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Capítulo 23


Evy

El nudo que dejó en garganta el caso de Salomé Rubio es difícil de quitar. Inicialmente no sabía de lo que se trataba y me limité a escucharle. Un accidente en que alguien murió, su hermano se culpó de todo para que él pudiera cumplir su sueño.

El expediente que había recolectado el señor era más detallado. Un resumen de todo lo que fue la vida de Salome con su prometido y el tormento que vivió desde que un hermano de éste se vino a vivir a este país.

Una chica con muchos sueños, embarazada y enamorada. Como ella había muchas, pero que fuera asi no le quitaba lo escabroso. Dejo el expediente en la escritorio y me dirijo al bar. Necesito de algo fuerte para quietar el sabor amargo que dejó en mi boca aquellos extractos del diario de ella.

Damián me dijo que confiaba en el sistema judicial de América, estaba convencido que saldría sin mezclar a la mujer. Leyendo ese caso las dudas que tenía aumentaron. Tomo la copa y la lleno un poco más de la mitad con los extractos de la conversación con Damián en mi mente y este endemoniado caso.

¿Por qué me dijo que lo leyera? ¿Por qué le hiciste caso Klein?

Flashback

Lo encontré sentando en una silla detrás de una mesa, ambas manos encima de ella y su cabeza reposando en actitud de rezo sobre las mismas. Antes de anunciar mi presencia miro a mi alrededor y muerdo mis labios para no llorar.

Es deprimente ver el sitio en el que está, no es posible que Magda lo crea culpable. Hizo cosas malas en su juventud, pero porque está lleno de odio.

El abogado de Damián comentó lo atípico que era este encuentro. Lograron que pudiera verlo en un sitio con menos personas, ya no eran reos los que nos podrían ver. Era dos guardias y la habitación tenía un enorme espejo que causaba intriga.

—Damián —le llamo y alza el rostro de forma brusca.

—¿Qué haces aquí? —su ceño se frunce y su mirada se vuelve dura al seguir —Le dije que no te expusiera...

—Tenía que verte, le rogué que lo hiciera.

Me abrazo así misma sin dar un paso más y niega alzando las manos. Me muestra las cadenas que le impiden acercarse y un guardia me indica sentarme.

—No puede acercarse —advierte al notar que doy un paso hacia él. —mantenga la distancia señora y estará bien.

Damián me indica obedecer sin chistar al notar como miro al guardia y me siento en el sitio que se me ordena. He escuchado que algunos sitios carcelarios golpean a los reclusos dependiendo de su delito. Es una forma de recibimiento un tanto cruel. Damián no se ve golpeado, aunque esta delgado y con ojeras.

—Los niños ¿Cómo están?

Se ha resignado a mi presencia y su aspecto molesto se relaja. Mis hijos, ya puedo decir que lo son y a Damián le gustará saberlo.

—Desde hace unas horas son Klein legalmente —respondo orgullosa estirando mis manos para tomar las suyas —ya caminan y ampliaron su vocabulario un más de papá y mamá.

Afirma sin dejar de verme, no dice nada y se limita a vigilar mi rostro. Mi cuerpo sigue alterado por ese beso y el recuerdo de cómo me sentí en lo que duró

—¿Y tú? —pregunto. —¿Cuándo empezarás a hablar?

—No lo hice y es todo lo que ellos deben saber. —aprieta mis manos con fuerza antes de seguir — Si hicieran su trabajo hallarían al verdadero culpable y notarían que hay coincidencias entre este caso y el de nuestros padres.

—¿Cuáles coincidencias? —interrogo inquieta.

—Solo son conjeturas, —niega —lo que debe importante es que saldré de aquí en cuanto estos incompetentes descubran que tiene cerebro.

La calma con la que habla y su comportamiento me alivian, aunque sigue estando en prisión y eso sigue oprimiendo mi pecho. Tengo un hermano al que no puedo disfrutar porque está acusado de asesinar a sus padres... Adoptivos.

—¿No hay nadie que pueda corroborar lo que dices? —insisto —las cámaras de seguridad se dañaron...

—Creo en la justicia de este país y en mi inocencia. No es necesario exponer a nadie a este escándalo...

—¿Esta aquí? —bufó al ver que afirma y niego —¿Cómo puede permitir que estes aquí? Sabe que eres inocente.

Toma mis manos para calmarme y las aprieta cuando nota no causa efecto.

—¿De dónde conoces a Nikolái?

—No lo conozco —corrige.

—¿Por qué estoy con alguien que no conoces? ¿Cómo contratas a un desconocido?

—No fui yo el que lo contraté —sonríe cuando junto las cejas —va a cuidarte muy bien, estas en buenas manos. —Besa mis manos antes de decir —ignorar o fingir hacerlo puede salvarnos la vida.

Fin del flashback.

Me llevo la bebida a boca y vacío el contenido en mi garganta. El ardor de la bebida pasa por mi garganta y sacudo la cabeza mientras dejo el vaso en la mesa. La lectura de hace unos minutos baila en mi cabeza en un desfile dantesco.

Salgo al jardín y detallo todo el sitio, descubro algo que no vi al entrar. El estado alterado del señor me impidió verlo, creo que él tampoco fue consciente. No había hombres en la caseta y tampoco rastros de Nikolái o su perro. El claxon de un auto me hace saltar y miro hacia la calle. Desde donde estoy me es imposible saber de quien se trata.

No parece querer entrar, más bien llamando a alguien. Avanzo a pasos lentos hacia la reja consciente que estoy sola. Sonrío al ver al quien está tras el volante y me sonríe.

—Ha pasado mucho tiempo ¿No te parece?

—Tantos que no recuerdo —confieso y afirma —¿Qué te trae por aquí? El señor está en la casa grande —señalo la mansión alterna y mira hacia allá.

—En realidad vine por ti ¿Crees que podamos hablar? En otro lugar, aquí siento que me espían —sonrío porque he tenido la misma sensación.

—Voy por el móvil y le marco al señor —doy media vuelta y su voz me detiene.

—Se trata de Damián —sus palabras me hacen dar media vuelta y verle —se con quién estaba ese día y donde trabaja. —mira el reloj y luego a mi —tenemos una hora para llegar su turno acaba en ese tiempo.

No tiene que decirme más y avanzo todo lo que mi pie me lo permite. Sale del auto y me abre las puertas ayudándome a entrar. Se instala detrás del volante y en segundos estamos en la vía.

—¿Quién es? —pregunto anhelante y me ve sonriente.

—Reirás cuando lo sepas y con los motivos por lo que no la ha mencionado —explica —se llama Christine O'hurn y se fue con ella a Berlín.

—¿Son los O'hurn que creo? —afirma y abro los ojos.

—Se escapó con él ayudada por su hermano, mellizo, por cierto —comenta —su padre les dio un ultimátum debido a las constantes quejas de ambos. Han estado en la estación innumerables veces y en todas ellas por participar en piques ilegales.

—Esto es diferente —comento viendo la calle y el rumbo que está tomando —¿Trabaja fuera de la ciudad?

Noto que lleva guantes negros y esta armado. La imagen inocente y amigo empieza verse borroso.

—Se casó con Damián en Berlín... a escondidas —sigue ajeno a mi pregunta —pero no fueron a eso... —me mira a los ojos y sonríe, sin humor. Una risa vacía carente de empatía y llena de maldad. —Le dije a tu tío que lo mejor era no dejar testigos y aceptó... cambió de parecer al verte.

Mató a mis padres, ese hombre mató a mis padres. Grita mi mente y lo veo sonreír con la vista fija en la vía. Aprieta ambas manos en el volante y apoya su dorso en él, como si lograra contener su cuerpo.

—Konrad necesitaba los servicios de un investigador y a mí me habían sacado de la fuerza —sonríe —seguía gustándome aquello y pagaban bien, me ayudaba a darme ciertos lujos. Encontré la verdad poco a poco, la cercanía con el doctor y la amistad entre mis padres ayudó. Damián me descubrió... pagó mucho más por mi silencio y prometió la fortuna de tu padre si le ayudaba a deshacerme de ellos.

—¿Asesinaste a Susan? —le pregunto y niega —¡Lo hiciste! Cuando ella empezó a...

—¡No! —grita golpeando con fuerza el volante —lo hizo tu tío, les pagó a sus compañeros para ponerla en la línea de fuego. —lo dejo hablar distrayéndole mientras busco el manubrio de la puerta.

¡Los policías! Aquello me permite darle sentido a los diálogos que tenían el día que fui a ver a Dayanne. Me concentro en lo que dice y en buscar el mejor lugar para huir.

—No sabía lo que hacía, lo hice demasiado tarde...

Su hermana ya estaba muerta y no había nada que hacer. Mi tío se ofreció a limpiar el apartamento de Susan, sabía que allí estaba lo que ella había investigado.

—En adelante tuve que estar al pendiente de ambas investigaciones la de papá y la de Jason. No quería asesinar a nadie más y me fue fácil darle a uno y a otro pistas malas—vuelve a reír a un más fuerte —pero mi hermana parece joderme la vida desde el más allá... —golpea el volante con más fuerza —fue mi pesadilla desde que nació y la vergüenza de mi padre cuando supo que era homosexual.

Disminuye la velocidad al llegar a un semáforo. La calle estaba sola, pero sin dudas él no iba a detenerse a recogerme si lograba caer como se debe no me haría tanto daño. Cuento hasta tres, cuando el semáforo esta por cambiar abro la puerta y me lanzo a la calle. Pierdo la conciencia cuando mi cabeza impacta contra algo y todo se torna oscuro.

(...)

Abro los ojos y me encuentro de frente con unos ojos grises viéndome preocupados. Acaricia mi rostro con algo húmedo mientras dice algo que no alcanzo a escuchar.

—¿Puedes hablar? —me pregunta y le veo a los ojos —¿Sabes quién soy?

—Mi jefe y el padre de mis hijos —logro decir con dificultad y sonríe —¿Con quién dejaste a los niños?

—Eliú está con ellos —explica pasando una mano por mi cabello. —están bien, no te preocupes. ¿Sabes quién es Eliú?

El hermano divertido de Susan, lo vi en pocas ocasiones. Lo suficiente para darme cuenta de que era un hombre de excelente buen humor. Fue despedido de la armada por que aceptó un soborno de un traficante, algo no pudo confirmarse.

El general creía ciegamente en él, Susan aceptaba que su hermano mayor le gustaba el dinero fácil. Estaba al pendiente desde entonces a la empresa de su padre, una de mensajería que cubría varios países.

—¿Qué sucedió?

—¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunta una segunda voz y al buscarla veo al señor Matthew apoyado en la pared cruzado de brazos.

—Estaba en el jardín de la casa, había leído ese expediente y los detalles me habían alterado. —los veo afirmar y miro al señor Jason confundida. —el claxon de un auto insistente ...

En adelante todo está en blanco como un lienzo sin pintar. Tengo la misma sensación que cuando estoy frente a uno y no sé porque trazo iniciar. Mi rostro confundido nos alarma, más al señor Jason que a su hermano.

—¿Nada más? —me pregunta el señor Matt y sigo intentando recordar.

El rostro del señor Jason se oscurece y aprieta los labios viendo en dirección a su hermano que luce bastante tranquilo. Me explican que ingresé hace veintiséis horas y gracias a un taxista que me reconoció por el escándalo de mi tío y el arresto de Damián. Me auxilió y presenció el instante en que me lancé de un auto en movimiento del que solo logró sacar la placa.

Era perseguirlo o socorrerme. Optó por lo segundo al reconocer quien era y me llevó al hospital de quienes había leído trabajaba como niñera.

—Me lancé de un auto en movimiento —repito y el señor afirma a la expectativa de lo que diré.

—¿No lo recuerdas? —niego porque lo último que recuerdo es salir al jardín y el sonido de un claxon. —¿Segura? ¿Quién era el auto

—Jason —la voz de advertencia del señor Matt lo hace callar. —es un verdadero milagro que estes con vida...

—Tengo un ángel...

—Te pido no abusar de él —me advierte el señor y sonrío. —supe que eras peligrosa el día que te vi luchar con ese ladrón.

Saca el móvil de su bolsillo y se aleja varios metros para hablar con alguien. En ese espacio de tiempo su hermano se acerca y monitorea todos los aparatos a los que estoy conectada.

—Es probable que sientas dolor y bastante normal debido a tu estado —afirmo y señala mi pie —hubo que volver a hacer cirugía, los incisivos están partidos, tienes un coagulo en la cabeza que hay que intentar disminuir cuanto antes—señala y afirmo en silencio lo que le hace sonreír —esa sensación de vacío se irá perdiendo poco a poco, pero llegaran dolores fuertes.

—¿No era cardiólogo? —le recuerdo y afirma bastante divertido.

—El neurólogo que te está atendiendo se encuentra en cirugía—explica—me he puesto al tanto de todo y me alertó de los riesgos que tendrías. La pérdida de memoria es uno de ellos, puede que los mismos que Sebastián ... solo que un poco más delicado ¿Lo recuerdas? —afirmo y ambos vemos al señor acercarse.

—Era mamá —nos comenta moviendo el móvil distraído —se negó a dejar a Sebastián y Susan con Eliú, alegó que eran Klein y no Cass. —me mira y sonríe —Te envía saludos, en cuanto los duerma vendrá a verte.

—Espero no se ofenda... —habla su hermano —igual a mi madre le importara tres pepinos si es asi. Tendremos que esperar cuál es el paso para seguir...

Si bien tengo la vista fija en su rostro, sigo intentado recordar algo más. Las innumerables preguntas sin respuestas inundan mi cabeza y se tropiezan entre sí. 

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