Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Patrick me hizo compañía por varios minutos, tiempo en el cual hizo preguntas sobre el incidente. Deseaba saber si logré ver a los asaltantes, tuve algún incidente con alguien o si contaba con algún enemigo. Aunque no fue directo en esto último, pude entenderlo.

No pude decirle que en mi vida sí existía alguien que me odiaba lo suficiente para quererme muerta. Hablar sobre Alfred Vass es traer a la luz un pasado que quiero enterrar. Su existencia fue reemplazada por una chica menuda y silenciosa que ingresó ayudarme a asearme y vestirme.

El gesto me hizo sentir de esa protagonista de una de esas novelas de época en donde la doncella era bañada, vestida y arreglada. La antigüedad de la casona y el lujo que desbordaba, hacían real mi fantasía.

Hizo todo en silencio, en las veces que le busqué conversación respondió con monosílabos. En lo que sí fue amplia fue al aclarar que mi ropa había sido enviada a lavar y la que usaría había sido entregada por la señora Magdalena y su esposo. Lo hizo antes de perderse a los pasillos, dejándome sola y sin saber qué hacer.

La soledad no tardó en disiparse con el regreso de Patrick. Sus padres estaban en el recorrido por la granja y le habían pedido acompañarme. Hizo un pequeño recorrido de su hogar, según sus propias palabras, evitando que me perdiera. Un comentario que vi exagerado, tiempo después, cuando cruzaba junto a él los pasillos, comprendí el tamaño de mi error.

Elegancia, buen gusto, lujo y mucho dinero, se notaba en cada rincón. Los acabados en madera bien conservados, alfombras, muebles y demás. La casona no tenía nada que envidiarle a una mansión en New York.

—Te presento al rancho Mallory en sus inicios —señala una pintura antigua, con orgullo —los primeros pilares.

Nos detenemos ante una pintura del Mallory en sus primeros años. El rancho de hoy, cuenta con tres pisos, según recuerdo, hemos pasado dos pasillos y eso habla de la amplitud. La de la pintura es de una sola planta y bastante pequeña en comparación con la de hoy.

—¿De quién fue la idea de Mallory? —quise saber.

Si es herencia materna como todos han asegurado, ¿Por qué lleva el rancho el apellido del padre y no de la madre?

—Ha tenido muchos nombres.

Su voz profunda me saca de mis pensamientos y obliga a verle. Sigue pareciéndome un hombre inquietante, unos ojos oscuros que me hechizan y un aura que ejerce el poder de dejarme sin aliento.

—Dependía en gran medida sus dueños. El que ostenta ahora, fue una orden dejada por la antigua dueña, en honor a su esposo. —explica y me quedo viendo la cintura.

—La mamá de Magdalena, era descendiente de ellos—comento señalando a la pareja de la pintura, cuyos rostros se muestran difusos.

—Todo esto es de ella y mi padre —señala a su alrededor y sonríe regresando su mirada a mí —yo solo le ayudo a mantenerlo.

—Y lo haces bien, según se ve.

—Hago lo que puedo —tuerce sus labios en una sonrisa y alejo la vista por considerarla dañina a mis defensas.

Años atrás, en estos terrenos existían un ingenio de caña de azúcar. Dos tercios de ellos era para el cultivo del mismo, los demás estaban divididos entre cacao, criaderos de bovinos y animales de carga. Salvo por la caña de azúcar y el ingenio que colapsó durante la guerra, todo lo demás sigue conservándose.

—Hay mucha historia en este lugar —confieso extasiada por su relato y la forma de narrarlo con admiración.

—Tanto, que puede hacerse un libro —se retira su sombrero y mira la imagen —el rancho se usó para muchas cosas, entre ellas el desembarco de tropas durante la guerra.

Alfred Vass se considera un duque por las reses finas, las hectáreas y la vieja casa robada a mi madre. De tener este rancho o la fortuna Mallory, se sentiría un dios.

Es mi pensamiento al escuchar de labios Patrick la historia del rancho.

—Cuenta con motivos para sentirse orgulloso.

—Agradecido, es la palabra que adecuada.

Comprendiendo el juego de palabras y consciente que he prometido no develar mi amistad con su hermano, afirmó sin hacer comentarios.

Le doy una mirada fugaz a su imagen de perfil. En nuestro viaje a las escaleras que nos conducirán al primer piso, luce sumido en mis pensamientos. Salto asustada al sentir su agarre y se mofa de mi estabilidad mental.

—Sigues nerviosa, no te sientas mal, por ello —bromea.

Es mejor eso que decirle que su presencia ocasiona una mezcla de calor y escalofríos. La contradicción en mi cabeza va desde salir huyendo de su presencia a quedarme junto a él y escuchar todo lo que tenga que decir. Sea o no importante.

El brazo vendado complica algunos movimientos, que sea el derecho me augura pequeños problemas. Sin poder contenerme tuerzo los labios viendo mi ventaje. No puedo abusar de la hospitalidad de los Mallory, por más que ellos se muestran dispuestos a ayudarme

—¿Te duele?

Mi atención se desvía del brazo a él, se ha detenido a pasos de llegar y se muestra preocupado. La intensidad de su mirada reseca mi boca y hace imposible pronunciar palabra por unos minutos.

—Iremos hoy al hospital. —habla ante mi silencio —las buenas intenciones no nos hacen expertos.

—No es necesario. —me apresuro a decir —no me duele, — en torna los ojos y suspiro —bueno, no mucho.

—Te dejaré en el comedor arreglo la salida.

El tono empleado no da lugar a negativas y suspiro, estoy acostumbrada a ese tono. Jaken es igual o peor, producto de los genes Giles.

Hemos llegado a suelo firme y los siguientes pasos lo hago con él sirviendo de lazarillo. Posa su mano en mi brazo sano, me ayuda a avanzar. Un pequeño cosquilleo empieza a revelarse en el contacto de su piel con la mía.

"¡Vamos! ¡Que no estoy muerta!"

—El doctor no pudo venir hoy, mamá envió fotos de tu herida y en apariencia está bien. —me explica —quiero que la vea en persona.

—Una razón de más para no ir. —maldigo el tartamudeo que se apodera de mí agradecida por qué no lo haya notado.

—Un día más y otro menos no hace diferencia. —concluye y nos topamos con la chica que me ayudó a vestir —busca a Salvador, necesito la camioneta en la entrada, dile a Martha y que Luisa ha bajado.

—Cómo ordene joven —ella inclina la cabeza al tiempo y se pierden por uno de los pasillos.

Detengo mis pasos y decido enfrentarlo. Son las cinco de la tarde, el pueblo está a dos horas. Si contamos con suerte estaremos allí a las ocho, lo que nos obligaría a regresar en la noche en una vía peligrosa.

—Lo sucedido haré unas horas, lo confirma.

—Esto es distinto —le resta importancia y niego —Es necesario una revisión —insiste.

—Puedo esperar —continuó con él, viéndome en silencio, brazos cruzados y semblante tosco —no quiero causar molestias, ese es el motivo de mi intranquilidad. —señalo mi brazo y resoplo —soy diestra.

—No es molestia, trajiste a Travis a nosotros —señala.

—Por una recompensa.

Una vez lo digo, me arrepiento de hacerlo. No deseo dar una opinión equivoca, esa recompensa ha perdido interés. Ya no deseo demostrarle a Jaken que puedo valerme por mí misma. Es un error que puede costarme la vida a mí a quienes me rodean.

—Lo que me recuerda que la dejaste aquí. Haré los arreglos para entregarla...

—Desde mi perspectiva estamos a mano —veo la duda cruzar por sus ojos oscuros y me apresuro a decir —me sentiré más cómoda si lo vemos así. Una vida por otra —él sonríe y niega al mismo tiempo.

Por un momento no hace comentario y se limita a ver mi rostro en silencio. Inquieta ser vigilada de esa manera. Sus ojos oscuros cubiertos por largas pestañas, labios gruesos y rostro cuadrado. Ocasionan escalofríos ¿O es fuego?

—Dejaré a mi madre lidiar con esto. Hostigar es su fuerte y la testarudez la tuya, por lo que veo —sonríe al decirlo y señala una puerta ante nosotros —te dejaré en el comedor y permitiré qué te,salgas con la tuya. Iremos mañana al pueblo.

No puedo disimular el alivio por lo que escucho y libero el aire de mis pulmones. Sonríe viéndome hacerlo, me lleva al comedor, antes de irse se asegura que sea atendida.

—Si necesitas algo, Martha o Sally, te pueden ayudar —señala a las dos mujeres que ingresan en el momento —lamento no poder hacerte compañía.

—Han hecho demasiado, hasta me siento como de la familia...

—Yo le hago compañía—una vos femenina nos hace alejar nuestras miradas y observó el ingreso de la veterinaria. —ahora si sabremos los motivos de tu misteriosa huida.

No es lo que dice, sino como lo hace y su gesto al hablar. Sus ademanes son delicados y finos, mentón en alto, andar coqueto. Ella parece que desfilara por alguna pasarela en París y no puedo evitar reírme viendo a Patrick que frunce las cejas ante su irrupción.

—¿Le hace pensar que hui? — sonrió inocente —no recuerdo haber cometido un delito ¿Oh sí?

En respuesta a mi pregunta se limita a sonreírme. Patrick, que aún no acaba por irse, se mantiene en silencio viendo a una y a otra. Hay cierta tensión entre esos dos que me intrigan y la huida de las dos empleadas no hacen más que aumentan mis sospechas...

—Me temo que no sabes quién soy. —comenta extendiendo su mano, reparo su perfecta manicura y mano delicada antes de tomarla. —me olvidaste tan pronto.

Recibo su mano, entendiendo el doble sentido de esas palabras. Ella luce inocente al sonreír y hasta podría darle el beneficio de la duda. Siendo hermana de Percy y una Simons esa posibilidad se esfuma.

—Amaia Simons, ¿Cierto? —afirma sonriendo—nunca olvido a quienes ayudan a Delilah.

Ni a los que intentan destruirme.

Retiro mi mano y hasta logro sonreír. Patrick, por su parte, nos observa intrigado. Tras un largo silencio se despide de mí e ignora a la mujer quien se muestra afectada por ese acto. Da media vuelta y su humanidad está por perderse, cuando el llamado de la mujer le detiene.

—¿Patrick? —su voz sale aguda al llamarle, siendo mi turno de verlos con intriga.

¡Por supuesto que no iba a dejarlo ir! Su ego no la dejaría hacerlo. Ella tiene la postura de un cachorro que espera una caricia en el lomo de parte su amo, pero que solo recibe una patada.

—Malcolm me pidió llamar a mi hermano. —comenta inocente —te espera cerca en los galpones.

De nuevo tengo la impresión que me lanza una advertencia, pero ¡Me niego a seguir su juego! Le sonrío a la mujer que llega hasta mí con varios platillos. No espera por mi agradecimiento, pues vuelve a perderse en lo que imagino es la cocina.

—La intención de mamá es volverte obesa e impedirte montar a Delilah —el comentario me hace verle y lo encuentro sonriendo —eso le dará la certeza que no vas a irte.

—Me temo que va a fracasar —le sonrío cómplice —no importa todo lo que coma no engordo un solo kilo.

—Es mejor que no lo sepa o cambiar de táctica, mamá no es de las que se rinde —al decir esto último mira hacia la veterinaria —Delilah hace parte de mi grupo, me encargaré de ella.

—Cómo digas —gruñe, pero él ya se ha ido —¡No hagas esperar a Percy! —chilla al decirlo — Detesta el juego del gato y el ratón.

Esto último dudo mucho que Patrick la haya escuchado, lo que me hace entender, es para mí. Le muestro la sonrisa más inocente y me preparo para disfrutar de la comida.

Viendo el gesto en su rostro lanzando miradas al plato o mi, me cae la duda. ¿Debería comer con las manos? Un poco de malos modales, hablar con la boca llena o limpiar mi boca con el dorso de la mano. Es lo que parece esperar.

De no ser por qué aquello dañaría la imagen de Jaken, lo haría. Padre e hijo se treparían de las paredes de enterarse de que hice gala de poca educación solo para retar a esa estúpida. ¡Sé inteligente! Me dice mi parte razonable.

—Todos piensan que el ataque era para robarte a Delilah —afirmo en silencio disfrutando de la comida —mi hermano tiene una opinión distinta. Es el sheriff del pueblo. —se apresura a decir, pero sigo imperturbable.

Lo desconoce, pero hace mucho tiempo me arrebataron todo, hasta el miedo.

Me tomo el tiempo en cortar un trozo de filete, de disfrutarlo en mi paladar y de engullirlo el tiempo que lo necesite. En ese lapso, ella se remueve en la silla, mostrándose ofuscada. Tomo la servilleta de la mesa, limpio mis labios y solo entonces le permito un poco de atención.

—Te felicito —entorna los ojos y empuña las manos —no todos tienen la oportunidad de contar con un familiar del lado de la ley. Hay quienes se van por el lado más fácil.

—Gracias —agradece correspondiendo a mi sonrisa—estoy orgullosa de él y todo lo que es. Pocos tienen la dicha de tener un hermano como Percy.

Antes de continuar con mi comida, decido darle punto final a su juego de palabras. Alguien debe decirle a Percy Simons que he dejado de ser la niña inmadura que resolvía todo a gritos y patadas. Ella sonríe viéndome fijamente, espera que salga huyendo y le deje el espacio libre. ¡Error!

—Si los muertos hablaran Amaia, los justos serían menos—recojo los cubiertos y alzo el rostro hacia ella —las manos manchadas de sangre siguen allí, aunque nadie las vea. —sonrió al ver que se ha levantado de la silla. —te agradezco la compañía.

Sale de manera brusca del salón, dando muestra de su inmadurez. Viendo el lugar por donde se ha ido, no dejo de preguntarme si es por su hermano o el heredero del rancho.

¿Fueron amantes y se le agotó la paciencia? Digiero un trozo de vegetal con esa pregunta en mi cabeza. Él no parecía interesado, sin embargo, no metería las manos al fuego por él.

—¡Aquí estás! —La dulce voz de Alice irrumpe mis pensamientos.

Viene acompañada del hombre de la foto. Una pareja dispar, ella de baja estatura y la de su esposo que cubre casi toda la entrada. Lo que tiene en común es su sonrisa, soy presentada ante Malcolm Mallory, el padre de Magdalena y Patrick.

—Es un placer, —sonríe —al fin.

Viendo su sonrisa al abrazarme y hablar de sus hijos con tanto orgullo, no puedo evitar pensar en Landon y lo que se ha perdido de su hijo. Pienso en Jaken, en el instante en que el señor Malcolm revisa mi vendaje y me pregunta si me duele. Recuerdo su melancolía al hablar de su hermano al ver el rostro del hombre que se ha ganado el título de padre.

—No busques parecido, princesa. —Apoya una mano en el corazón mientras sonríe —el lazo con Patrick se encuentra aquí y no en la sangre.

—Más fuerte, ¿No le parece? —me hace un guiño mientras sonríe.

—Debo hacer un par de llamadas, en unos minutos regreso.

Su salida del comedor es silenciosa, vigilada por su esposa con ternura. No puedo decir cómo fue la crianza con Jaken y su madre, he notado que se lleva bien con Landon, con su madre es poco lo que habla. De este lado, Patrick se nota cercano a su madre y padre, cuando se refiere a ellos sus ojos se iluminan.

Lo mismo ocurre con sus padres cuando hablan de él.

—¿Estás cómoda en la habitación? —pregunta la señora Alice sentándose a mi lado y tomando mis manos.

—Es gigantesca. —confieso —y la vista hermosa. Estoy agradecida por todo lo que han hecho por mí.

—Patrick quiso llevarte al pueblo hoy, dice que no quisiste.

—No es necesario, estoy bien —le calmo y afirma distraída. —¿Se siente bien?

—Sí. —suspira —es solo. —guarda silencio limpiando el sudor de su rostro —¿No habló con Amaia?

—¿Patrick? —afirma y niego. —un par de palabras, estaba enojado.

—Me temo que es mi culpa —se excusa —pero es tan obstinado y orgulloso... —gruñe apretando ambas manos, lo que ocasiona mi risa —se niega a salir de aquí y le insté a ella a ayudarme.

—Parece que la odia, si me permite decirlo —comento con sinceridad —no es bueno forzar una relación.

—Oh, no, no. —toma una de mis manos y sonríe —le pedí ser su amiga, servir de puente para que se abriera.

—Me temo que no la entiendo...

Ella me mira un instante, frunce sus cejas, aprieta los labios y mira el atardecer que empieza a mostrarse por la ventana del salón. Cuando empieza a hablar, me dice que le gustaría que su hijo volviera a sonreír y ser feliz. Se ha convertido en una máquina de trabajo sin descanso, negándose a socializar y encerrándose en vida en el rancho.

—Su único hobby es dibujar. Me gustaría volver a ver su risa. —su voz se quiebra y desvío la mirada al verla a punto de llorar —lo siento — se incorpora avergonzada dándome la espalda —conozco a mi hijo y aunque no lo diga, sé que sufre.

—Pienso que se está preocupando de más. —gira su rostro y me mira como si me hubieran salido cuernos —no lo conozco, pero no vi a un hombre atormentando. Ha reído todo el tiempo, gastó bromas sobre que usted me quería obesa y muchas otras más.

—¿Hablas de mi Patrick?

—Ajá —recojo un espárrago y le señalo —se muestra incómodo con la veterinaria, como si la odiara. Es posible que usted hablara de amistad y ella creyera otra cosa.

—Dios —susurra sentándose y mastico mi esparrago despreocuda —y mi chico odia el acoso.

—Disculpen —una voz profunda y el ingreso de un uniformado hace a Alice Curtis levantarme y a mí perder el apetito —soy el sherif Percy Simons —se presenta retirándose el sombrero e inclinando su dorso —me gustaría tener un par de palabras con la señorita.

—Pensé que todo había quedado claro —habla Alice, ofuscada —no queremos incomodar a Luisa.

—Ocurrió un asalto en mi zona, señora Mallory, mi deber es investigarlo —se muestra apenado, aunque pendiente a mi comportamiento.

¿Espera que huya una vez más? ¡No lo haré!

—Serán un par de minutos. Patrick me hizo prometer no alterarla.

—Los dejaré solos —habla Alice tras un largo y tenso silencio.

Percy, vigila todas las entradas al comedor, asegurándose que estemos solos. Se detiene en la ventana y lo que dice lo hace viendo a través de ella.

—Han pasado mucho tiempo. —susurra. —Eres la mujer más buscada de todo el Este.

—Espero no creyeras la historia de nuestro compromiso. Eres demasiado viejo para creer en pajaritos preñados y en Alfred Vass. —cuando su mirada cruza la mía hay odio en su rostro y le sonrío —¿Qué sucede Percy? ¿No te gusta lo que ves?

—¿Qué pasa si tu padre se entera donde estás?

—¡Averigüémoslo! —le reto, lo que le enoja —¿Podemos llamarle?

Sonríe cercándose, empuña las manos y se detiene a mitad de camino. Saca el móvil de su bolsillo, se queda con él en las manos, lo acaricia y al alzar el rostro a verme, la sonrisa cínica está de vuelta.

—Puedo hacer algo mejor —susurra —puedo decirle a Patrick que eres hermana del hombre que dañó a Ana Lucia Edevane, la mujer que rescató.

—Hagamos un trato Sheriff —respondo intentando controlar el miedo que esa revelación me produce —pongamos en la balanza, tu culpa y la mía. —abro mis manos y las muevo en el aire —y veremos que pesa más. Ser la hermana de Ludov o el cómplice de Alfred por el asesinato de ¿Steven? —chasqueo la lengua con él viéndome con los labios y manos apretadas —creo que ese era su nombre.

—¿De qué hablas ahora? —sonríe dando un paso al frente —tu padre tiene razón, estás loca.

—¿No hay una cabaña en el sitio en que lo enterraste? —sigo ignorando sus palabras —¿Has averiguado a quién pertenece?—le señalo— Deberías.

—¿Son tus armas? —apoya ambas manos en la mesa de comedor e inclina su rostro en mi dirección —soy un hombre paciente, esperaré hasta que Mallory descubra de la cloaca que has salido y te lance a la calle, directo a mis brazos.

—Espero no te moleste si en ese tiempo disfruto de mi soltería —lanzo la servilleta en la mesa y sostengo su mirada—Mallory es un hombre joven, atractivo y no le soy indiferente.

—No juegues conmigo, pequeña zorra —intenta tomar mi mentón, pero me he levantado antes que lo haga y le enfrento.

—¡Eres patético Percy! ¡Supérame!

Avanzo hasta la salida restándole sin detenerme a verle o lanzarle una mirada. Mientras me alejo de allí, hago un viaje rápido al pasado. El recuerdo de los gritos de Alfred, exigiendo buscar al hombre para hablar con él, llega a mí.

Patrick Giles ¿Cómo mierdas pude olvidarlo? Por supuesto que era él.

Avanzo hasta Patrick que hace pequeños avances para ganarse a Delilah. Al notar mi salida de la casona, mira a un punto por encima de mi cabeza y tensa mandíbula.

—¿Todo bien? —pregunta al llegar a ellos.

—Insiste en investigar el ataque —lo que no es del todo mentira y Patrick resopla.

—Fingir que trabaja, es lo que hará —bromea y me lanza miradas cargadas de preocupación —¿Seguro estás bien?

—Sí, —dudo en hablar —no me cayó bien, es todo.

Viéndolo darle de comer a Delilah y sonreír, me debato entre decirle o no mi pasado. Un fuerte escalofrío recorre mi cuerpo y desvío la mirada hacia el atardecer. ¡No puedo!

—Lo verás poco, no te preocupes. —habla rompiendo el silencio —cuando tengas que hacerlo, no lo harás sola. Te lo prometo.

Ha malentendido mi silencio, pero no tengo el valor para decirle mi identidad. No deseo romper la imagen que tienen de mí o hablar de mi pasado. Hacerlo es tener que mencionar a Landon, perdería la oportunidad de estar a su lado.


¡Deseo conocerle! Hacer que se acerque a Jaken y entablen una relación. Si bien, con Landon se encuentra más que perdida, con su hermano es diferente. Se lo debo a Jaken, por todo lo que ha hecho por mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro