deshonra. —aprieto los labios y miro mis nudillos tornarse blancos al apretar el morral —Son detalles que te darán los abogados cuando tengas la edad correspondiente.
—¿Qué propones? —pregunto de frente y alza la ceja irónico —no me has traído hasta aquí para cobrarme una deuda que sabes no puedo pagar…
—Soy tu tío que no se te olvide…
—Quien lo has olvidado eres tú —le interrumpo levantándome —no sé qué tienes en mente y no me interesa —le digo al verle mirar mi cuerpo con lujuria.
Ya no soy una adolescente inexperta que no entiende las cosas. He tenido suficiente tiempo para hacerme a una idea de lo que sucedió entre mis padres y él. Que sea el vil reflejo de mi madre solo ha incrementado la obsesión que le tenía.
Porque dudaba que mamá le correspondería, no cuando tenia el amor de papá.
—Necesito mis documentos para empezar a trabajar e independizarme —niega sin dejar de reír y señala el libro de cuentas.
—Lo único que debes hacer es decirme donde está mi hija o pagar. — sonríe —te entrego tus documentos, el paz y salvo, junto con tu libertad. Debí dejarte morir de hambre en Berlín, solo te traje para traer desgracias a esta casa.
—La desgracia estaba ya aquí —le señaló firme —huele a whisky caro, a habano, a puta barata y cuando las luces se apagan entra a este estudio y se masturba pensando en su sobrina... que, para su desgracia es la viva imagen de su madree. Estoy segura nunca se fijó en ti por lo perdedor que luces.
Un grito de sorpresa se escucha detrás de mí y un vaso romperse segundos después. El hombre frente a mi esta rojo de la furia y tiembla de la cabeza a los pies.
—Eres un perdedor —sigo diciendo, señalándole —la genio aquí es la tía Silke y solo por ella tienes todo esto…
Se incorpora de la silla y golpea el escritorio con fuerza varias veces. Insiste en que no saldré de su casa si no le pago hasta el último dólar o en su defecto la dirección de Magda. No se cree la historia que no se donde esta y su manera de demostrar el poder es esa.
—Siempre vi esta casa como una cárcel, estaba equivocada… era un prostíbulo y tu mi proxeneta…
El llanto de la tía Silke no me detienen, nada lo hará. Desconozco que tiene en mente conmigo solo que no es nada bueno. Y la única manera de traicionar a Magda es muerta.
—No te atrevas Damián—la tía Silke interfiere entre los dos.
Retrocede y da media vuelta saliendo de la oficina azotando la puerta. Mi única esperanza era Susan, ella me ha brindado su casa desde que cumplí la mayoría de edad. Sin embargo, la amistad entre su padre y mi tío me frena.
Y llevo dos semanas sin saber de ella, tampoco contesta las llamadas.
—Lo lamento —me excuso sentándome de golpe —debes creer que estoy loca por decir todo eso.
—Damián siempre estuvo enamorado de Amelia. Desde que me casé con él y hasta el día de hoy me lo restriega en cara. No tienes idea de lo que me place haberte escuchado decir aquello.
—¿Qué haces en esa clínica? —pregunto luego de una pausa —¿Tienes trabajo para mi allí?
Se sienta en el borde del escritorio y toma un folio que mi tío ha dejado. Empieza leerlo en voz alta, es un contrato y cada clausula es tan descabellada como aterradora. Llevar en el vientre el hijo de una pareja que no puede gestar, de modelos o actrices que no quieren dañar su figura.
—¿Es lo que tu haces? —guarda silencio cerrando el documento.
—Tu amiga Susan es estéril, fue lo que motivó a Magda a aceptar la orden de su padre —sonrío al entenderlo. —a mí siempre me gustó la idea de ayudar a otros a ser padres o de traerlos al mundo. Es casi mágico.
Ambas estaremos agradecidas con ellas por siempre.
—¿Cómo es? es decir para alguien como yo que nunca he estado con un hombre… ¿Pagan bien?
Su risa me hace callar y al ver mi indignación cubre su boca con una de sus manos. Es realmente hermosa y bastante joven en comparación con la momia de mi tío. Ella puede conseguir a otra persona que la ame en verdad y dejar a su marido con el esquizofrénico de su hijo no medicado por decisión suya.
—Es un proceso de laboratorio, no hay un acto sexual como tal —explica y afirmo seria —El pago depende en gran medida del cliente, algunos suelen ser muy quisquillosos y controlan personalmente todo. Quiero decir —alza su mano y empieza a enumerar —estado de salud de la mujer, pago personalizado, le dan apartamentos para vivir en ese tiempo en el sitio que se requiera, etc.
—¿Y luego?
—Deben firmar que nunca vas a buscar o hacer contacto con ellos. Lo que les sería difícil, su nombre y el de ellos es en anonimato.
Miro la hoja y luego a ella que sonríe negando.
—Ni lo pienses—comenta tomando el documento y rompiéndolo en pedazos.
—Es mucho dinero …y dice que estaré lejos—sigo y junta las cejas.
Damián esta por llegar y dudo que este tiempo lo haya vuelto un mejor ser humano. Después de este día será difícil la convivencia entre mi tío y yo. Su hijo solo empeoraría las cosas.
Menciona la cifra mínima y me sorprende, libre de gastos por el tiempo que dure mi embarazo. Miro el libro que ha dejado de mis deudas y descubro no me alcanza, pero ayudaría.
—Lo que piensas es descabellado. —se retira del escritorio y se sienta en la silla a mi lado.
—Quiero volver a Berlín y eso solo es posible con mis documentos —confieso y sonríe. —si hago eso y me pagan bien, tendré dinero para volver a casa.
—Te sientes acorralada, no estás pensando con claridad. —se levanta y estira la mano que miro sin entender.
—Estoy siendo practica —le digo y niega divertida —si es una famosa pagará más ¿NO?
—No podrías saberlo…
—Pero usted si —interrumpo —quedaría entre las dos, usted me busca un contrato bien pagado, recupero mis documentos y me largo. No me gusta la idea de deberle a él y que quiera cobrarme de otra manera…
El sonido de mi móvil se hace buscarlo y descubro es un mensaje de Susan diciéndome que esta en la entrada. La tía Silke me dice que vaya con ella y que lo piense mejor.
—A Damián se le pasará el coraje —me calma.
Yo realmente lo dudo.
****
Susan había llegado a casa a presentarme a su prometida. Todo este tiempo he creído que le gustan los chicos, nunca me ha demostrado otra cosa. La mujer es de cabello castaño claro, corto y oficial de policía como ella.
Se llama Dayanne y tiene los ojos verdes más hermosos que he visto. Quiso que fuera yo la primera en saber la noticia.
—Esta noche se lo diremos a papá —comenta con voz nerviosa y mira a su novia que toma sus manos para darle valor —vamos a casarnos y tus tíos nos ayudaran a completar nuestro sueño.
—Ser madres —dice Dayanne por ella y afirmo.
—¿Puedo saber cómo harán con el esperma o se arriesgaran a que sea uno cualquiera?
Lo tienen arreglado, lo único que necesitan es que sea una chica sana. La curiosidad y el deseo de libertad me lleva a preguntar por la cifra a pagar.
¡Es tres veces lo que la tía me dijo!
—El correrá todos los gastos —habla Dayanne viendo a su enamorada con amor.
—¿Quién es el padre? ¿El presidente?
Ambas se sonríen mientras toman mis manos. Su alegría por estar juntas me impidió dar los detalles de mi problema en casa. Si alguien merecía ser feliz era Susan, yo no era nadie para dañar su momento. Era una mujer de 25 y un buen momento para tomar el control de mi vida.
—Si no consiguen quien, yo podría —exploro con eso el terreno ingresando un trozo de galleta en mi boca y viéndolas a cada una—la paga es buena y estaríamos a mano.
—No podría permitirlo…
—Es una excelente idea —interrumpe Dayanne —¿Qué harás mañana? yo tengo que salir de viaje en dos días y nuestro esposo no está. —sonríe al ver el rostro de sorpresa de Susan y le hace un guiño.
—Su tío no la dejará…
—Puedo inventarme un congreso de un año, algo asi —me encojo de hombros —y al volver no es como si me fuera a revisar.
No pienso volver…
—Sigo pensando que es mala idea. —insiste cruzándose de brazos —es arriesgar a que papá o Eliú la tome contra ella Dayanne.
—Nadie lo sabrá, solo las tres —les digo —la tía Silke me aseguró que todo es anónimo…
“Y necesito el dinero Susan, por favor solo di que sí. Te habría devuelto un favor de los miles que me has hecho en todos estos años. No serian mis hijos, sino los tuyos y quien sea el padre de sus hijos.”
—Podemos hacer los exámenes y dejarlos dentro de los demás —sugiere Dayanne —se lo dejaremos al destino…
—¿Y si el destino tiene el nombre de Silke Kline? —interrumpe Susan cada vez más alterada.
—Hablaré con mi tía, pueda que ni siquiera sea buena para gestar a tus hijos Susan y estemos haciendo conjeturas—me encojo de hombros ella se relaja.
—Está bien —habla derrotada—pero hablaré con tu tía antes. —afirmo sonriente. Lo siguiente que me dice, lo hace con el rostro serio y preocupado —Tengo algo muy importante que decirte, pero hoy no es el momento.
Aquel recuerdo del rostro del tío Damián al final del corredor del internado se señoritas me llega. Junto con el mismo sentimiento.
No va a ser bueno y me va a doler…
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