Capítulo 18
Narrador
Había escuchado hablar del hermano de Patrick gracias a su Landon, la mayoría de las veces cuando el joven insistía en un encuentro con su hermano. Era poco lo que conocía sobre el joven, dentro de las que destacaban la edad y profesión. Todo lo demás eran trivialidades.
—Landon nunca mencionó el parecido con Patrick.
Alice mira a Malcolm que la escucha en silencio desde hace media hora. Verlo descender el auto en compañía de Luisa, sonreír y gastarle bromas a la rubia, fue como retroceder en el tiempo. En la época en que su Patrick era un chico risueño, amante de las bromas y largas caminatas a caballo.
—Son hermanos, no es extraño ese parecido. —le calma —que vista con ropas tan parecidas a las Patrick no te ayuda, te confunde más.
Afirma distraída viendo a través de la ventana hacia las tres personas que conversan en la entrada de las caballerizas. Quien tiene la palabra es Patrick, solo Jake, le escucha atento, Luisa está distraída con Delilah.
—Su lazo es solo por parte de Malcolm —le recuerda —Jake, debe tener algún rasgo con su madre y no lo veo.
—¿No lo ves o no quieres? —pregunta Malcolm divertido y resopla —¡Querida! —le calma —no son los únicos medios hermanos que se parecen, la naturaleza suele burlarse de alguien de vez en cuando. En esta ocasión les tocó a ustedes —apunta, divertido, viendo a su esposa fruncir las cejas y negar en silencio.
—¡No lo entiendes, Malcolm! —murmura entre suspiro y suspiro —el Patrick que conocemos, jamás hubiera buscado a su hermano y menos lo invitaría a casa.
—También lo he pensado —acepta —y he llegado a la conclusión que Luisa le hace bien.
—Quizás.
Llegaron dos días después de lo previsto, Patrick no dio explicaciones del retraso o la presencia de Jake. Fue él, Jake, quien al ser presentado comentó que su llegada se debía a Luisa. De esa forma, se enteraron de que Jaken y Landon, eran los abogados a cargo de unos bienes propiedad de Luisa. Ante la insistencia de hospedarse en el pueblo, por la vergüenza que le generaba quedarse en el rancho, fue Malcolm. El dueño y a todas luces el único que podía calmarle, el encargado de disipar su vergüenza y de invitarle a quedarse.
Desde entonces, cada vez que lo ve, solo o con su hermano (de quien no parece querer separarse), no deja de sobrecogerse ante la imagen de ambos. Una opresión en el pecho desconocida se alojó cuando se acercó a ella y estrechó sus manos. No hay manera de describirla, y de hacerlo, nadie le creería.
Jaken Nayid Giles Sanders, ha despertado en ella un sentimiento extraño, miedo, dolor y tristeza. Ha culpado de ello a la edad que el joven tiene, la misma que tendría su pequeño Gabriel de estar vivo.
—Debería alegrarme por lo que veo en lugar de sobre pensar. —se reprende.
—Eres madre ...
La frase es interrumpida por el sonido del teléfono y ambos se quedan viendo el objeto en silencio. Hay dos líneas telefónicas en la casona, una personal de uso familiar y la de los negocios. La segunda es la que más se usa, la primera es obsoleta, gracias a la existencia de los móviles.
—Buenos días —saluda Malcolm al levantar la línea —Sí, aquí está —sigue diciendo alzando la mirada para encontrarse con la de Alice —hace diez días, —guarda silencio y murmura un "Landon", que la hace lanzar una maldición —Es mejor que lo hables con Alice.
Supone que lo ha dejado con la palabra en la boca y a media explosión de mal humor. No es que tenga poderes psíquicos o algo parecido, es más por conocimiento de ambos hombres. Landon un ser autoritario, agriado por los años, y Malcolm, un hombre de buen sentido del humor y odia las confrontaciones.
Inspira y suelta el aire tantas veces como el trayecto al teléfono se lo permita. Intentando llenarse de mucha paciencia, algo le dice que la va a necesitar.
—Landon —saluda en tono frío —¿En qué puedo ayudarte?
—¿Por qué preguntas lo evidente? —increpa de mal humor.
Alice le lanza miradas fortuitas a su esposo que, con los brazos extendidos y palmas abiertas, le invita a calmarse.
—¿Podrías ser más claro? —le invita —Sé que te cuesta, no está en tu naturaleza ser sincero o hablar con claridad, pero puedes esforzarte un poco —se mofa.
—Alice —suspira pesado —no estoy para bromas.
—Ni yo —acepta lanzándole un guiño a su esposo, quien le muestra el pulgar —sigo esperando Landon.
—Sabes que habló de mi hijo —lo imagina apretando los dientes y sosteniendo el móvil con fuerza —de Jake.
—No tienes que aclarar que hablas de Jake —sonríe, pese al nudo que se instala en su estómago ante la preferencia —Patrick, no es tu hijo.
—No es el momento para reclamos —su voz es un trueno, pero no ejerce el miedo de antaño —¡Por supuesto que es mi hijo!, aunque me cueste ver algo de mí en tanta rebeldía y altanería ¿Qué le hiciste Alice? ¿Qué le hiciste a Patrick? ¿Con qué clase de persona lo has mezclado?
—Ahora eres tú el de las preguntas evidentes. —le riñe —mi hijo está en las mejores manos, te lo aseguro.
—¿Cómo puedes sentirte orgullosa cuando es tan violento y altanero?
Lo que sigue es una descripción, absurda y sin sentido, de la percepción que tuvo de Patrick, a quien compara con un caballo salvaje o una bestia incontrolable. Alice, entiende que su hijo tiene un carácter difícil, indomable por momentos, orgulloso algunas veces, obstinado otras, y rencoroso cuando se le traiciona.
Pero, lo ama tal y como es, su hijo es su orgullo y motivo de alegrías. Fue la luz perfecta cuando su alma zigzagueó la oscuridad y el incentivo para seguir venciendo la desgracia.
Y se lo hace saber a Landon.
—Solo falta que digas que es así por mi causa...
—No, Landon —sonríe viendo a su esposo avanzar hacia la ventana que ocupaba ella hace unos minutos —tú no tienes incidencia en su temperamento, fuiste su padre hasta los diez.
—Si es lo que crees ¿Qué haces abriéndoles las puertas de tu hogar a Jake? —le reclama —¿Qué deseas con eso Alice? ¿Contarte la versión de tu historia? Esa en donde eres la esposa sufrida a la que le fueron infiel y la dejaron en la calle...
—¡Vete la mierda Landon! —le interrumpe —aquí no hay dos versiones, existe una sola. ¡La puta verdad! La que no has tenido los huevos en admitir.
El silencio que sigue a su explosión de mal humor es fugaz, pero suficiente para que su esposo aleje la atención de los hermanos y se acerque a ella.
—¿Ahora eres vulgar? ¿Por qué me sorprende? —escucha preguntar en medio de risas. —han convivido tantos años con animales y bosque, que te adaptaste a ese ambiente.
—Si Landon, ahora puedo mandarte a la mierda y en la misma puta frase bendecir a mi hijo —se defiende —gracias a que he tratado con animales con mejores modales y sentimientos que tú.
—Alimentaste el odio en nuestro hijo y soy yo el de los malos sentimientos.
—¿Qué parte de la historia estás leyendo Landon? ¿Cuentos fantásticos y amores imposibles? —se mofa.
—Cielo, cálmate, por favor —le pide su esposo, pero está lejos de obedecer.
—Eres tú la de las historias ficticias Alice.
Si algo ha ganado Landon Giles a lo largo de todos estos años de separación es poder para hacerla enojar. El día de hoy no le dará el gusto de que lo haga, la mano que sostiene su cintura le brinda el valor que necesita para salir airosa de ese ataque.
—¿Estás seguro Landon? —le riñe —si es así, por qué me atacas o me exiges que saque a Jake de la casa ¿Lo has llamado? —le reta —tu bebé te mandó al diablo ¿Es eso? ¿Temes a una recaída de Senna? O quizás es ella la que teme que su hijo sepa la clase de buitre que tiene como madre.
—Te lo advierto, Alice cesa de usar a Jake como desquite...
—Eres optimista si consideras que tendré en cuenta tus advertencias —diciendo esto cuelga la llamada y tira con fuerza del cordón del teléfono. —si desea hablar con alguien que llame a sus hijos —le aclara a su esposo que observa el gesto preocupado.
Malcolm finge revisar la correspondencia, está acostumbrado a las discusiones de Alice con Landon, por lo que rara vez toma partido. Lo observa separar las del rancho con las personales, hay correspondencia para ella, su esposo, Patrick y una para Jake que le enseña a Alice.
—Es de Yuliana para Jaken —lee en medio de risas —¿Te animas a romper el hielo y entregárselas? —ante la negativa de su esposa sonríe —¡Cobarde!
*****
En todo el día estuvo exaltada con el humor cambiante y el corazón oprimido. Evadió a Patrick y a Luisa, todo lo que pudo, pero no obtuvo el mismo resultado con Magdalena. Su hija y esposo, buscaron el sábado en la tarde para llegar a visita y dar la feliz noticia.
Estaban esperando bebé.
Dijo la noticia mientras se bajaba del auto a viva voz y cruzando toda la casa mientras la llamaba. No pudo, por más que lo deseara, evadir a esa fuente de alegría, ojos iluminados y sonrisa radiante. Magdalena, era feliz al fin, y eso era un logro en medio de la tormenta.
¿Cuál tormenta Alice? Se riñe a sí misma ¿Qué te mantiene deprimida? No hay motivos para estar tristes.
El buen humor de su hija dio, pasó a la sorpresa y luego a la curiosidad al ver a Jake. Como en las otras ocasiones estaba con Patrick, quien parecía enseñarle el mantenimiento del rancho. No hay señales de Luisa, por ningún lado, la imagina en su caminata con Delilah de las tardes.
Al dúo se le une Travis y Malcolm, su esposo es el encargado de las presentaciones ante las bromas de Travis y la sonrisa de todos.
—¡Es su hermano! —pregunta en un susurro acercando su rostro, como si su hermano pudiera escucharlo a los cien metros de donde estaba —¿Por qué nadie me dijo que estaba aquí?
No alcanza a responder, Magdalena empieza a avanzar hacia los cuatro hombres. En este instante, Travis recibe la mano de Jake, le dice algo y todos sonríen. Menos Patrick, que se queda viendo a Jake con preocupación.
En ese instante, cuando el rostro de su hijo se oscurece, entiende la causa de su opresión. No es algo esté en ella, sino en Patrick y la manera que tiene de ver a su hermano con intranquilidad.
Cuando sepa el motivo del agobio de su hijo, el suyo disminuirá. Se convence de que así será repitiéndolo tantas veces en tu mente que acaba por vencer el miedo y salir en búsqueda de Luisa.
—Señora Alice —el llamado le llega antes de ingresar a las caballerizas, deteniéndose para observar a Jake acercarse a ella —¿Tiene unos minutos?
—Claro —se aclara la garganta cuando su voz sale en un susurro y el joven la observa con rostro preocupado —No hemos tenido tiempo de conversar, mi hijo ocupa todo tu tiempo —bromea en espera de romper el hielo.
La realidad es que a la presencia de Jake la turba, arruga su corazón y la remonta a una época en que creyó ser feliz.
—Sé que mi presencia aquí no es fácil para todos, sobre todo para usted y lo lamento mucho—empieza a decir como si hubiera logrado entrar en sus pensamientos —no quiero causar molestias.
—Temo que me has malinterpretado —suspira largo y pesado viendo a su Patrick charlar con el grupo, pero atento a ellos —tu padre me llamó esta mañana, me acusó de usarte como método de desquite —lo siguiente lo dice viéndolo a los ojos —¿Qué tienes que decir al respecto?
—Que Senna sigue teniendo control sobre él —a regañadientes aleja la mirada de su hijo y busca a la Jake —lo siento, no quise incomodar.
Niega, divertida por sus excesivas disculpas, lleva dos en menos de cinco minutos y Landon la acusa de dañar el carácter de Patrick. ¿Qué hay de él? Jaken desborda alegría, físico y encanto, pero lo cubre una enorme capa de timidez.
—Me sorprende que conozca tanto a tus padres —logra decir cuando ha encontrado las palabras adecuadas —y que no le digas mamá.
—Es una larga historia.
Que no quiere contar y tampoco Alice quiere saber, es poco o nulo el interés que le genera Senna Sanders. Perdió todo interés en la socia de su esposa al enterarse de que era su amante y que compartían un hijo.
—Sobre lo que dijo papá —inspira largo antes de seguir —hice un par de preguntas que los incomodaron.
—¿Sobre el pasado?
—¿Cómo lo supo?
—Lo único que puede incomodar a tus padres que me mezclen es el pasado —sonríe —yo lo superé, ellos no.
—¿Puedo hacerles un par de preguntas?
—Puedes —le interrumpe viendo como la capa de timidez empieza a quebrarse —estoy protegida y blindada, el pasado ya no me afecta. —lo ve afirmar con algo de duda —conocí a tu padre gracias al esposo de una hermana, también abogado. —Empieza a narrar —caminemos, se nos hará menos incómoda la conversación.
Se muestra sorprendida cuando la mano del joven toma su brazo y lo entrelaza con el suyo. Por un momento es como revivir el pasado, en la época en que su padre aún era un hombre.
—¿Cómo se enteró de la verdad?
—Senna, fue muy gentil en hacérmelo saber, también que tenían un hijo. —sigue diciendo —en ese tiempo no me dijo la edad —le mira a él y se encoge de hombros —no quería saber mucho de ti.
—Lo entiendo. ¿Papá lo negó?
—Se mostró aliviado cuando le dije que lo sabía —reconoce la vergüenza, se cruza por el rostro juvenil y sus ojos azules, por lo que aprieta sus manos —no te sientas mal —señala a su alrededor —gracias a su traición, tu hermano y yo somos felices.
—¿Qué hizo después?
—Confesó que vivir una doble vida había sido un infierno—recuerda ya sin dolor —me pidió disculpas y me rogó que no le dijera a Patrick la verdad, él se la diría a su tiempo.
Después de eso abandonó la casa y por varios días no supo de él. Patrick estaba acostumbrado a sus largas ausencias, por lo que no figuró un problema.
—Lo fue cuando llamó a decirme que enviaría a alguien para que firmara unos documentos. Debió decirme que era Senna y que los papeles eran los de divorcio y el desalojo.
Lo escucha maldecir varias veces entre susurros y se detiene. Duda en seguir narrando cuando le está costando a él mantener la compostura. Están a pocos pasos del sitio que desea mostrarle, permanece allí hasta que el color regresa a sus mejillas y le sonríe con timidez.
—¿Y después? —le pregunta.
—Nos pasamos a un hotel, tu hermano me llenó de preguntas, yo lo llené de mentiras —reconoce en medio de risas —una amiga me consiguió un empleo por esta zona, me presentó a varios terratenientes que no contaban con veterinario y allí conocimos a Malcolm.
—El resto es historia —sigue él y ella sonríe mientras afirma —¿Cómo conoció a mi padre?
Hace un detalle fugaz sobre lo que fue el noviazgo y posterior matrimonio. Su deseo es disipar sus dudas, no cargarlos con incomodidades y pecados que no son suyos.
—¿Y a mamá?
—En el nacimiento de Patrick. La presentó como su asistente —sonríe —en ese entonces lo era, después fue escalando. Hasta llegar a socia —se apresura a decir, pero él no parece incómodo, más bien concentrado en lo que escucha.
Senna Sanders, era hija de un prestigioso empresario dueño de varias clínicas y hospitales en todo el país. Le sorprendió que no se decidiera por la medicina y escogiera el derecho tanto como su trabajo como asistente.
—Deseaba demostrar a su padre que podía avanzar sin ayuda de su apellido —recuerda como en aquel momento admiró eso en ella.
—Al final, fue gracias a ser una Sanders que lograron crear el bufete —le dice y ella afirma con admiración.
—Conoces bien la historia.
—Lo que se han permitido ser sinceros.
—Es difícil hablar de nuestros momentos estúpidos.
Entiende que Senna y Landon, no necesitan que ella los defienda, incluso que no debería hacerlo; Sin embargo, el gesto apesadumbrado de Jake, la obliga a hacerlo.
—¿Es muy incómodo hablar de esto para usted?
—No.
—En ese caso —sonríe —¿Le molesta contarme toda la historia?
—¿Toda? —quiere saber y él afirma, señala el camino empedrado antes de seguir —Iremos por allí, hay algo que deseo mostrarte. —se aclara la garganta—a Senna no la vi mucho en los siguientes años; aunque, era común hablarnos por teléfono casi a diario.
Landon siempre estaba por fuera de la ciudad en algún litigio y perdía contacto con él. Odiaba ser molestado cuando estaba en reunión y no solía hablar del trabajo en casa. Alice, sin estar al tanto de su agenda, debía llamar a su asistente para verificar si podía o no hablarle.
Algunas veces se animaba a marcarle a él y Senna era le contestaba. Normal, para ella por ser su asistente y estar a cargo de muchas cosas.
—¿Jamás vio lo raro? —niega y él afirma serio —supongo que lo hizo después.
—Tarde para poder hacer algo —confiesa —Patrick estaba por cumplir los dos años cuando Landon me dijo que Senna estaba en embarazo. Semanas después, nos llegó la noticia que nosotros también lo estábamos.
Nunca mencionó quien era el padre del hijo de Senna y Alice no se interesó en saberlo, jamás vio en la asistente un peligro latente y Landon nunca mostró algún gesto que le hiciera sospechar.
—Fue Senna la encargada de agendar la cita de controles, —continúa —la misma en que ella iba y propiedad de su padre. Los meses que siguieron hasta el parto, puedo describirlos como mágicos, la mejor época de casados.
Hoy, entiende que Landon debía hacer de esposo perfecto para no despertar sospechas. Ella suponía que era el amor hacia su familia, lo que le hacía cargarla de elogios, regalos, salidas y fines de semana en el campo. Cuando lo que lo motivaba era la culpa.
—Las pocas veces que estaba en casa, se encargaba de hacernos feliz —confiesa —así fue hasta el parto —suspira. —nuestra primera discusión y el quiebre de la relación.
Landon llevaba diez días sin ir a casa o reportarse, Senna estaba bajo licencia por parto y no había a quién recurrir para saber de él. Con su móvil apagado, por primera vez, no tuvo más opciones que esperar a que apareciera.
—Y lo hizo —sonríe —¡Vaya manera de hacerlo!
Una camisa manchada de lápiz labial, un perfume femenino impregnado en ella y varios mensajes sugestivos dieron origen a una discusión que acabó con Alice en el hospital a punto de perder al bebé.
—Veinte horas después de mi ingreso, nos dicen que hay que incitar el parto —aún le da escalofríos de solo recordarlo —el bebé había dejado de moverse y temían lo peor.
Ese día perdió a su bebé, pero recuperó a su esposo. En adelante, se mantuvo con ellos delegando funciones a sus empleados cuando había que viajar. Empezó un litigio con la clínica por negligencia, Gabriel insistía en que la hubo y ella le creía. Un año después, el litigio se archivó, ambos habían logrado superar la perdida gracias a ayuda psicológica y la rutina volvió.
—Y con ellas las ausencias. —confirma Jake y ella sonríe.
La relación entró en un zigzag, días malos, peores, nebulosos y el pequeño Patrick a quien intentaba mantener lejos del conflicto. Landon se fue distanciando, ella se culpaba por la perdida del bebé y el distanciamiento de su esposo. Les mantenía unidos Patrick, con quien, su padre se llevaba bien.
—Jamás cambió con él —confiesa —por eso soporté siete años, hasta la tarde en que Senna ingresó a la clínica en la que trabajaba para sacarme la culpa de encima.
—¿Por qué se rompió la relación entre Patrick y mi padre?
—Tu padre le dijo la verdad —le narra lo sucedido y le escucha atento —fue demasiado para él, era su hogar y ahora vivía allí su padre con otras personas.
—¿Y el apellido?
Continúan el avance, con Jake sacando un documento del bolsillo de su camisa. El cambio de conversación es un viento fresco para los dos, pese a que la historia es igual de turbia. Hablar del fracaso matrimonial de su hija pequeña, es menos doloroso que del suyo.
—¡Intentó robarles!
—Nos encandiló sus ademanes finos, aire extranjero y lo refinado de sus gestos —se lamenta —tardé en darme cuenta de la verdad, por fortuna, no pasó lo mismo con Magdalena.
—¡Gracias! —le escucha decir y al verle le encuentra sosteniendo un sobre —por decirme la verdad.
—Es mi verdad —le corrige —tu padre te dirá la suya, tu madre, Patrick y hasta tú tienes tu versión —continúa —intenté ser lo más neutral que pude...
—No habló mal de ellos, ni se victimizó —le interrumpe abriendo el sobre que hace unos minutos su esposo le había mostrado —¿Alguna vez ha deseado estar equivocada?
Un ruido rompe el silencio y mantiene a Alice en guardia, reconoce el sonido de un disparo y ese lo fue. Aleja la atención de su acompañante y revisa a los alrededores, no es temporada de caza y si lo fuera, esto es una zona privada.
—Será mejor regresar —habla regresando la atención a Jake y lo que ve la hace correr hacia él.
Una mancha roja cubre la parte izquierda de su hombro, peligrosamente debajo de ellos. Jake se lleva la mano a la herida y la observa por unos segundos antes de caer de rodillas, acto seguido aterriza en el suelo.
—¡Jake! —grita tomando su rostro —cariño, mírame —le ruega, pero yace inconsciente sin moverse.
Desesperada, toma el móvil y le marca a la única persona que puede ayudarle y puede manejar la situación sin que le afecte.
—Se escuchó un disparo.
—Jake este herido —le interrumpe a su hijo. —Yo estoy bien —aclara cuando le pregunta si ella también la hirieron.
Se escucha a Travis preguntar por lo que sucede y a Patrick repetir. Lo siguiente es el ruido de sillas moverse y las voces altas que se disipan.
—¿Puede moverse? Travis llama a Simone, Magdalena hazlo a Avery. Dile que no sabemos su estado —imparte órdenes mientras espera que su madre le responda —¿Puede moverse mamá?
—No. —responde entre sollozos. —está inconsciente.
—Fred, Tomás, Salvador, Jake este herido —llama a sus hombres —¿En qué sitio estás? —le escucha preguntar al mismo tiempo que el ruido del auto arrancar.
—En la quebrada, entrada sur. —responde mientras le llamaba una y otra vez.
—En unos minutos estoy allí ¿Siguen disparando?
—No.
—¿Cuántos fueron?
Debería calmarle la tranquilidad con la que habla y espera respuesta, pero no es así. Su hijo moriría antes de demostrar fragilidad, teme que esto sea un punto de quiebre aún más grande entre él y su padre.
—¿Mamá? —le llama —¿Cuántos fueron?
—Uno —llora a un más fuerte —la parte izquierda, Patrick.
—Simone y Avery, nos esperarán en el hospital, todo va a estar bien.
—¿Qué le diré a su padre, Patrick?
—Yo me encargo de Landon—le calma. —lo llamaré cuando esté estable.
Ese es el problema, le ha dado una excusa a su hijo para enfrentarse a su padre.
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