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Capítulo 10: Una Madrugada Lasciva

Capítulo dedicado a TheVatz gracias por tu apoyo a la historia, espero te guste el capítulo.

—Esto es una mierda —Lotto se soba las sienes, mientras permanece sentada tras su escritorio de madera barnizada, dentro de la habitación con tonos opacos.

—La mierda se queda corta —comenta Runa, desde su sofá de cuero negro.

—¿Cuándo has visto una mierda corta o larga? —escupe Bloody con fastidio, a lo que Runa se encoge de hombros.

—¿Y no se te ocurrió mejor idea que traer al humano aquí? —Lotto, clava su mirada en Bloody —. Hasta arrojarlo a las aguas llenas de tiburones hubiera sido más seguro, que traerlo al imperio.

—Si alguien intenta hacerle algo a Bell, lo mato —se defiende.

—No puedes matar a tus aliados o se considera traición —recalca Runa.

—Cállate, Runa. Aunque tienes razón, yo estoy hablando con ella.

—Bien, pero primero recogeme aquello.

—¿Qué cosa? —observa la esquina sin divisar algún artefacto que pueda alcanzarle.

—Mi cara —ese comentario, hace que Lotto le de una mirada asesina —. Ya, que delicadas, ni una bromita aguantan, aunque fue a mi que me jodieron —levanta sus manos en señal de paz.

—¿Qué piensas hacer con ese humano? ¿Acaso lo amas?

—Uh —chilla Runa, cual colegiala viendo telenovelas.

—¡Que cierres ese ocico, Runa! —sentencia la peli blanca.

—Ya, ya —hace seña de un candado en su boca.

—No lo amo.

—¿Estás segura? —Lotto no le ha creído, pues conoce a Bloody y sabe que desde que perdió a su destinado es abominable con el resto y está defendiendo demasiado al humano, como para que sea por nada.

—Ni lo dudes -suelta sin inmutarse.

—Sabes que es más que seguro que va a empezar una guerra entre imperios por los sucesos anteriores y que es su culpa, además solo será una carga ¿verdad?

—Estoy plenamente consciente de ello.

—Entonces solo tienes una alternativa —se inclina hacia el frente, mirando a Bloody fijo, dándole a entender que de ninguna manera quiere jueguitos, redundancia o duda en su respuesta.

—Habla de una vez.

—Vas a tener que convertirlo —Bloody prensa sus labios, sabiendo que sus hipótesis se han corroborado y tiene que escoger entre hacer lo que Lotto le ordena, o perder al humano, a lo cual se niega rotundamente, sin embargo, si convierte al humano, este estará atado a ella en un lazo de sangre.

—Lo haré.

—Tienes cinco días, si no lo haz hecho hasta entonces, lo asesinaré.

Los ojos grises de Bell se abren lentamente, trayendole leves mareos acompañado del desconcierto, al despertar en una habitación que no conoce en lo absoluto.

Paredes en tonos oscuros, un par de roperos, unas puertas y una amplia ventana, tapada con las amplias cortinas carmín le recibe su mirar.

Un chico de cabellos y ojos grises, al pie de la cama permanece con sus audífono de orejera, contoneándose mientras repite la frase Not Today, desconcertando al menor.

—¿Dónde estoy?

—Oh, Hola -saluda animoso el chico de antes —. Soy Lars.

—¿Acaso morí y desperté en el mundo de los asiáticos? Dime que si -el de pelo gris ríe ante el comentario.

—Lo lamento, pero sigues en Suiza —sonríe.

—¿Exactamente en que parte?

—Bienvenido al imperio del Noreste, más específico estás en la habitación de Bloody, usualmente no deja que nadie se acerque, pero Lotto me pidió que te cuidara.

—Espera ¿Noreste? ¿Imperio? ¿Lotto? ¿Quién es Lotto?

—Este es el imperio del Noreste un lugar retirado de los pueblos, aquí solo habitan vampiros, y es regido por los cinco primeros renivientes aunque Lotto controla todo y-

—Lars —lo llama Bloody, recostada en el marco de la pared, irrumpiendo las palabras del menor, antes que hablase de más —Lotto quiere que vayas a la habitación —una sonrisa se forma en el rostro del menor al pensar en las razones por las cuales su vampiresa lo busca

—Fue agradable conocerte, nos vemos luego —suelta animoso, para marcharse de allí.

—Bloody ¿qué fue lo que ocurrió? Me duele la cabeza y creo que he tenido un mal sueño, papá, ¿dónde está? ¿Qué ocurrió? —suplica saber, cuando las imágenes de su padre tendido en el charco de sangre le atraviesa la mente.

—Te traje aquí luego de la pelea con los vampiros cerca del acantilado, has dormido desde entonces —cierra la puerta de madera, para luego sentarse en la orilla de la cama.

—¿Qué hora es? ¿Dónde está mi celular?

—Agh, estos niños de ahora y sus malditos vicios tecnológicos —se queja, con fastidio —. Se rompió, se murió, está inservible y ya.

—¡¿Qué?! Bloody.

—Cállate, te compraré uno nuevo —rueda los ojos.

—¿Que hora es? —vuelve a repetir, preocupado, sabiendo que se ha saltado sus clases y espera que no sea más de la hora del toque de queda de su padre.

—No lo sé, las tres quizá.

—Aún es temprano, llévame a casa, por favor —pide con sus ojos tiernos fijos en Bloody.

—Bell, es de madrugada y no pienso llevarte a tu casa.

—¿Por qué no? Espera ¿madrugada?

—Porque te quiero solo para mi ahora —las mejillas de Bell se tiñen de carmín al escuchar tales palabras de una vampiresa tan despiadada como lo es Bloody. Hasta se siente especial haciendo a su cuerpo estremecer ante un sentimiento acogedor, sin embargo por su bien se obliga a reaccionar.

—Seré solo tuyo, pero llévame a casa ahora, papá debe estar preocupado y yo en aprietos, además de un posible castigo —súplica cual niño queriendo convencer a sus padres para que le compren un juguete nuevo.

—Me temo que eso no será posible —suelta sin inmutarse

—¿Por qué no? —inquiere con lentitud.

—He detenido el tiempo, quiero que conozcas el imperio, pases un tiempo conmigo, luego te llevaré a casa y todo volverá a la normalidad —y así, Bloody ha soltado sin inmutarse la mentira más descarada de los casi doscientos años que ha vivido.

—Es una broma ¿verdad? Es de mal gusto Bloody —se cruza de brazos haciendo un puchero muy lindo sin querer.

—¿Cuál crees que es el secreto de nuestra inmortalidad pequeño renacuajo cuatro ojos? —sonríe casquivana y se acerca con cautela cual felina hambrienta.

—¿Q-Que haces? —Bell retrocede nervioso hasta topar en el respaldar de la cama, evitando mirar el escote digno de apreciar en la vampiresa.

—Solo dame un jodido beso.

Posa su mano en la muñeca de Bell, un par de segundos, para luego acomodarla entre sus dedos y finalmente unir sus labios a los del menor, para sentir la deliciosa calidez proveniente de sus esponjositos labios, cual goma dulce.

El menor ya casi acostumbrado en su totalidad al contraste de temperaturas que le propina estar cerca de Bloody, sigue gustoso el beso, para así volverlo paulatinamente pasional, hasta que sus lenguas empiezan a danzar, dejando a Bloody satisfecha, puesto que Bell ha aprendido muy rápido a besar de lengua, hasta le dan ganas de eneñarle otras cosas más interesantes.

Cuando siente que está dejando al menor sin aire, procede a besar su cuello, haciendo que Bell de un respingo y quiera retroceder de inmediato.

—No lo hagas —empieza a suplicar, sintiendo que en cualquier momento la vampiresa le puede clavar tortuosamente sus enormes colmillos.

—No voy a morderte —esas palabras hacen aliviar a Bell, quien se deja consentir en la zona descubierta, experimentando una serie de extrañas sensaciones y un cosquilleo posado en su abdomen, sin embargo aquello se intensifica cuando Bloody empieza a desabrochar su camisa mientras deja besos húmedos recorriendo su pecho.

—Bloody, ya es suficiente —logra articular con su respiración irregular y su rostro colorado, no porque quiera dejar de lado la excitación, sino porque el nerviosismo de hacerlo con ella le carcome las entrañas.

—Tu cuerpo dice lo contrario —sonríe, para empezar a hacer un chupón en el costado de Bell.

—A-Ah, Bloody —suelta un gemido, asombrándose de haber sido capaz de articular un sonido tan vergonzoso.

La vampiresa satisfecha, soba sus manos con suavidad, para luegos tomarlas y acto seguido posicionarlas sobre su cabeza y sostenerlas con una mano, mientras empieza a recorrer el cuerpo del menor, el cual se deja tocar por Bloody disfrutando de sus caricias lascivas, aunque cierta parte de él trate de convencerle que debe parar, porque no es correcto.

Al no poder reprimir los extraños ruidos que continúan saliendo de su boca suelta sus manos del suave agarre de Bloody, y las lleva a sus labios, sintiendo como unas cuantas lágrimas escapan de sus ojos; la renivienta al percibir aquello, se aleja de Bell, con extrañeza.

—¿Acaso repudias que te toque? —inquiere ciertamente dolida. Bell únicamente niega con la cabeza.

—Se siente bien —tapa su rostro con ambas manos, para no ver el rostro de Bloody al escuchar tales palabras, por otro lado la antes mencionada sonríe más que satisfecha, teniendo su expresión como consentimiento para hacerle más cosas morbosas al menor.

Con malicia termina de quitar la camisa de Bell, a la vez que pasa sus dedos por su hombro y su espalda simultáneamente haciendo que el colegial se encorve, permitiéndole a la vampiresa degustar más de su piel.

Sutilmente pero con deseo y morbo, Bloody abre las piernas del menor, para acariciar mejor los muy firmes muslos del pelinegro, el cual muerde su labio evitando emitir sonidos lascivos, en una mueca tiernamente sexual, que llena de lujuria a Bloody, y sin poder reprimirse más, sube un poco sus manos a la cintura del menor para bajar tortuosamente palpando el lugar excitando al menor, sin embargo cuando la vampiresa llega a su abdomen bajo, Bell recapacita y de inmediato se aleja, desconcertado a la de ojos esmeralda, pero a la vez trayendole un inmenso fastidio y ganas de estrellar al de anteojos contra la pared.

—E-Esto no está bien, Bloody yo-

—No voy a obligarte —tales palabras dejan anonadado a Bell, puesto que creyó que la vampiresa le iba a obligar a acostarse con ella.

—Bloody —suspira con alivio.

—No malinterpretes renacuajo, bonito. Quiero tener sexo contigo, pero repudio las violaciones puesto que son abominables y de ninguna manera caeré tan bajo —mientras una parte del corazón de Bell se siente bien, sabiendo que ella no sería capaz de hacer dicho acto sin su consentimiento, otra parte decae, ya que la vampiresa ha dicho sexo y en lo que a él concierne, aquella palabra no se asemeja en lo mínimo al amor.

Sin embargo, la atracción del menor hacia ella, es algo que nubla su raciocinio en momentos menos indicados.

—Cuando sea mayor de edad, lo haré contigo —dichas palabras hacen detener a la vampiresa antes que se marche, no obstante, le lanza una mirada incrédula puesto que ni se imagina cuando será aquella fecha -. Cinco días.

—¿Qué?

—Mi cumpleaños es en cinco días —sonríe ligeramente desvaneciendo la expresión rápidamente.

—No sabes lo que dices pequeño cuatro ojos —sonríe lasciva.

—Probablemente.

—Te ves muy seguro.

—Lo estoy —se atreve a no apartarle la mirada, haciendo a Bloody que sus ojos se tornen de color carmín.

—Déjame decirte, Bell que llegado el día no habrá vuelta atrás y tu cuerpo me pertenecerá por una noche y afirmo que llorarás.

La boca del menor se abre levemente, mientras el nerviosismo empieza a recorrerle cada centímetro del cuerpo.

—Serás gentil ¿verdad?

—Toma un baño, Bell. Yo iré a cazar, paso por ti en unas horas para mostrarte el lugar —sin decir más nada, Bloody sale del lugar, dejando ensimismado al menor.

¿Pero qué es lo que acabo de decir? Estoy frito, yo y mi bocota.
¿Acostarme con una vampiresa? ¿Estás loco, Bell? Piensa con frustración, mientras revuelve su cabello arrepintiendose del momento en el que acepto tener coito con tan despiadado ser.

Definitivamente, la inocencia de la pequeña criatura se está esfumando a velocidad récord.

—Lotto —suelta Lars entrando a la habitación, divisando a su hermosa vampiresa en lencería de lo más provocativa, haciendo al menor prender sus ojos en un carmín intenso.

—Tengo hambre y mi dulce de sangre se perdió, por cuidar a un humano —sonríe casquivana.

—Ese dulce escurridizo ha vuelto —empieza a gatear en la cama hasta ella.

—No te emociones cariño, no serás tú el que se llene con mi cuerpo, puesto que me has hecho esperar —dichas esas palabras, en un movimiento a velocidad descomunal, deja sutilmente a Lars boca arriba en la cama, para empezar a deborar sus labios, a la vez que recorrer con tortuosa lentitud el cuerpo del menor con sus frías manos, sin inmutar la temperatura del de ojos claros.

—Deborame por completo —susurra Lars al finalizar el beso, Lotto únicamente sonríe lasciva y se aproxima al cuello del menor para dar unos besos, luego lamidas, hasta finalmente clavar sus colmillos sin cuidado, haciendo sollozar a Lars, más aún cuando el líquido rojizo es extraído con tanta necesidad -. Dije deborame, no destrozame -puja, el menor, tragando saliva con dificultad.

Sin embargo, la vampiresa hace caso omiso ante la petición del menor y continúa sorbiendo su sangre, hasta que Lars clava sus uñas en la piel de Lotto, allí se separa, para mirar fijamente al asiático el cual hace una mueca de dolor, la renivienta comprendiendo, le empieza a dar una serie de besos cortos, casi inocentes en forma de disculpa, haciendo sonreír a Lars.

El asiático, empieza a recorrer el cuerpo de su amada a la vez que sus bocas se vuelven a juntar; quitándose la ropa de a poco con necesidad, hasta por fin no tener prenda que estorbe, la mayor detiene su vista en el bien formado cuerpo de su pequeño vampiro el cual se muerde el labio esperando que Lotto empiece a tocarle con lujuria en zonas prohibidas para el resto. Para suerte de Lars, las caricias de su vampiresa no tardan en llegar, llevándole así hasta el extasis.

Hola.

Capítulo corto, lo sé.

¿Qué ocurrirá en el siguiente?

#Madrugada_golosa

#Bell_ya_valiste_por_caliente

#Lars_y_Lotto_7u7

Síganme en instagram, aparezco como adkmyyouth :3 no se arrepentirán.

Nos leemos en unos días...

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