2018: La televisión
La televisión no funcionaba. Mi hija menor había muerto electrocutada en el ayer, o quizá fue pasado ayer. No lo sabía, estaba de viaje entonces. Acababa de volver, y la resaca me estaba aniquilando.
Dios, tenía que comprarme un reloj.
Gracias al cielo no estaba presente, habría sido doloroso de ver. De todos los regalos que la vida me pudo dar, compartir la vida a su lado fue la mejor. La tuve muy joven, y ella me perdió aún más joven.
La quería más que a mi vida, en serio esperaba que pudieran reparar esa pobrecita televisión.
Oh... El funeral de mi hija era el sábado próximo, o el jueves o... Mierda, en serio necesitaba un reloj.
Mientras que no fuese el miércoles estaría todo bien, ese día era posible que tendría que ir a recoger la televisión y no podría atender. Podría ser que no tuviera que ir para nada al funeral y enviará solo una carta para dar mi pésame, pero para eso tendría que recordarme el día del supuesto funeral. Que asco...
Intenté alejar mi cara de mi propio vómito. Me levante del baño del motel adolorido. Con la resaca golpeando fuerte como martillo a pared. Necesitaba una pastilla. Me apoyé en el lavamanos, abrí el grifo, recogí algo de agua con las manos para beber y remojar la cara, repeti esa acción numerosas veces. Mire mi reflejo suspirando y sucesivamente retorciendo mi nariz por el hedor de mi mal aliento.
Bien, aquí es donde detengo mi narración. ¿Me odias? Si la respuesta es no, entonces detente, ya no sigas leyendo. Basta, solo vete, seguro tienes cosas que hacer como deberes, estudio, trabajo o bien puedes utilizar este tiempo libre para aprender una nueva manualidad online. Aprende a jugar ajedrez. Ver alguna serie TV. Ir a cenar, ¿no tienes hambre? Toma este consejo y vete.
Devuelve el libro donde lo tomaste o cierra la app por donde lo estés leyendo. Vete.
¿Qué sigues haciendo aquí? Te lo estoy advirtiendo...
Bien, si aún sigues aquí. Prepárate, estás bajo tu propia responsabilidad. Encuentra un lugar silencioso, cierra la puerta y métete cómodo. Porque al acabar de esto desearas haberme escuchado.
¿Mi nombre? Eso no importa, no tengo ganas de que mi nombre sea maldecido en el futuro, muchas gracias. Llámame X si tanto quieres.
Un día de estos el alcohol iba a terminar matándome. En fin, bien decían que todos debíamos morir de algo, pensé, mientras acerqué una botella de la noche pasada a mis labios, solo pocas gotas tocaron mis papilas gustativas, estaba vacía.
Encontré mi móvil tirado en la cama. Baje por las escaleras hasta la recepción, saque unos billetes arrugados para pagar por la noche de estadía y di otros 5 dólares más por una sola pastilla para el mal de cabeza. Sabían como hacer negocios con su tipo de clientela, de eso no había duda.
Günther, el dueño, salió de la parte trasera todo desaliñado, con la bragueta aún bajada, una chica lacrimosa de aspecto débil salió después de él con la mirada fija en el suelo, intentaba contenerse los sollozos. La niña no tendría más de 13 años.
Sabía que Günther era un pedófilo, pero eso es que a mí me importaba muy poco, nada a decir verdad, mientras no se la follara en mi cama. No soy quien para juzgar, cada quien con sus preferencias.
Saliendo a buscar a mi coche en el aparcamiento, vi como un cliente del motel intentaba salir por la ventana para evitar pagar. Principiante. La altura no era el problema, desde su posición podía saltar a los arbustos sin muchas dificultades, el problema eran las trampas para osos que Günther ocultaba entre los arbustos.
Mi primera vez probando a no pagar fue casi mortal, si no hubiera tirado primero la mochila que llevaba conmigo ese día probablemente no tendría todos mis dedos o arterias funcionales.
Alguien debería avisar al desafortunado chico, alguien a quien le importara un bledo claro.
Un mensaje me llegó, era el electricista.
《Después de controlar los daños, la televisión puede ser reparada.
Factura: 662,79
Consigna: Miércoles 》
¿¡Cuesta 663 libras!? ¿¡Esos se creían que cagaba oro o qué!? Malditos parásitos chupa sangre.
Necesitaba dinero.
—¡Ah...! —Oí un gran grito de dolor mientras entraba en mi coche. Al parecer a nadie le importó un bledo.
⚜⚜⚜
Conducí hasta mi casa, al llegar delante a la puerta toqué el timbre, no tenía las llaves. Assim, mi hijo, abrió la puerta, sin esconder en su rostro su sorpresa y su asco. Me dejo entrar sin dirigirme la palabra. En cuanto puse pie dentro, pude sentir el aire tensado, la casa estaba llena de personas arregladas, casi todas vestidas de negro u otros colores oscuros y opacos.
La ceremonia para el entierro de mi hija era hoy al parecer...
—No creí que vendrías al funeral.— La voz de mi exmujer, Kamilah, no tardo en aparecer.
La verdad yo tampoco.
—¿Cómo puedes pensar eso?
—Porque nuestra hija murió hace 1 mes y no te atreviste ni a dar señales de vida. —Todos los invitados nos observaban. Kamilah me llevó a la habitación de los niños, la más alejada de la sala, para así poder hablar en privado.—Una parte de mí desearía que ya estuvieras muerto. Mira como vienes a la ceremonia de tu hija menor, desarreglado, en un chándal viejo con olor a alcohol rancio.
Voy a detener la narración de nuevo, hay algo que tienes que saber sobre Kamilah para entender la siguiente parte. Ella era una persona necesitada de amor, tanto que no tenía amor propio. Era una cobarde, escurridiza, que preferiría esconderse a luchar. ¿Mi actitud te molesta? Pues la de ella te hará enfurecer.
—No estoy aquí para que me regañes.
—¿Por qué estás aquí?
—Por mi hija.
—Eres un mentiroso.
Al inicio del divorcio la eche de menos, no la amaba, pero eche de menos su compañía. Nunca nos llevamos bien, a decir verdad, tampoco lo intentamos.
—Era mi hija.
—A buenas horas te recuerdas.
—Sé que cometí muchos errores como padre. Sé que las peleas y el rencor te han cerrado el corazón. No podré olvidar el dolor que sentí cuando supe de su muerte, pero tampoco la experiencia de haberla tenido en mi vida, entre mis brazos, Kamilah, era mi hija. Si quieres que me vaya, me iré, pero te lo ruego... No me alejes, no hoy.
Los ojos de Kamilah se llenaron de lágrimas, me abrazó, derrumbada ante tanto dolor.—Eres un mentiroso. Un verdadero monstruo por intentar manipular esta situación a tu favor. Pero no quiero que te vayas, quédate, no me dejes sola.—Imploro en mi oído.
Nuestro matrimonio se termino en el segundo en el que la golpeé estando borracho, todo lo sucesivo fue nada más un alargamiento, un intento destinado a fallar para recuperar un amor que jamás nos perteneció en primer lugar.
Salimos del cuarto, la resaca aún estaba algo presente. El salón principal estaba demasiado lleno de tristeza, deprimente, sin duda. Las miradas de los invitados no dejaban de seguirme, juzgarme, sentía que no era bienvenido.
El pastor se puso de pie iniciando su discurso:
—Hoy estamos reunidos para recordar a quien en vida fue una grandiosa persona, cuyo recuerdo nos acompañará por siempre.
Doy mis más sinceras condolencias a sus familiares y amigos que están aquí presentes, y le pido a Alá que pueda guardar en su gloria a su alma. Rogamos al Señor le brinde el descanso eterno y la haga partícipe de su gloria. Zuri, jamás te olvidaremos y por siempre llevaremos tu legado...
¿No tenía como 7 años? ¿Qué legado va a tener?
—... te recordaremos y le estaremos pidiendo a Alá, con mucha fe y esperanza, para que te guarde en su mansión celestial, y algún día tengamos la dicha de volver a encontrarnos bajo su presencia.
Claro, dejemos todas nuestras esperanzas en un ser imaginario que flota y cumple deseos. ¿Quién fue el mentiroso que le dijo a este gilipollas que ese era un buen discurso?
Es por eso que las religiones inician su indoctrinación a temprana edad, es más fácil alimentar gilipolleces, porque si tuviéramos la mayoría de edad, nadie emocionalmente estable elegiría la religión como vía.
Entre en la cocina buscando un trago, necesitaba alcohol para soportar esa mierda. Assim estaba allí, en cuanto me vio, salió, hacía tres años que no me dirigía la palabra. No lo culpaba, tampoco me interesaba, un regaño menos.
Abrí el refrigerador. Estaba casi vacío. Mal de dinero al parecer.
Adaeze, la hermana menor de Kamilah, entró en la cocina. Me miro de arriba a abajo, su mirada era dura y firme. La principal diferencia entre las hermanas no era que una era gorda y la otra anoréxica, o que una era cobarde mientras la otra era una bastarda de mierda. La verdadera diferencia residía en sus miradas.
—La comida está en el salón principal. —Se inclinó en la pared, con los brazos cruzados.
—No tengo hambre.
—Nunca imagine que vendrías. —En otras palabras, "lárgate, cabrón de mierda".
—Pues aquí estoy. —Traducido en "No".
Sus miradas. Kamilah estaba rota, Adaeze era increíble escondiendo sus pedazos rotos. Adaeze era una hipócrita que después de acostarse con el marido entonces de su hermana mayor, creía poseer aún una balanza moral.
—Zuri tenía solo 8 años, en su cumpleaños su único deseo fue que tú vinieras. Tú, pedazo de cabrón asqueroso de...
Todos íbamos a morir algún día, no podíamos vivir llorando por una realidad inevitable, o llorar porque esa realidad había ocurrido. No estaba diciendo que no estaba triste, si no que aún tenía resaca.
—Adaeze para ya. —Dijo Kamilah entrando acompañada por Zendaya, la gemela mayor de Zuri.
—Que se vaya. —Demando Adaeze.
—¡No eres quien para echarme!—Me defendí de la arpía.
Adaeze miro a Kamilah, esperando para que actuara, o al menos digiera una palabra. Nada, silencio. La hermana menor cogió a la mayor por los hombros.—Kamilah, no puedes permitir que esto suceda de nuevo, te destruirá y lo sabes. Él no puede volver.—Deslizo sus manos desde los hombros hacia las manos de ella. —Yo no puedo seguir así, no puedo, te quiero hermana, pero no puedo. Elige, ¿o él o yo?
—¿Dónde estaba ese amor fraternal cuando te abriste de piernas por mí?
Adaeze observo a Kamilah intentando que la mujer no cayera por mis palabras llenas de veneno. Kamilah dijo —Quiero solo que volvamos a ser una familia.
Me eligió a mí la muy tonta. Me eligió sobre su hermana, y me elegiría a mí sobre los niños.
—¿Familia? Con una madre adicta a antidepresivos, un padre ausente, borracho, manipulador y abusador. Assim, es el único que sostiene a esta familia económicamente, obligado a dejar su sueño de ir a la universidad, a tirar su vida. Zuri está muerta y la pobre Zendaya... abandonada a su suerte. ¿Es esa la clase familia que quieres? Pues es la familia que tendrás. —Adaeze recogio su bolso y se fue dando un portazo.
¿Qué mierda...? Yo nada más quería una cerveza.
Assim se acerco a abrazar a su madre, quien estaba inconsolable, tirada en el piso, ahogándose entre sus lágrimas.
Que fea era mientras lloraba, parecía una morsa gorda en celo.
Cogí a la pequeña Zendaya de la mano, quien estaba paralizada en su lugar. Seguramente preparándose para procesar los futuros traumas de esta escena.
Cuando estaba seguro de que estábamos solos le pedí...
Última vez que detengo la narración, lo juro. Solamente quiero que entiendas que yo tampoco estoy orgulloso de lo que hice después.
—Papá, no puedo hacer eso. Ese dinero es para Zuri, para su ataúd. Assim trabajo muy duro...
—Ya lo sé, ya lo sé, tu madre me dijo que yo se lo comprara, por eso debes decirme donde está ese dinero.
Podía ver la incertidumbre en los ojos de mi hija, ella no me creía.
—Vale, está bien, te estoy mintiendo, la verdad es que tengo que ir a hablar con un especialista muy importante. Por eso necesito el dinero, hay la posibilidad que Zuri esté simplemente en coma invernadero paralítico.
— ¿Zu-Zuri podría volver?— Los ojos de Zendaya se cristalizaron, la primera lágrima se hizo camino. —Yo la hecho de menos papá, me peleé con ella porque utilizó mi vestido rojo, quiero que vuelva para decirle que se lo puede poner siempre que quiera, ella era mi mejor amiga. Tenemos una cama castillo, ¿quién dormirá arriba de mí ahora?—Zendaya se cogió a mi pierna llorando.—-Por favor, papá, haz que vuelva, por favor, por favor, por favor, por favor.
Observé el techo mal pintado para no tener que mirar a mi hija a los ojos. No tenía valor.
—Dime donde está el dinero, y yo intentaré traer devuelta a tu hermana.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
El dinero estaba escondido en el interior de una planta, revuelto en plástico, en el cuarto de Assim. Muy inteligente.
⚜⚜⚜
El miércoles llegó...
Ya tenía mi vieja televisión operativa, y un par de cervezas bien frías a mi lado.
Sé que he dicho que esa era la última vez que detenía la narración, pero si has prestado atención deberías saber que yo no cumplo mis promesas.
Debería disculparme, dar una explicación, sollozar por tu perdón. Vete a la mierda. Todos son santos hablando de los pecados ajenos. No tengo una triste historia sobre una niñez dolorosa. No estoy orgulloso, sin embargo, tampoco me arrepiento. Estar vivo parece siempre el precio de algo, un precio que no estoy dispuesto a pagar. ¿No te caigo bien? Bueno, no le puedo caer bien a todo el mundo, y la parte más importante... no me da la gana. Ella esta muerta de todos modos, es mejor que el dinero vaya a algo útil.
Alguien tocó la puerta de la habitación del motel.
—¿Quién es?—Mire por la mirilla. Todo negro, o ese alguien utilizó un dedo para no ser reconocido, o la mierda de mirilla estaba rota otra vez.
Al abrir, un puño me voló directo a mi cara, me dejo desestabilizado en el piso. El rostro de mi hijo mayor, Assim, se hizo ver, hirviendo de ira. Cada paso suyo simbolizaba mi acercamiento a la ultratumba. Intente alejarme, arrastrándome por el piso.
—Assim, yo...
No me dejo terminar la frase, se abalanzó sobre mí, lleno de rabia, liberando una bestialidad atroz, puñetazo tras puñetazo, golpe tras golpe. Se detuvo cuando su vista capturó la televisión, la razón de todo.
Mi cara estaba ensangrentada, mi respiración cortada y mi cuerpo dolido.—No... por favor, no... hijo...—Trate de apelar a su humanidad, inútil, para él yo era escoria inhumana.
Su cuerpo se consumía en una reacción química alimentada por el oxígeno de sus respiros, combustible sin llama, esperpéntico reflejo de la detonación de sentir el odio en su más profunda alma.
Quito todos los enchufes, cargo con la pesada TV, y la tiro por la ventana. Al acabar con ese acto, se sentó en la cama, recuperado su respiración.
—No vuelvas a confundir mi silencio con debilidad, ni mi tranquilidad como aceptación. Eres un veneno que no pienso volver a tragar. Aléjate de mi vida y mi familia...
》O... te juro que la próxima vez te mataré. Y yo si cumplo mis promesas papa.
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