
Capítulo 8: Bosque, Besos Y Mordidas
Capítulo dedicado a FelixTAlvarez
gracias por tu apoyo, que disfrutes el capítulo.
—Bell —habla su padre, con una expresión indescriptible.
—P-papá... Yo
El nerviosismo se apodera de Bell, mientras Bloody ni se inmuta, por el contrario, con toda tranquilidad saca unas agujas de los cinturones en sus piernas y lanza una al cuello del padre de Bell, haciendo que el susodicho se paralice, con sus ojos de par en par.
—Ve a dormir —ordena.
Es entonces cuando la vampiresa se pone en pie para quitar la aguja y dejar que el sujeto se marche, en una especie de trance.
—¿Qué fue eso? —articula lentamente —¡¿Qué le has hecho a mi padre?!
—Cállate, haces un escándalo por nada. Además solo fue esto —le muestra el artefacto punzante para devolverla al cinturón —. Son agujas que continen una pequeña porción de mi sangre.
—¿Qué? ¿Manipulas a la gente con eso?
—Digamos que si —Bell se cruza de brazos, indignado —¿Qué demonios crees que haces? —riñe ante su expresión de desdén.
—No importa, puedes marcharte y por la ventana, gracias —en dicha situación Bell no habría articulado tan imprudente frase, sin embargo la indignación que le propina el saber que Bloody puede manipular a la gente con tal artimaña y peor aún hacerlo con su padre, puede más que su raciocinio.
—¿Disculpa? ¿Qué es lo que te crees? Tu pedazo de renacuajo, mal agradecido y malcriado —lo toma del cuello viendo los ojos de Bell cristalizarse —¿Crees que no puedo partirte en dos solo por ser un donante? —acerca de sobremanera su rostro al menor.
—Hazlo, hipnotizame, para que pida disculpas para que te bese, te de mi cuello y en bandeja, no es como si no lo hubieras hech-
Los labios fríos, de la vampiresa sobre los suyos le callan de inmediato, pero ante tal contacto diferencial de temperaturas Bell retrocede con mal humor.
—¿Qué crees que haces? —se queja. Pero Bloody ignorandolo, lo atrae nuevamente hacia ella, obligándolo a seguir el beso, presionando su cuerpo y sujetandolo con firmerza para que no escape, hasta que finalmente le empuja para que recueste su cuerpo sobre el cómodo algodón de la cama.
—Deja de refullar ¿Acaso no te gusta que te toque? —acaricia su costado, hasta llegar al abdomen ocasionando que Bell suelte un jadeo, dejándolo ensimismado, al haber hecho ese ruido tan extraño —. Eso me dice otra cosa -susurra casquivana haciendo que el menor voltee su rostro, Bloody al notar que es por tener sus pechos cerca del cuerpo del pelinegro sonríe a más no poder.
Entonces se incorpora y baja con lujuria la cremallera de su traje negro dejando a la vista su ostentoso sostén vino, Bell por otro lado se cubre el rostro con sus manos, ante la vergüenza de ver el cuerpo de la mayor, haciéndola sonreír aún más, para tomar las manos del pelinegro y llevarlas a la zona descubierta, ocasionando un sonrojo en Bell, quien permanece con los ojos cerrados sintiendo calor por doquier ante la nueva experiencia.
—Bloody —aquella voz perteneciente a Runa, irrumpe el íntimo momento en que ambos estaban.
La antes mencionada se incorpora, cubriéndose la parte superior de su cuerpo y le da una mirada de odio a la castaña
—Lamento interrumpirlos, pero el padre de Bell está despertando y...
—Ya sé, otra dosis sería malo para él —rueda los ojos, poniéndose en pie —. Renacuajo —llama a Bell, quien la mira expectante —. No quiero volver a verte con esa mugrosa humana —avisa para marcharse, sin esperar respuesta alguna.
Por otro lado runa sonríe maliciosa, observando a menor de pies a cabeza. Sonrojado se cubre con la manta y ve como la castaña se marcha del lugar.
Al quedarse solo Bell se abanica con las manos notando la agitación de su cuerpo, por lo tanto toma su laptop y empieza a ver videos de kpop para tranquilizarse.
—Bell —su padre entra de la nada, asustandolo —¿Qué estás haciendo? —se sienta junto a él, mientras el menor pone pausa a su tercer video.
—Solo miro unas presentaciones —sonríe, intentando disimular su nerviosismo por el suceso anterior mientras se encontraba con bloody.
—Oh —se lleva una mano a la cabeza, haciendo una mueca de desconcierto —. He tenido un sueño muy raro.
—¿A-Ah si? ¿Qué has soñado?
—Que estabas aquí con una mujer gótica y hacías cosas indecorosas.
—Papá, que ocurrencias. De seguro estas estresado ¿has descansado lo debido?
—A decir verdad, creo que no —se rasca la nuca —Bell ¿por qué estás todo colorado?
—A-Ah, pues me emociona ver conciertos, y no dudes que quiero ir a ver uno este año —suelta una risa nerviosa.
—Oh, si viene alguno me avisas para comprarte entradas con pade VIP. Iré a descansar ahora, solo quería ver como estabas. Mañana retornas a tus clases y quería saber si estás del todo bien.
—Claro —sonríe —. Me siento de maravilla.
—Me alegro —acaricia levemente su cabello para ponerse en pie y despedirse del menor con la mano.
Al ver a su padre desaparecer, Bell suspira con alivio. De la que se ha salvado.
Con pesar, Bell se encuentra desparramado, en el asiento trasero del automóvil conducido por su chófer personal quién es el encargado de dejarle en su institución educativa, llamada sutilmente preparatoria.
Mientras piensa en lo aburrido y monótono que será, recibe en su celular un mensaje de un número desconocido, anexando un lugar más el enunciado "te quiero aquí en media hora"
Bell, mira a todos lados y apaga la pantalla del celular, sabiendo que probablemente se trate de Bloody aunque él no le haya dado su número.
Sin embargo cuando el vehículo lo deja en la entrada del lugar, finge adentrarse como es usual, pero cuando ve que su chófer se aleja, sale presurosamente para encaminarse a la estación de buses, la cual lo lleva a un parque poco conocido y casi desierto.
Siguiendo la dirección indicada se aleja de la zona, hasta llegar a un cerco hecho con alambres de púas, más un letrero que advierte alejarse porque es zona restringida.
Dudoso, se queda un rato de pie frente al lugar, corroborando en su móvil que es el lugar adecuado.
—No ves que dice prohibido el paso? —Bell se sobresalta al escuchar aquello, pero dándose cuenta que es Bloody sobre un árbol, esbosa una sonrisa —¿Por qué sonríes? Parecieras feliz de verme.
—Lo estoy —confiesa, cual niño con su oso favorito.
—¿Por qué? ¿Acaso no me tienes miedo?
—Sé que no vas a asesinarme —confiesa recordando lo ocurrido la noche anterior y la forma de su trato.
—Renacuajo crédulo, ¿acaso no ves que este es un bosque? Fácilmente podría acabarte y ocultar tu cuerpo. Tal vez te secuestre para chuparte la sangre día tras día hasta dejarte como pasa.
—Pero no lo harás
—¿Ah si? —baja de un brinco cayendo perfectamente en pie y se acerca de sobremanera, mostrando malicia.
—Supongo que no lo harás —la sonrisa del menor se esfuma mientras traga grueso, disimuladamente —. Creí que no salían de día —comenta para aliviar la tensión y distraer a la vampiresa.
—Como ves, no estoy en el sol —rueda los ojos obviando, el estar bajo la sombra de los robles y unos alpes —. Ni se te ocurra escapar o iré tras de ti para arrancarte las vísceras —advierte, al ver al de ojos grises retroceder de a poco.
—Yo no... Está bien, no lo haré.
Satisfecha, Bloody toma la mano de Bell, —haciendolo estremecer y sentir un cosquilleo en su estómago— para ayudarle a trepar el roble y poder pasar la zona prohibida y así emprender un trayecto entre el arbolado.
—¿Cuánto más falta? —se queja el menor, al sentir sus pies matandole, puesto que sus zapatos de vestir no le ayudan, con la zona enraizada.
—Deja de lloriquear, falta poco. Además yo estoy perfectamente bien y mis tacones son más altos que tú, pequeña estaca —indignado abre su boca, para cruzarse de brazos —¿Qué se supone que haces?
—No pienso moverme de aquí.
—No lo hagas. Igual yo seguiré, pero ten en cuenta, que aquí hay bestias salvajes, tal vez encuentren tus restos en un año —le guiña el ojo y prosigue, pero Bell, sin inmutarse, permanece en el lugar, sabiendo que probablemente no sea capaz de dejarlo allí y todo aquello forme parte de palabras vacías.
Bloody por otra parte, esboza una sonrisa al ver la poca valentía persistir en el menor, pero eso le enfurece, así que poco a poco se acerca a él, con los ojos carmesí cual felino a punto de cazar.
El cuerpo de Bell empieza a temblar, mientras intenta inútilmente, mantener la compostura, sin embargo, cuando la peli negra llega hasta él y acerca sus afilados dientes a su cuello, flaquea.
—Está, bien, ya entendí —se apresura a decir, alejándose de la vampiresa, con el nerviosismo consumiendole las entrañas.
—Que buen renacuajo —tuerce una sonrisa, para continuar con su trayecto, por un largo trecho.
—Ya no, definitivamente no aguanto más, ni siquiera participo en educación física y quieres que me recorra medio bosque, no daré un paso más, Bloody —se queja Bell, apoyándose en sus rodilla para tomar aire.
—Deja de quejarte y ven acá.
Entre reniegos y quejas Bell se acerca a la vampiresa, que permanece quieta observando algo.
Al llegar hasta ella, el pelinegro se queda boqui abierto, al ver tan bello panorama, justo como en el sueño de hace días, en la base del acantilado, la grama cubre el territorio, a excepción de varios árboles de diferentes tonalidades que encajan con el cristalino arroyo, de suave sonar, contrastando a la perfección con un pequeño pueblecillo que pareciera haber sido abandonado ya hace muchos años, pero aún varias edificaciones se mantienen en pie. Finalmente en la lejanía, se alcanza a observar la ciudad vecina.
Mientras Bell, permanece extasiado deleitando su vista con tal magnánimo horizonte, la vampiresa toma asiento en el borde, apreciando igualmente la vista, pero aún así trayendole amargos recuerdos, puesto que a unos metros, fueron encotradas las cenizas de su destinado luego de su asesinato.
Y aún el coraje le invade, al pensar que el Sureste afirmaba lo contrario diecisiete años atrás, creyendo que Drycon asesinó al destinado de la líder.
—¿En que piensas? —la suave voz de Bell, mientras toma asiento a su lado, irrumpe su ensimismamiento.
—Cosas que no te incumben, renacuajo —escupe sin pudor, pese a que el menor, preguntó en tono compasivo al verle hacer una ligera mueca de tristeza mientras se encontraba en sus pensamientros.
—Lo lamento, por preguntar.
—Puedes arreglarlo.
—¿Cómo?
—Dame un beso.
Las mejillas de Bell se tiñen de carmín al escucharle decir eso. Pese a que se siente extraño besar a Bloody por la diferencia de temperaturas, esperaba ansiosamente que sucediera desde que vio su mensaje, sin embargo, es demasiado tímido como para tomar la iniciativa, aunque ella se lo pida.
—Hazlo tú —suelta por lo bajo, desviando su vista.
La vampiresa, teniendo un buen oído, simplemente sonríe y le toma la palabra.
Toca su mano para que la voltee a ver, al hacerlo, Bloody acerca su rostro al del menor, quien solamente cierra sus ojos esperando el frío tacto d ela susodicha, el cual no tarda absolutamente nada en llegar.
El cosquilleo recorre el cuerpo de Bell al sentir tan grato tacto sobre sus labios, el cual paulatinamente pasa de delicado a apasionado y sin esperar mucho, Bloody introduce su lengua en la boca del menor, desconcertandolo, acto seguido se separa con vergüenza.
—No seas maleducado —sentencia la vampiresa.
—Perdón.
—Eso no va a funcionar.
—Es que, no sé besar de lengua —admite sorprendiendo a Bloody, pero a la vez haciendola sonreír, lasciva, puesto que le encanta ser su primera experiencia.
—Entonces, yo te enseñaré.
Lo toma de la nuca para atraerlo a su boca e iniciar un suave beso, que va incrementando hasta hacerse nuevamente pasional, allí Bloody introduce su lengua en la cavidad del menor, y empieza a hacer movimientos lentos, indicándole como debe seguir el ritmo, cuando nota que Bell ya se ha acostumbrado, aumenta el ritmo del beso profundizando el tacto, haciendo estremecer al menor, mientras Bloody, experimenta una grata sensación, dentro de su pecho.
Cuando el aire se le ha acabado al pelinegro, presiona sus uñas en los brazos de Bloody, indicando que le suelte.
Ella dejando que Bell respire, se dirige a su cuello, para dejar suaves besos y unas cuantas lamidas, erizandola piel de Bell, permitiéndole nuevas experiencias, que le están gustando, cada vez más.
Con sutileza, Bloody empuja a Bell, para que su espalda quede sobre el suelo —aunque su uniforme escolar se llene de tierra —, allí continúa con las caricias, y lamidas, nublando la mente del menor, ante la grata sensación. Sin embargo para su desgracia, Bloody saca sus colmillos sin que él se de cuenta, de esta forma empieza a rozar la zona a la que anteriormente le dedicaba caricias con sus labios, Bell al sentir los leves arañazos de los caninos de la vampiresa, entra en pánico, acto seguido se remueve intentado incorporarse, pero Bloody lo detiene con fuerza.
—No te muevas o te dolerá más. No pienso quitarte tanta sangre, así que no ocasiones problemas.
—No, por favor, Bloody —intenta removerse inútilmente, mientras sus ojos se cristalizan, y su pecho sube y baja ante el nerviosismo.
La susodicha haciendo caso omiso, clava sus dientes paulatinamente en la piel del menor, haciéndolo aferrarse a ella, mientras solloza y gimotea quejándose que le duele, hasta finalmente arrancarle un grito, cuando sus colmillos terminan de adentrarse en su piel.
Mientras siente los pinchazos de su sangre abandonado cruelmente su cuerpo, las lágrimas se le escapan de sus ojos color metal, sin poder tener consuelo, hasta finalmente dejar de ser mordido, sacándole otro sollozo.
Bloody pincha su dedo y lo lleva a la boca de Bell, quién únicamente bebe su sangre para que el terrible dolor deje de atormentarle.
El bien conocido mareo le recorre un segundo, haciendo que todos sus males le abandonen, menos el llanto, por lo cual se incorpora aún permaneciendo en el suelo para colocarse en posición fetal y continuar llorando.
Bloody sintiendo su antojo saciado, se acerca al menor e intenta besarlo en los labios, pero este se aleja.
Bloody sin saber que hacer, piensa en su destinado, y mientras sus ojos esmeralda se cierran atrae a Bell para envolverlo entre sus brazos, desconcertandolo pero aún así este se apega a su frío cuerpo a pesar que le cause escalofríos.
—Bell —se separa, para mirarlo a los ojos —, yo... —a regañadientes la vampiresa está a punto de disculparse, sin embargo de la nada algo aparece empujando con fiereza a Bell haciendolo caer acantilado abajo.
Uniforme de Bell.
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