PARTE V
Yoongi jamás había visto a alguien beber leche de manera tan rabiosa, pero Jimin se estaba superando a si mismo apretando el pequeño envase de cartón en su pequeña mano. Estaban en un día de descanso entre presentaciones y ellos estaban aprovechando de ponerse al día con los asuntos del otro. La habitación de ambos estaba siendo testigo de un verdadero confesionario.
—Déjame ver si entendí bien —Yoongi se pasó una mano por el rostro tras todo lo escuchado. —Tu y Jungkook estuvieron juntos por un tiempo. Y luego él quiso salir a la luz pública, ¿correcto? —Jimin asintió, a lo que Yoongi tuvo que suspirar. —Entonces, al tu no querer, él naturalmente se alejó.
—No lo digas así, hyung —Se quejó Jimin. —Podríamos haber seguido en silencio. Nadie tenía que saberlo.
—No creo que lo que Jungkook buscara es que la gente en sí se enterara de lo suyo, es más como poder ir a citas normales y... solo normalidad. —Se puso de pie para pasearse entre el espacio que separaba las camas gemelas. —Las relaciones entre idols tienden a ser así de complejas, no puedes hacer lo que otros, tienes que mantener mil y un secreto. Es difícil como mínimo.
—Lo sé. —La voz de Jimin estaba llena de amargura. Lanzó el envase vacío al bote de basura de un tiro. —Fue difícil y hermoso. Y duele tanto.
Yoongi lo miró entristecido. Mucho más que hablar no había que él pudiese hacer y llevaban en eso un tiempo considerable.
—Deberíamos salir de aquí —dijo ondeando su mano en la habitación. —Deberíamos ir siquiera a tomar fotografías a la ciudad.
—Tu nunca quieres salir —Jimin se rio a cuesta suya.
—¡Ya!, pero quiero ayudarte. —Él puso un gesto serio para decir su siguiente frase: —El ayer es pasado, el mañana un misterio. Pero el hoy es un regalo, por eso se le llama presente.
Jimin boqueó.
—Vaya, eso es profundo.
—Lo sé, lo saqué de Kung Fu Panda. Muy buena película.
Eso consiguió que Jimin riera con ganas, sus ojos achinados, algo de dolor liberado. Al menos, por un instante.
—Ahora vamos, salgamos de aquí. Si las cosas entre tú y Jungkook encontraran su camino, no es encerrado. Si tiene que pasar, pasará —Yoongi arrugó su nariz. —No lo fuerces Jiminie, nada bueno saldrá de ello si lo haces.
Jimin miró en otra dirección, porque sabía que Yoongi tenía razón y nuevamente se encontraba atado de manos.
Él no quería estar allí encerrado y deprimido. Él quería poder salir, al mundo, al pasillo y buscar a su Jungkookie, tomarlo de la mano y ver su hermosa sonrisa de dientes frontales como los de un conejo.
Lo extrañaba tanto que dolía en lugares de su cuerpo que no sabía que podían doler.
Lo amaba, por Dios, era una cosa fuera de lo terrenal.
Se llevó ambas manos al rostro y se cubrió la nariz; luego solo el orificio nasal derecho y tomó aire por el izquierdo.
Notó la mirada de Yoongi encima de él, pero lo evadió. No sabía porqué, sin embargo, realizar aquel ritual de respiración siempre conseguía calmarlo. Quizás porque Jungkook se lo había enseñado cuando no eran mas que unos aprendices y los nervios lo consumían por llegar a ser perfecto.
Vaya, que tontería.
Había terminado tan lejos de su propósito como se podía estar.
Siguió concentrado en disminuir sus latidos que hacían retumbar sus oídos. Aire dentro. Aire fuera. Lentamente. No había nada más que el ritmo arriba y abajo de su pecho al respirar, sintiendo a su corazón volver a la normalidad.
Al menos, en el aspecto biologico de la cuestión.
Sintiéndose más calmado, pero ni un poco menos patético por su actitud, se calzó una cazadora y siguió a Min Yoongi fuera de la habitación. La pareja de guardaespaldas que estaban esperándolos a la salida los siguieron de inmediato un par de pasos de distancia más atrás dándoles la suficiente intimidad para poder hablar sin sentirse cohibidos.
—¿Te sientes bien? —Yoongi preguntó mirándolo de reojo. —¿Tan bien como se puede estar? ¿Qué fue eso antes de salir?
Jimin asintió.
—Solo una técnica de relajo, nada de lo que preocuparse.
—¿Te lo enseñó Kook?
Jimin alzó su mirada.
—Sí, ¿cómo lo supiste?
—Lo vi hacerlo un par de veces antes de una presentación, pero no me atreví a preguntar. Me supuse que con el comportamiento tan extraño que tienen ustedes dos, sería alguna cosa de parejas. —Él hizo una mueca y luego sus ojos se agrandaron cuando le vino a la cabeza una idea. —Las relaciones se deberían de tratar de besos, abrazos y tomadas de mano; y sexo, por supuesto, jamás olvidemos el sexo.
Jimin disimuló su sonrisa tras la manga de su chaqueta. Él podía verse audaz sobre el escenario, pero al estar bajo este, era una cosa diferente. Él era tímido, eso no era un crimen.
—No puedes fijarte solo en el aspecto físico, hyung –Lo regañó dándole un codazo.
Yoongi se rio.
—Deberíamos, lo hace más fácil.
Ellos estaban aun riendo cuando llegaron al vestíbulo, y los gritos y cantos de los fans apostados fuera del hotel les llegaron como ráfagas. Los guardaespaldas se adelantaron para llevarlos hasta el estacionamiento y los carros blindados que estaban a su disposición para salir y pasar desapercibidos.
Como si de un llamado se tratara, la atención de Jimin se sintió reclamada al último de los vehículos estacionados. Era uno de los suyos, un guardaespaldas de pie al frente y dos cabezas en el interior bajo la luz que iluminaba los asientos.
—Ese no es... —Él no pudo terminar la frase.
La mano de Min Yoongi lo sostuvo por el hombro presintiendo que iba a necesitar apoyo.
Allí estaba Jungkook sentado riendo, su sonrisa cálida en compañía de aquella chica que se estaba convirtiendo en la pesadilla de Jimin.
El maknae miró a través del parabrisas y su mirada se trabó con la de Jimin. Un suspiró pasó y entonces el menor desvió su atención.
—Jungkook aun no es capaz de sostenerte la mirada –Yoongi intentó salvar la situación. —Eso no cambia.
El labio de Jimin tembló.
—¿Y de qué me sirve? —Su voz llena de amargura mientras entraba en el vehiculo frente a él con tal de no mirar más la escena. —Tiene a una chica con él, nunca había tenido a una chica antes.
Jimin negó, llevándose las manos a sus ojos para presionarlos sobre sus parpadas cerrados.
La empresa nunca los había condicionado respecto a las citas, ni las amistades. Nunca les había restringido el contacto con el sexo opuesto. Ellos siempre estaban tan ocupados con sus agendas y teniéndose los unos a los otros, que rara vez se hacían tiempo para conocer a alguien.
Aunque todos se habían hecho sus espacios en algún punto y el resto mantenido el secreto.
Solo que el único secreto de Jungkook había sido Jimin.
—Lo nuestro no fue amor a primera vista. No me enamoré de ti la primera vez que te vi Jimin, eso vino con el tiempo. Pero cuando mis ojos se posaron en tu aquella vez en la agencia supe que ibas a cambiar mi vida. No tenía la menor idea de lo que se vendría, solo fue algo en tu sonrisa. Nunca había visto a nadie sonreír así, y aún no lo he hecho. Nadie más que tu.
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