6. "Casi"
» Para nada me asusta el peligro, pero si la consecuencia última: el terror.
.....
Eider.
Estaba tranquila, había aceptado que no iba a ser fácil volver, que la nostalgia y los recuerdos le iban a dañar, pero era lo que tenía que hacer.
Si Yei volvía pronto (como había prometido), Eider podría vigilarla a ella y a Fredrika mucho más de cerca para cerciorarse de que no hiciesen ninguna locura, nada de poseer cuerpos ni manipular mentes, debían ser unas chicas normales, o al menos hasta descubrir una solución.
–¿Cuándo piensas venir? —Se estaba comunicando con Yei.
—He conseguido manipularlos, estaré allí pasado mañana. —Se sentía como con tristeza, con decepción a sí misma.
Eider esbozó media sonrisa, había conseguido que la tailandesa llegase finalmente, eso le daba mucho más poder.
—Vale, nos veremos en Weilotte.
—Eider.
—¿Sí?
Pudo percibir el nerviosismo en su ser. Aún a casi diez mil kilómetros de distancia, parecía como si estuviesen cara a cara, estaban tan unidas que a veces agotaba.
—No sé dónde me voy a alojar.
—Consíguete un hotel, aquí hay muchos.
Ahora, era ira lo que emanaba Yei, eso a Eider no le ayudaría en nada, no podía darse el lujo de tener mala relación, no en esos momentos. Así que intentó apaciguarla como pudo.
—Oye, te puedo prestar dinero si es lo que necesitas.
—No lo necesito, ¿olvidas que mis padres son políticos? Lo que necesito es no sentirme tan sola, y perdona por decírtelo, pero un hotel para una adolescente no es la mejor opción, ¿olvidas que tengo diecisiete?
—Le diré a Fredrika que te haga compañía.
—Sí, creo que va a ser mucho más empática que tú, ni si quiera te ofreces para pasar un rato.
Eider pensó en responder, pero Yei bloqueó su mente, prohibiéndole la entrada, aunque claramente podría obligarla (ya lo había hecho en otras ocasiones), eso solo empeoraría las cosas.
Tras la larga charla mental con la chica (nótese el sarcasmo), Eider decidió ir a comprar para mantener al menos algo satisfecha a Ermine, la cual claramente seguía molesta por el comentario lleno de odio que Eider lanzó.
Las calles de Auckland estaban bastante más llenas que las noches anteriores, claro que eran apenas las ocho pasadas. Algunas personas decidían aprovechar su tiempo cenando en restaurantes con su pareja, con amigos, o incluso solos. Otras, preferían pasear aprovechando los grandes jardines que crearon.
Ya estaba anocheciendo, esa era más o menos la hora punta, donde la mayoría de personas solían rondar en busca de algo que hacer.
Eider decidió ir a una tienda cercana donde vendían un poco de todo, desde ropa y accesorios hasta comida precocinada y medicamentos. Se podría decir que era más una fábrica pequeña que una tienda o bazar.
Usualmente no había visto a mucha gente ir a aquel lugar, por eso le llamaba tanto la atención.
« Sólo necesitas encontrar algo que le pueda gustar a Ermine »
Pensó, mientras se dirigía al sector de accesorios. Aunque no se sentía arrepentida, no le apetecía ver a Ermine todo el día enfadada, era agotador.
A su tía le encantaban los anillos, de hecho de sus muñecas colgaban pulseras y en sus dedos índice y corazón, había anillos plateados.
Ermine era una mujer moderna, también se debía a que no era tan mayor, sus cuarenta y tres años parecían mucho para lo que en realidad eran. Si veías fotos antiguas, ella siempre estaba "a la moda". Le apasionaba todo lo relacionado. Cualquiera podría pensar que era modista, o diseñadora.
En parte llevaría razón, terminó siendo organizadora de bodas, por la decoración, sobre todo. Además casi siempre le solían pedir opinión sobre el vestido de la novia, qué color quedaría mejor con sus tono de piel, cuál no le favorece...Ermine siempre tenía respuestas.
Vio un anillo fino de bisutería con una cruz en horizontal. Lo cogió para comprobar cómo quedaría en su dedo, que no era tan diferente a la medida del de su tía.
—Por Dios, ¡llevamos más de media hora aquí!
—¡Estoy intentando tener un detalle, es difícil!
—¿No ves la variedad de cosas que hay? ¡Por supuesto que no!
—¡Sí que las veo, no me convencen! Agh...eres un cabeza de melón.
—¡¿Qué significa eso?!
Reconoció aquellas voces. Provenían de Erik y Reign, que aparentemente se encontraban en la otra parte del estante. Eider rodó los ojos mientras pensó en la cantidad de tiendas que había, para que hubiesen ido a aquella justamente.
Continuó andando hacia el final de aquel pasillo, las voces de ambos chicos se seguían escuchando, pero con menor intensidad. Realmente podían llegar a ser un completo incordio.
Aquella zona estaba poco alumbrada, pero Eider se había dado cuenta hace tiempo de que era porque estaban las cosas que nadie quería, a veces resultaban ser muy bonitas.
Vio otro par de anillos, pero ninguno le terminaba de convencer, solo el del principio. Así que decidió volver para ir a la caja.
« Eider. »
Los vellos de la nuca se le erizaron al tiempo que un escalofrío recorría su columna vertebral. Fue como si él estuviese allí presente, lo cual era imposible, por supuesto, pero en aquel momento lo sentía cerca. Dejó de escuchar a los chicos, sólo podía prestar atención al hedor que estaba apareciendo.
Un hedor a podrido, que parecía no venir de ningún lugar, porque allí no estaban las tuberías, pero que olía cada vez más fuerte.
Giró lentamente sobre sus talones, no sentía miedo, no solía sentirlo, pero él...lograba hacerla sentir todo aquel sentimiento desagradable. Miedo era el más común, seguido de angustia.
Cuando estuvo completamente girada, de modo que podía ver a la perfección lo que fuese que había, se quedó paralizada. El gas negro que comenzaba a formar una nube espesa cada vez más grande provocó que retrocediese unos cuantos pasos.
« Es él. »
Todavía no podía obtener una silueta, ni si quiera era capaz de ser una sombra o raíces, era gas, poderoso, letal, agobiante...pero gas. Era un aviso de que estaba llegando. Era él. Él y sus ganas de ganar siempre. Él y su afán por regresar.
Solo ella puede regresar.
Tragó saliva al tiempo que intentaba no estar alterada. Sólo necesitaba absorber su miedo, su angustia, y todo lo que había creado antes se iría a la mierda. Si lo volvía a hacer, ella volvería a caer en un cuerpo sin sentimientos, le arrancaría la parte que más anhelaba tener. Le quitaría el poder sentir.
—Así que tú, de nuevo.
El gas reaccionó expandiéndose bruscamente más y avanzando hacia la chica.
—Sabes que no puedes tocarme ni si quiera, no tienes fuerza suficiente, ahora mismo eres un inútil...no eres nada.
Se expandió todavía más y con un movimiento ágil rodeó el cuerpo de Eider.
—No puedes ni si quiera hacerme un rasguño, tú no.
Empezó a acorralarla. Eider notaba cómo él se quería meter en su mente, físicamente quizás no le podía hacer nada, pero mentalmente él siempre fue más fuerte, él era como un Dios y nadie lo superaba.
« No le puedo permitir entrar. »
Hacía demasiada presión, pero Eider confiaba en sí misma y eso, la confianza en uno mismo, era y es lo más importante.
—No voy a permitirlo —soltó una leve risa, sabía muy bien lo que le hacía cabrear.
Él seguía presionando, Eider se tocó las sienes por el dolor y cerró los ojos lo más fuerte que pudo.
—Sal de mi puta cabeza o te juro que acabaré contigo.
Soltó un gemido de dolor al tiempo que chocaba contra el estante, provocando que algunos objetos cayesen al suelo, escuchó cómo algo se rompia a su lado.
—¡Sal de aquí, hay personas!
Era una amenaza, pero siguió presionando su mente hasta que logró meterse, al principio ella no se dio cuenta, estaba demasiado ocupada en tratar de no gritar por el dolor para que Reign y Erik no lograsen escucharla, luego, le fue imposible.
Finalmente, soltó un grito de dolor mientras se retorcía en el suelo. No iba a matarla, eso no le servía de nada, pero iba a torturarla muy seguramente.
—Hay...p...personas —en sus oídos comenzó a sonar un pitido cada vez más fuerte.
Su respiración comenzó a ser agitada, sus ojos se tornaron blancos y de su cuerpo comenzó a desprenderse un gas azul, que poco a poco se convirtieron en raíces. Estas, horrorizadas por el peligro que él suponía, comenzaron a envolverse alrededor del cuerpo de Eider, como si de un peligro físico se tratase.
Ella dejó de retorcerse y su respiración dejó de ser tan agitada para empezar a ser casi inexistente. Hasta un mero suspiro le costaba ser expulsado. Eider se encontraba tumbada en el suelo, parecía muerta, sus ojos estaban abiertos pero permanecían blancos, tornándose a grisáceos. En su piel, se fueron trazando los dibujos de unas raíces que ascendían por su cuello.
« Me van a ver, me van a descubrir, me van a matar. »
—¿Habrá pasado algo? —La voz de Erik se oía tan lejana, que apenas logró entender lo que decía.
—Ni idea... —continuó hablando, pero ella no fue capaz de escucharlo.
« Me debo despertar. »
Pestañeó un par de veces, sus párpados pesaban pero hizo un esfuerzo. La respiración era calmada e intentaba recomponerse.
Echó un leve vistazo, se dio cuenta de que a su alrededor había objetos tirados y pedazos de cristales de las urnas que habían caído al suelo.
—Vamos a ver.
La voz de Erik hizo que pensase con más claridad.
« Me van a pillar. »
Decir que se había chocado podía colar, era una vaga opción y algo rebuscada, pero pasaba a menudo, ¿no? Cualquiera lo creería.
Se sentó pegada al estante y, mientras escuchaba los pasos cada vez más de cerca, fingió como pudo algo de dolor en su cabeza, lo cual no era falso ya que el dolor realmente estaba, pero en esa ocasión habría sido por algo distinto.
—Te lo dije, hay una persona allí.
—Sí, vale, como digas, vamos.
Apresuraron el paso hasta quedar a unos centímetros de distancia de Eider.
—Oiga, ¿está bien? —preguntó Reign viendo como la persona se frotaba la sien con delicadeza.
Eider alzó la vista y fingió sorpresa, después suspiró.
—¿Eider? —Erik se acercó más a ella —¿Pero qué ha pasado? ¿Estás bien? Por Dios, que estupideces digo, claro que no estás bien.
Se puso de cuclillas en frente de ella, su rostro expresaba preocupación, Eider notó cómo estaba alterado, al contrario de Reign, que permanecía inexpresivo y la escena no pareció causarle nada. No le dio más importancia.
—Sí, solo me he dado en la cabeza con una de esas cosas. —Hizo un gesto para quitarle importancia.
—Creo que deberías ir al hospital.
—Erik, estoy bien —Inevitablemente, su tono pasó de ser cálido a un frío y distante —, solo necesito levantarme e intentar arreglar el desastre que he provocado.
Erik la observó unos segundos, antes de levantarse y ofrecerle la mano, pero ella prefirió hacerlo por su cuenta. Se trataba de fingir un poco de dolor, no de quedarse discapacitada.
—Voy a ir a la caja —dijo una vez de pie.
—Te acompaño, ya sabes, por si te caes por una contusión o algo así, la verdad es que nunca se sabe lo que...
—Erik. —La horrorizada voz de Reign llamó la atención de ambos.
Erik se quedó mirando a su amigo, pero Eider giró la cabeza hasta donde este señalaba.
« Mierda... »
¿Cómo había sido capaz? Todo este tiempo lo tuvo planeado y ella ni si quiera se dio cuenta, ni si quiera contempló esa posibilidad, no pensaba que fuese tan fuerte, no pensó, no analizó las cosas lo suficiente.
« Soy una completa estúpida. »
Él era aún más gilipollas de lo que pensaba que podía llegar a ser. La chica no entendía el por qué hacía aquello delante de personas, era peligroso y dejaba mucho que decir de él.
La figura de una chica estaba allí, el tono de su piel era gris oscuro, tenía los ojos completamente negros y el cabello que parecía mojado se le pegaba a la cara. Su cuerpo era tan delgado que llegaba a asustar y tenía manchas negras en algunos lugares.
Aquella chica. La que murió hacía unas semanas, estaba allí. Él había conseguido retenerla. Había sido lo suficientemente fuerte como para hacerlo.
« Me está poniendo a prueba. »
No iba a matarlos porque dejaría muchas evidencias. Quería amenazarla, probablemente para hacerle saber que podría matar a quien quisiera cuando más le apeteciese.
Aprovechó que Erik todavía no había girado la cabeza para colocarse delante de la...¿chica?
—¿Qué ocurre? —preguntó Eider, con tranquilidad.
—¡Lo has tenido que ver! ¡Esa cosa está detrás tuya! —gritó, haciendo que Erik también se girase a ver.
El moreno frunció el ceño ante la confusión, ya que no entendía el por qué su amigo estaba tan alterado.
—Reign, no hay nada.
—Apártate. –Él ignoró a Erik —. Apártate ahora mismo.
—No sé qué mierda te has fumado hoy pero deberías darme el nombre —respondió ella.
—Apártate, Eider.
Ella cedió, iba a ser muy sospechoso si no lo hacía, y como si nada hubiese ocurrido, en aquel pasillo solo se encontraban los tres.
Erik comenzó a reír de tal manera, que lo único que se escuchaba era esa carcajada. No era gracioso, de hecho la situación daba miedo por muy "irreal" que fuese, no era gracioso en lo absoluto.
Eider y Reign compartían miradas, él parecía no confiar en ella, ella por su parte sabía a la perfección la inseguridad en el cuerpo del chico, acompañada con vergüenza.
—Vámonos —pronunció.
Erik, intentando aún dejar de reír, dio unas palmadas en el hombro de su amigo.
—Sí...yo también quiero eso que te fumas.
Reign rodó los ojos para girarse sobre sus talones mientras Erik lo seguía rápidamente.
« Gilipollas »
Cuando la chica se aseguró de que ambos estaban lejos, como para que no la viesen, comenzó a andar entre estantes, buscando la figura de la chica.
« Sé que sigues ahí »
La luz parecía haber perdido intensidad, apenas lograba alumbrar más allá de cinco centímetros. Cogió su móvil para alumbrar con la linterna (bendita tecnología moderna).
Con pasos bruscos, casi trotando, logró recorrerse todos los pasillos y encontrarse con eso: nada.
—Eres un completo hijo de puta —espetó, mientras avanzaba hacia la salida.
—Qué hostil, ¿no te parece?
Eider se detuvo al escuchar esa voz detrás de ella. Cerró los ojos y maldijo en su interior, podría haber sido en cualquier otro momento, pero tuvo que escoger ese precisamente.
—¿Qué quieres? —se giró para ver a Reign apoyado sobre un estante a pocos centímetros de ella.
—No me he fumado nada, no soy un puto drogadicto.
—¿Qué tiene que ver ser puto con drogadicto?
El chico soltó una carcajada, como normalmente solía hacer cuando ella le respondía.
—No cambies el tema, Radley.
—Eider —corrigió ella.
—Tengo entendido que te solían llamar Radley, y que casi nadie te llamaba Eider.
—Has entendido mal, supongo que tu corto cerebro no da para entender que es mi vida y que no te incumbe.
Él se encogió de hombros en su sitio, manteniendo aquella expresión divertida.
—¿En tu DNI aparecen todos tus nombres?
—Déjalo, Reign.
Pronunciar su nombre, hizo que el chico se tensara, el silencio retumbó durante unos segundos en los que él intentaba matar a Eider con una simple mirada.
—¿Qué, te has tensado, preocupado por algo? —se burló ella para después soltar una breve risa.
—¿Cómo coño sabes mi nombre?
—Por Erik...al parecer hoy estás que te sales gracias a tu inteligencia.
—Fue a hablar la rara.
—¿Rara por...?
—Porque sé que ocultas algo...lo presiento.
—Entonces dile a tu presentimiento que se tome un Paracetamol.
Las comisuras del chico se alzaron, formando una sonrisa cuánto menos aterradora para cualquier otro, pero no para ella, la verdad es que la chica muerta le había causado mucho más miedo que la sonrisa de un gilipollas.
—En fin, Radley, supongo que nos veremos en el instituto.
—Desgraciadamente.
Sin más, Eider avanzó a paso rápido por el largo pasillo para dirigirse a la caja e intentar arreglar el desastre que se había causado.
Tras pagar las cosas que había roto, despedirse brevemente de Erik y salir rumbo a casa, se puso a pensar en todo lo que había ocurrido.
Hacía tiempo que no usaba sus habilidades, no le había sido necesario tener ayuda de ellas para sobrevivir. Casi la descubrían y eso era un riesgo que no podía sobrepasar, no debía.
Aún se sentía cansada, sobre todo mentalmente, notaba como una parte de él aún seguía allí, como si se hubiese dejado algo para mantenerla atrapada, para hacerle saber que aún continuaba dentro de su cabeza, que tenía control sobre ella.
Pero, afortunadamente, seguían allí. Todo lo que logró construir hasta aquel momento permanecía allí, intacto, protegido como si se le fuese la vida en ello. Los sentimientos continuaban estando dentro de ella, cada vez lograba sentir más, eso era un alivio y un orgullo para ella.
Eso era suficiente para querer destruirlo.
.....
—Ermine... —dijo Eider mientras se apoyaba en el marco de la puerta de aquella habitación perteneciente a su tía.
La mujer se giró para verla mientras se colocaba un collar plateado con una cruz en medio.
—Dime. —Su voz era distante y parecía no querer hablar.
—Tengo algo para tí.
Ermine se sorprendió, frunció el ceño ante aquellas palabras y dio unos pasos adelante hasta quedar a pocos pasos de su sobrina.
—¿Es mi santo o algo parecido?
—No, no...es solo que quería tener el detalle.
Extendió su mano mostrando aquel anillo que, de hecho, iba perfecto con su collar. En aquel momento Eider ni si quiera tuvo ganas de interpretar lo que sentía, más que nada porque quería sobre todo que lo aceptase y ese circo de "te dejo de hablar" terminase.
—Es por lo del otro día, supongo. —Seguía con el mismo tono de voz que segundos antes.
—Bueno...
« No me cuesta tanto fingir, puedo dejar mi orgullo a un lado. »
Su tía alzó una ceja esperando impacientemente una respuesta.
—Sí, creo que lo hice mal y de verdad Ermine... —Bajó la cabeza y sonó su nariz —. Yo me arrepiento mucho de haber soltado aquel comentario. Eres la única persona que me queda y yo lo arriesgo, me arriesgo a perderte por mi humor de mierda y este carácter que tengo. Tú siempre me has acogido, me has querido como nadie lo ha hecho y yo ahora me comporto como una completa idiota...
Quiso continuar, pero su tía la abrazó repentinamente, un abrazo que por supuesto fue correspondido.
« Lo he hecho bien. »
Los brazos que la sostenían se sentían cálidos y necesitados, en aquel momento, fue la primera vez que ella volvió a sentir aquello. Un nuevo sentimiento: necesidad. Y es que, aunque lo había sentido mucho antes, parecía completamente nuevo y desconocido.
—Gracias por todo, Ermine —susurró.
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