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—¡Payno! Aléjate de mi habitación —gritó Louis agarrando el vaso de plástico a su lado y lanzándolo justo a la cabeza de su amigo.
El quejido de Liam no se hizo esperar, indignado enfrentó a Louis que lo observaba desde el pasillo, el desgraciado poseía un brazo fuerte y buena puntería.
—Serás bestia, Tommo —gruñó el hombre quitando la mano del pomo—. Solo quería usar el baño.
Louis entrecerró los ojos, su rostro no cambió la expresión fastidiada que traía, al contrario, levantó su ceja derecha tratando de decir con su mirada "¿Me crees idiota?" era tonto que después de tanto tiempo Liam intentara engañarlo.
Por favor, era Louis Tomlinson.
Los ojos zafiros de Louis lo regañaban y junto con su postura corporal, agregando las manos en la cintura, le recordaban a Liam como se veía su madre cuando lo encontraba en mitad de alguna travesura infantil.
—Basura, quieres verlo y ya te dije que no. Así que aléjate de mi habitación. Chismoso —ordenó dándole la espalda, haciendo el camino de regreso a la sala de su casa.
Liam se llevó una mano hacia el corazón, fingiendo llorar mientras murmuraba entre dientes lo aburrido que se había vuelto su amigo con los años.
—No puedo creer que me trates de este modo, es indignante —criticó sentándose en el sofá, para después subir los pies a la mesita decorativa que tenía toda la pinta de ser una adquisición de Harry.
—A parte de mentiroso, dramático... Que bajo has caído. Tu prometida debe sentir vergüenza de ti.
Liam ignoró el comentario y alcanzó su cerveza anteriormente abandonada y se recostó en el sofá observando como Louis parecía buscar algo en el lugar. Lo analizó por algunos segundos mientras bebía un largo trago.
—Al contrario, soy un buen amigo. Quiero asegurarme que a Harry le guste. Todos sabemos lo desastroso que eres para estas cosas.
Louis detuvo su búsqueda y agarró el primer objeto que pudo y sin pensarlo lo lanzó a su ahora visitante indeseado.
Las maldiciones de parte de Liam no se hicieron esperar, para su mala suerte lo primero que encontró Louis fue el control del televisor, así que ahora su mano cubría su nariz que ardía y dolía, las lágrimas no se hicieron esperar y una parte de él tenía claro que en casa recibiría un discurso sobre como no arruinar las fotos familiares.
—¡Eres un maniático! —gritó preso del dolor.
—¡Y tú un imbécil! OBVIAMENTE TENGO BUEN GUSTO. Solo que no lo valoras.
—Pues perdón por querer ayudar —alegó Liam entre quejidos, casi a ciegas se levantó de su lugar y se dirigió a la cocina. Se burlaba del gusto de su amigo, era casi un chiste interno (entiéndase esto como algo con que los millones de fans también se reían) pero al detallar la hermosa cocina industrial decorada en una mezcla equilibrada entre lo rustico y lo moderno era obvio que venía por parte del malgeniado anciano.
A trompicones dio unos pasos hacia la enorme nevera y la abrió en busca de algo frío que poner en su cara, giró los ojos al ver tantas verduras y productos orgánicos, se agachó hasta abajo para encontrar una bolsa fría de lo que creía que eran granos mas desconocía su nombre.
Con leves quejidos la dejó sobre su nariz y guiándose con su mano volvió a la sala listo para irse. Su cara no soportaría otro golpe y sería un milagro navideño si su novia no se enojaba por verlo así.
—Me largó de este manicomio, se nota que la vejez te vuelve un animal —afirmó tomando con cuidado las llaves de su carro que colgaban al lado de la puerta principal.
Louis no le prestó atención alguna, estaba bastante ocupado en su búsqueda.
—¡Tomlinson despídete como la gente educada! —gritó Liam tratando de molestar a su amigo, en realidad le divertía verlo enojado con su ceño fruncido y su nariz imitando la de un conejo, era verlo nuevamente en su versión de 18 años.
—Lárgate antes que llegues sin un diente a casa y tu mujer intente golpearme.
Una mezcla de risa, tos y quejidos llegó por parte de Liam, la retadora voz de Louis se le hacía tan entretenida, pero temía por la seguridad de su cara si seguía acorralando a su amigo.
—Dile a Harry que me llame mañana, y pasaré después de medianoche a verlos, será mi momento de ofrecer ayuda por si el niño quiere escapar de su cruel destino —aún riendo abrió la puerta con rapidez para evitar el objeto desconocido que Louis le lanzó.
—Valiente amigo que tengo, necesito gente nueva en mi circulo —gruñó Louis buscando debajo de las sillas y hasta debajo del tapete su celular, recordaba que cuando llegó de dejar a Lottie lo tiró en alguna parte y ahora no lo encontraba.
Casi podía ver a Harry en mitad de la sala con los brazos cruzados, viendo la hora con desespero porque seguramente tendrían que llegar a algún lugar importante y Louis no cooperaba en apurarse por ser un descomplicado olvidadizo.
El reloj digital que colgaba en la minimalista pared le recordó que su novio llegaría en 8 horas aproximadamente, Harry viajaría casi a media noche para despertar a su lado en su cumpleaños, como lo habían hecho desde que se unieron como pareja.
Le alegraba tanto que Harry tuviese su propio jet privado porque de lo contrario no llegaría a tiempo.
Recostando la frente en la odiosa y costa mesa de café que decoraba la mitad de aquel cuarto trató de recordar donde dejó su celular, llegó de dejar a Lottie, tiró las llaves en el cuenco en forma de pez, caminó derecho a su cuarto donde lanzó los zapatos en diferentes direcciones, se quitó la ropa y su celular...
¡Su celular se cayó atrás de la cama!
Más tranquilo se levantó del suelo y se dirigió rápidamente a su cuarto, su celular seguramente estaría apagado y debía cargarlo para poder hablar con Harry y saber bien a que hora debía recogerlo en el aeropuerto.
Con bastante pereza se metió entre las cobijas después de buscar el cargador y gracias a que ese día debió levantarse temprano para verse con su hermana, al cansancio de las compras y a las varias cervezas que se tomó con Liam no encendió su celular antes de caer profundamente dormido.
Su mente no se preocupaba por eso, igual ¿qué podría pasar? Solo necesitaba dormir un poco antes de su gran día.
Su perfecto día.
Solo una siesta y estaría listo para la celebración.
Si le preguntan a Louis y si él decide hablar de eso dirá que no tiene claro que pasó esa madrugada.
Que solo tiene imágenes borrosas y sonidos confusos en su mente, sin embargo para sí mismo murmurará que cada vez que cierra los ojos puede verse aun en su cama, en la habitación que desde hacía cinco años compartía con Harry durmiendo con tranquilidad, abrazando la almohada que su novio usaba porque lo extrañaba ya que demasiados años durmiendo juntos lo tenían mal acostumbrado.
Con voz entrecortada relatará al viento como despertó asustado por los fuertes golpes que provenían desde la puerta principal, que en su afán para ver que pasaba tropezó con su mesita de noche y partió el portaretrato con la foto de su primer aniversario y que aún sigue en el suelo.
Que en cuanto llegó a la sala y escuchó su nombre ser gritado con desespero por parte de sus hermanas toda la sangre se le heló y su corazón se detuvo en ese momento y no ha vuelto a latir, que las manos le temblaban y su piel perdía color por cada vez que su nombre era gritado en medio de un llanto desgarrador.
Que cuando por fin logró abrir la puerta su mente no podía entender que ocurría, que sus hermanas pequeñas lo tuvieron que obligar a sentarse para que comprendieran que pasaba, que no tiene claro en que momento comenzó a gritar desgarrándose la garganta casi e intentó salir corriendo en busca de su auto, pero que si recuerda sentir el perfume de Liam en lo profundo de su nariz y le gritaba que no lo dejaría manejar.
No así, no lo permitiría.
Que su amigo acababa de llegar, dejando su carro parqueado a la mitad de la calle con las puertas abiertas, Louis tiempo después cayó en cuenta que Liam estaba en su pijama.
Que su hermano con lagrimas en sus mejillas lo tomó entre brazos mientras le pedía que se detuviera porque se estaba lastimando con la estúpida piedra decorativa que Harry tanto amaba y que él tantas veces le dijo que era un castigo caminar descalzo por ahí para que Harry solo respondiera con media sonrisa: Usa zapatos.
Y es que su espíritu no lo entendía y le parecía una cruel y despiadada broma. Deseaba que fuese una cruel y despiadada broma.
Por Dios, que alguien le dijera que era una broma.
Que se estaba ahogando entre su propio llanto y la opresión no le dejaba respirar, que solo algunas palabras corrían en bucle en su mente: Harry, accidente de avión, no hay sobrevivientes... y lo hacían gritar.
Que todo debía ser una puta mentira porque era su cumpleaños y había un anillo guardado en su recamara listo para ser entregado.
Que debía ser el día más feliz de su vida y no ese momento donde se sentía muerto en vida, flotando en un vacío de dolor y sufrimiento.
Nunca a nadie le confesaría que se siente perdido sin quién consideró su alma gemela, que escucha una y otra vez el ultimo audio que le envió, audio que nunca podrá responder porque se quedó dormido con el celular apagado.
Que su voz ronca deseándole un feliz cumpleaños mientras le dice que lo ama lo persigue en sus sueños.
Que Harry siempre sería el amor de su vida, que aquella tarde cuando después de tres días de búsqueda por fin lo pudo despedir pasó horas y horas sentando en aquella fría tierra, que ordenó con apuro que fuese decorada con flores y estatuillas porque su novio siempre amó los colores y la vida.
Que el anillo que ahora llevaba como collar le quemaba el pecho todo el tiempo, que le recordaba que en su interior lleva la frase te amo y la fecha en la que se conocieron inscritas.
Que Harry era inefable junto con su propio amor, que jamás en su existencia tendría palabras para explicar lo que significaba en su vida y que aún en su último suspiro su amor le correría por las venas.
Que todas las noches duerme en la sala viendo la estúpida mesa de café que tanto detestaba, que aún lo siente en los pasillos de su hogar y que tiene miedo al día en que deba enfrentar el cuarto que los vio ser, dormir, reír, jugar y amarse sin miedo alguno.
Louis solo dirá que todo es inefable para él y se alejará porque respirar le duele.
Y caminará, y seguirá por su vida esperando el momento para reencontrarse una vez más y darle el anillo que tardó demasiado en poner en sus manos.
Solo eso hará.
Seguir hasta que sus caminos se puedan cruzar de nuevo.
Mientras viven con el recuerdo de su amor y la vida que pudo ser pero no se logró.
Entonces... ¿Sabían que escribir cosas tristes, cuando ustedes están pasando un mal momento no es buena idea? Espero que lo sepan porque yo no lo pensé bien al escribir esto. Algo cortito que me dolió media vida terminar y ahora iré a hacerme bolita.
Recuerden que si les gusta como escribo en mi perfil hay otras historias por si algo.
Mucho amor y feliz noche.
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