Capítulo 28
Evy
El enorme jardín está repleto de invitados, alguno de ellos los reconozco por la prensa. Bien sea por escándalos, matrimonios o negocios. El común denominador en ellos es la riqueza y el estatus social alto que manejan.
Creo sin temor a equivocarme que la mitad de todo el capital de este país se encuentra ante mis ojos. Disfruta del champán en medio de los rosales de la mansión. Sonríen y brindan unos con otros. Papá solía decir que estos eventos se asistían para hacer negocios. Si sabias manejar bien los hijos, eran buenos.
No he podido soltar el móvil de mis manos desde hace media hora. Se que dije que no lo llevaría, pero luego pensé que me iba a aburrir y quizás podría hablarle. Él pueda que deseara hacer la diferencia y me marcara.
¿Por qué eres tan difícil Klein? Salto al escuchar la voz detrás de mí y giro lentamente hacia ella.
—¿Te diviertes? — la abuela de mis hijos sonriendo con dos copas cada una en sus manos y extiende una en mi dirección —no pareces no te has acercado a nadie. No tiene licor —señala la copa en mis manos.
—La última vez que tome licor no me fue bien.
El agobio por no recordar nada sigue en mi cabeza. No logro conciliar el sueño, por más que pienso y pienso... Nada.
—No pienses en ello y te aseguro que las imágenes llegarán sin problemas. —me sorprende ver que ella parece leer mi mente y sonríe —tu rostro es un libro abierto cariño. ¿No te sientes a gusto aquí?
—No conozco a nadie —comento viendo a los presentes —desde aquí puedo ver a los niños y tampoco estoy acostumbrada a estos eventos.
—Es notorio. No lo veas como malo —se apresura a decir cuando mis hombros caen —eres como una rosa roja en medio de muchas silvestres. Mi hijo se sentiría orgulloso de estar en tu compañía y no te soltaría.
Toma mi mano y señala una mesa cerca. No puedo evitar el acelere de mi corazón cuando dice aquello y ella lo capta. Me hubiera gustado estar con él aquí, fue una verdadera sorpresa cuando recibí la invitación especial.
—Tuvo que viajar —me siento estúpida al decir algo que ella muy seguramente sabe, pero es tan educada que solo sonríe —no lo esperaba, me aseguro de que estaba planeado para dentro de dos meses.
—Sentémonos aquí —me pide. —¿Dices que no estaba programado ese regreso?
—Fue lo que me dijo —el alivio porque ella no lo sepa es enorme y me siento especial —aseguró que tenia planes.
La duda y preocupación pasan por su rostro, busca a alguien dentro los invitados. Aprovecho ese descuido para mirar atrás y veo a los niños jugar en una piscina de pelotas de colores. En las fiestas de adultos prohíben niños, que tengan juegos para ellos y los incluya me parece un acto tierno.
—Los niños están muy bien cuidados y contentos —habla cuando me pilla viéndolos preocupada— Cuando se aburran te buscaran ellos o la niñera temerosa por la capacidad de sus pulmones.
Es una mujer elegante, bastante hermosa. Sonríe dejando la copa en la mesa, yo por mi parte jugueteo con la mía. Envía un mensaje a alguien y no hay duda está preocupada.
—Si mi trabajo lo hace otra ¿Qué sentido tiene ser contratada? —mi comentario la hace soltar el móvil y verme.
La intensidad de sus ojos y el extraño parecido con los de su hijo me obligan a no verla directamente. Ni aún, cuando escucho su risa fuerte lo hago.
—Eres su madre... Eso no podrá reemplazarlo nadie —solo en ese instante la veo a los ojos. Ella me ha tratado de forma distinta y como una empleada todo este tiempo —¡Por Dios! ¿Creíste...? —vuelve a reír y a negar —se supone que la lección era para el testarudo de mi hijo. Creo que lo subestimé.
—Lo siento, pero no logro entender...
Y dudo que desee saberlo. Aquellos ardides no eran sanos para nadie, menos si me involucran. Aun así, ella decide explicar el comportamiento de estos últimos meses. De todo cuanto escucho, me alivia saber que ella tiene claro quién soy en la vida de mis hijos.
Todo lo demás es absurdo y nunca podrá tener sentido y se lo hago saber.
—¿Por qué no? ¿Has visto a mi hijo con alguien? —niego y sigue —se negó a que otra persona te cuidara, estuvo contigo en todo momento. Además, alguien me dijo que se fue bastante molesto por abandonarte.
Ella cree que sólo necesita de un empujón y ser más participativa, más emotiva. No puedo evitar reír al verme reprendida porque mi comportamiento no contribuye a sus planes. Lo que sigue es lo más cercano a una platica entre madre e hija. Ella me da bases para abrirme, pero, me es imposible no verla como mi jefa.
—¿Qué haces mirando ese aparato cada media hora? ¡Llámalo!
Hace unas horas él quería hablar y a mí me ganó el pánico. Me dijo que me llamaría y yo insistí en que lo haría yo. Si la mujer frente a mi supiera todo esto estaría más histérica.
—Y yo creí ser discreta...
Bufa en respuesta levantándose, deja un beso en mi frente y alza mi mentón hasta que nuestros ojos se encuentran. Puedo observar ternura en ellos, se ve como una madre. No puedo evitar bajar el rostro molesta conmigo misma por insistir en que ella lo es para mí, cuando no es así.
—Yo sé lo que es estar lejos de los tuyos y no encontrar un sitio en que puedas encajar. Las noches frías y navidades llenas de nostalgia.
No lo parece.
Es lo que pienso cuando ella acaba, sonríe con suficiencia como si lograra entrar en mi cabeza o leer mis pensamientos.
—Algún día disfrutaremos solas lejos de nuestros molestos esposos y te contaré mi historia. —mis mejillas arden ante la mención de esposos y ella sonríe con ternura —sé que no lo vez en este instante y todo parece lejano. Así te veo —señala el móvil antes de partir —no la dejes para más adelante.
Con ilusión y llena de optimismo busco el contacto animándome a seguir consejos. El móvil suena y nadie responde, cuando estoy por desistir lo levanta y mi corazón se acelera solo con saber que escucharé su voz.
—Evy. Tuve que levantar, Jason está en la ducha. No pudimos resistirnos, creo que tú me entiendes. ¿Quieres dejarle una razón?
Julia. Aprieto el móvil en mis manos y cuelgo fastidiada. Por eso decía que fue una reunión de sorpresa y hasta llegué a creer en su rostro de perro adolorido. Se había ido a verse con ella, buscó un sitio lejos, porque yo le fastidiaba.
Me levanto decidida y avanzo hacia la piscina de pelotas. Con la excusa que es muy tarde y la noche fría puede afectarle le pido a una de las chicas que me ayuden a regresar a casa.
Apagué el móvil y si no lloré fue porque había decidido la cuota de estupidez había sido salda al creer en la señora. Sin embargo, cuando el insomnio llegó y mis hijos dormían, fue inevitable no hacerlo.
¿Por qué el amor dolía?
****
Diez horas después, la rabia no cedía y la decepción escalaba en cada momento. Técnicamente no tenía por qué estar enojada, no éramos nada. Sí, éramos los padres de Sebastián y Susan, pero porque terceros intervinieron y no porque él lo quiso.
—Buenos días linda —saluda Margaret y se detiene al ver mi rostro —¿Has llorado?
—Pasé mala noche Margaret.
Me mira preocupada y recibo la taza de te en silencio. No podía decirle que fue por culpa de su hija o de Jason o de mis imaginaciones.
—El mundo esta loco —gruñe entrando a la cocina —Julia llega de improviso, se encierra en su habitación y se niega a hablar. Su padre no contesta las llamadas, tu no les contesta las del joven y encimas has llorado ¿Qué sigue?
Solo me quedé en que Julia regresó, todo lo demás lo guardé en cosas sin interés. Estaba sola en la casa, la señora Fiorella me había invitado a una barbacoa, pero desistí de la invitación y envié a los niños.
—Gracias por el desayuno —agradezco levantándome cuando siento los pasos detrás de mi y el inconfundible olor del perfume de Julia.
No he acabado de sentarme en la banca, cuando un auto cruza las rejas del jardín. El inconfundible logo de la multinacional en letras doradas sobre sale en la distancia. Lo observo bajar con la maleta en manos seguido de Terry que no trae buen rostro.
—¿Dónde está? —le escucho decir al hombre cruzando el jardín.
No entiendo lo que sucede, en mi cabeza todo estaba claro. Por lo menos así fue en lo que quedó de la noche en que no pude conciliar el sueño.
—¿Qué te dijo? —me pregunta a quemarropa —Julia que te dijo. —explica guardo silencio.
Me abrazo a mi misma y afirma dando media vuelta. Con sorpresa e indignación observo que soy ignorada y sigue a Terry a pocos pasos.
Jason
Terry escuchó lo suficiente para no querer explicaciones. Por lo menos, no mías. De quien sí las quería era de su hija y le dio el tiempo suficiente para vestirse. Mientras lo hacía lo lleve a la terraza y le pedí calmarse.
Entendía que era algo fácil de pedir, pero difícil de obedecer. Le di un trago del whisky más fuerte y mientras lo veía lo observé llorar como un niño. Su esposa se lo había advertido y las mujeres eran expertas en esos temas.
Me confesó que en más de una ocasión la habían pillado espiándome. Algo que no seria tan incomodo de escuchar si no fuera porque lo hacia mientras yo me vestía. "—Se que para usted es solo una chiquilla. Espero que con lo sucedido hoy entienda los motivos para querer irme"
Lo entendí hace algún tiempo, cuando sus acciones ocasionaron daño en Evy y un gran susto en Sebastián. Inclusive cuando su nombre salió a relucir como posibles personas que pudieron dar información de la casa.
Cuando se pierde la confianza en cualquier esfera, lo más sensato es hacerte a un lado y romper cualquier lazo. En el caso específico de los Nielsen no podía dejarlos en la calle, papá y Gregory pensaban lo mismo.
Los Nielsen serian dueños de un super cerca a una zona escolar. El local contaba con vivienda justo al lado y tenía todas las garantías para ser un sitio prospero. Hasta hace unas horas me sentía mal porque se fueran de casa y lo veía excesivo.
Mientras esperábamos la salida de Julia yo decidí llamar a Evy. La sorpresa que me lleve fue tan grande y el enojo igual que no pude disimular. Entré en búsqueda de Julia dispuesto a sacarle a la fuerza si era posible que habló con Evy.
Una llamada recibida de ella de 53 segundos me alarmó. No estaba en la habitación y ninguna muestra que había estado. Confesar a su padre le motivo de mi disgusto no fue fácil, recordé al Karam y a mi hija. La decepción dio pasó a la rabia y en ese punto, éramos él y yo contra ella.
El viaje a casa lo sentí largo, por que Evy no me levantó la llamada. Aquello solo me hizo pensar lo peor. Terry por su parte, había llamado a la pensión en que vivía su hija y recibió el tercer golpe de la noche.
Julia se había mudado un mes atrás y la anciana dueña el lugar estaba seguro no acudía a la universidad. Algunas compañeras que tenían sitio con ella le dijeron que llevaba veinte días sin ir.
El ambiente se tensó aún más cuando Nikolái me avisa que Julia estaba en casa. Podía prestar mi servicio para ir a Irak o a Ucrania, con tal de no pasar por un momento tan incomodo. Sin embargo, para Terry todo estaba muy claro, era inocente y él podía asegurarlo. "—Le aseguro no dudará de mi"
Yo esperaba que no fuera necesario su intervención.
Lo rogué al bajarme del auto y notar que ella no miraba en mi dirección. Cuando me vio con decepción y como si fuera el peor de los seres. Se fue de casa antes de acabar la reunión minutos después de hablar conmigo. Mamás asegura que fue solo minutos y al volver las chicas regresar de ayudarle a llevar a mis hijos.
No tengo claro cómo se manejan los temas de amor y celos, soy novato en esto. Decidí hacerlo conforme mi experiencia. Eso era, buscar el fallo y exponerlo a los ojos de todos.
Crucé el jardín siguiendo a Terry que buscaba a su hija y la encontramos desayunando. La sorpresa por verme allí no pudo disimularla, ni yo el enojo por sobre pasar los limites de mi paciencia.
Terry se acerca a su esposa y le susurra algo al oído. Acto seguido la mujer gira con violencia y sus ojos lanzan chispas hacia su hija. Agradezco el voto de confianza, ambos no dudaron en mi inocencia. Quizás porque ya sabían los alcances de su hija y el que se negaba a aceptarlo era yo.
—¿Qué le dijiste? —pregunto y me mira inocente.
Su madre deja el paño de cocina y se acerca a la mesa. Yo mantengo una lucha entre mi lado razonable y el deseo de sacar verdades como o se hacer. ¡Centrado Frederick! es una chica. Me dice una de las partes. Que te ha tocado las pelotas. Me recuerda otra.
—¿A quién?
Tengo derecho a defender y no he sido de los que soportan este tipo de ambientes. No me importa quien es ella o la buena disposición que tenga para ayudarla. Eso pierde validez cuando ella ha querido dañar a Evy.
La tomo por uno de los brazos y salgo con ella casi arrastra hasta el sitio en que esta Evy. Se levanta lentamente al la escena y nos mira a uno y a otro.
—¿Qué le dijiste? —insisto —repítelo delante de ella. —insisto escuchando el llanto de su madre detrás. —la hiciste llorar, dañaste el momento con mi familia. Le hiciste daño a la madre de mis hijos y, por ende, me lo hiciste a mí. —detallo cada vez más molesto y la suelto asqueado al ver que no habla —¿Qué te dijo?
Evy no mira en dirección a Julia, sino detrás de mi y se a quien ve. Sus hermosos ojos se humedecen y su barbilla tiembla.
—Una tontería —habla al fin y me jode escuchar como su voz se rompe —¿Podemos hablar esto en privado tu y yo? —su pregunta es casi un ruego y guardo silencio.
Ella demuestra el cariño que le tiene a la pareja al no delatar a su hija. Aquel gesto debería ser agradecido por Julia, pero en respuesta solo se aleja sin decir nada.
—Gracias —habla Margaret al llegar a ella y besar ambas mejillas —siempre supe que había en ti una princesa con rostro de ángel. —toma mis manos y luego la de ella arropándola con las suyas —gracias a los dos. Lamento el mal momento con ella... te pido ...
—No tienes nada que disculpar —le interrumpo—quien debe darlas soy yo —niega soltando nuestras manos que quedan enlazadas.
—Ella sabe como sueles reaccionar a la traición y esta lo es. —sonríe con nostalgia y se aleja de nuestro lado.
—Lo que sea te dijo... —cierro los ojos y suspiro.
Pensé que lo peor era tener que decidir si irme dos años o no, si dejarlos aquí y llevármelos. Abro los ojos y me encuentro con los de ella viéndome preocupada.
—No quiero detalles, no los necesito —sonríe y tiro de ella para abrazarla.
—¿Seguro fue una tontería? —insisto y afirma.
—Debí darme cuenta anoche, fui una tonta. —comenta pasando sus manos por mi cintura y apoyando su mejilla en mi pecho. —¿Cuánto tiempo será esta vez?
—Fue un error —le miento —mi regreso si es dentro de dos meses.
Después de eso no tengo idea...
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