0. "Bienvenida de nuevo"
...
Bangkok, Tailandia: 1 de Noviembre.
La chica de ojos claros salía de la escuela junto a su típico bolso con estampados en tonos rojizos sujeto en su mano. Las calles estaban repletas de personas, un burullo de gente se mantenía de pie al otro lado de la acera esperando a que el semáforo cambiase de color para poder cruzar.
El ambiente en Bangkok se mantenía algo diferente, como si todo fuese igual pero hubiese cierta cosa que no cuadraba...
Ya había sucedido antes, ella se había sentido de aquella manera en diversas ocasiones, pero esa vez era diferente, mucho más fuerte.
Pensó que era una llamada de atención. Los últimos días no había hecho precisamente buenas cosas, si actuaba de cierta forma y se salía de control, las demás también lo notarían y eso no era bueno para ninguna.
El semáforo cambió a verde para los caminantes, así que ella cruzó junto a las demás personas rezando para que esta vez nadie la empujara accidentalmente provocando que sus libros cayesen a un charco. ¿Cómo se supone que debía explicarle eso a los profesores? Su escuela era demasiado estricta como para andarse con estupideces.
Cruzó unas cuantas miradas con personas que se le hacían conocidas y después continuó andando por la calle hasta llegar a su casa, afortunadamente quedaba a pocos metros. La noche estaba aproximándose y no era muy seguro andar tan tarde por esos callejones.
<< Debí haber tomado el otro camino >>
Pensó mientras se aferraba a su bolso.
Había seguido los consejos de su madre y decidió llevar un spray de pimienta y una pequeña pistola para aturdir que vendían en Amazon a un módico precio.
Así que sacó el spray por si lo necesitaba, siempre prefería recurrir a algo menos...¿violento? En fin, decidió escoger ese objeto antes que electrocutar a nadie y que recibir una condena por homicidio voluntario.
Quedaban unos pequeños pasos para doblar la esquina que llegaba a su calle, pero algo la detuvo. Un ruido. Uno conocido. Sí, de esos. Esos que...ya sabes, los escuchas antes pero no lo recuerdas. La chica tenía muy mala memoria así que aunque le sonaba - y mucho- decidió seguir su camino.
¿Se puede echar gas pimienta a un sonido? Era absurdo.
Finalmente, llegó a la puerta de casa, llamó al timbre y su madre, con una fina bata y un moño recogido en lo alto de su cabellera, abrió la puerta. En su rostro se reflejaba una mueca de alivio.
<< Odio que mi madre tenga que preocuparse por si llego bien a casa. ¿Hasta cuándo será así? >>
— Entra, chang noi -su madre tenía una sonrisa genuina.
La chica se quitó los zapatos y siguió a su madre, que se dirigía al salón, esperando para cenar.
-Mum, voy un momento a mi habitación -la mujer asintió.
La chica tailandesa subió las escaleras y se dirigió a su habitación, necesitaba comprobar si allí, dentro de la casa, el ambiente seguía siendo el mismo. La mayoría de las veces había ocurrido en un lugar donde ella se sentía a salvo, así que tal vez en su dormitorio tenía suerte.
Inhaló el aire...¿era diferente? Sí, no se notaba igual, pero esta vez era como si siempre hubiese estado esa vibra y se dio cuenta en ese instante.
-¿Qué está ocurriendo? -tenía miedo, supo que no debía llamar la atención y aquello no era muy discreto.
<< No debí haber hecho nada >>
Se lamentó.
Se acercó a la ventana y la abrió cuidadosamente, permitiendo que lo que sea que la buscaba entrase.
<< Solo queda esperar >>
Pero no tuvo que ser muy paciente, casi al instante empezó a entrar, no era visible pero se podía sentir, cualquiera podría sentirlo.
-Ya sé lo que has hecho -su mente hablaba, transmitía el mensaje que cierta persona quería.
<< No quise hacerlo, fue accidental y luego...se me fue de las manos >> Pensó, sabiendo que ella lo escucharía.
-Lo comprendo, también me ha pasado, pero debes ser más cuidadosa...¿cuándo vendrás?
<< No puedo dejar a mi madre, lo sabes >>
-Y yo no puedo permitir que esto siga así, las tres hemos hecho cosas que no debíamos y como consecuencia...hoy lo he vuelto a sentir, ¿tu no?
<< Al amanecer, sí >>
-El cambio horario es diferente, aquí eran las una de la tarde cuándo lo noté, ahora parece algo más calmado pero no estoy segura.
<< Nuestra culpa, ¿no? >>
El remordimiento era algo difícil para ella, le venían demasiado amplios todos aquellos sentimientos como la culpa o ira, era irónico que no supiese controlarse, así que si se sentía así, siempre optaba por tranquilizarse y dormir.
-No creo que sea solo nuestra.
<< ¿De quién sino? >>
-Oye, tú solo arréglatelas para estar aquí en menos de un mes, yo me ocuparé junto a ella de posibles accidentes. Recuerda no usar tu mente con otras personas.
No le dio tiempo a formular alguna posible pregunta, ella desapareció llevándose consigo aquel aura y dejando el miedo de la chica.
Esta se levantó del suelo y bajó nuevamente las escaleras hasta llegar a la sala. Su madre la esperaba impaciente.
-¿Por qué tardaste tanto? -preguntó la mujer sirviendo el plato a su hija.
-Se me cayeron los libros y estuve recogiéndolos.
Sabía muy bien como manipular a las personas y hacer que creyesen lo que ella quisiera, pero desde el aviso de su compañera no se atrevía a usar de nuevo sus habilidades.
-Cuéntame, ¿qué tal en la escuela?
-Ya sabes, mum, todo normal.
-Últimamente no me cuentas nada, Yei.
Yei.
...
Auckland, Nueva Zelanda: 2 de Noviembre.
La "llamada" con Yei había salido tal como ella lo planeaba. Era fácil para la tailandesa manipular otras mentes, pero difícil darse cuenta de que estaba siendo manipulada, era ingenua, tan inocente como siempre.
Por eso, aprovechó que Yei estaba asustada y utilizó su miedo para controlarla, de otra manera no hubiese funcionado.
Era cierto que ella también sentía ese aura tan extraño, lo había sentido desde que despertó. Algo estaba sucediendo y pensaba averiguarlo con o sin la ayuda de la tercera compañera.
-Me voy al trabajo, Eider -su tía, Ermine, entró en la habitación sin previo aviso, rara vez tocaba a la puerta o preguntaba si podía pasar.
La chica asintió, esperando a que Ermine abandonase la casa. Al no sentir lo pasos, decidió girarse en la silla para verla.
-¿Quieres algo? -preguntó sin ganas.
La mujer hizo el intento de hablar, pero se detuvo cuando miró a la joven a los ojos, no decían nada pero a la vez eran tan expresivos que costaba mantener la mirada.
-Luego te veo.
Eider encendió su portátil, mientras buscaba en Google el horario del instituto, iba maquinando el plan perfecto.
Un mensaje sonó en el móvil de la chica, pero ella estaba ocupada buscando en internet que ni le dio importancia a la notificación.
Pasados unos segundos, volvió a sonar, esta vez ella echó una ojeada hacia donde el teléfono se encontraba. Quizás era importante, pero luego recordó que apenas tenía cinco personas agregadas a WhatsApp, además de que no contaba con ninguna red social.
Resopló cuando vio que se trataba de un mensaje enviado por su tía en el que claramente la obligaba a ir a comprar.
<< ¿No puede ir ella? >>
Pensó, aunque reflexionando mejor, supo que suficiente tenía Ermine con mantenerla.
Eran las nueve de la mañana y estaba lloviendo bastante, así que se abrigó y cogió el transparente paraguas que se suponía que iba a hacer su función.
Petricor.
Eider amaba ese olor a tierra mojada, aunque en plena época de primavera no solía llover tanto. Aspiró aquel olor cuando puso un pie en la calle.
Tras comprar en el súpermercado y mantener una larga y aburrida charla en la que solo hablaba el panadero, decidió poner en marcha su plan para encontrar a la tercera componente.
Cogió una pequeña mochila negra y volvió a la calle. La lluvia no había cesado, al contrario, ahora parecía más fuerte que ninguna otra vez que había llovido.
<< Esto no puede ser natural >>
La joven empezaba a dudar bastante sobre todo. Aún así, Eider intentaba convencerse a sí misma de que era una simple tormenta, como podría haberlo sido en cualquier otro momento.
Se detuvo por un momento para admirar cómo las personas hacían vida normal, claramente no sabían lo que ocurría en realidad. Ignorando su posible miedo, decidió continuar por el camino que la llevaría a Weilotte School.
Las calles no estaban como en Bangkok, con la lluvia no mucha gente decidía salir de casa.
Subió una pequeña cuesta, muchos alumnos se dirigían también al instituto, ella en cambio anhelaba ese sentimiento y nerviosismo del primer día, el último examen y los recuerdos que se suelen llevar junto a personas 'maravillosas'. Para ella fue muy distinto a todo eso.
Su infancia estaba manchada por palabras que rompieron la parte más profunda de ella. La gente nos suele destrozar de esa forma, siempre.
Pisó algunos charcos, sus botas negras se empaparon y el agua logró calar a través de estas, pero no le importó. Durante el trayecto optó por mirar hacia el cielo, imaginó el amanecer, era precioso, unos tonos azules y morados se unían creando una sintonía preciosa, arruinada por un momento tan horrible.
Eso era lo que ella quería haber visto, en su lugar estaba un apagado cielo azul oscuro con nubes grisáceas poco visibles.
El sonido de los coches la distrajo de sus pensamientos, miró hacia la carretera a su lado y como los estos comenzaban a formar una aglomeración alrededor de algo.
Frunció el ceño.
<< Cruzaré los dedos por que sea simplemente un atasco >>
Anduvo algo más rápido para poder llegar al punto dónde todo sucedía. Los gritos de varios alumnos comenzaban a escucharse cada vez más fuerte y el pánico era tan grande que llegaba a quemar, se metía en la cabeza de la joven y era asfixiante.
Corrió hasta que pudo llegar al sitio, las personas se agrupaban y la mayoría no dejaban de gritar o decir que llamasen a una ambulacia.
Consiguió escabullirse entre algunos estudiantes hasta que finalmente logró ver lo que tanto perturbaba. Una alumna se retorcía en el suelo al mismo tiempo que era sacudida por algo que los demás no veían, pero Eider sí. Podía ver un aura negra, oscura. Como ese ser consumía toda la energía de la chica, hasta que finalmente no lo aguantaba y el agotamiento la mató.
Cuando la pobre adolescente se quedó quieta y toda posible vibra a su alrededor desapareció, aquel ser se había ido, probablemente, a por otra víctima, un silencio abrumador comenzó a producirse.
Eider se alejó de la escena, para ella no era dura, había visto eso cuando todo comenzó, pero para las otras personas no fue un suceso agradable. La gran mayoría sentía curiosidad por lo que le había ocurrido a la ahora fallecida, el pánico se había disipado, excepto por alguna que otra persona que no terminaba de creer que su amiga, novia o familiar estuviese muerta.
Algunos alumnos decidían huir de aquel lugar, una ambulancia estaba llegando y coches de policías también.
Definitivamente su plan se había ido a la mierda.
Mientras caminaba de regreso a casa, sintió la presencia de ella, la tercera chica. Alzó su cabeza para examinar la zona, ya estaba más apartada de los demás, pero algunos estudiantes seguían pasando por su lado. Eider buscó un rostro familiar, ella no debía andar muy lejos cuando pudo sentirla.
Cruzó a la otra acera esperando alguna señal, pero no apareció hasta que vio un callejón, al fondo, estaba de pie la figura que tanto andaba buscando. Compartieron miradas.
Caminó hacia la figura -claramente reconociendo de quién se trataba-. Esta no retrocedió ni un solo paso.
-Supongo que ya lo has notado también, ¿no? -preguntó Eider.
-Por supuesto -el acento sueco de la chica era muy acentuado.
-¿Vas a ayudarnos?
-¿Lo dudabas?
Ambas rieron, aunque no era una risa pacífica, más bien una temorosa. Aunque su relación era casi inexistente, al final sabían que se necesitaban juntas para poder acabar con lo que sea que estaba invadiéndolas.
Eider se acercó más hasta que quedaron cara a cara, los ojos azules de la joven resaltaban mucho más que los de Eider, su claridad los hacía ver casi transparentes, aunque por la poca luz no se diferenciasen tanto.
-Volvemos a estar juntas, Federica.
Federica resopló.
-Te he dicho mil veces que es Fredrika, no Federica, ¿acaso ese nombre existe?-rodó sus ojos.
-Como digas...-suspiró- Me voy, pero ya nos veremos, tenlo por seguro.
Antes de que Fredrika pudiese responder, salió de aquel callejón para ir finalmente a casa, su plan había ido de mal en peor, pero al menos tenía la satisfacción de poder haber hablado con Fredrika. Ahora tenía otra cosa pendiente. Acabar con Él.
†
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