2. "Conocidos"
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A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.
...
Kaydei.
Estoy en la nada. Literalmente. Creo que nadie estuvo antes en algo así. O sea, no lo sé, no lo voy a saber, estoy muerta, pero me entiendes, ¿verdad?
Sí, muerta. Como lo oyes. Muer-ti-ta. Fallecida. La he palmado. He puesto los dos pies en la tumba. Me quedaban dos telediarios y ya pasamos al tiempo (de hecho, mañana llueve, abrígate).
¿Qué cómo he muerto? Pues solo recuerdo que estaba subiendo hacia el instituto y una fuerza extraña me sacudió y la palmé, LITERAL. Fue en un segundo, no duró más, ni si quiera sufrí ni nada de eso. Me alegro de no haberlo pasado mal, esperaba morir más mayor, pero qué puedo decir...una vez aquí, aquí me quedo.
Según mis cálculos llevo aquí un par de días, esto es extraño, ni si quiera veo mis manos, solo puedo oír mis pensamientos pero sé a la perfección que estoy muerta y viva a la vez. Porque por mucho que no vea nada, no tenga hambre ni ganas de hacer pis, una parte de mí se reniega a pensar que no estoy dormida.
No duermo, nunca, es imposible.
Tengo un leve recuerdo de varios rostros, creo que nunca vi a esas chicas, pero por algún motivo las recuerdo, lo que sea que me retiene aquí quiere que las encuentre, lo sé, me está preparando para eso, ¿verdad? Para que acabe con ellas, sé que quiere eso porque me hace saberlo. Porque se mete en mi cabeza todo el tiempo y dejo de ser yo.
Una tiene rasgos asiáticos, no sé su nombre, no hace falta; la otra parece extranjera, rusa quizás porque tiene la piel muy clara al igual que los ojos y el cabello, se me daba bien la geografía así que será de Rusia o Polonia, quién sabe; la última parece que es de aquí, es bastante agraciada para qué mentir, tiene unos ojos extraños...nunca los había visto, y un cabello negro azabache bastante largo, neozelandesa seguro.
Ahora tengo que hacer esto típico que probablemente no has visto antes (espero, porque tiene que ser desagradable), así que voy a comenzar a explicarte un poco más de mí.
Mi nombre es (o era) Kaydei Dixon y tengo (o tenía) dieciséis años, solía practicar natación y era una buena estudiante, las ciencias se me daban de maravilla, letras me aburría pero de igual modo siempre sacaba "A+". Fui asesinada el 2 de Noviembre de 2018, los forenses dijeron que tuve un ataque epiléptico y fallecí tras un ataque al corazón. No es cierto, tú y yo lo sabemos.
Tuve una vida feliz y tranquila, como cualquier otra adolescente (y persona, en general) solía tener mis momentos malos pero también muchos buenos y memorables. No merecía morir, ni si quiera sé por qué me ha tocado a mí, nunca hice nada malo e intenté no herir a nadie. ¿Por qué yo?
Porque sí.
.....
Eider.
Estaba golpeando continuamente el bolígrafo de tinta líquida contra el fino papel mientras se toqueteaba la sien izquierda en un gesto de frustración. El bolígrafo hacía continuamente un ruido estresante, pero como no había nadie más en la biblioteca, no suponía un problema.
Tenía que prepararse un examen de historia del arte. En este caso, estudiaba a Mary Hodgkins, realmente le interesaba aquella mujer, casi siempre había estudiado a hombres. "The Pleasure Garden", no era su favorito pero había algo en él que le gustaba. Claro que, también debía estudiar sobre muchos otros artistas, con vidas aburridas pero obras memorables, como siempre.
Escuchó la puerta de la biblioteca abrirse, los pasos resonando cada vez más cerca y una silla siendo arrastrada generando un ruido chirriante. Iba a replicar, pero de todas formas a aquella persona desconocida probablemente no le importaba su opinión, lo sabía porque a Eider tampoco le importaría en su lugar.
—Así que nos volvemos a encontrar —cómo no, Erik.
Eider ni si quiera se molestó en alzar la cabeza, emitió un sonido en modo de saludo y volvió a centrarse —si es que en algún momento se llegó a desconcentrar— en sus apuntes marcados con subrayador verde.
—¿Estás estudiando? —Erik estaba interesado en la chica, no porque le interesara lo que estuviese leyendo, sino porque ella le atraía, físicamente claro, ya que apenas la llegó a conocer.
Eider no respondió, le parecía una pregunta absurda. Era como ver a alguien cómo se cae de una silla y preguntarle si se ha caído, o a alguien llorando y decirle: "¿estás bien?", claro que no, hay que ser muy estúpido.
—Tomaré eso como un sí, yo también voy a estudiar, tengo exámen de química —. El chico abrió su libro y su libreta repleta de post-it.
Eider se dio el lujo de echar un vistazo hacia él, que estaba sentado en frente, vio la libreta y se preguntó cómo alguien podía estudiar así, con unos apuntes tan desordenados. Erik alzó la mirada y de nuevo, no pudo evitar perderse en sus ojos, la chica volvió a fijarse en el papel cuando se dio cuenta.
—Aún no me dejas examinar tus ojos —ella no respondió, él continuó hablando—, o sea, no te lo tomes a mal, son realmente bonitos.
—Lo sé.
Soltó una risa por lo bajo, para que el bibliotecario no le expulsara.
—Perdona a mi amigo por lo de la otra noche.
Eider exhaló un tanto alterada, no por lo del imbécil de ese tal Reign, sino porque Erik no la dejaba concentrarse.
—¿Podrías dejarme estudiar? —soltó.
—Claro, claro, solo que me caes bien y quiero hablar, ¿por qué no te invito a mi casa...?
—Dirás la de tu amigo.
—No, no —negó con la cabeza— me refiero a la mía, donde vivo yo.
—No me apetece.
Erik buscaba aunque fuese, un ápice de interés por parte de la chica, normalmente no le solía costar "conquistar" a algunas chicas —claro que también tenían interés en él—, excepto a Callie, una chica morena, que demostraba tanta seguridad en sí misma, que aunque su cuerpo no fuese tan delgado, ni con curvas, era y sería inalcanzable. Erik estaba colado por ella hasta que Callie encontró a una chica, Everey, y se dio cuenta de que en realidad le alegraba bastante el hecho de que ella fuese feliz.
—Solo será un rato, si quieres puedes tomarte una limonada... —Eider volvió a alzar la vista—, o bueno, una Coca-Cola, lo que prefieras.
Eider se lo pensó, pero no tenía tantas ganas de acompañar a Erik, además tampoco le importaba mucho que a este le sintiera mal el que ella lo rechazase, apenas se conocían.
—Tengo cosas que hacer.
El chico se rindió.
—Como quieras.
Erik volvió a asentir y centró toda su atención en el libro de química. Eider decidió levantar la vista unos segundos, su rostro era algo triste, como cuando le dices a un crío que no va a celebrar su cumpleaños en ese lugar que quería.
—Mamá, mañana cumplo ocho —dijo la pequeña con una sonrisa gentil en el rostro y una emoción conmemorable.
La mujer miró a su hija con un ápice de cansancio, su voz le molestaba y estaba cansada de que le estuviese recordando toda la semana que su cumpleaños iba a ser en breve.
—Cállate —respondió mordiendo un trozo de pan.
—¿Harás una tarta? —la niña no se rindió, no le dio importancia a la orden de su madre.
—¿Yo? —la mujer rió tan fuerte que incluso intimidó a la pequeña— Vamos, no seas ingenua.
—¿Qué es ingenua?
—Que no seas tan gilipollas como lo estás siendo ahora —el padre, desde el otro extremo de la mesa, exhalaba el humo del porro que estaba fumándose.
La cría comprendió lo que significaba
« gilipollas », se lo habían dicho muchas otras veces, acompañados de insultos que a veces entendía y otras veces prefería no averiguar su significado.
No volvieron a hablar lo que duró la comida, que era una sopa (si es que se podía considerar algo más que agua caliente) y unos trozos de zanahoria en el caldo. Radley solía echarle sal para no sentir que estaba bebiendo agua del grifo.
Al día siguiente, volvió a despertarse con ese ánimo infantil que todos los niños deberían tener, fue al salón donde se encontraban sus padres: la mujer, acostada boca arriba en el sofá con un cigarrilo apagado entre sus dedos, y a su padre, con una jeringa dentro de la vena, con la mitad del líquido en esta y sangre cayendo desde su brazo hasta el suelo.
—Papá —susurró la pequeña— ¡MAMÁ!
A la primera no consiguió despertar a su madre, así que dio otra voz, mucho más fuerte que el anterior. La madre abrió los ojos y miró a su alrededor algo asustada, quizás, después su rostro se convirtió en uno furioso al darse cuenta de que la niña era quien la llamaba, y no Brad Pitt, como en el sueño que había tenido.
—¿Qué coño quieres?
Radley no respondió, tenía un nudo en la garganta que no le permitía hablar, no obstante, no derramó ninguna lágrima.
—Maldita cerda, me despiertas y te quedas ahí como si fueses muda, ¿qué pasa?
No respondió, así que la mujer se levantó resoplando y estiró su camisa hacia abajo para que le cubriese por debajo de la cintura, lo cual no pasó.
—Te voy a cortar la puta lengua para que no hables como continúes sin decirme nada.
La cría se limitó a señalar detrás de su madre, ella siguió su dedo con la mirada y cuando se encontró con él tirado en el sillón, sus ojos se abrieron como platos.
Fue corriendo hacia él mientras gritaba a Radley por no haber sido lo suficientemente responsable, la culpó de la muerte de su padre, porque según ella, la cría había manipulado la jeringa, que eso no era morfina, sino veneno.
—Está bien —dijo finalmente.
Erik esbozó una sonrisa mientras miraba con cariño a la chica, que estaba recogiendo sus libros para acompañarlo.
—¿Cómo es que has cambiado de decisión?
—Me has dado penilla, he decidido apiadarme de tí.
Erik rió.
—Gracias, entonces.
Salieron de la biblioteca y tomaron el rumbo hacia la casa del chico. Sí, esta vez sí sería su casa, no la del amigo.
Algunas personas caminaban por la calle, dirigiéndose a alguna cafetería o al supermercado, otras decidían hacer algo productivo por su vida y salían a correr.
Erik y Eider no eran ninguno de esos tipos, solo dos adolescentes conociéndose, caminando despacio por las calles de Auckland, cada uno con sus problemas, con su vida. Dos desconocidos. Nada más. Pero el chico insistía en conocerla.
—Nunca te he visto por el instituto —lanzó espontáneamente él.
« Esperaba esta pregunta, cómo no, tiene interés en mí pero apenas me conoce, no lo entiendo. » Pensó ella.
—No he ido últimamente.
Erik miró de reojo a la chica, ambos caminaban a la par, no se habían mirado en ningún momento.
—¿Estuviste enferma?
—Sí.
—En mi casa se le suele llamar "cuentitis"
Eider no había escuchado antes aquel término. ¿Solían decir aquello los críos? ¿Los adolescentes cuando alguien faltaba a clases? ¿Cómo se supone que se comportaban los alumnos?
No estaba preparada mentalmente para regresar a una escuela, peor si es a un instituto. Pero había tenido tiempo...años, para recuperarse. Un par de veces había escuchado a Ermine hablar con amigas que traía a casa, una de ellas soltó un comentario.
" Bah, no es para tanto, ¿quién no ha discutido con sus padres? Ninguna familia es perfecta, que sus padres sean unos alcoholicos no es nada del otro mundo, hasta yo a veces me paso con los cubatas. "
Pero ni sus padres eran alcoholicos (o no del todo), ni la mayoría de familias tienen padres así.
Su tía no dijo nada al respecto, no la defendió. ¿Necesitaba ser defendida? No, claro que no, pero en ese momento, cuando era frágil y sensible, le habrían venido bien unas simples palabras.
—De todas formas, voy a volver.
A Erik se le hizo rara su excusa, si hubiese ido a Weilotte al menos una vez, le habría visto. Era muy observador con las chicas...bueno, con las personas en general.
—¿Cuándo?
Ella se encogió de hombros.
—Probablemente la semana que viene, no lo sé.
—Yo te veo bien.
—Yo también me veo bien.
Él rió, le gustaba su humor aunque hubiese visto bien poco.
—Me refiero a que no pareces estar resfriada, ni nada de eso.
—No he estado resfriada ni nada de eso.
—Así que...
—Nada. ¿Qué más dará como estaba? Ahora estoy bien, solo necesito estas semanas para ir preparándome y...adelantando apuntes, sí, eso.
Erik asintió, no volvieron a mencionar nada más, él disfrutaba de su presencia y ella se limitaba a mirarlo disimuladamente y pensar el porqué la invitó. En varios momentos se le pasó la idea de que quizás era un secuestrador, que tenía más edad y se hacía pasar por un adolescente. Desechó esa idea al pensar en el plan que debía tener, debió vigilarla durante un tiempo, pero ella apenas salía de casa, solo a correr en las noches frescas, cuando nadie paseaba por la calle.
Finalmente, se detuvieron frente a una puerta, un portal, situado no tan lejos de donde se encontraron por primera vez. El edificio parecía antiguo, la fachada no era moderna, como la zona por donde Eider vivía. Daba la sensación de que por algunas partes estaba incluso quemado, pero probablemente era pintura caída por el tiempo. Sentía que en cualquier momento se iba a caer, porque tenía unos cuatro pisos y no se veía estable del todo.
—Es por aquí —Erik guió hasta las escaleras a la chica, que miraba las paredes mientras se preguntaba cómo habría sido ese edificio al principio de su construcción—. No es como lo imaginabas, probablemente.
—Es feo.
Siempre fue directa, a Erik no le molestó su comentario, al fin y al cabo él también lo pensaba.
—Pero me gusta, no es el típico edificio de ricos con mayordomo y esas mierdas —añadió ella.
Subieron hasta el último piso, había olor a marihuana, le dio nostalgia, pero odiaba el que no le repugnase ese hedor. Debía asquearla al menos, solo la atraía más a aceptar la tentación...de nuevo.
—Las dam... —Eider lo detuvo.
—No digas eso de "las damas primero, por favor", me parece demasiado clásico y no quiero que nadie me considere una dama.
—Entonces...pasa, Eider.
Fue raro escuchar su nombre viniendo de un desconocido (bueno, no tan desconocido ahora), lo dijo con calidez, como... con aprecio.
Erik vio que ella se quedó paralizada, así que preguntó si se encontraba bien, tenía miedo de decir algo que a la joven no le agradase.
—No, no es nada, pasemos —sonrió, entrando junto a él al apartamento.
...
B E H I N D T H E S C E N E S
*Producción abre paso para que Erik y Chelsea se sienten en la mesa de rodaje*
—Me ha gustado, no lo voy a negar, de hecho los shippeo y todo.
*Erik ríe y le da un leve codazo*
—Chezzy, tú shippeas hasta a Trump con el Papa.
—Los vídeos conspiratorios dicen mucho...
—No te puedes creer todo, solo se rozaron las manos.
—Eso es porque no entiendes de miradas.
—Sí que entiendo, si no lo entendiera, ¿cómo las iba a tener a todas colgaditas de mí, eh?
—Ajá...
—¿Ajá?
—Yo no te quiero.
*Erik se pone una mano en el pecho y finge dolor*
—Me has destrozado, un disparo dolía menos.
—Oh, bueno, si quieres voy a por la pistola y lo arreglamos.
*Chelsea le sonríe pícaramente*
—No, no...pero en el fondo sé que me quieres, me lo vengo oliendo.
—¡Producción!
*Producción proporciona un revolver a la chica*
—¿Un último besito?
—Ni de broma.
—Lo estás deseando, Chezzy, a mí no me mientes.
—Te he dicho que no.
*Erik se va a acercar hasta que Chelsea le apunta y dispara, se corta la escena*
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