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Capítulo 37

El bautizo transcurrió en calma y en familia. Los Frederick con sus esposas e hijos y la poca familia de Evy. Sobra decir que el padrino de los niños fue cambiado, el lugar lo ocupó Damián. La madrina fue autoimpuesta, mi hermana Emma había decido serlo desde mucho antes de ellos nacer.

Evy se iba adaptando de apoco a mi familia, era más receptiva y la timidez se ha ido perdiendo. Confío en que dentro de poco ya no exista ningún temor hacia los míos.

Tuve la oportunidad de conocer a Magda cruce un par de palabras con ella. Una chica inteligente, pero asustadiza y tímida. Se acercó a Evy con timidez. Ella solo la abrazó al verla y mostró con orgullo a nuestros hijos. En adelante, no se despegaron una de la otra, hasta que la ceremonia acabó y Magda se fue a casa de los O´hurn.

 Damián había comentado que se rehusaba a ver a su prima por vergüenza. Lo que hicieron sus padres con su familia y con ellos la hacia querer mantenerse lejos de ella. No era culpable de lo que hicieron sus padres y ningún niño debe cargar con culpas de adultos.

No hubo prensa, ceremonia o banquete, coincidimos en que nuestra situación no era para hacer alarde de felicidad. Con Eliú libre y Damián sin querer aceptar el miserable era más astuto de lo que imagina, no podíamos bajar la guardia.

Nunca pretendí tener lo que hoy ostento, una familia e hijos. Siempre estuve consciente, el lugar en que trabajaba tenerla significaba una debilidad. Un punto en el mapa a través de la cual, quien quisiera dañarme tendría como hacerlo.

Estoy asustado y no me avergüenza admitirlo, por Evy y mis hijos. El terror de que salgan dañados me mantiene despiertos y pendientes a las cámaras de seguridad. Eliú sigue siendo una amenaza y solo estaré tranquilo cuando vea su cadáver.

Inspiro fuerte antes de dar un trago a la bebida mientras contemplo las cámaras de seguridad de la casa. El registro de lo sucedido desde que me fui de casa, hasta este instante.

Evy duerme en la cama con los mellizos en un cuadro hermoso, brazos, cabezas y piernas mezcladas en mi cama. La figura de Sebastián aún con su traje blanco encima de su madre y Susan abrazada al costado de ambos me saca una sonrisa.

¿Cómo pueden dormir con tanta incomodidad? Es increíble las poses que adoptan ambos al dormir y ella se adapte a todas sin problemas.

—Estás haciendo una tormenta de la nada.

Vuelvo a dar otro trago a mi bebida y regreso a horas atrás, con Damián como única compañía.

—Es menos peligroso que subestimar a un asesino —le respondo a Damián. —saber que están bien me mantiene aliviado.

—¿Crees que no he pensado en todas las opciones?

Guardo silencio hastiado de lo mismo, hacerle entrar en razón. El registro del puerto mostraba a Eliú ingresar, minutos después salir. Esa noche no tuve en cuenta verlas y me centré en perseguir el medio más obvio en que iba a huir. Me cegó el miedo a que saliera dañada y por primera vez no pensé con cabeza fría.

 Es posible que estuviera en la ciudad y si era así, era mejor estar alerta. Esa cinta entregada a Evy, era un mensaje de amenaza contra todos nosotros. Damián insistía en tener todo controlado. Lo dudaba.

Eliú ha ocultado por años lo sucedido con los Klein, lo hizo sin problemas y tuvo mucho éxito. En todo este tiempo creó planes de escape en caso de ser descubierto. Es lo que hacen cuando cometen un delito.

Mi móvil vibra en el escritorio y checo rápidamente al ver que es un mensaje de Gaspar. Reviso el contenido varias veces y lo suelto asqueado sin poder creerlo.

—Imagino que si —le digo alejando mis manos del mouse. —no tendrás éxitos, hay situaciones en donde ser inteligente no basta.

—¿Un arma si?

—Conozco a los tipos como Eliú... —escucho su risa de superioridad y le veo molesto. —Solemos subestimarlos, nuestro estudio de ellos es en base a su vida en familia. La mayor parte del tiempo buscamos niños maltratados o con una infancia dañada. No todos son asi, conozco varios de familias perfectas y padres amorosos.

El sitio de nuestra conversación es la zona de los controles. Nikolái las sacó de la casa grande, por cuestiones de seguridad. Hizo cambios en las rutas de los hombres, ninguno tendría acceso a la casa. Redobló la seguridad en torno a ella, logrando de esa forma que no fuera necesario las rondas dentro. Los censores de movimientos nos daban un parte de tranquilidad estupendo.

La mansión Frederick estaba feliz por todos los cambios.

—Al parecer cuentas con una buena teoría de lo que hice ¿Por qué no la compartes?

—Te aburriría —sonríe y le veo por encima del hombro —no soy ostentoso.

—¿Un militar sin ego? —suelta divertido — ¿Qué sigue? ¿No te gustan las armas y odias el polígono? —vuelve a reír y esta vez lo acompaño en su buen humor. —Te escucho —insiste y afirmo.

La gran mayoría con una infancia trágica, padecieron escasez, hogares disfuncionales, etc. Existe un puñado de ellos que, por el contrario, ha contado con todo lo que han deseado, con cierta predilección a querer más día a día.

Poder, dinero, mujeres, joyas, autos de lujo. Disfrutan intimidando y causando terror, toman los que cree merecer sin importar si tiene dueño (aplica para posesiones, adultos o niños). Son capaces de todo para obtenerlo y nada suele ser suficiente.

—Su ambición va en escala, al mismo nivel de su maldad —describo y el hombre frente a mi afirma.

—¿Hablas por experiencia o es solo cultura general?

—Un poco de ambos. —confieso.

—¿Heriste alguno?

—La armada de los estados unidos te entrena para que un solo disparo sea una sola muerte. —le aclaro sin verle —a no ser que desees matar a varios dentro de un grupo. En ese caso, lo hieres y lo normal es que lleguen uno o dos a llevárselo. Eso te dará la oportunidad de eliminar uno o dos. Es una táctica bastante cruel, nunca lo hice.

—¿Por qué? Se supone que persiguen terroristas.

—Es una buena táctica solo si eres cruel. —insisto —retomando el punto—sonríe cuando descubre mi deseo de salir de esa conversación. —Estuve días siguiendo a hombres asi.

En sus casas, rodeados de amigos, hijos, esposas, en ese ambiente son vulnerables, se relajan y los escoltas se mantienen al margen.

Estuvieron en mi visor por largo tiempo, horas, días y hasta meses. Llegando en algunos momentos sentirte parte de ellos mientras esperaba el momento perfecto. Alcancé en algunos momentos a dudar fueran lo que se decía y si no los hubiera visto mutilar a sus enemigos, degollarlos sin piedad jamás los creería capaz.

—Interesante —dice una vez acabo —¿Qué teorías tienes sobre mí?

Que su ego te hará meter en problemas y el mal uso de la inteligencia puede ocasionar peligres tu o los tuyos. Algo me dice que sabe los riesgos y decido callar mi opinión centrándome en lo que espera le diga.  

— Querrás demostrar tres cosas a él y a ti mismo —alzo la mano sin voltear hacia él para empezar a enumerar y siguiendo la revisión de las cámaras de seguridad —tu inteligencia—empiezo — esta será la más importante. —alzo un segundo dedo —Dañarle sin usar las armas. Ello te dará cierto grado de superioridad y tu deseas demostrar que eres superior.

Es alemán y algunos poseen ese defecto o virtud. Dependiendo de que tipo de persona eres asi lo veras. No señaló a todos, la gran mayoría de los que he conocido poseen aquel gesto de creerse lo mejor en todos y todo.

—Buena deducción, te hace falta una —guardo silencio viendo la escena en la cámara diez antes de seguir.

—Jugarás con su confianza haciéndole creer es listo. Te mostraras no tan inteligente como se cree. Por aquello que un inteligente puede pasar por idiota, pero un idiota jamás podrá pasar por inteligente. —la sonrisa que escucho a continuación da cuenta que voy por buen camino y suspiro —solo que él podría saber las reglas del juego. Mucho mejor que tú.

Damián es un hombre inteligente, pero no deja de tener valores y ética. Algo que Eliú Cass demostró no poseer y no por lo que vio hacer a Damián Klein aquella noche en Berlín.

—Asesinaron a su hermana y vio morir a su padre en espera de justicia. Mientras jugaba con él y conmigo dando pistas falsas —giró hacia él y noto que la sonrisa en sus labios se ha esfumado. —si eso no te hace verlo con respeto nada lo hará.

Gaspar encontró que, no sólo zarpada tres barcos con mercancía, también un avión de carga rumbo a Berlín. Creí era imposible que usara el aeropuerto para fugarse, con tanta seguridad no se arriesgaría.

—Él paquete que enviaste llegó a casa y no sufrió lesiones. —alzo el móvil y le muestro la imagen. —espero que esto sea parte del plan.

Eliú entró al aeropuerto, pero dentro de una carga de porcelanas. Ya había pasado todos los controles, de alguna manera logró recibir ayuda y entrar al avión. La sonrisa de Damián regresa y niego levantándome de la silla.

—Jamás tocará a Christine, no es tan imbécil. —explica irguiéndose y acomodando su chaqueta —Evy y los niños son tu responsabilidad más no la mía. En cuanto a Magda... Es hora de que empiece a madurar —se detiene en la puerta es tan alto que cubre casi la entrada —¿Por qué tener miedo Frederick? De todas maneras, vamos a morir...

—¿Creíste que en Berlín sería apresado? —le pregunto —No. Puesto que para ellos, tu padre fue un traidor. Por prestar su puerto a tropas norteamericanas heridas. Para Alemania tu padre es otro estadounidense más... Jamás harán justicia por él.

—No me considero un hombre derrotado... Cuida de los míos. —sin más sale dejándome con las ganas de quitarle esa obsesión a los puños.

Me cuesta creer que no le importe las vidas que está exponiendo con esto. Fue él, gracias a terceros que Eliú logró salir del país. Cuando se aleja lo hace en calma y sin mirar atrás ni una sola vez.

Una parte de mi insiste en que lo deje lidiar con esto solo. Él lo describió como su guerra, aquella que debía luchar y ganar, sólo. Lo estaba haciendo en honor a sus padres. No podía. Era lo único que Evy tenía de su pasado y no le daría a Eliú oportunidad de destruirlo.

Regreso a mi labor en hallar quien sacó el diario de Susan de la habitación. Cuando no lo hallé, imaginé que Margaret lo había guardado en algún lugar. No quise llamarla y preguntarle por él. Si ella no lo había tomado, podía ofenderse.

Decidí revisar las cámaras de seguridad y en esas me encontraba con Eliú. Dentro de las habitaciones había cámaras de seguridad, pero yo tenía acceso a ellos, nadie más. La mía y la de los niños era la que veía con regularidad, la de Evy cuando estaba con los niños.

Los videos de seguridad no mentían. Julia había sacado el diario, la mañana del incidente. Lo hizo mucho antes de recibir el paquete o de vestir a Sebastián como niña. Ella desconocía que había cámaras en las habitaciones, las primeras les daba privacidad. Nikolái insistió en que no era posible tenerla en una casa que encerraba tanto poder.

En la noche tuvo una conversación con Evy, no hubo enfrentamientos a simple vista fue una larga platica. Después de lo cual Julia entra a mi habitación, con el libro en cuestión.

Lo que hace allí me deja trastornado. Me sentiría feliz si la mujer fuera Evy y no ella. Se desnudó y cubrió con varias de mis camisas frotándola por lugares que decido no ver o describir. Adelanto la cinta y descubro que al a salir lo hace con el diario en manos.

Julia se ha llevado el diario que Susan nos hizo a Evy y a mí. No tuve tiempo de leer más que la dedicatoria, quería hacerlo con Evy, pero no tuve oportunidad.

Convencido de lo que desea y dispuesto a no caer, le envió un mensaje a su padre narrándole lo sucedido. Le pedí no decirle nada a su esposa, la pobre estaba sufriendo demasiado y él prometió recuperarme el preciado objeto.

Había llegado la hora de pedirle a Evy ser mi esposa, ella llevaba ese título desde hace mucho tiempo. Planear el momento y hacerlo perfecto me llevaría varios días, pero valdría la pena.

****

Los Nielsen hacían falta, no puedo negarlo, pero su permanencia en casa estaría llena de problemas. Julia había demostrado poca cordura y yo no era lo que se dice paciente o un caballero. Acabaría haciendo algo peor que Matt con la prima de su esposa.

Y no me quedaría en un simple apretón de cuello, me conocía lo suficiente paras saberlo.

A quien le estaba afectado más la ausencia de la pareja era a Evy, pasaba horas encerrada en la habitación de los niños. En ese lugar encontró el sitio perfecto y pacifico para retomar su arte. Sin descanso y por tanto tiempo que empezaba a preocuparme. Mamá me había aconsejado hablar con ella, si algo le afectaba me lo diría.

Doy varios toques en la puerta y giro la perilla asomando la cabeza en la puerta entreabierta. Sonríe al verme y me indica pasar, una ojeada a su alrededor me dice que esta sola. Detiene el pincel al verme entrar y sonríe.

—La señora Fiorella envió por ellos —explica al notar mi sorpresa de no verlos —creo que iban de compras.

Esta el balcón en pie con el atardecer detrás de ella, los últimos rayos del sol alumbran su cabello dándole un toque dorado. Es mi cumpleaños y al parecer a nadie le ha importado. Es común que no me importe, no entiendo porque hoy sí.

Ella regresa a su pintura y me ubico detrás observando a la mujer que dibuja. En la esquina superior izquierda de su lienzo reposa la foto de una mujer sonriente en un parque sosteniendo en sus manos una guitarra.

—¿De donde sacaste esa foto? —pregunto sorprendido —¡Es mamá! 

De una forma que jamás la he visto y a una edad temprana. La chica de la foto podría tener veinte años o quizás menos. Doy un paso más ante la dicha que me da ver a mi madre a esa edad y con aquella sonrisa en los labios.

—La encontré en el estudio —comenta con voz nerviosa —se la obsequiaré en su cumpleaños ¿Crees que le guste?

—¿Bromeas? —sonrío —no tengo idea que hace esa foto aquí, solo que mi padre te hará un altar cuando la entregues. Porque ese cuadro de aquí no sale.

—No es tuyo —me riñe y puedo sentir su nerviosismo.o

—¿No? —rodeo mi mano por su cintura y eliminando la poca distancia —yo creo que sí. —acaricio su cuello, primero con mis dedos, después con mis labios.

—Es de tus padres —su voz es casi inaudible y va perdiendo fuerza.

—Es mío —corrijo retirando de sus manos el pincel y la paleta de colores y girándola hacia mí. —Se que lo es.

—¡Arrogante! —se queja pegándose a mí y pasando su manos por mi cuello.

Una mezcla de sorpresa y excitación se apodera de mí al ver aquel gesto en ella. Estoy soñando, repito una y otra vez. He hecho este contacto tres veces y recibí cinco bofetadas.

¡Es un maldito sueño!

Del que despertaré con una erección gigantesca y dolorosa. Bajo el rostro al ver sus labios rojos entreabiertos y sus ojos brillantes divertidos. El beso no se comparaba con otros. He tenido mejores a lo largo de su vida, pero el que ella me daba en ese instante era diferente a todos.

Era tierno y dulce, ella me estaba dando algo que no le había dado a nadie hasta ahora. Recibí sus cálidos labios con gusto, me rendí a ellos y a la ternura que emanaba aquel contacto inocente.

—Feliz cumpleaños —comenta retirándose y sus mejillas se tiñen de un hermoso rosado —este es tu regalo.

—¿Me haces dueño exclusivo de tus besos? — sus mejillas se sonrojan aún más.

—Solo de este beso —corrige entre tímida.

—¿Qué sucede si no deseo tu regalo? —pregunto y noto en su rostro contrariedad — si lo que deseo es que seas mi dueña y señora.  

Me alejo de ella sacando el anillo que he guardado celosamente desde hace días. El mejor regalo de cumpleaños puedo recibir este y todos los días,  convertirme en su esposo. Sus cejas se alzan por la sorpresa al verme inclinar rodilla y abrir la cajita plateada.

—No soy el mejor hombre, soy temperamental, malgeniado, terco y con pésimo sentido del humor —saco de la caja el aro plateado y la muestro. Tiene los ojos humedecidos, muerde sus labios y sus manos tiemblan —antes de conocerte jamás me veía casado, hoy no se como pude vivir todo este tiempo sin ustedes.

—Jason…

— He estado en muchas batallas y el amor es lo más parecido a una—continuo diciendo, viéndola derramar sus primeras lágrimas. Deseo asegurarme de que las que sigan sean asi, de felicidad — y es la única en que no importa si vences o eres vencido, ya que siempre se gana. Y yo, quiero ganarla todos los días contigo…Evy Klein ¿Quieres casarte conmigo?

—Le debo cien dólares a tu mamá —es lo primero que dice y junto las cejas contrariado, lo que ocasiona una risita nerviosa —me dijo que me aventurara a besarte, me llevaría muchas sorpresas. Si quiero ser tu esposa Jason…

—Creo que mamá se ganó ese cuadro después de todo —sonrío al verla asentir y estirar la mano hacia mí. —te aseguro que valdrá la pena.

—Ya lo vale —responde.  

 Hay quienes dicen que cuando conoces al amor de tu vida, el tiempo se detiene. Y, es verdad. Lo que no dicen es que, cuando vuelve a ponerse en marcha, se mueve más rápido, para recuperar el tiempo perdido.

 

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