Capítulo 9
La última vez que vi a Travis Odam, estaba malherido, inconsciente y dudaba de su permanencia en el mundo de los vivos. El que ingresó al rancho Mallory, me abrazó, besó, desbordado salud y buen humor. Gastó bromas de todo tipo, la mayoría de ellas hacia su cuñado, al que no parecía molestarle.
Una velada agradable, rodeada de personas maravillosas, empañadas por el incidente que destapó un recuerdo que creía enterrado y superado. La imagen de una niña rubia, descalza, semidesnuda, pidiendo ayuda a gritos en la oscuridad de un establo me fue desbloqueada.
Su terror iba más allá de la humedad de sus pies o la poca visión de lo que le rodeaba, se debía a los cascos de los caballos, al relincho y escozor en la piel. Había sido derribado, pisada y hecha un novillo en un rincón maloliente en medio de heces de animales llamaba a Margot.
«—¡Cuando dejes de llorar, te llevaré a casa! —le ordenaba una voz».
El sitio y castigo cambiaba, la orden, no tanto. Dejar de llorar, quejarse, llamar a su hermano o nana, significaba que los golpes cesaran. Esa niña fue creciendo y entendiendo que el llanto la hacía débil y a su atacante poderoso.
Me deslizo con cautela de la reunión de los Mallory y salgo al exterior, al no poder controlar lo que mi mente había desbloqueado. El miedo. Estaba convencida de que al quitarme todo, también se llevó esa parte. Por desgracia existía una niña interior que lo conservaba producto de los ataques de quien creía, su padre.
Dejo la bebida en una mesa de camino a la salida al jardín intentando exorcizar los demonios que pululan en mi aire. Alfred Vass, ya no puede dañarme, hace años dejé de ser una víctima. Me repito una y otra vez.
El descenso por las escaleras la hago admirando la noche cubierta de estrellas y lo parecido que es esa imagen con mi vida. La oscuridad que me rodea se ilumina por momentos maravillosos, personas como los Jaken, Landon o Los Mallory que se convierten en ángeles.
Las tinieblas regresan al descubrir quién soy o cuando debo huir. Mi vida es una mezcla de oscuridad-luz, que añoro con ansias llegue a su fin. Me siento en mitad de los escalones, contemplando a mi alrededor ante la impotencia de poder seguir.
Cinco minutos después, Travis se sienta a mi lado con dos latas de cervezas, deja uno a un costado, destapa la otra y me la ofrece. Hace lo mismo con la que ha dejado a un lado y le da un sorbo largo antes de hablar.
—Malcolm me contó lo de Back —me lanza miradas fugaces dándole un sorbo a su cerveza —no sabe qué sucedió.
—Se quedó sin frenos. Fuga del líquido.
Es todo lo que se me ocurre decir y causa el efecto que espero. Travis sonríe alzando la lata de cerveza en mi dirección y choco con la mía.
—¿Cómo te fue con el doctor? —señala el cabestrillo y suspiro.
—Me fue bien, el que no puede decir lo mismo es Patrick —curva sus labios y alza una ceja interrogante —¿Por dónde empiezo?
Lo primero fue una reprimenda a ambos por no acudir a tiempo, fue reemplazada por otra al ver mi sangrado. El retiro de la sutura realizada por Alice, fue en medio de quejas por la poca responsabilidad de Patrick. Era veterinario y no doctor, debió llevarme en cuanto la tormenta cesó. Esa fiebre que tuve pudo haber sido el preámbulo de una infección y una sarta de reclamos sin sentido.
—No había más opciones —le defiende una vez le doy los detalles.
—Ambos se lo hicimos saber, —admito dándole un sorbo a mi cerveza—esa gente estaba poseída. —confieso dándole una oportunidad a la cerveza.
A Jaken le disgusta que la tome, considera la cerveza una bebida vulgar y no acta para damas. Poco y nada le importó los alegatos de su padre sobre la historia de las mujeres en la elaboración de la bebida.
"—Es grotesco y de mal gusto ver a una mujer con una botella, jarra o lata de cerveza en las manos." Fue su defensa y es que, a Jaken le molesta que tome cualquier tipo de alcohol y si lo hago exige esté con alguien responsable.
¡Espero que los Mallory apliquen, Jaken!
—Sigo en deuda contigo.
Aprieta la lata vacía con fuerza al decirlo y me mira. Travis es el tipo de persona mira directo a los ojos, siempre hay en los suyos un gesto amable o tierno. En este instante, soy observada con admiración y ternura, aquello, lejos de agradarme, me incomoda. Tengo tatuado en la piel ser la supuesta hija de Alfred Vass. Un hombre cruel y despiadado.
Sin mencionar que mis mejores amigos son Jaken y Landon. Dos hombres nada populares por estos lados. En resumen, mi identidad no podría caer bien en ninguno y de salir a la luz, sería lanzada a la calle.
—Me alegro haber dañado los planes de quien te quería destruido. —respondo luego de una pausa.
—Si alguna vez deseas establecerte en algún lugar —calla un instante y ante mi rostro de espanto, sonríe —o te encuentras en apuros, no dudes en tocar a nuestra puerta.
—Lo tendré en cuenta —prometo.
—Alice ha dicho, que tienes pensado irte en unas semanas —comenta. —¿Tienes un sitio a donde ir?
—¿Hablas de un hogar?
—Si. —niego y se muestra sorprendido—¿Nadie? —insiste.
Tengo un hermano, al que no me siento preparada para ver. El hombre que pensé era mi padre, fue el verdugo de mi madre y el asesino de papá. Cuento con un par de amigos a quien les dejaron la tarea de cuidarme, pero me cuesta hacer lazos. En conclusión, no es no tenga a donde ir, es que no encajo en ningún lugar.
—¿Puedo saber el motivo de tanta soledad? —hay tanta preocupación en su rostro que me siento importante ¿Es real o fingida? —¿Lo escogiste o fue impuesta?
Me gustaría decirle que no escogí la soledad, me fue impuesta cuando quien debía quererme me hizo amarla. En ella encontré la mejor de las aliadas. No me engaña, no daña, no me fuerza a ser quien no soy.
Consciente que no me entendería y tendría que dar muchas explicaciones. Acabo encogiendo los hombros y guardando silencio. No hay mucho que decir sin caer en revelaciones.
—Cuento con un par de amigos, pero tienen su vida—respondo al notar que espera una respuesta y que mi silencio no lo es—he intentado adaptarme a la ciudad, pero no es lo mío.
—Entonces, se podría decir que es impuesta. —aclara luego de una pausa larga contemplando como yo el horizonte.
—Supongo que sí.
—Si alguna vez quieres cambiar esa soledad. —continúa —toca a nuestra puerta, no haremos preguntas y nos aseguraremos que seas feliz.
—Es bueno saberlo —afirma con rostro solemne.
—Puedes quedarte un tiempo aquí, no sé —duda en seguir y mira a todos lados antes de seguir —le aseguraste a Alice que creciste en un lugar como este.
—Tarde que temprano tendré que irme o ustedes acabarán por echarme. —mi confesión le hace verme y suspiro — es el motivo por el que me voy antes de que suceda.
—Desconozco que te motiva a pensar de esa manera, si es experiencia o miedo. Pero, te aseguro que jamás le damos la espalda a quien necesita ayuda. —dice—por lo menos, prométeme que vas a quedarme un poco más mientras sanes en su totalidad.
Con tristeza debo admitir que no hay nadie que al ayudarme salga ileso. Alfred Vass ha demostrado que es capaz de vender el alma al diablo con tal de salirse con la suya. Además, su perro fiel ya sabe dónde me encuentro, no puedo quedarme a esperar por los motivos que ha callado.
—¿Luisa? —alzo el rostro hacia él y sonrío.
—Puedo permitirme un par de semanas...
—Meses —corrige y luego de pensarlo afirmo—¡Hecho! —comenta estrechando las manos.
Lo sucedido en la tienda esta mañana lo considero una advertencia y hasta lo de Back. Si bien, Amaia, nunca se acercó y se mantuvo con los caballos de la feria. Es su hermano y me ha dicho que lo adora. Si su carrera y reputación están de por medio ¡Por supuesto que va a ayudarle!
—¿Vienes? —sugiere incorporándose.
—En unos minutos —prometo.
****
Con el móvil en manos, busco un sitio en los alrededores libre de curiosos. Una vez lo encuentro, le marco a Jaken. Mi sitio es una de las siete bancas que rodean al Jardín, tengo de frente a la casona y a mi izquierda los establos.
Han pasado siete días desde la última vez que hablé con él. Intercambiamos mensajes, pero no hemos podido hablar por problemas de tiempo. El móvil suena un par de veces, yéndose directo a buzón.
Suelo marcarle una sola vez y no insistir en una segunda. Jaken es un hombre ocupado, siempre está en tribunales o reuniones importantes. Al notar la llamada perdida, la regresa, es lo que suele hacer.
Ocurre algunos minutos después; sin embargo, lo que regresa es una videollamada. Por fortuna, el día de hoy olvidé el cabestrillo.
—¿Una videollamada? —me quejo.
Lo único que veo de él es la camisa blanca y las manos que calzan la corbata. Sus largos y finos dedos maniobran con destreza el nudo de la tela que ajusta su cuello.
—Tengo tribunales en hora y media —se excusa —es esto o la noche.
—¿Por qué no la noche?
—Porque es mía, solo mía —refuta en calma y sonrío. —¿Cómo te has portado?
—Siempre me porto bien —me defiendo y recibo una risa, sarcástica.
—Como digas —bufa —¿Cómo te ha ido? ¿Alguna novedad?
Lo que desea saber es como está su hermano, pero es demasiado orgulloso para hacer la pregunta directa. He decidido ser un puente entre los dos y doy los detalles que no me ha pedido. Su hermano es como él, no se va por las ramas, es directo y le gustan las cosas claras.
—¿Te trata bien? —pregunta con voz preocupada.
—Tan bien, que por momentos siento que eres tú —confieso. —su parecido contigo ayuda, es igual de obstinado y orgulloso, pero un amor.
Toma el novil6 mostrándome su rostro recién afeitado y serio. Su cabello, normalmente bien peinado y sin un rizo por fuera, luce desordenado. Algo raro en su impoluta imagen, Jaken no es de los que se muestre "frágil" como suele describirlo.
—Espero no intentes los juegos que acostumbras —me reta —recuerda quién es y la importancia.
—¿Disculpa? —me quejo —de lo que sea que me acuses...
—Eres coqueta, amas ser el centro de atención y bajar de las nubes cuando el miserable se cree tus tretas—me interrumpe —y él un hombre de campo, adecuado a los animales, no a las mujeres inmaduras.
—¡Jaken! —protesto —se supone que eres mi amigo—esto último lo digo en un susurro y tuerce los labios en una sonrisa.
—Y él mi sangre —gruñe —al final de todo esto, serás un cliente, él no dejará de ser mi hermano.
—¡Me ofendes!
—No me lo tomes a mal, Luisa, pero conozco tus juegos, estoy adecuado a ellos —insiste —el ochenta por ciento de mi vida es lidiar con las mentiras y mujeres, puedo distinguir quien me miente y quien no. Patrick es diferente, está adecuado en un ambiente distinto...
—Hablas como si fuera un ermitaño, alguien frágil, que merece cuidados especiales —río, divertida —te aseguro que estás equivocado y ...
—Puede mezclar sentimientos Luisa, son fáciles de salir a la luz contigo, he sido protagonista de ello. La diferencia es que siempre te he visto como una hermana, él, por el contrario, puede ver otra cosa —su voz pasa del enojo a la preocupación y la sonrisa muere en mis labios al verle —ambos sabemos que vas a irte. No deseo ser partícipe de eso, no otra vez.
—Es probable que sea yo la que salga herida, Jaken —logro decir con un nudo en la garganta ante su rostro desolado y triste. —hablas de un hermano que no tiene interés en conocerte.
—Puede negarme todo lo que desee, pero es mi hermano —suspira largo antes de seguir —uno al que no le perdona haber herido a su madre—sonríe y por sus ojos cruza la tristeza —me gustaría haber sido yo el que muriera.
—¡Jaken! —susurro.
—Lo siento, debo colgar...
—Jaken —insisto, pero me ha colgado.
¿Quién es la perra que le hizo daño? En todo lo que pienso viendo la pantalla del móvil es en los miles de maneras que se me ocurren de hacerle pagar por ello. Dispuesta a hacer algo, le envío un mensaje a su padre, la respuesta llega unos minutos después.
"Tuvo una fuerte discusión con su madre, de la que no ha querido hablar. Intentaré hablar con ambos, te contaré en cuanto hablen."
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